De la Feria.
Salterio I
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Del Señor es
la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Del Señor es
la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SEÑOR, TÚ
QUE LLAMASTE
Señor, tú que
llamaste
del fondo del no
ser todos los seres,
prodigios del
cincel de tu palabra,
imágenes de ti
resplandecientes;
Señor, tú que
creaste
la bella nave azul
en que navegan
los hijos de los
hombres, entre espacios
repletos de misterio
y luz de estrellas;
Señor, tú que nos
diste
la inmensa
dignidad de ser tus hijos,
no dejes que el
pecado y que la muerte
destruyan en el
hombre el ser divino.
Señor, tú que
salvaste
al hombre de caer
en el vacío,
recréanos de nuevo
en tu Palabra
y llámanos de
nuevo al paraíso.
Oh Padre, tú que
enviaste
al mundo de los
hombres a tu Hijo,
no dejes que se
apague en nuestras almas
la luz
esplendorosa de tu Espíritu. Amén
SALMODIA
Ant 1. Quien se
haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Salmo 130 - COMO
UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón
no es ambicioso,
ni mis ojos
altaneros;
no pretendo
grandezas
que superan mi
capacidad;
sino que acallo y
modero mis deseos,
como un niño en
brazos de su madre.
Espere Israel en
el Señor
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Quien se haga
pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Ant 2. Dios mío,
con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Salmo 131 I -
PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor, tenle en
cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al
Fuerte de Jacob:
«No entraré bajo
el techo de mi casa,
no subiré al lecho
de mi descanso,
no daré sueño a
mis ojos,
ni reposo a mis
párpados,
hasta que
encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el
Fuerte de Jacob.»
Oímos que estaba
en Efrata,
la encontramos en
el Soto de Jaar:
entremos en su
morada,
postrémonos ante
el estrado de sus pies.
Levántate, Señor,
ven a tu mansión,
ven con el arca de
tu poder:
que tus sacerdotes
se vistan de gala,
que tus fieles te
aclamen.
Por amor a tu
siervo David,
no niegues
audiencia a tu Ungido.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios mío, con
alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Ant 3. El Señor ha
jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
Salmo 131 II.
El Señor ha jurado
a David
una promesa que no
retractará:
«A uno de tu
linaje
pondré sobre tu
trono.
Si tus hijos
guardan mi alianza
y los mandatos que
les enseño,
también sus hijos,
por siempre,
se sentarán sobre
tu trono.»
Porque el Señor ha
elegido a Sión,
ha deseado vivir
en ella:
«Ésta es mi
mansión por siempre,
aquí viviré,
porque la deseo.
Bendeciré sus
provisiones,
a sus pobres los
saciaré de pan;
vestiré a sus
sacerdotes de gala,
y sus fieles
aclamarán con vítores.
Haré germinar el
vigor de David,
enciendo una
lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los
vestiré de ignominia,
sobre él brillará
mi diadema.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
V. Venid a ver las
obras del Señor.
R. Las maravillas
que hace en la tierra.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro
de Samuel 16, 1-13
DAVID ES UNGIDO
REY
En aquellos días,
dijo el Señor a Samuel:
«¿Hasta cuándo vas
a estar llorando por Saúl, después de que yo lo he rechazado para que no reine
sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de
Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.»
Samuel replicó:
«¿Cómo voy a ir?
Se enterará Saúl y me matará.»
Respondió el
Señor:
«Lleva contigo una
becerra y di: "He venido a sacrificar al Señor." Invitarás a Jesé al
sacrificio y yo te indicaré lo que tienes que hacer, y ungirás a aquel que yo
te diga.»
Hizo Samuel lo que
el Señor le había ordenado y se fue a Belén. Salieron temblando a su encuentro
los ancianos de la ciudad y le preguntaron:
«¿Es de paz tu
venida, vidente?»
Samuel respondió:
«Sí, he venido a
sacrificar al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio.»
Purificó a Jesé y
a sus hijos y los invitó al sacrificio.
Cuando ellos se
presentaron vio a Eliab y se dijo: «Sin duda está ante el Señor su ungido.»
Pero el Señor dijo a Samuel:
«No mires su
apariencia ni su gran estatura, pues yo lo he descartado. La mirada de Dios no
es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el
Señor mira el corazón.»
Llamó Jesé a
Abinadab y le hizo pasar ante Samuel, que dijo:
«Tampoco a éste ha
elegido el Señor.»
Hizo pasar Jesé a
sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo:
«A ninguno de
éstos ha elegido el Señor.» Preguntó, pues, Samuel a Jesé:
«¿No quedan ya más
muchachos?»
Él respondió:
«Todavía falta el
más pequeño, que está guardando el rebaño.»
Dijo entonces
Samuel a Jesé:
«Manda que lo
traigan, porque no comeremos hasta que haya venido.»
Mandó, pues, por
él Jesé y lo hizo venir. Era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. El
Señor dijo:
«Levántate y
úngelo, porque éste es.»
Tomó Samuel el
cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y a partir de entonces,
vino sobre David el espíritu del Señor. Samuel se levantó y se fue a Ramá.
RESPONSORIO
Sal 88, 20. 22. 21
R. He ceñido la
corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo; * para que mi
mano esté siempre con él.
V. Encontré a
David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado.
R. Para que mi
mano esté siempre con él.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis
de san Cirilo de Jerusalén, obispo.
(Catequesis 1,
2-3. 5-6: PG 33, 371. 375-378)
RECONOCE EL MAL
QUE HAS HECHO, AHORA QUE ES EL TIEMPO PROPICIO
Si hay aquí alguno
que esté esclavizado por el pecado, que se disponga por la fe a la regeneración
que nos hace hijos adoptivos y libres; y así, libertado de la pésima esclavitud
del pecado y sometido a la dichosa esclavitud del Señor, será digno de poseer
la herencia celestial. Despojaos, por la confesión de vuestros pecados, del
hombre viejo, viciado por las concupiscencias engañosas, y vestíos del hombre
nuevo que se va renovando según el conocimiento de su creador. Adquirid,
mediante vuestra fe, las arras del Espíritu Santo, para que podáis ser
recibidos en la mansión eterna. Acercaos a recibir el sello sacramental, para
que podáis ser reconocidos favorablemente por aquel que es vuestro dueño.
Agregaos al santo y racional rebaño de Cristo, para que un día, separados a su
derecha, poseáis en herencia la vida que os está preparada.
Porque los que
conserven adherida la aspereza del pecado, a manera de una piel velluda, serán
colocados a la izquierda, por no haberse querido beneficiar de la gracia de
Dios, que se obtiene por Cristo a través del baño de regeneración. Me refiero
no a una regeneración corporal, sino al nuevo nacimiento del alma. Los cuerpos,
en efecto, son engendrados por nuestros padres terrenos, pero las almas son
regeneradas por la fe, porque el Espíritu sopla donde quiere. Y así entonces,
si te has hecho digno de ello, podrás escuchar aquella voz: Bien, siervo bueno
y fiel, a saber, si tu conciencia es hallada limpia y sin falsedad.
Pues si alguno de
los aquí presentes tiene la pretensión de poner a prueba la gracia de Dios, se
engaña a sí mismo e ignora la realidad de las cosas. Procura, oh hombre, tener
un alma sincera y sin engaño, porque Dios penetra el interior del hombre.
El tiempo presente
es tiempo de reconocer nuestros pecados. Reconoce el mal que has hecho, de
palabra o de obra, de día o de noche. Reconócelo ahora que es el tiempo
propicio, y en el día de la salvación recibirás el tesoro celeste.
Limpia tu
recipiente, para que sea capaz de una gracia más abundante, porque el perdón de
los pecados se da a todos por igual, pero el don del Espíritu Santo se concede
a proporción de la fe de cada uno. Si te esfuerzas poco, recibirás poco, si
trabajas mucho, mucha será tu recompensa. Corres en provecho propio; mira,
pues, tu conveniencia.
Si tienes algo
contra alguien, perdónalo. Vienes para alcanzar el perdón de los pecados: es
necesario que tú también perdones al que te ha ofendido.
RESPONSORIO
Pr 28, 13; 1Jn 1, 9
R. Al que oculta
sus crímenes no le irá bien en sus cosas; * el que los confiesa y se enmienda
obtendrá misericordia.
V. Si confesamos
nuestros pecados, fiel y bondadoso es Dios para perdonarnos.
R. El que los
confiesa y se enmienda obtendrá misericordia.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que
quisiste hacernos hijos de la luz por la adopción de la gracia, concédenos que
no seamos envueltos por las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre
en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Del Señor es
la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN
A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Del Señor es
la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Himno: EN EL
NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU.
En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la
noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo
de la luz que nos llega
resucitada y
resucitadora.
Tu mano acerca el
fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las
cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba
igual que una palabra,
tú pronuncias el
mar como sentencia.
Regresa, desde el
sueño, el hombre a su memoria,
acude a su
trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la
tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y
amarga de sudores.
Y tú te regocijas,
oh Dios, y tu prolongas
en sus pequeñas
manos tus manos poderosas,
y estáis de cuerpo
entero los dos así creando,
los dos así
velando por las cosas.
¡Bendita la mañana
que trae la noticia
de tu presencia
joven, en gloria y poderío,
la serena certeza
con que el día proclama
que el sepulcro de
Cristo está vacío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto
a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152
TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo
corazón;
respóndeme, Señor,
y guardaré tus leyes;
a ti grito:
sálvame,
y cumpliré tus
decretos;
me adelanto a la
aurora pidiendo auxilio,
esperando tus
palabras.
Mis ojos se
adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu
promesa;
escucha mi voz por
tu misericordia,
con tus
mandamientos dame vida;
ya se acercan mis
inicuos perseguidores,
están lejos de tu
voluntad.
Tú, Señor, estás
cerca,
y todos tus
mandatos son estables;
hace tiempo
comprendí que tus preceptos
los fundaste para
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a
la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y
mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A
DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor,
sublime es su victoria,
caballos y carros
ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi
poder es el Señor,
él fue mi
salvación.
Él es mi Dios: yo
lo alabaré;
el Dios de mis
padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un
guerrero,
su nombre es «El
Señor».
Los carros del
faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar
rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira
se amontonaron las aguas,
las corrientes se
alzaron como un dique,
las olas se
cuajaron en el mar.
Decía el enemigo:
«Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el
botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la
espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu
aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como
plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú,
Señor, entre los dioses?
¿Quién como tu,
terrible entre los santos,
temibles por tus
proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu
diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con
misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con
tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo
plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que
hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor,
que fundaron tus manos.
El Señor reina por
siempre jamás.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y
mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al
Señor, todas las naciones.
Salmo 116 -
INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor,
todas las naciones,
aclamadlo, todos
los pueblos:
Firme es su
misericordia con nosotros,
su fidelidad dura
por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al
Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE
2Pe 1, 10-11
Hermanos, poned
más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección. Si hacéis así,
nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá generosamente la entrada
en el reino eterno de nuestro Señor y salvador Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito,
Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito,
Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en
el país de la vida.
R. Tú eres mi
refugio.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor,
tú eres mi refugio.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ilumina,
Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina,
Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Bendigamos a
Cristo que para ser ante Dios el pontífice misericordioso y fiel de los hombres
se hizo en todo semejante a nosotros, y supliquémosle diciendo:
Muéstranos, Señor,
los tesoros de tu amor.
Señor, sol de
justicia, que nos iluminaste en el bautismo,
te consagramos
este nuevo día.
Que sepamos bendecirte
en cada uno de los momentos de nuestra jornada
y glorifiquemos tu
nombre con cada una de nuestras acciones.
Tú que tuviste por
madre a María, siempre dócil a tu palabra,
encamina hoy
nuestros pasos para que obremos también como ella según tu voluntad.
Haz que mientras
vivimos aún en este mundo que pasa anhelemos la vida eterna
y por la fe, la
esperanza y el amor vivamos ya contigo en tu reino.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Con la misma
confianza que tienen los hijos con su padre, acudamos nosotros a nuestro Dios,
diciéndole:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor,
que la claridad de la resurrección de tu Hijo ilumine las dificultades de
nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de la muerte y podamos llegar un
día a la luz que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Guíame,
Señor, por la senda de tus mandatos.
Salmo 118, 33-40
Muéstrame, Señor,
el camino de tus leyes,
y lo seguiré
puntualmente;
enséñame a cumplir
tu voluntad
y a guardarla de
todo corazón;
guíame por la
senda de tus mandatos,
porque ella es mi
gozo.
Inclina mi corazón
a tus preceptos,
y no al interés;
aparta mis ojos de
las vanidades,
dame vida con tu
palabra;
cumple a tu siervo
la promesa
que hiciste a tus
fieles.
Aparta de mí la
afrenta que temo,
porque tus
mandamientos son amables;
mira cómo ansío
tus decretos:
dame vida con tu
justicia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Guíame,
Señor, por la senda de tus mandatos.
Ant 2. Los que
buscan al Señor no carecen de nada.
Salmo 33 I - EL
SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Bendigo al Señor
en todo momento,
su alabanza está
siempre en mi boca;
mi alma se gloría
en el Señor:
que los humildes
lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo
la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos
su nombre.
Yo consulté al
Señor, y me respondió,
me libró de todas
mis ansias.
Contempladlo y
quedaréis radiantes,
vuestro rostro no
se avergonzará.
Si el afligido
invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus
angustias.
El ángel del Señor
acampa
en torno a sus
fieles y los protege.
Gustad y ved qué
bueno es el Señor,
dichoso el que se
acoge a él.
Todos sus santos,
temed al Señor,
porque nada les
falta a los que lo temen;
los ricos
empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al
Señor no carecen de nada.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los que buscan
al Señor no carecen de nada.
Ant 3. Busca la
paz y corre tras ella.
Salmo 33 II
Venid, hijos,
escuchadme:
os instruiré en el
temor del Señor;
¿hay alguien que
ame la vida
y desee días de
prosperidad?
Guarda tu lengua
del mal,
tus labios de la
falsedad;
apártate del mal,
obra el bien,
busca la paz y
corre tras ella.
Los ojos del Señor
miran a los justos,
sus oídos escuchan
sus gritos;
pero el Señor se
enfrenta con los malhechores,
para borrar de la
tierra su memoria.
Cuando uno grita,
el Señor lo escucha
y lo libra de sus
angustias;
el Señor está
cerca de los atribulados,
salva a los
abatidos.
Aunque el justo
sufra muchos males,
de todos lo libra
el Señor;
él cuida de todos
sus huesos,
y ni uno solo se
quebrará.
La maldad da muerte
al malvado,
y los que odian al
justo serán castigados.
El Señor redime a
sus siervos,
no será castigado
quien se acoge a él.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Busca la paz
y corre tras ella.
LECTURA BREVE
1R 8, 60-61
Sepan todos los
pueblos de la tierra que el Señor es Dios y no hay otro. Que vuestro corazón
sea todo para el Señor, nuestro Dios, como lo es hoy, para seguir sus leyes y
guardar sus mandamientos.
V. Señor, enséñame
tus caminos.
R. Instrúyeme en
tus sendas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, Padre
todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo para que, libres de toda
adversidad, podamos alegrarnos siempre en tu alabanza. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO
DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del
hombre, en que él se afana
tras la felicidad
que tanto ansía,
tú lo vistes,
Señor, de luz temprana
y de radiante sol
al mediodía.
Así el poder de tu
presencia encierra
el secreto más
hondo de esta vida;
un nuevo cielo y
una nueva tierra
colmarán nuestro
anhelo sin medida.
Poderoso Señor de
nuestra historia,
no tardes en venir
gloriosamente;
tu luz
resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra
vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos saciados
de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE
Jr 17, 9-10
Nada más falso y
enfermo que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón,
sondeo las entrañas; para dar al hombre según su conducta, según el fruto de
sus acciones.
V. Absuélveme,
Señor, de lo que se me oculta.
R. Preserva a tu
siervo de la arrogancia.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, fuego
ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te amemos a ti sobre
todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH JESÚS,
QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO
Oh Jesús, que en
tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu
gran misericordia,
y tu fuerza nos
das para seguirte
por el mismo
camino hacia la gloria.
Que fielmente
cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en
tu obra salvadora,
y, al llegar a la
tarde de la vida,
en gozo eterno el
Padre nos acoja.
Gracias, Padre, a
ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su
sangre nos redime,
y al Espíritu
Santo, luz y guía
de este pueblo que
al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha estado
grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor
nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos
construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el
que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad
de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el
que teme al Señor.
LECTURA BREVE
Sb 7, 27a; 8, 1
La sabiduría de
Dios, aún siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, todo lo renueva.
Se despliega vigorosamente de un confín al otro del mundo y gobierna de
excelente manera todo el universo.
V. Qué magníficas
son tus obras, Señor.
R. Qué profundos
tus designios.
ORACIÓN
OREMOS,
Escucha, Señor,
nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por intercesión de
la santísima Virgen María, después de haberte servido durante toda nuestra
vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
I
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ¿QUIÉN ES
ÉSTE QUE VIENE?
¿Quién es éste que
viene,
recién atardecido,
cubierto por su
sangre
como varón que
pisa los racimos?
Éste es Cristo, el
Señor,
que venció nuestra
muerte
con su
resurrección.
¿Quién es este que
vuelve,
glorioso y
malherido,
y, a precio de su
muerte,
compra la paz y
libra a los cautivos?
Éste es Cristo, el
Señor,
que venció nuestra
muerte
con su
resurrección.
Se durmió con los
muertos,
y reina entre los
vivos;
no le venció la
fosa,
porque el Señor
sostuvo a su elegido.
Este es Cristo, el
Señor,
que venció nuestra
muerte
con su
resurrección.
Anunciad a los
pueblos
qué habéis visto y
oído;
aclamad al que
viene
como la paz, bajo
un clamor de olivos.
Este es Cristo, el
Señor,
que venció nuestra
muerte
con su
resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Lámpara es
tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Salmo 118, 105-112
- HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu
palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo
cumpliré:
guardaré tus
justos mandamientos;
¡estoy tan
afligido!
Señor, dame vida
según tu promesa.
Acepta, Señor, los
votos que pronuncio,
enséñame tus
mandatos;
mi vida está
siempre en peligro,
pero no olvido tu
voluntad;
los malvados me
tendieron un lazo,
pero no me desvié
de tus decretos.
Tus preceptos son
mi herencia perpetua,
la alegría de mi
corazón;
inclino mi corazón
a cumplir tus leyes,
siempre y
cabalmente.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lámpara es tu
palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Ant 2. Me saciarás
de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Salmo 15 - CRISTO
Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios
mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor:
«Tú eres mi bien.»
Los dioses y
señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las
estatuas
de dioses
extraños;
no derramaré sus
libaciones con mis manos,
ni tomaré sus
nombres en mis labios.
El Señor es mi
heredad y mi copa;
mi suerte está en
tu mano:
me ha tocado un
lote hermoso,
me encanta mi
heredad.
Bendeciré al
Señor, que me aconseja,
hasta de noche me
instruye internamente.
Tengo siempre
presente al Señor,
con él a mi
derecha no vacilaré.
Por eso se me
alegra el corazón,
se gozan mis
entrañas,
y mi carne
descansa serena.
Porque no me
entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu
fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el
sendero de la vida,
me saciarás de
gozo en tu presencia,
de alegría
perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me saciarás
de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Ant 3. Al nombre
de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
Cántico: CRISTO,
SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de
su condición divina,
no hizo alarde de
su categoría de Dios,
al contrario, se
anonadó a sí mismo,
y tomó la
condición de esclavo,
pasando por uno de
tantos.
Y así, actuando
como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte
y una muerte de
cruz.
Por eso Dios lo
levantó sobre todo
y le concedió el
«Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la
tierra, en el abismo
y toda lengua
proclame:
Jesucristo es
Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al nombre de
Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE
Col 1, 3-6a
Damos gracias a
Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por vosotros,
al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a todos los
santos, por la esperanza que os está reservada en los cielos, sobre la cual
oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os hizo
presente, y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que entre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida
del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
R. De la salida
del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
V. Su gloria se
eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el
nombre del Señor.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. De la salida
del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
PRECES
Demos gracias al
Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha escogido como heredad, y
recordando su amor para con nosotros supliquémosle diciendo:
Escúchanos, Señor,
que confiamos en ti.
Padre lleno de
amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro obispo N.;
protégelos con tu
fuerza y santifícalos con tu gracia.
Que los enfermos
vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
para que así
tengan también parte en su consuelo.
Mira con piedad a
los que no tienen techo donde cobijarse
y haz que
encuentren pronto el hogar que desean.
Dígnate dar y
conservar los frutos de la tierra
para que a nadie
falte el pan de cada día.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Señor, ten piedad
de los difuntos
y ábreles la
puerta de tu mansión eterna.
Movidos por el
Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que por
medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a
tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has
librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: SE INCLINA
YA MI FRENTE
Se inclina ya mi
frente,
sellado está el
trabajo;
Señor, tu pecho
sea
la gracia del
descanso.
Mis ojos se
retiran,
la voz deja su
canto,
pero el amor
enciende
su lámpara
velando.
Lucero que te
fuiste,
con gran amor
amado,
en tu gloria
dormimos
y en sueños te
adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ten piedad
de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 4 - ACCIÓN
DE GRACIAS.
Escúchame cuando
te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el
aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y
escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta
cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la
falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor
hizo milagros en mi favor,
y el Señor me
escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no
pequéis, reflexionad
en el silencio de
vuestro lecho;
ofreced sacrificios
legítimos
y confiad en el
Señor.
Hay muchos que
dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu
rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor,
has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en
trigo y en vino.
En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú sólo,
Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ten piedad de
mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant 2. Durante la
noche, bendecid al Señor.
Salmo 133 -
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid
al Señor,
los siervos del
Señor,
los que pasáis la
noche
en la casa del
Señor:
Levantad las manos
hacia el santuario,
y bendecid al
Señor.
El Señor te
bendiga desde Sión:
el que hizo cielo
y tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Durante la
noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE
Dt 6, 4-7
Escucha, Israel:
El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el
corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo
quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos, Señor,
durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración
del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y
reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo tu amparo nos
acogemos,
santa Madre de
Dios,
no desprecies las
oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa
y bendita.
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