Del Común de
vírgenes. Salterio II.
SANTA CATALINA
DE SIENA, virgen y doctora de la Iglesia. (MEMORIA).
Nació en Siena
el año 1347; siendo aún niña, movida por su deseo de perfección, se hizo
terciaria dominica. Inflamada en amor a Dios y al prójimo, trabajó intensamente
por la paz y la concordia entre las ciudades, defendió con ardor los derechos y
la libertad del romano pontífice y promovió la renovación de la vida religiosa.
También escribió varias obras llenas de sana doctrina y de inspiración
celestial. Murió el año 1380.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, adoremos
al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTA MUJER
NO QUISO
Esta mujer no
quiso
tomar varón ni
darle su ternura,
selló su compromiso
con otro amor que
dura
sobre el amor de
toda criatura.
Y tanto se
apresura
a zaga de la
huella del Amado,
que en él se
transfigura,
y el cuerpo
anonadado
ya está por el
amor resucitado.
Aquí la Iglesia
canta
la condición
futura de la historia,
y el cuerpo se
adelanta
en esta humilde
gloria
a la consumación
de su victoria.
Mirad los
regocijos
de la que por
estéril sollozaba
y se llenó de
hijos,
porque el Señor
miraba
la pequeñez
humilde de su esclava. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Acuérdate
de nosotros, Señor, visítanos con tu salvación. Aleluya.
Salmo 105 I -
BONDAD DE DIOS E INFIDELIDAD DEL PUEBLO A TRAVÉS DE LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
Dad gracias al
Señor porque es bueno:
porque es eterna
su misericordia.
¿Quién podrá contar
las hazañas de Dios,
pregonar toda su
alabanza?
Dichosos los que
respetan el derecho
y practican
siempre la justicia.
Acuérdate de mí
por amor a tu pueblo,
visítame con tu
salvación:
para que vea la
dicha de tus escogidos,
y me alegre con la
alegría de tu pueblo,
y me gloríe con tu
heredad.
Hemos pecado como
nuestros padres,
hemos cometido
maldades e iniquidades.
Nuestros padres en
Egipto
no comprendieron
tus maravillas;
no se acordaron de
tu abundante misericordia,
se rebelaron
contra el Altísimo en el mar Rojo,
pero Dios los
salvó por amor de su nombre,
para manifestar su
poder.
Increpó al mar
Rojo, y se secó,
los condujo por el
abismo como por tierra firme;
los salvó de la
mano del adversario,
los rescató del
puño del enemigo;
las aguas cubrieron
a los atacantes,
y ni uno sólo se
salvó:
entonces creyeron
sus palabras,
cantaron su
alabanza.
Bien pronto
olvidaron sus obras,
y no se fiaron de
sus planes:
ardían de avidez
en el desierto
y tentaron a Dios
en la estepa.
Él les concedió lo
que pedían,
pero les mandó un
cólico por su gula.
Envidiaron a
Moisés en el campamento,
y a Aarón, el
consagrado al Señor:
se abrió la tierra
y se tragó a Datán,
se cerró sobre
Abirón y sus secuaces;
un fuego abrasó a
su banda,
una llama consumió
a los malvados.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acuérdate de
nosotros, Señor, visítanos con tu salvación. Aleluya.
Ant 2. No olvidéis
la alianza que el Señor, vuestro Dios, pactó con vosotros.
Salmo 105 II
En Horeb se
hicieron un becerro,
adoraron un ídolo
de fundición,
cambiaron su
Gloria por la imagen
de un toro que
come hierba.
Se olvidaron de
Dios, su salvador,
que había hecho
prodigios en Egipto,
maravillas en el
país de Cam,
portentos junto al
mar Rojo.
Dios hablaba ya de
aniquilarlos;
pero Moisés, su
elegido,
se puso en la
brecha frente a él
para apartar su
cólera del exterminio.
Despreciaron una
tierra envidiable,
no creyeron en su
palabra;
murmuraban en las
tiendas,
no escucharon la
voz del Señor.
El alzó la mano y
juró
que los haría
morir en el desierto,
que dispersaría su
estirpe por las naciones
y los aventaría
por los países.
Se acoplaron con
Baal Fegor,
comieron de los
sacrificios a dioses muertos;
provocaron a Dios
con sus perversiones,
y los asaltó una
plaga;
pero Finés se
levantó e hizo justicia,
y la plaga cesó;
y se le apuntó a
su favor
por generaciones
sin término.
Lo irritaron junto
a las aguas de Meribá,
Moisés tuvo que
sufrir por culpa de ellos;
le habían amargado
el alma,
y desvariaron sus
labios.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No olvidéis
la alianza que el Señor, vuestro Dios, pactó con vosotros.
Ant 3. Sálvanos,
Señor, y reúnenos de entre los gentiles. Aleluya.
Salmo 105 III
No exterminaron a
los pueblos
que el Señor les
había mandado;
emparentaron con
los gentiles,
imitaron sus
costumbres;
adoraron sus
ídolos
y cayeron en sus
lazos;
inmolaron a los
demonios
sus hijos y sus
hijas;
derramaron la
sangre inocente
y profanaron la
tierra ensangrentándola;
se mancharon con
sus acciones
y se prostituyeron
con sus maldades.
La ira del Señor
se encendió contra su pueblo,
y aborreció su
heredad;
los entregó en
manos de gentiles,
y sus adversarios
los sometieron;
sus enemigos los
tiranizaban
y los doblegaron
bajo su poder.
Cuántas veces los
libró;
mas ellos, obstinados
en su actitud,
perecían por sus
culpas;
pero él miró su
angustia,
y escuchó sus
gritos.
Recordando su
pacto con ellos,
se arrepintió con
inmensa misericordia;
hizo que movieran
a compasión
a los que los
habían deportado.
Sálvanos, Señor,
Dios nuestro,
reúnenos de entre
los gentiles:
daremos gracias a
tu santo nombre,
y alabarte será
nuestra gloria.
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
desde siempre y
por siempre.
Y todo el pueblo
diga: «¡Amén!»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, y reúnenos de entre los gentiles. Aleluya.
V. Dios nos ha
hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Aleluya.
R. Por la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del
Apocalipsis 5, 1-14
VISIÓN DEL CORDERO
Yo, Juan, vi, a la
derecha del que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por
fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso que gritaba a
grandes voces:
«¿Quién es digno
de abrir el libro y romper sus sellos?»
Y nadie, ni en el
cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni ver su
contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie digno de abrir el
libro y de ver su contenido. Pero uno de los ancianos me dijo:
«No llores más.
Mira que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, y él puede
abrir el libro y sus siete sellos.»
Y vi en medio,
donde estaban el trono y los cuatro seres y en medio de los ancianos, un
Cordero en pie y como degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos, es decir:
los siete espíritus de Dios, enviados por toda la tierra. Vino y tomó el libro
de la diestra del que estaba sentado en el trono. Y, cuando lo hubo tomado, los
cuatro seres y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero, teniendo
cada uno su cítara y sus copas de oro llenas de incienso, que significaban las
oraciones de los santos. Y cantaban un cántico nuevo, diciendo:
«Eres digno de
tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y por tu sangre
compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho
de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.»
Y tuve otra
visión. Y oí un coro de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres y de
los ancianos. Y era su número miríadas de miríadas y millares de millares. Y
aquel coro inmenso de voces decía:
«Digno es el
Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y
el honor, la gloria y la alabanza.»
Y todas las
creaturas que existen en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra y en
el mar, y todo cuanto en ellos se contiene, oí que decían:
«Al que se sienta
en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los
siglos de los siglos.»
Y los cuatro seres
respondían:
«Amén.»
Y los ancianos
cayeron de hinojos y rindieron adoración al que vive por todos los siglos.
RESPONSORIO
Ap 5, 9. 10
R. Eres digno,
Señor, de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado * y por tu
sangre nos compraste para Dios. Aleluya.
V. Has hecho de
nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes.
R. Y por tu sangre
nos compraste para Dios. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Diálogo de
santa Catalina de Siena, virgen, Sobre la divina providencia
(Cap. 167, Acción
de gracias a la Santísima Trinidad: edición latina, Ingolstadt 1583, ff.
290v-291)
GUSTÉ Y VÍ
¡Oh Divinidad
eterna, oh eterna Trinidad, que por la unión con tu divina naturaleza hiciste
de tan gran precio la sangre de tu Hijo unigénito! Tú, Trinidad eterna, eres
como un mar profundo, en el que cuanto más busco más encuentro, y cuanto más
encuentro más te busco. Tú sacias el alma de una manera en cierto modo
insaciable, ya que siempre queda con hambre y apetito, deseando con avidez que
tu luz nos haga ver la luz, que eres tú misma.
Gusté y vi con la
luz de mi inteligencia, ilustrada con tu luz, tu profundidad insondable,
Trinidad eterna, y la belleza de tus creaturas: por esto, introduciéndome en
ti, vi que era imagen tuya, y esto por un don que tú me has hecho, Padre
eterno, don que procede de tu poder y de tu sabiduría, sabiduría que es
atribuida por apropiación a tu Unigénito y el Espíritu Santo, que procede de
ti, Padre, y de tu Hijo, me dio una voluntad capaz de amar.
Porque tú,
Trinidad eterna, eres el hacedor, y yo la hechura: por esto he conocido con la
luz que tú me has dado, al contemplar cómo me has creado de nuevo por la sangre
del Hijo único, que estás enamorado de la belleza de tu hechura.
¡Oh abismo, oh
Trinidad eterna, oh Divinidad, oh mar profundo!: ¿qué don más grande podías
otorgarme que el de ti mismo? Tú eres el fuego que arde constantemente sin
consumirse; tú eres quien consumes con tu calor todo amor del alma a sí misma.
Tú eres, además, el fuego que aleja toda frialdad, e iluminas las mentes con tu
luz, esta luz con la que me has dado a conocer tu verdad.
En esta luz, como
en un espejo, te veo reflejado a ti, sumo bien, bien sobre todo bien, bien
dichoso, bien incomprensible, bien inestimable, belleza sobre toda belleza,
sabiduría sobre toda sabiduría: porque tú eres la misma sabiduría, tú el manjar
de los ángeles, que por tu gran amor te has comunicado a los hombres.
Tú eres la
vestidura que cubre mi desnudez, tú sacias nuestra hambre con tu dulzura,
porque eres dulce sin mezcla de amargor, ¡oh Trinidad eterna!
RESPONSORIO
Cf. Ct 5, 2
R. Ábreme, hermana
mía, que has llegado a ser coheredera de mi reino; amada mía, que has llegado a
conocer los profundos misterios de mi verdad; * tú has sido enriquecida con la
donación de mi Espíritu, tú has sido purificada de toda mancha con mi sangre.
Aleluya.
V. Sal del reposo
de la contemplación y consagra tu vida a dar testimonio de mi verdad.
R. Tú has sido
enriquecida con la donación de mi Espíritu, tú has sido purificada de toda
mancha con mi sangre. Aleluya.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios
nuestro, que diste a santa Catalina de Siena el don de entregarse con amor a la
contemplación de la pasión de Cristo y al servicio de la Iglesia, haz que, por su
intercesión, el pueblo cristiano viva siempre unido al misterio de Cristo, para
que pueda rebosar de gozo cuando se manifieste su gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.
Himno: NOS APREMIA
EL AMOR, VÍRGENES SANTAS.
Nos apremia el
amor, vírgenes santas,
vosotras, que
seguisteis su camino,
guiadnos por las
sendas de las almas
que hicieron de su
amor amar divino.
Esperasteis en
vela a vuestro Esposo
en la noche fugaz
de vuestra vida,
cuando llamó a la
puerta, vuestro gozo
fue contemplar su
gloria sin medida.
Vuestra fe y
vuestro amor, un fuego ardiente
que mantuvo la
llama en la tardanza,
vuestra antorcha
encendida ansiosamente
ha colmado de luz
vuestra esperanza.
Pues gozáis ya las
nupcias que el Cordero
con la Iglesia de
Dios ha celebrado,
no dejéis que se
apague nuestro fuego
en la pereza y el
sueño del pecado.
Demos gracias a
Dios y, humildemente,
pidamos al Señor
que su llamada
nos encuentre en
vigilia permanente,
despiertos en la
fe y en veste blanca. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tus
acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo las obras de tus manos. Aleluya.
Salmo 91 -
ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar
gracias al Señor
y tocar para tu
nombre, oh Altísimo,
proclamar por la
mañana tu misericordia
y de noche tu
fidelidad,
con arpas de diez
cuerdas y laúdes
sobre arpegios de
cítaras.
Tus acciones,
Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las
obras de tus manos.
¡Qué magníficas
son tus obras, Señor,
qué profundos tus
designios!
El ignorante no
los entiende
ni el necio se da
cuenta.
Aunque germinen
como hierba los malvados
y florezcan los
malhechores,
serán destruidos
para siempre.
Tú, en cambio,
Señor,
eres excelso por
los siglos.
Porque tus
enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores
serán dispersados;
pero a mí me das
la fuerza de un búfalo
y me unges con
aceite nuevo.
Mis ojos no
temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán
su derrota.
El justo crecerá
como una palmera
y se alzará como
un cedro del Líbano:
plantado en la
casa del Señor,
crecerá en los
atrios de nuestro Dios;
en la vejez
seguirá dando fruto
y estará lozano y
frondoso,
para proclamar que
el Señor es justo,
que en mi Roca no
existe la maldad.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tus acciones,
Señor, son mi alegría, y mi júbilo las obras de tus manos. Aleluya.
Ant 2. El nos hace
morir y él nos da la vida; él nos hirió y él nos vendará. Aleluya.
Cántico:
BENEFICIOS DE DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt 32, 1-12
Escuchad, cielos,
y hablaré;
oye, tierra, los
dichos de mi boca;
descienda como
lluvia mi doctrina,
destile como rocío
mi palabra;
como llovizna
sobre la hierba,
como sereno sobre
el césped;
voy a proclamar el
nombre del Señor:
dad gloria a
nuestro Dios.
Él es la Roca, sus
obras son perfectas,
sus caminos son
justos,
es un Dios fiel,
sin maldad;
es justo y recto.
Hijos degenerados,
se portaron mal con él,
generación malvada
y pervertida.
¿Así le pagas al
Señor,
pueblo necio e
insensato?
¿no es él tu padre
y tu creador,
el que te hizo y
te constituyó?
Acuérdate de los
días remotos,
considera las
edades pretéritas,
pregunta a tu
padre y te lo contará,
a tus ancianos y
te lo dirán:
Cuando el Altísimo
daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los
hijos de Adán,
trazando las
fronteras de las naciones,
según el número de
los hijos de Dios,
la porción del
Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte
de su heredad.
Lo encontró en una
tierra desierta,
en una soledad
poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando
de él,
lo guardó como a
las niñas de sus ojos.
Como el águila
incita a su nidada,
revolando sobre
los polluelos,
así extendió sus
alas, los tomó
y los llevó sobre
sus plumas.
El Señor solo los
condujo
no hubo dioses
extraños con él.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El nos hace
morir y él nos da la vida; él nos hirió y él nos vendará. Aleluya.
Ant 3. Coronaste
de gloria y dignidad a tu Cristo. Aleluya.
Salmo 8 MAJESTAD
DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño
nuestro,
¡que admirable es
tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu
majestad sobre los cielos.
De la boca de los
niños de pecho
has sacado una
alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al
adversario y al rebelde.
Cuando contemplo
el cielo, obra de tus manos;
la luna y las
estrellas que has creado,
¿qué es el hombre,
para que te acuerdes de él;
el ser humano,
para darle poder?
Lo hiciste poco
inferior a los ángeles,
lo coronaste de
gloria y dignidad,
le diste el mando
sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste
bajo sus pies:
rebaños de ovejas
y toros,
y hasta las
bestias del campo,
las aves del
cielo, los peces del mar,
que trazan sendas
por las aguas.
Señor, dueño
nuestro,
¡que admirable es
tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Coronaste de
gloria y dignidad a tu Cristo. Aleluya.
LECTURA BREVE
Ct 8, 7
Las aguas torrenciales
no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el
amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.
RESPONSORIO BREVE
V. Oigo en mi
corazón: buscad mi rostro. Aleluya, aleluya.
R. Oigo en mi
corazón: buscad mi rostro. Aleluya, aleluya.
V. Tu rostro
buscaré, Señor.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oigo en mi
corazón: buscad mi rostro. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. La virgen
santa Catalina no cesaba de suplicar al Señor que se dignara dar nuevamente la
paz a la santa Iglesia. Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La virgen
santa Catalina no cesaba de suplicar al Señor que se dignara dar nuevamente la
paz a la santa Iglesia. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a
Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle, diciendo:
Jesús, corona de
las vírgenes, escúchanos.
Señor Jesucristo,
a quien las vírgenes amaron como a su único esposo,
concédenos que
nada nos aparte de tu amor.
Tú que coronaste a
María como reina de las vírgenes,
por su intercesión
concédenos recibirte siempre con pureza de corazón.
Por intercesión de
las santas vírgenes que te sirvieron siempre con fidelidad, consagradas a ti en
cuerpo y alma,
ayúdanos, Señor, a
que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor eterno.
Señor Jesús,
esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes esperaban,
concédenos que
aguardemos tu retorno glorioso con una esperanza activa.
Por intercesión de
santa Catalina de Siena, que fue virgen sensata y una de las prudentes,
concédenos, Señor,
la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Con sencillez y
humildad digamos la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios nuestro,
que diste a santa Catalina de Siena el don de entregarse con amor a la
contemplación de la pasión de Cristo y al servicio de la Iglesia, haz que, por
su intercesión, el pueblo cristiano viva siempre unido al misterio de Cristo,
para que pueda rebosar de gozo cuando se manifieste su gloria. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: AL SEÑOR
CONFESAMOS, ¡ALELUYA!
Al Señor
confesamos, ¡aleluya!
En la hora de
tercia a la mañana
se llenaron los
suyos de esperanza,
y lejos de la
noche y de la duda
salieron con la
llama y la palabra.
Al Señor adoramos,
¡aleluya!
Han marcado sus
pies nuestros caminos,
marcó su nombre el
nombre de los siglos,
y en la tierra su
voz cual voz ninguna
convoca seguidores
y testigos.
Al Señor
esperamos, ¡aleluya!
Y ahora celebramos
al Viviente,
a Jesús victorioso
de la muerte;
acéptanos, oh
Cristo, cual liturgia
de gloria que
ganaste y a ti vuelve. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Rm 5, 10-11
Si, siendo aún
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, con mayor
razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo eso.
Hasta ponemos nuestra gloria y confianza en Dios gracias a nuestro Señor
Jesucristo, por cuyo medio hemos obtenido ahora la reconciliación.
V. Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha
aparecido a Simón. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
nos has enviado la redención y concedido la filiación adoptiva, protege con
bondad a los hijos que tanto amas, y concédenos, por nuestra fe en Cristo, la
verdadera libertad y la herencia eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VERBO DE
DIOS, EL SOL DE MEDIODÍA
Verbo de Dios, el
sol de mediodía,
amable mensajero
de tu rostro,
fecunda nuestra
tierra y la hermosea
como fuente de
luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu
cuerpo, que es pleroma
del infinito amor
jamás gastado;
y de ese mar sin
fondo ni ribera
la Iglesia es tu
pleroma continuado.
Verbo de Dios, que
reinas sin fatiga,
que emerges
victorioso del trabajo,
reina dichoso tú
que nos esperas
mientras nosotros
vamos caminando. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 118, 81-88
Me consumo
ansiando tu salvación,
y espero en tu
palabra;
mis ojos se
consumen ansiando tus promesas,
mientras digo:
¿cuándo me consolarás?
Estoy como un odre
puesto al humo,
pero no olvido tus
leyes.
¿Cuántos serán los
días de tu siervo?
¿Cuándo harás
justicia de mis perseguidores?
Me han cavado
fosas los insolentes, ignorando tu voluntad;
todos tus mandatos
son leales,
sin razón me
persiguen, protégeme.
Casi dieron
conmigo en la tumba,
pero yo no
abandoné tus decretos; por tu bondad dame vida,
para que observe
los preceptos de tu boca.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 60 - ORACIÓN
DE UN DESTERRADO
Dios mío, escucha
mi clamor,
atiende a mi
súplica;
te invoco desde el
confín de la tierra
con el corazón
abatido:
llévame a una roca
inaccesible,
porque tú eres mi
refugio
y mi bastión
contra el enemigo.
Habitaré siempre
en tu morada,
refugiado al
amparo de tus alas;
porque tú, ¡oh
Dios!, escucharás mis deseos
y me darás la
heredad de los que veneran tu nombre.
Añade días a los
días del rey,
que sus años
alcancen varias generaciones;
que reine siempre
en presencia de Dios,
que tu gracia y tu
lealtad le hagan guardia.
Yo tañeré siempre
en tu honor,
e iré cumpliendo
mis votos día tras día.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 63 - SÚPLICA
CONTRA LOS ENEMIGOS
Escucha, ¡oh
Dios!, la voz de mi lamento,
protege mi vida
del terrible enemigo;
escóndeme de la
conjura de los perversos
y del motín de los
malhechores:
afilan sus lenguas
como espadas
y disparan como
flechas palabras venenosas,
para herir a
escondidas al inocente,
para herirlo por
sorpresa y sin riesgo.
Se animan al
delito,
calculan cómo
esconder trampas,
y dicen: «¿Quién
lo descubrirá?»
Inventan maldades
y ocultan sus invenciones,
porque su mente y
su corazón no tienen fondo.
Pero Dios los
acribilla a flechazos,
por sorpresa los
cubre de heridas;
su misma lengua
los lleva a la ruina,
y los que lo ven
menean la cabeza.
Todo el mundo se
atemoriza,
proclama la obra
de Dios
y medita sus
acciones.
El justo se alegra
con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los
rectos de corazón.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
1Co 15, 20-22
Cristo resucitó de
entre los muertos: el primero de todos. Lo mismo que por un hombre hubo muerte,
por otro hombre hay resurrección de los muertos. Y lo mismo que en Adán todos
mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida.
V. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al
Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
nos has enviado la redención y concedido la filiación adoptiva, protege con
bondad a los hijos que tanto amas, y concédenos, por nuestra fe en Cristo, la
verdadera libertad y la herencia eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REINA EL
SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO
Reina el Señor
allí donde ninguno
ciñe corona que
haya dado el mundo;
reina el Señor
allí donde la vida
sin lágrimas es
río de delicias.
Reina el Señor, el
compasivo siervo,
que en sus hombros
cargó nuestro madero;
vive el muerto en
la cruz, el sepultado
y con hierro
sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro
valle de la muerte
hasta bajar a
tumba de rebeldes;
fingía que era
suya nuestra pena,
y en silencio
escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el
Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan
los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor
Jesús resucitado,
nuestra esperanza
y triunfo deseado! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
2Co 5, 14-15
El amor de Cristo
nos apremia, al pensar que, si uno murió por todos, consiguientemente todos
murieron en él; y murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí,
sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
V. Quédate con
nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es
tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
nos has enviado la redención y concedido la filiación adoptiva, protege con
bondad a los hijos que tanto amas, y concédenos, por nuestra fe en Cristo, la
verdadera libertad y la herencia eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
I
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REVESTIDOS
DE BLANCAS VESTIDURAS
Revestidos de
blancas vestiduras,
vayamos al
banquete del Cordero
y, terminado el
cruce del mar Rojo
alcemos nuestro
canto al rey eterno.
La caridad de Dios
es quien nos brinda
y quien nos da a
beber su sangre propia,
y el Amor
sacerdote es quien se ofrece
y quien los
miembros de su cuerpo inmola.
Las puertas
salpicadas con tal sangre
hacen temblar al
ángel vengativo,
y el mar deja
pasar a los hebreos
y sumerge después
a los egipcios.
Ya el Señor
Jesucristo es nuestra pascua,
ya el Señor
Jesucristo es nuestra víctima:
el ázimo purísimo
y sincero
destinado a las
almas sin mancilla.
Oh verdadera
víctima del cielo,
que tiene a los
infiernos sometidos,
ya rotas las
cadenas de la muerte,
y el premio de la
vida recibido.
Vencedor del
averno subyugado,
el Redentor
despliega sus trofeos
y, sujetando al
rey de las tinieblas,
abre de par en par
el alto cielo.
Para que seas, oh
Jesús, la eterna
dicha pascual de
nuestras almas limpias,
líbranos de la
muerte del pecado
a los que
renacimos a la vida.
Gloria sea a Dios
Padre y a su Hijo,
que de los muertos
ha resucitado,
así como también
al sacratísimo
Paracleto, por
tiempo ilimitado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor
elevado sobre todos los cielos levanta del polvo al desvalido. Aleluya.
Salmo 112 -
ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos
del Señor,
alabad el nombre
del Señor.
Bendito sea el
nombre del Señor,
ahora y por
siempre:
de la salida del
sol hasta su ocaso,
alabado sea el
nombre del Señor.
El Señor se eleva
sobre todos los pueblos,
su gloria sobre
los cielos.
¿Quién como el
Señor Dios nuestro,
que se eleva en su
trono
y se abaja para
mirar
al cielo y a la
tierra?
Levanta del polvo
al desvalido,
alza de la basura
al pobre,
para sentarlo con
los príncipes,
los príncipes de
su pueblo;
a la estéril le da
un puesto en la casa,
como madre feliz
de hijos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
elevado sobre todos los cielos levanta del polvo al desvalido. Aleluya.
Ant 2. Rompiste
mis cadenas; te ofreceré un sacrificio de alabanza. Aleluya.
Salmo 115 - ACCIÓN
DE GRACIAS EN EL TEMPLO.
Tenía fe, aun
cuando dije:
«¡Qué desgraciado
soy!»
Yo decía en mi
apuro:
«Los hombres son
unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al
Señor
todo el bien que
me ha hecho?
Alzaré la copa de
la salvación,
invocando su
nombre.
Cumpliré al Señor
mis votos
en presencia de
todo el pueblo.
Vale mucho a los
ojos del Señor
la vida de sus
fieles.
Señor, yo soy tu
siervo,
siervo tuyo, hijo
de tu esclava:
rompiste mis
cadenas.
Te ofreceré un
sacrificio de alabanza,
invocando tu
nombre, Señor.
Cumpliré al Señor
mis votos
en presencia de
todo el pueblo,
en el atrio de la
casa del Señor,
en medio de ti,
Jerusalén.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Rompiste mis
cadenas; te ofreceré un sacrificio de alabanza. Aleluya.
Ant 3. El Hijo de
Dios aprendió, sufriendo, a obedecer; y se ha convertido para los que lo
obedecen en autor de salvación eterna. Aleluya.
Cántico: CRISTO,
SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de
su condición divina,
no hizo alarde de
su categoría de Dios,
al contrario, se
anonadó a sí mismo,
y tomó la
condición de esclavo,
pasando por uno de
tantos.
Y así, actuando
como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte
y una muerte de
cruz.
Por eso Dios lo
levantó sobre todo
y le concedió el
«Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la
tierra, en el abismo
y toda lengua
proclame:
Jesucristo es
Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Hijo de
Dios aprendió, sufriendo, a obedecer; y se ha convertido para los que lo
obedecen en autor de salvación eterna. Aleluya.
LECTURA BREVE
1Pe 2, 9-10
Vosotros sois
linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para
proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su
luz maravillosa. Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, sois ahora
pueblo de Dios; vosotros, que estabais excluidos de la misericordia, sois ahora
objeto de la misericordia de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
V. Al ver al
Señor.
R. Aleluya.
Aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Quédate con
nosotros, Señor, porque ya es tarde y el día se va. Aleluya
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Quédate con
nosotros, Señor, porque ya es tarde y el día se va. Aleluya
PRECES
Oremos a Cristo,
vida y resurrección de todos los hombres, y digámosle con fe:
Hijo de Dios vivo,
protege a tu pueblo.
Te rogamos, Señor,
por tu Iglesia extendida por todo el mundo:
santifícala y haz
que cumpla su misión de llevar tu reino a todos los hombres.
Te pedimos por los
que sufren hambre y por los que están tristes, por los enfermos, los oprimidos
y los desterrados:
dales, Señor,
ayuda y consuelo.
Te pedimos por los
que se han apartado de ti por el error o por el pecado:
que obtengan la
gracia de tu perdón y el don de una vida nueva.
Salvador del
mundo, tú que fuiste crucificado, resucitaste y has de venir a juzgar al mundo,
ten piedad de
nosotros, pecadores.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Te rogamos, Señor,
por los que viven en el mundo
y por los que han
salido ya de él, con la esperanza de la resurrección.
Terminemos nuestra
oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, que tu
pueblo se regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido por la resurrección
de Jesucristo, y que la alegría de haber recobrado la dignidad de la adopción
filial le dé la firme esperanza de resucitar gloriosamente como Jesucristo. Él,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EL CORAZÓN
SE DILATA
El corazón se
dilata
sin noche en tu
santo cuerpo,
oh morada
iluminada,
mansión de todo
consuelo.
Por tu muerte sin
pecado,
por tu descanso y
tu premio,
en ti, Jesús,
confiamos,
y te miramos sin
miedo.
Como vigilia de
amor
te ofrecemos
nuestro sueño;
tú que eres el
paraíso,
danos un puesto en
tu reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 4 - ACCIÓN
DE GRACIAS.
Escúchame cuando
te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el
aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y
escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta
cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la
falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor
hizo milagros en mi favor,
y el Señor me
escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no
pequéis, reflexionad
en el silencio de
vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y confiad en el
Señor.
Hay muchos que
dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu
rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor,
has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en
trigo y en vino.
En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú sólo,
Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 133 -
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid
al Señor,
los siervos del
Señor,
los que pasáis la
noche
en la casa del
Señor:
Levantad las manos
hacia el santuario,
y bendecid al
Señor.
El Señor te
bendiga desde Sión:
el que hizo cielo
y tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Dt 6, 4-7
Escucha, Israel:
El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el
corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo
quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos, Señor,
durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración
del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y
reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso
nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo,
alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste
en tu seno, aleluya,
ha resucitado,
según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por
nosotros, aleluya.
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