Propio del Tiempo.
Salterio II
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ¿QUÉ TENGO
YO QUE MI AMISTAD PROCURAS?
¿Qué tengo yo que
mi amistad procuras?
¿Qué interés se te
sigue, Jesús mío,
que a mi puerta,
cubierto de rocío,
pasas las noches
del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron
mis entrañas duras,
pues no te abrí!
¡Qué extraño desvarío
si de mi
ingratitud el hielo frío
secó las llagas de
tus plantas puras!
¡Cuántas veces el
ángel me decía:
«Alma, asómate
ahora a la ventana,
verás con cuánto
amor llamar porfía!»
y ¡cuántas,
hermosura soberana:
«Mañana le
abriremos», respondía,
para lo mismo
responder mañana! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Acuérdate
de nosotros, Señor, visítanos con tu salvación.
Salmo 105 I -
BONDAD DE DIOS E INFIDELIDAD DEL PUEBLO A TRAVÉS DE LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
Dad gracias al
Señor porque es bueno:
porque es eterna
su misericordia.
¿Quién podrá
contar las hazañas de Dios,
pregonar toda su
alabanza?
Dichosos los que
respetan el derecho
y practican
siempre la justicia.
Acuérdate de mí
por amor a tu pueblo,
visítame con tu
salvación:
para que vea la
dicha de tus escogidos,
y me alegre con la
alegría de tu pueblo,
y me gloríe con tu
heredad.
Hemos pecado como
nuestros padres,
hemos cometido
maldades e iniquidades.
Nuestros padres en
Egipto
no comprendieron
tus maravillas;
no se acordaron de
tu abundante misericordia,
se rebelaron
contra el Altísimo en el mar Rojo,
pero Dios los
salvó por amor de su nombre,
para manifestar su
poder.
Increpó al mar
Rojo, y se secó,
los condujo por el
abismo como por tierra firme;
los salvó de la
mano del adversario,
los rescató del
puño del enemigo;
las aguas
cubrieron a los atacantes,
y ni uno sólo se
salvó:
entonces creyeron
sus palabras,
cantaron su
alabanza.
Bien pronto
olvidaron sus obras,
y no se fiaron de
sus planes:
ardían de avidez
en el desierto
y tentaron a Dios
en la estepa.
Él les concedió lo
que pedían,
pero les mandó un
cólico por su gula.
Envidiaron a
Moisés en el campamento,
y a Aarón, el
consagrado al Señor:
se abrió la tierra
y se tragó a Datán,
se cerró sobre
Abirón y sus secuaces;
un fuego abrasó a
su banda,
una llama consumió
a los malvados.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acuérdate de
nosotros, Señor, visítanos con tu salvación.
Ant 2. No olvidéis
la alianza que el Señor, vuestro Dios, pactó con vosotros.
Salmo 105 II
En Horeb se
hicieron un becerro,
adoraron un ídolo
de fundición,
cambiaron su
Gloria por la imagen
de un toro que
come hierba.
Se olvidaron de
Dios, su salvador,
que había hecho
prodigios en Egipto,
maravillas en el
país de Cam,
portentos junto al
mar Rojo.
Dios hablaba ya de
aniquilarlos;
pero Moisés, su
elegido,
se puso en la
brecha frente a él
para apartar su
cólera del exterminio.
Despreciaron una
tierra envidiable,
no creyeron en su
palabra;
murmuraban en las
tiendas,
no escucharon la
voz del Señor.
El alzó la mano y
juró
que los haría
morir en el desierto,
que dispersaría su
estirpe por las naciones
y los aventaría
por los países.
Se acoplaron con
Baal Fegor,
comieron de los
sacrificios a dioses muertos;
provocaron a Dios
con sus perversiones,
y los asaltó una
plaga;
pero Finés se
levantó e hizo justicia,
y la plaga cesó;
y se le apuntó a
su favor
por generaciones
sin término.
Lo irritaron junto
a las aguas de Meribá,
Moisés tuvo que
sufrir por culpa de ellos;
le habían amargado
el alma,
y desvariaron sus
labios.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No olvidéis
la alianza que el Señor, vuestro Dios, pactó con vosotros.
Ant 3. Sálvanos,
Señor, y reúnenos de entre los gentiles.
Salmo 105 III
No exterminaron a
los pueblos
que el Señor les
había mandado;
emparentaron con
los gentiles,
imitaron sus
costumbres;
adoraron sus
ídolos
y cayeron en sus
lazos;
inmolaron a los
demonios
sus hijos y sus
hijas;
derramaron la
sangre inocente
y profanaron la
tierra ensangrentándola;
se mancharon con
sus acciones
y se prostituyeron
con sus maldades.
La ira del Señor
se encendió contra su pueblo,
y aborreció su
heredad;
los entregó en
manos de gentiles,
y sus adversarios
los sometieron;
sus enemigos los
tiranizaban
y los doblegaron
bajo su poder.
Cuántas veces los
libró;
mas ellos,
obstinados en su actitud,
perecían por sus
culpas;
pero él miró su
angustia,
y escuchó sus gritos.
Recordando su
pacto con ellos,
se arrepintió con
inmensa misericordia;
hizo que movieran
a compasión
a los que los
habían deportado.
Sálvanos, Señor,
Dios nuestro,
reúnenos de entre
los gentiles:
daremos gracias a
tu santo nombre,
y alabarte será nuestra
gloria.
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
desde siempre y
por siempre.
Y todo el pueblo
diga: «¡Amén!»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, y reúnenos de entre los gentiles.
V. El que obra la
verdad viene a la luz.
R. Y sus obras
quedan de manifiesto.
PRIMERA LECTURA
Del libro del
Deuteronomio 32, 48-52; 34, 1-12
MUERTE DE MOISÉS
En aquellos días,
el Señor dijo a Moisés:
«Sube al monte
Nebo, de las montañas de Abarim en tierra de Moab, frente a Jericó, y contempla
la tierra que voy a dar en propiedad a los hijos de Israel. Después morirás en
el monte y te reunirás a los tuyos, lo mismo que tu hermano Aarón murió en el
monte Hor y se reunió a los suyos. Por haberme sido infieles en medio de los
israelitas, en la fuente de Meribá, en Cadés, en el desierto de Sin, y no haber
manifestado mi santidad en medio de ellos, por eso, sólo de lejos verás la
tierra que voy dar a los hijos de Israel, pero no entrarás en ella.»
Moisés subió de la
estepa de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, que mira a Jericó; y el
Señor le mostró toda la tierra: Galaad hasta Dan, el territorio de Neftalí, de
Efraím y de Manasés, el de Judá hasta el mar Occidental, el Negueb y la comarca
del valle de Jericó (la ciudad de las palmeras) hasta Soar; y le dijo:
«Ésta es la tierra
que prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciéndoles: "Se la daré a tu
descendencia." Te la he hecho ver con tus propios ojos, pero no entrarás
en ella.»
Y allí murió
Moisés, siervo del Señor, en Moab, como había dicho el Señor. Lo enterraron en
el valle de Moab, frente a Bet Fegor; y hasta el día de hoy nadie ha conocido
el lugar de su tumba. Moisés murió a la edad de ciento veinte años: no había
perdido vista ni había decaído su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés en la
estepa de Moab treinta días, hasta que terminó el tiempo del duelo por Moisés.
Josué, hijo de
Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto
las manos. Los hijos de Israel lo obedecieron, cumpliendo lo que el Señor había
mandado a Moisés.
No ha vuelto a
surgir en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor trataba cara a
cara; ni semejante a él en los signos y prodigios que el Señor le mandó
realizar en Egipto contra el Faraón y contra su corte y su país; ni en la mano
poderosa y grandes portentos que obró Moisés en presencia de todo Israel.
RESPONSORIO
Jn 1, 14. 16. 17; Sir 24,33
R. La Palabra puso
su morada entre nosotros, llena de gracia y de verdad, y de su plenitud todos
hemos recibido; porque la ley se nos dio por mediación de Moisés, * pero la
gracia y la verdad nos han venido por Jesucristo.
V. La ley nos la
dio Moisés como herencia para la comunidad de Jacob.
R. Pero la gracia
y la verdad nos han venido por Jesucristo.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san
Ambrosio, obispo, Sobre la huida del mundo
(Cap. 6, 36; 7,
44; 8, 45; 9, 52: CSEL 32, 192. 198-199. 204)
ADHERIRSE A DIOS,
ÚNICO BIEN VERDADERO
Donde está el
corazón del hombre, allí está también su tesoro; pues Dios no acostumbra a
negar la dádiva buena a los que se la piden. Por eso, porque Dios es bueno y
porque es bueno sobre todo para los que esperan en él, adhirámonos a él,
unámonos a él con toda el alma, con todo el corazón, con todas nuestras
fuerzas, para estar así en su luz y ver su gloria y gozar del don de los
deleites celestiales; elevemos nuestro corazón y permanezcamos y vivamos
adheridos a este bien que supera todo lo que podamos pensar o imaginar y que
confiere una paz y tranquilidad perpetuas, esta paz que está por encima de toda
aspiración de nuestra mente.
Éste es el bien
que todo lo penetra, y todos en él vivimos y de él dependemos; nada hay que
esté por encima de él, porque es divino; sólo Dios es bueno, por tanto, todo lo
que es bueno es divino y todo lo que es divino es bueno; por esto dice el
salmo: Abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente; de la bondad
divina, en efecto, nos vienen todos los bienes, sin mezcla de mal alguno.
Estos bienes los
promete la Escritura a los fieles, cuando dice: Lo sabroso de la tierra
comeréis. Hemos muerto con Cristo, llevamos en nuestros cuerpos la muerte de
Cristo, para que también la vida de Cristo se manifieste en nosotros. Por
consiguiente, no vivimos ya nuestra propia vida, sino la vida de Cristo, vida
de inocencia, de castidad, de sinceridad y de todas las virtudes. Puesto que
hemos resucitado con Cristo, vivamos con él, subamos con él, para que la
serpiente no encuentre en la tierra nuestro talón para morderlo.
Huyamos de aquí.
Puedes huir en espíritu, aunque te quedes con el cuerpo; puedes permanecer aquí
y al mismo tiempo estar con el Señor, si a él está adherida tu alma, si tu
pensamiento está fijo en él, si sigues sus caminos guiado por la fe y no por la
visión, si te refugias en él, ya que él es refugio y fortaleza, como dice el
salmista: A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado.
Así, pues, ya que
Dios es refugio y ya que Dios está en lo más alto de los cielos, hay que huir
de aquí abajo hacia allá arriba, donde se halla la paz y el descanso de
nuestras fatigas, donde podemos festejar el gran reposo sabático, como dijo
Moisés: El reposo sabático de la tierra será para vosotros ocasión de festín. Descansar
en Dios y contemplar su felicidad es, en efecto, algo digno de ser celebrado,
algo lleno de felicidad y de tranquilidad. Huyamos, como ciervos, a la fuente
de las aguas; que nuestra alma experimente aquella misma sed del salmista. ¿De
qué fuente se trata? Escucha su respuesta: En ti está la fuente viva. Digámosle
a esta fuente: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Pues la fuente es el
mismo Dios.
RESPONSORIO
Mt 22, 37-38; Dt 10, 12
R. Amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente: *
éste es el principal y el primero de los mandamientos.
V. ¿Qué es lo que
te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, y lo ames, que sirvas
al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.
R. Éste es el
principal y el primero de los mandamientos.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que
por medio de tus admirables sacramentos nos concedes participar, ya desde este
mundo, de los bienes celestiales, guíanos tú mismo en el camino de la vida,
para que alcancemos un día aquella luz en la que habitas con tus santos. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Himno: LOS HOMBROS
TRAIGO CARGADOS.
Los hombros traigo
cargados
de graves culpas,
mi Dios;
dadme esas
lágrimas vos
y tomad estos
pecados.
Yo soy quien ha de
llorar,
por ser acto de
flaqueza;
que no hay en
naturaleza
más flaqueza que
el pecar.
Y, pues andamos
trocados,
que yo peco y
lloráis vos,
dadme esas
lágrimas vos
y tomad estos
pecados.
Vos sois quien
cargar se puede
estas mis culpas
mortales,
que la menor
destas tales
a cualquier peso
excede;
y, pues que son
tan pesados
aquestos yerros,
mi Dios,
dadme esas
lágrimas vos
y tomad estos
pecados.
Al Padre, al Hijo,
al Amor,
alegres cantad,
criaturas,
y resuene en las
alturas
toda gloria y todo
honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por la
mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Salmo 91 -
ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar
gracias al Señor
y tocar para tu
nombre, oh Altísimo,
proclamar por la
mañana tu misericordia
y de noche tu
fidelidad,
con arpas de diez
cuerdas y laúdes
sobre arpegios de
cítaras.
Tus acciones,
Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las
obras de tus manos.
¡Qué magníficas
son tus obras, Señor,
qué profundos tus
designios!
El ignorante no
los entiende
ni el necio se da
cuenta.
Aunque germinen
como hierba los malvados
y florezcan los
malhechores,
serán destruidos
para siempre.
Tú, en cambio,
Señor,
eres excelso por
los siglos.
Porque tus
enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores
serán dispersados;
pero a mí me das
la fuerza de un búfalo
y me unges con
aceite nuevo.
Mis ojos no
temerán a mis enemigos,
mis oídos
escucharán su derrota.
El justo crecerá
como una palmera
y se alzará como
un cedro del Líbano:
plantado en la
casa del Señor,
crecerá en los
atrios de nuestro Dios;
en la vejez
seguirá dando fruto
y estará lozano y
frondoso,
para proclamar que
el Señor es justo,
que en mi Roca no
existe la maldad.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la mañana
proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Ant 2. Dad gloria
a nuestro Dios.
Cántico:
BENEFICIOS DE DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt 32, 1-12
Escuchad, cielos,
y hablaré;
oye, tierra, los
dichos de mi boca;
descienda como
lluvia mi doctrina,
destile como rocío
mi palabra;
como llovizna
sobre la hierba,
como sereno sobre
el césped;
voy a proclamar el
nombre del Señor:
dad gloria a
nuestro Dios.
Él es la Roca, sus
obras son perfectas,
sus caminos son
justos,
es un Dios fiel,
sin maldad;
es justo y recto.
Hijos degenerados,
se portaron mal con él,
generación malvada
y pervertida.
¿Así le pagas al
Señor,
pueblo necio e
insensato?
¿no es él tu padre
y tu creador,
el que te hizo y
te constituyó?
Acuérdate de los
días remotos,
considera las
edades pretéritas,
pregunta a tu
padre y te lo contará,
a tus ancianos y
te lo dirán:
Cuando el Altísimo
daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los
hijos de Adán,
trazando las
fronteras de las naciones,
según el número de
los hijos de Dios,
la porción del
Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte
de su heredad.
Lo encontró en una
tierra desierta,
en una soledad
poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando
de él,
lo guardó como a
las niñas de sus ojos.
Como el águila
incita a su nidada,
revolando sobre
los polluelos,
así extendió sus
alas, los tomó
y los llevó sobre
sus plumas.
El Señor solo los
condujo
no hubo dioses
extraños con él.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gloria a
nuestro Dios.
Ant 3. ¡Qué admirable
es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
Salmo 8 MAJESTAD
DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño
nuestro,
¡que admirable es
tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu
majestad sobre los cielos.
De la boca de los
niños de pecho
has sacado una
alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al
adversario y al rebelde.
Cuando contemplo
el cielo, obra de tus manos;
la luna y las
estrellas que has creado,
¿qué es el hombre,
para que te acuerdes de él;
el ser humano,
para darle poder?
Lo hiciste poco
inferior a los ángeles,
lo coronaste de
gloria y dignidad,
le diste el mando
sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste
bajo sus pies:
rebaños de ovejas
y toros,
y hasta las
bestias del campo,
las aves del
cielo, los peces del mar,
que trazan sendas
por las aguas.
Señor, dueño
nuestro,
¡que admirable es
tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué
admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
LECTURA BREVE
Is 1, 16-18
«Lavaos,
purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal,
aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido,
defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos -dice
el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la
nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.»
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará
de la red del cazador.
R. Él me librará
de la red del cazador.
V. Me cubrirá con
su plumaje.
R. Él me librará
de la red del cazador.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará
de la red del cazador.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Padre mío, he
pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo,
trátame como a uno de tus jornaleros.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Padre mío, he
pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo,
trátame como a uno de tus jornaleros.
PRECES
Demos gracias
siempre y en todo lugar a Cristo, nuestro Salvador, y supliquémosle, diciendo:
Ayúdanos, Señor,
con tu gracia.
Concédenos guardar
sin mancha nuestros cuerpos,
para que el
Espíritu Santo pueda habitar en ellos.
Desde el comienzo
del día acrecienta en nosotros el amor a nuestros hermanos
y el deseo de
cumplir tu voluntad en todas las acciones de esta jornada.
Danos hambre del
alimento que perdura y da vida eterna,
y que tú
diariamente nos proporcionas.
Que interceda por
nosotros tu santísima Madre, refugio de pecadores,
para que
obtengamos el perdón de nuestros pecados.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Pidamos al Padre
que nos libre de todo mal, repitiendo la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que
por medio de tus admirables sacramentos nos concedes participar, ya desde este
mundo, de los bienes celestiales, guíanos tú mismo en el camino de la vida,
para que alcancemos un día aquella luz en la que habitas con tus santos. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: COMO EL
FUEGO CALCINA
Como el fuego
calcina
la madera reseca,
cuando el pecado
nos domina,
Espíritu de Dios,
purifícanos.
Como el río derrama
por la tierra sus
aguas
y hay flor y fruto
en la rama,
Espíritu de Dios,
vivifícanos.
Como tu fuerte
viento
hizo en el mar
camino,
cuando haya duda y
desaliento,
Espíritu de Dios,
ayúdanos.
Luz, Amor, Viento,
Fuego,
los caminos de
éxodo
enseña al hombre
pobre y ciego.
Espíritu de Dios,
condúcenos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Han llegado
los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Han llegado
los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
LECTURA BREVE
Ap 3, 19-20
Yo reprendo y
corrijo a cuantos amo. ¡Ánimo, pues, y arrepiéntete! Mira que estoy a la puerta
y llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta entraré en su casa,
cenaré con él y él conmigo.
V. Señor, crea en
mí un corazón puro.
R. Renuévame por
dentro con espíritu firme.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
por medio de tus admirables sacramentos nos concedes participar, ya desde este
mundo, de los bienes celestiales, guíanos tú mismo en el camino de la vida,
para que alcancemos un día aquella luz en la que habitas con tus santos. Por
Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: POR EL
PECADO PRIMERO
Por el pecado
primero
entró la muerte a
la vida,
y la muerte fue
vencida
por la vida del
Cordero.
El Padre lo hizo
pecado
para salvar al
caído;
el que nunca había
sufrido
se quiso
crucificado.
La humanidad
pecadora
está bien
representada,
mas la culpa fue
lavada
por la sangre
redentora. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «Por mi
vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que
cambie de conducta y viva.»
Salmo 118, 81-88
Me consumo
ansiando tu salvación,
y espero en tu
palabra;
mis ojos se
consumen ansiando tus promesas,
mientras digo:
¿cuándo me consolarás?
Estoy como un odre
puesto al humo,
pero no olvido tus
leyes.
¿Cuántos serán los
días de tu siervo?
¿Cuándo harás
justicia de mis perseguidores?
Me han cavado
fosas los insolentes, ignorando tu voluntad;
todos tus mandatos
son leales,
sin razón me
persiguen, protégeme.
Casi dieron
conmigo en la tumba,
pero yo no
abandoné tus decretos; por tu bondad dame vida,
para que observe
los preceptos de tu boca.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 60 - ORACIÓN
DE UN DESTERRADO
Dios mío, escucha
mi clamor,
atiende a mi
súplica;
te invoco desde el
confín de la tierra
con el corazón
abatido:
llévame a una roca
inaccesible,
porque tú eres mi
refugio
y mi bastión
contra el enemigo.
Habitaré siempre
en tu morada,
refugiado al
amparo de tus alas;
porque tú, ¡oh
Dios!, escucharás mis deseos
y me darás la
heredad de los que veneran tu nombre.
Añade días a los
días del rey,
que sus años
alcancen varias generaciones;
que reine siempre
en presencia de Dios,
que tu gracia y tu
lealtad le hagan guardia.
Yo tañeré siempre
en tu honor,
e iré cumpliendo
mis votos día tras día.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 63 - SÚPLICA
CONTRA LOS ENEMIGOS
Escucha, ¡oh
Dios!, la voz de mi lamento,
protege mi vida
del terrible enemigo;
escóndeme de la
conjura de los perversos
y del motín de los
malhechores:
afilan sus lenguas
como espadas
y disparan como
flechas palabras venenosas,
para herir a
escondidas al inocente,
para herirlo por
sorpresa y sin riesgo.
Se animan al
delito,
calculan cómo
esconder trampas,
y dicen: «¿Quién
lo descubrirá?»
Inventan maldades
y ocultan sus invenciones,
porque su mente y
su corazón no tienen fondo.
Pero Dios los
acribilla a flechazos,
por sorpresa los
cubre de heridas;
su misma lengua
los lleva a la ruina,
y los que lo ven
menean la cabeza.
Todo el mundo se
atemoriza,
proclama la obra
de Dios
y medita sus
acciones.
El justo se alegra
con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los
rectos de corazón.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Por mi vida
-dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie
de conducta y viva.»
LECTURA BREVE
Is 44, 21-22
Acuérdate de que
eres mi siervo. Yo te formé, siervo mío eres, Israel, no te olvidaré. He
disipado como niebla tus rebeliones, como nube tus pecados: vuelve a mí, que yo
soy tu redentor.
V. Aparta de mi
pecado tu vista.
R. Borra en mí
toda culpa.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
por medio de tus admirables sacramentos nos concedes participar, ya desde este
mundo, de los bienes celestiales, guíanos tú mismo en el camino de la vida,
para que alcancemos un día aquella luz en la que habitas con tus santos. Por
Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CADA TARDE
SE NOS VAN LOS DÍAS
Cada tarde se nos
van los días,
y cada tarde el
tiempo pasa;
se acaba nuestra
vida cada tarde
y miramos la
muerte más cercana.
Déjame todavía
gozar el milagro
de tu luz, de tu
sol, de tus albas;
déjame gozar el
milagro de sentirme vivo
y de nacer para ti
cada mañana.
Déjame, Señor,
gozar de tu milagro
al llegar una vez
más la tarde mansa,
porque tú eres el
Dios de nuestras horas,
el Dios oculto de
nuestra esperanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1.
Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por
nuestra sed de ser justos.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acreditémonos
ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser
justos.
LECTURA BREVE
Ga 6, 7b-8
De Dios nadie se
burla. Lo que cada uno siembre, eso cosechará. El que siembre en su carne, de
la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu, del Espíritu
cosechará vida eterna.
V. Mi sacrificio
es un espíritu contrito.
R. Un corazón
quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
por medio de tus admirables sacramentos nos concedes participar, ya desde este
mundo, de los bienes celestiales, guíanos tú mismo en el camino de la vida,
para que alcancemos un día aquella luz en la que habitas con tus santos. Por
Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
I
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: INSIGNE
DEFENSOR DE NUESTRA CAUSA.
Insigne defensor
de nuestra causa,
Señor y Salvador
del pueblo humano,
acoge nuestras
súplicas humildes,
perdona nuestras
culpas y pecados.
El día con sus
gozos y sus penas
pasó dejando
huellas en el alma,
igual que nuestros
pies en su camino
dejaron en el
polvo sus pisadas.
No dejes de
mirarnos en la noche,
dormida nuestra
vida en su regazo;
vigila el
campamento de los hombres,
camino de tu reino
ya cercano.
Ahuyenta de tu
pueblo la zozobra,
sé nube luminosa
en el desierto,
sé fuerza
recobrada en el descanso,
mañana y horizonte
siempre abierto.
Bendice, Padre
santo, la tarea
del pueblo
caminante en la promesa;
llegados a Emaús,
tu Hijo amado
nos parta el pan y
el vino de la cena. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «Convertíos
y creed en la buena noticia», dice el Señor.
Salmo 112 -
ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos
del Señor,
alabad el nombre
del Señor.
Bendito sea el
nombre del Señor,
ahora y por
siempre:
de la salida del
sol hasta su ocaso,
alabado sea el
nombre del Señor.
El Señor se eleva
sobre todos los pueblos,
su gloria sobre
los cielos.
¿Quién como el
Señor Dios nuestro,
que se eleva en su
trono
y se abaja para
mirar
al cielo y a la
tierra?
Levanta del polvo
al desvalido,
alza de la basura
al pobre,
para sentarlo con
los príncipes,
los príncipes de
su pueblo;
a la estéril le da
un puesto en la casa,
como madre feliz
de hijos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Convertíos y
creed en la buena noticia», dice el Señor.
Ant 2. Te ofreceré
un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.
Salmo 115 - ACCIÓN
DE GRACIAS EN EL TEMPLO.
Tenía fe, aun
cuando dije:
«¡Qué desgraciado
soy!»
Yo decía en mi
apuro:
«Los hombres son
unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al
Señor
todo el bien que
me ha hecho?
Alzaré la copa de
la salvación,
invocando su
nombre.
Cumpliré al Señor
mis votos
en presencia de
todo el pueblo.
Vale mucho a los
ojos del Señor
la vida de sus
fieles.
Señor, yo soy tu
siervo,
siervo tuyo, hijo
de tu esclava:
rompiste mis
cadenas.
Te ofreceré un
sacrificio de alabanza,
invocando tu
nombre, Señor.
Cumpliré al Señor
mis votos
en presencia de
todo el pueblo,
en el atrio de la
casa del Señor,
en medio de ti,
Jerusalén.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te ofreceré
un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.
Ant 3. Nadie me
quita la vida; yo mismo la entrego de mi propia voluntad, para volverla a
tomar.
Cántico: CRISTO,
SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de
su condición divina,
no hizo alarde de
su categoría de Dios,
al contrario, se
anonadó a sí mismo,
y tomó la
condición de esclavo,
pasando por uno de
tantos.
Y así, actuando
como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte
y una muerte de
cruz.
Por eso Dios lo
levantó sobre todo
y le concedió el
«Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la
tierra, en el abismo
y toda lengua
proclame:
Jesucristo es
Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nadie me
quita la vida; yo mismo la entrego de mi propia voluntad, para volverla a
tomar.
LECTURA BREVE
2Co 6, 1-4a
Os exhortamos a
que deis pruebas de no haber recibido en vano la gracia de Dios, pues dice él
en la Escritura: «En el tiempo propicio te escuché, y te ayudé en el día de
salvación.» Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación. A nadie
queremos dar nunca motivo de escándalo, a fin de no hacer caer en descrédito
nuestro ministerio, antes al contrario, queremos acreditarnos siempre en todo
como verdaderos servidores de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Escúchanos,
Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
R. Escúchanos,
Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Cristo, oye los
ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos
pecado contra ti.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos,
Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ya que hemos
recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de
nuestro Señor Jesucristo
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ya que hemos
recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de
nuestro Señor Jesucristo
PRECES
Glorifiquemos a
Cristo, el Señor, que ha querido ser nuestro Maestro, nuestro ejemplo y nuestro
hermano, y supliquémosle, diciendo:
Renueva, Señor, a
tu pueblo.
Cristo, hecho en
todo semejante a nosotros, excepto en el pecado, haz que nos alegremos con los
que se alegran y sepamos llorar con los que están tristes,
para que nuestro
amor crezca y sea verdadero.
Concédenos saciar
tu hambre en los hambrientos
y tu sed en los
sedientos.
Tú que resucitaste
a Lázaro de la muerte,
haz que, por la fe
y la penitencia, los pecadores vuelvan a la vida cristiana.
Haz que todos,
según el ejemplo de la Virgen María y de los santos,
sigan con más
diligencia y perfección tus enseñanzas.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Concédenos, Señor,
que nuestros hermanos difuntos sean admitidos a la gloria de la resurrección
y gocen
eternamente de tu amor.
Pidamos a nuestro
Padre que nos dé la fuerza que necesitamos para no caer en la tentación:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro,
fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros
pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión
que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras
culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: TÚ, A QUIEN
HE BUSCADO, SEÑOR
Tú, a quien he
buscado, Señor,
en este día,
a quien he
escuchado,
dame el reposo de
esta noche.
Tú, a quien he
cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de
esta noche.
Tú, a quien yo he
negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de
esta noche. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ten piedad
de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 4 - ACCIÓN
DE GRACIAS.
Escúchame cuando
te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el
aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y
escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta
cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la
falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor
hizo milagros en mi favor,
y el Señor me
escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no
pequéis, reflexionad
en el silencio de
vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y confiad en el
Señor.
Hay muchos que
dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu
rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor, has
puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en
trigo y en vino.
En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú sólo,
Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ten piedad de
mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant 2. Durante la
noche, bendecid al Señor.
Salmo 133 -
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid
al Señor,
los siervos del
Señor,
los que pasáis la
noche
en la casa del
Señor:
Levantad las manos
hacia el santuario,
y bendecid al
Señor.
El Señor te
bendiga desde Sión:
el que hizo cielo
y tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Durante la
noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE
Dt 6, 4-7
Escucha, Israel:
El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el
corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo
quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos, Señor,
durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración
del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina
por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Salve, Reina de
los cielos
y Señora de los
ángeles;
salve raíz, salve
puerta,
que dio paso a
nuestra luz.
Alégrate, virgen
gloriosa,
entre todas la más
bella;
salve, agraciada
doncella,
ruega a Cristo por
nosotros.
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