Del común de
pastores para un santo obispo. Salterio III
SANTOS TIMOTEO Y
TITO, obispos. (MEMORIA)
Timoteo y Tito,
discípulos y colaboradores del apóstol Pablo, presidieron las Iglesias de Éfeso
y Creta, respectivamente. Ellos fueron los destinatarios de las cartas llamadas
«pastorales», cartas llenas de excelentes recomendaciones para la formación de
pastores y fieles.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid,
adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: PUERTA DE
DIOS EN EL REDIL HUMANO
Puerta de Dios en
el redil humano
fue Cristo, el
buen Pastor que al mundo vino,
glorioso va
delante del rebaño,
guiando su marchar
por buen camino.
Madero de la cruz
es su cayado,
su voz es la
verdad que a todos llama,
su amor es el del
Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios,
que a todos ama.
Pastores del Señor
son sus ungidos,
nuevos cristos de
Dios, son enviados
a los pueblos del
mundo redimidos;
del único Pastor
siervos amados.
La cruz de su
Señor es su cayado,
la voz de la
verdad es su llamada,
los pastos de su
amor, fecundo prado,
son vida del Señor
que nos es dada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mira,
Señor, y contempla nuestro oprobio.
Salmo 88, 39-53 -
IV: LAMENTACIÓN POR LA CAÍDA DE LA CASA DE DAVID
Tú, encolerizado
con tu Ungido,
lo has rechazado y
desechado;
has roto la
alianza con tu siervo
y has profanado
hasta el suelo su corona;
has derribado sus
murallas
y derrocado sus
fortalezas;
todo viandante lo
saquea,
y es la burla de
sus vecinos;
has sostenido la
diestra de sus enemigos
y has dado el
triunfo a sus adversarios;
pero a él le has
embotado la espada
y no lo has
confortado en la pelea;
has quebrado su
cetro glorioso
y has derribado su
trono;
has acortado los
días de su juventud
y lo has cubierto
de ignominia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mira, Señor,
y contempla nuestro oprobio.
Ant 2. Yo soy el
renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Salmo 88, 39-53 -
V
¿Hasta cuándo,
Señor, estarás escondido
y arderá como un
fuego tu cólera?
Recuerda, Señor,
lo corta que es mi vida
y lo caducos que
has creado a los humanos.
¿Quién vivirá sin
ver la muerte?
¿Quién sustraerá
su vida a la garra del abismo?
¿Dónde está,
Señor, tu antigua misericordia
que por tu
fidelidad juraste a David?
Acuérdate, Señor,
de la afrenta de tus siervos:
lo que tengo que
aguantar de las naciones,
de cómo afrentan,
Señor, tus enemigos,
de cómo afrentan
las huellas de tu Ungido.
Bendito el Señor
por siempre. Amén, amén.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el
renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Ant 3. Nuestros
años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde siempre y por
siempre.
Salmo 89 - BAJE A
NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR
Señor, tú has sido
nuestro refugio
de generación en
generación.
Antes que naciesen
los montes
o fuera engendrado
el orbe de la tierra,
desde siempre y
por siempre tú eres Dios.
Tú reduces el
hombre a polvo,
diciendo:
«Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu
presencia
son un ayer, que
pasó;
una vigilia nocturna.
Los siembras año
por año,
como hierba que se
renueva:
que florece y se
renueva por la mañana,
y por la tarde la
siegan y se seca.
¡Cómo nos ha
consumido tu cólera
y nos ha
trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras
culpas ante ti,
nuestros secretos
ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros
días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se
acabaron como un suspiro.
Aunque uno viva
setenta años,
y el más robusto
hasta ochenta,
la mayor parte son
fatiga inútil,
porque pasan
aprisa y vuelan.
¿Quién conoce la
vehemencia de tu ira,
quién ha sentido
el peso de tu cólera?
Enséñanos a
calcular nuestros años,
para que
adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor,
¿hasta cuándo?
Ten compasión de
tus siervos;
por la mañana
sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra
vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por
los días en que nos afligiste,
por los años en
que sufrimos desdichas.
Que tus siervos
vean tu acción,
y sus hijos tu
gloria.
Baje a nosotros la
bondad del Señor
y haga prósperas
las obras de nuestras manos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestros años
se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde siempre y por
siempre.
V. En ti, Señor,
está la fuente viva.
R. Y tu luz nos
hace ver la luz.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los
Romanos 10, 1-21
DIOS ES SEÑOR DE
TODOS
Hermanos, el mayor
afecto de mi corazón y mis súplicas a Dios son en favor de los judíos, para que
alcancen la salvación. Yo lo reconozco: tienen celo por la gloria de Dios, pero
no según la verdadera ciencia del espíritu. Entendiendo mal el plan salvífico
de Dios y por querer establecer el suyo propio, no se sometieron a la acción
salvadora de Dios. Cristo es el término y el fin de la ley mosaica para
justificación de todo el que tiene fe.
Escribe, en
efecto, Moisés, acerca de la justificación que proviene de la ley: «Quien observe
la ley vivirá por ella.» En cambio, de la justificación que proviene de la fe,
se expresa así: «No digas en tu corazón: "¿Quién subirá al cielo?"»
Se entiende: para hacer bajar a Cristo. «O bien: "¿Quién bajará a los
infiernos?"» Es decir: para hacer subir a Cristo de entre los muertos.
Lo que afirma de
la justificación que proviene de la fe es lo que sigue: «Cerca de ti está la
palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, el mensaje de la fe que
nosotros predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Jesús como Señor y
crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo.
Pues con el corazón creemos para obtener la justificación y con la boca hacemos
profesión de nuestra fe para alcanzar la salvación.
Pues dice la
Escritura: «Todo el que crea en él no será confundido.» Porque ya no hay
distinción entre judío y gentil, ya que uno mismo es el Señor de todos, rico
para todos los que lo invocan. Pues todo el que invoque el nombre del Señor se
salvará.
Pero, ¿cómo invocarán
a aquel en quien no han creído? Y ¿cómo van a creer en aquel de quien nada han
oído? Y ¿cómo oirán si nadie les predica? Y ¿cómo predicarán si no son
enviados? Como dice la Escritura: «¡Qué hermosos son los pies de los que
anuncian el bien!»
Sin embargo, no
todos los judíos se han sometido al Evangelio. Ya lo dijo Isaías: «Señor,
¿quién ha dado fe a nuestra predicación?» Por consiguiente, es claro que la fe
depende de la predicación, y que la predicación se hace por misión de Cristo.
Pero, pregunto yo: ¿Es que los judíos no han oído hablar de él? Claro que han
oído: «A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su
lenguaje.»
Y vuelvo a
preguntar: ¿Es que los judíos no lo entendieron? Sí, lo entendieron. Moisés es
el primero en afirmar: «Yo os provocaré a celos de un pueblo que no es mío. Y
os provocaré a cólera por un pueblo insensato.» E Isaías hasta se atreve a
decir: «Me dejé hallar de aquellos que por mí no venían; me dejé ver de quienes
por mí no preguntaban.» Y, en cambio, de Israel asegura: «Todo el día mis manos
extendí hacia un pueblo reacio y contumaz.»
RESPONSORIO
Rm 10, 12b-13; 15, 8-9a
R. Cristo es el
mismo Señor de todos, rico para todos los que lo invocan; * pues todo el que
invoque el nombre del Señor se salvará.
V. Cristo consagró
su ministerio al servicio de los judíos, por exigir la fidelidad de Dios el
cumplimiento de las promesas hechas a los patriarcas; y por otra parte para que
los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia.
R. Pues todo el
que invoque el nombre del Señor se salvará.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de
san Juan Crisóstomo, obispo
(Homilía 2 sobre
las alabanzas de san Pablo: PG 50, 480-484)
HE COMBATIDO BIEN
MI COMBATE
Pablo, encerrado
en la cárcel, habitaba ya en el cielo, y recibía los azotes y heridas con un
agrado superior al de los que conquistan el premio en los juegos; amaba los
sufrimientos no menos que el premio, ya que estos mismos sufrimientos, para él,
equivalían al premio; por esto, los consideraba como una gracia. Sopesemos bien
lo que esto significa. El premio consistía ciertamente en partir para estar con
Cristo; en cambio, quedarse en esta vida significaba el combate; sin embargo,
el mismo anhelo de estar con Cristo lo movía a diferir el premio, llevado del
deseo del combate, ya que lo juzgaba más necesario.
Comparando las dos
cosas, el estar separado de Cristo representaba para él el combate y el
sufrimiento, más aún, el máximo combate y el máximo sufrimiento. Por el
contrario, estar con Cristo representaba el premio sin comparación; con todo,
Pablo, por amor a Cristo, prefiere el combate al premio.
Alguien quizá dirá
que todas estas dificultades él las tenía por suaves, por su amor a Cristo.
También yo lo admito, ya que todas aquellas cosas, que para nosotros son causa
de tristeza, en él engendraban el máximo deleite. Y ¿para qué recordar las
dificultades y tribulaciones? Su gran aflicción le hacía exclamar: ¿Quién sufre
angustias sin que yo las comparta? ¿Quién es impugnado por el enemigo sin que
esté yo en ascuas?
Os ruego que no
sólo admiréis, sino que también imitéis este magnífico ejemplo de virtud: así
podremos ser partícipes de su corona.
Y si alguien se
admira de esto que hemos dicho, a saber, que el que posea unos méritos
similares a los de Pablo obtendrá una corona semejante a la suya, que atienda a
las palabras del mismo Apóstol: He combatido bien mi combate, he corrido hasta
la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, que el Señor,
justo juez, me otorgará aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que
hayan esperado con amor su venida. ¿Te das cuenta de cómo nos invita a todos a
tener parte en su misma gloria?
Así pues, ya que a
todos nos aguarda una misma corona de gloria, procuremos hacernos dignos de los
bienes que tenemos prometidos.
Y no sólo debemos
considerar en el Apóstol la magnitud y excelencia de sus virtudes y su pronta y
robusta disposición de ánimo, por las que mereció llegar a un premio tan
grande, sino que hemos de pensar también que su naturaleza era en todo igual a
la nuestra; de este modo, las cosas más arduas nos parecerán fáciles y
llevaderas y, esforzándonos en este breve tiempo de nuestra vida, alcanzaremos
aquella corona incorruptible e inmortal, por la gracia y la misericordia de
nuestro Señor Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el imperio ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO
1Tm 6, 11-12; Tt 2, 1
R. Como hombre de
Dios que eres, corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la
caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura. * Combate el buen
combate de la fe, conquista la vida eterna.
V. Enseña lo que
es conforme a la sana doctrina.
R. Combate el buen
combate de la fe, conquista la vida eterna.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios
nuestro, que concediste a los santos Timoteo y Tito vivir de manera semejante a
los apóstoles, haz que, ayudados por su intercesión, vivamos en este mundo
justa y piadosamente y alcancemos después tu reino eterno. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Himno: CRISTO,
CABEZA, REY DE LOS PASTORES.
Cristo, cabeza,
rey de los pastores,
el pueblo entero,
madrugando a fiesta,
canta a la gloria
de tu sacerdote
himnos sagrados.
Con abundancia de
sagrado crisma,
la unción profunda
de tu Santo Espíritu
lo armó guerrero y
lo nombró en la Iglesia
jefe del pueblo.
El fue pastor y
forma del rebaño,
luz para el ciego,
báculo del pobre,
padre común,
presencia providente,
todo de todos.
Tú que coronas sus
merecimientos,
danos la gracia de
imitar su vida,
y al fin, sumisos
a su magisterio,
danos su gloria.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¡Qué pregón
tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Salmo 86 - HIMNO A
JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado
sobre el monte santo;
y el Señor
prefiere las puertas de Sión
a todas las
moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan
glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto
y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios
y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión:
«Uno por uno
todos han nacido
en ella;
el Altísimo en
persona la ha fundado.»
El Señor escribirá
en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido
allí.»
Y cantarán
mientras danzan:
«Todas mis fuentes
están en ti.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué pregón
tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Ant 2. El Señor
llega con poder, y su recompensa lo precede.
Cántico: EL BUEN
PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y SAPIENTÍSIMO - Is 40, 10-17
Mirad, el Señor
Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con
él su salario
y su recompensa lo
precede.
Como un pastor que
apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los
corderos
y hace recostar a
las madres.
¿Quién ha medido a
puñados el mar
o mensurado a
palmos el cielo,
o a cuartillos el
polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado
en la balanza los montes
y en la báscula
las colinas?
¿Quién ha medido
el aliento del Señor?
¿Quién le ha
sugerido su proyecto?
¿Con quién se
aconsejó para entenderlo,
para que le
enseñara el camino exacto,
para que le
enseñara el saber
y le sugiriese el
método inteligente?
Mirad, las
naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el
polvillo de balanza.
Mirad, las islas
pesan lo que un grano,
el Líbano no basta
para leña,
sus fieras no
bastan para el holocausto.
En su presencia,
las naciones todas,
como si no
existieran,
son ante él como
nada y vacío.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
llega con poder, y su recompensa lo precede.
Ant 3. Ensalzad al
Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.
Salmo 98 - SANTO
ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El Señor reina,
tiemblen las naciones;
sentado sobre
querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande
en Sión,
encumbrado sobre
todos los pueblos.
Reconozcan tu
nombre, grande y terrible:
Él es santo.
Reinas con poder y
amas la justicia,
tú has establecido
la rectitud;
tú administras la
justicia y el derecho,
tú actúas en
Jacob.
Ensalzad al Señor,
Dios nuestro;
postraos ante el
estrado de sus pies:
Él es santo.
Moisés y Aarón con
sus sacerdotes,
Samuel con los que
invocan su nombre,
invocaban al
Señor, y él respondía.
Dios les hablaba
desde la columna de nube;
oyeron sus
mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios
nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos
un Dios de perdón
y un Dios vengador
de sus maldades.
Ensalzad al Señor,
Dios nuestro;
postraos ante su
monte santo:
Santo es el Señor,
nuestro Dios.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ensalzad al
Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.
LECTURA BREVE
Hb 13, 7-9a
Acordaos de
aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios:
reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el
mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas
llamativas y extrañas.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre tus
murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus
murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Ni de día ni de
noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R. He colocado
centinelas.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus
murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Proclama la
palabra, insiste con oportunidad o sin ella, persuade, reprende, exhorta,
armado de toda paciencia y doctrina.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Proclama la
palabra, insiste con oportunidad o sin ella, persuade, reprende, exhorta,
armado de toda paciencia y doctrina.
PRECES
Demos gracias a
Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle
diciendo:
Apacienta a tu
pueblo, Señor.
Señor Jesucristo,
tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,
haz que, por
ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo,
tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu
pueblo,
no dejes de
guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo,
tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las
almas,
haz que nunca
falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida
santa.
Señor Jesucristo,
tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los
santos,
haz que, guiados
por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Oremos
confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios
nuestro, que concediste a los santos Timoteo y Tito vivir de manera semejante a
los apóstoles, haz que, ayudados por su intercesión, vivamos en este mundo
justa y piadosamente y alcancemos después tu reino eterno. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Sostenme,
Señor, con tu promesa y viviré.
Salmo 118, 113-120
Detesto a los
inconstantes
y amo tu voluntad;
tú eres mi refugio
y mi escudo,
yo espero en tu
palabra;
apartaos de mí los
perversos,
y cumpliré tus
mandatos, Dios mío.
Sosténme con tu
promesa y viviré,
que no quede
frustrada mi esperanza;
dame apoyo y
estaré a salvo,
me fijaré en tus
leyes sin cesar;
desprecias a los
que se desvían de tus decretos,
sus proyectos son
engaño.
Tienes por escoria
a los malvados,
por eso amo tus
preceptos;
mi carne se
estremece con tu temor,
y respeto tus
mandamientos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sostenme,
Señor, con tu promesa y viviré.
Ant 2. Socórrenos,
Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.
Salmo 78, 1-5.
8-11. 13 - LAMENTACIÓN ANTE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN
Dios mío, los
gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu
santo templo,
han reducido
Jerusalén a ruinas.
Echaron los
cadáveres de tus siervos
en pasto a las
aves del cielo,
y la carne de tus
fieles
a las fieras de la
tierra,
Derramaron su
sangre como agua
en torno a
Jerusalén,
y nadie la
enterraba.
Fuimos el escarnio
de nuestros vecinos,
la irrisión y la
burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo,
Señor?
¿Vas a estar
siempre enojado?
¿Va a arder como
fuego tu cólera?
No recuerdes contra
nosotros
las culpas de
nuestros padres;
que tu compasión
nos alcance pronto,
pues estamos
agotados.
Socórrenos, Dios
salvador nuestro,
por el honor de tu
nombre;
líbranos y perdona
nuestros pecados
a causa de tu
nombre.
¿Por qué han de
decir los gentiles:
«Dónde está su
Dios»?
Que a nuestra
vista conozcan los gentiles la venganza
de la sangre de
tus siervos derramada.
Llegue a tu
presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo
poderoso, salva a los condenados a muerte.
Mientras,
nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu
rebaño,
te daremos gracias
siempre,
cantaremos tus
alabanzas
de generación en
generación.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Socórrenos,
Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.
Ant 3. Dios de los
ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.
Salmo 79 - VEN A
VISITAR TU VIÑA
Pastor de Israel,
escucha,
tú que guías a
José como a un rebaño;
tú que te sientas
sobre querubines, resplandece
ante Efraím,
Benjamín y Manasés;
despierta tu poder
y ven a salvarnos.
¡Oh Dios!,
restáuranos,
que brille tu
rostro y nos salve.
Señor Dios de los
ejércitos,
¿hasta cuándo
estarás airado
mientras tu pueblo
te suplica?
Le diste a comer
llanto,
a beber lágrimas a
tragos;
nos entregaste a
las disputas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos
se burlan de nosotros.
Dios de los
ejércitos, restáuranos,
que brille tu
rostro y nos salve.
Sacaste una vid de
Egipto,
expulsaste a los
gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el
terreno y echó raíces
hasta llenar el
país;
su sombra cubría
las montañas,
y sus pámpanos,
los cedros altísimos;
extendió sus
sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta
el Gran Río.
¿Por qué has
derribado su cerca
para que la
saqueen los viandantes,
la pisoteen los
jabalíes
y se la coman las
alimañas?
Dios de los
ejércitos, vuélvete:
mira desde el
cielo, fíjate,
ven a visitar tu
viña,
la cepa que tu
diestra plantó,
y que tú hiciste
vigorosa.
La han talado y le
han prendido fuego:
con un bramido
hazlos perecer.
Que tu mano
proteja a tu escogido,
al hombre que tú
fortaleciste.
No nos alejaremos
de ti:
danos vida, para
que invoquemos tu nombre.
Señor Dios de los
ejércitos, restáuranos,
que brille tu
rostro y nos salve.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios de los
ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.
LECTURA BREVE
Sb 19, 20b
En verdad, Señor,
que en todo engrandeciste a tu pueblo y lo glorificaste, y no te desdeñaste de
asistirlo en todo tiempo y en todo lugar.
V. Tú, oh Dios,
haciendo maravillas.
R. Mostraste tu
poder a los pueblos.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que a
la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en
oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo
Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO
DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del
hombre, en que él se afana
tras la felicidad
que tanto ansía,
tú lo vistes,
Señor, de luz temprana
y de radiante sol
al mediodía.
Así el poder de tu
presencia encierra
el secreto más
hondo de esta vida;
un nuevo cielo y
una nueva tierra
colmarán nuestro
anhelo sin medida.
Poderoso Señor de
nuestra historia,
no tardes en venir
gloriosamente;
tu luz resplandeciente
y tu victoria
inunden nuestra
vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos saciados
de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE
Dt 4, 7
¿Cuál de las
naciones grandes tiene unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios,
siempre que lo invocamos?
V. Cerca está el
Señor de los que lo invocan.
R. Y escucha sus
gritos.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso
y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues,
brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus
preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH JESÚS,
QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO
Oh Jesús, que en
tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu
gran misericordia,
y tu fuerza nos
das para seguirte
por el mismo
camino hacia la gloria.
Que fielmente
cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en
tu obra salvadora,
y, al llegar a la
tarde de la vida,
en gozo eterno el
Padre nos acoja.
Gracias, Padre, a
ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su
sangre nos redime,
y al Espíritu
Santo, luz y guía
de este pueblo que
al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor
nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos
construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el
que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el
que teme al Señor.
LECTURA BREVE
Est 10, 9
Mi pueblo es
Israel, que clamó a Dios y fue salvado. Salvó el Señor a su pueblo y nos liberó
de todos estos males; obró Dios grandes señales y prodigios como nunca los hubo
en los demás pueblos.
V. Te doy gracias,
Señor, porque me escuchaste.
R. Y fuiste mi
salvación.
ORACIÓN
OREMOS,
Contempla, Señor,
a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu
Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CANTEMOS AL
SEÑOR CON ALEGRÍA.
Cantemos al Señor
con alegría,
unidos a la voz
del pastor santo;
demos gracias a
Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de
su rebaño.
Es su voz y su
amor el que nos llama
en la voz del
pastor que él ha elegido,
es su amor
infinito el que nos ama
en la entrega y
amor de este otro cristo.
Conociendo en la
fe su fiel presencia,
hambrientos de
verdad y luz divina,
sigamos al pastor
que es providencia
de pastos
abundantes que son vida.
Apacienta, Señor,
guarda a tus hijos,
manda siempre a tu
mies trabajadores;
cada aurora, a la
puerta del aprisco,
nos aguarde el
amor de tus pastores. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Que tus
fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.
Salmo 131 I -
PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor, tenle en
cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al
Fuerte de Jacob:
«No entraré bajo
el techo de mi casa,
no subiré al lecho
de mi descanso,
no daré sueño a
mis ojos,
ni reposo a mis
párpados,
hasta que
encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el
Fuerte de Jacob.»
Oímos que estaba
en Efrata,
la encontramos en
el Soto de Jaar:
entremos en su
morada,
postrémonos ante
el estrado de sus pies.
Levántate, Señor,
ven a tu mansión,
ven con el arca de
tu poder:
que tus sacerdotes
se vistan de gala,
que tus fieles te
aclamen.
Por amor a tu
siervo David,
no niegues
audiencia a tu Ungido.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que tus
fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.
Ant 2. El Señor ha
elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
Salmo 131 II.
El Señor ha jurado
a David
una promesa que no
retractará:
«A uno de tu
linaje
pondré sobre tu
trono.
Si tus hijos
guardan mi alianza
y los mandatos que
les enseño,
también sus hijos,
por siempre,
se sentarán sobre
tu trono.»
Porque el Señor ha
elegido a Sión,
ha deseado vivir
en ella:
«Ésta es mi
mansión por siempre,
aquí viviré,
porque la deseo.
Bendeciré sus
provisiones,
a sus pobres los
saciaré de pan;
vestiré a sus
sacerdotes de gala,
y sus fieles
aclamarán con vítores.
Haré germinar el
vigor de David,
enciendo una
lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los
vestiré de ignominia,
sobre él brillará
mi diadema.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
Ant 3. El Señor le
dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
Cántico: EL JUICIO
DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos,
Señor Dios omnipotente,
el que eres y el
que eras,
porque has asumido
el gran poder
y comenzaste a
reinar.
Se encolerizaron
las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que
sean juzgados los muertos,
y de dar el
galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a
los que temen tu nombre,
y a los pequeños y
a los grandes,
y de arruinar a
los que arruinaron la tierra.
Ahora se
estableció la salud y el poderío,
y el reinado de
nuestro Dios,
y la potestad de
su Cristo;
porque fue
precipitado
el acusador de
nuestros hermanos,
el que los acusaba
ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron
en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra
del testimonio que dieron,
y no amaron tanto
su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad
alegres, cielos,
y los que moráis
en sus tiendas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor le
dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
LECTURA BREVE
1Pe 5, 1-4
A los presbíteros
en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de
Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, os exhorto: Sed pastores
del rebaño de Dios a vuestro cargo, gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena
gana, como Dios quiere, no por sórdida ganancia, sino con generosidad, no como
dominadores sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del
rebaño. Y, cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria
que no se marchita.
RESPONSORIO BREVE
V. Éste es el que
ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
R. Éste es el que
ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
V. El que entregó
su vida por sus hermanos.
R. El que ora
mucho por su pueblo.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Éste es el que
ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Vivamos con
justicia y religiosidad, aguardando la feliz esperanza y la manifestación del
Señor.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vivamos con
justicia y religiosidad, aguardando la feliz esperanza y la manifestación del
Señor.
PRECES
Glorifiquemos a
Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a
Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu pueblo,
Señor.
Tú que por medio
de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
haz que todos los
cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la
oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban por el pueblo,
perdonaste los pecados de tus fieles,
purifica y
santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.
Tú que de entre
los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los consagraste
como ministros en bien de sus hermanos,
llena también de
tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la
heredad de los santos pastores,
no permitas que
ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de ti.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú que por medio
de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie
las arrebate de tu mano,
salva a los
difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos juntos la
oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios
nuestro, que concediste a los santos Timoteo y Tito vivir de manera semejante a
los apóstoles, haz que, ayudados por su intercesión, vivamos en este mundo
justa y piadosamente y alcancemos después tu reino eterno. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: SE INCLINA
YA MI FRENTE
Se inclina ya mi
frente,
sellado está el
trabajo;
Señor, tu pecho
sea
la gracia del
descanso.
Mis ojos se
retiran,
la voz deja su
canto,
pero el amor
enciende
su lámpara
velando.
Lucero que te
fuiste,
con gran amor
amado,
en tu gloria
dormimos
y en sueños te
adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi carne
descansa serena.
Salmo 15 - CRISTO
Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios
mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor:
«Tú eres mi bien.»
Los dioses y
señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las
estatuas
de dioses
extraños;
no derramaré sus
libaciones con mis manos,
ni tomaré sus
nombres en mis labios.
El Señor es mi
heredad y mi copa;
mi suerte está en
tu mano:
me ha tocado un
lote hermoso,
me encanta mi
heredad.
Bendeciré al
Señor, que me aconseja,
hasta de noche me
instruye internamente.
Tengo siempre
presente al Señor,
con él a mi derecha
no vacilaré.
Por eso se me
alegra el corazón,
se gozan mis
entrañas,
y mi carne
descansa serena.
Porque no me
entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu
fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el
sendero de la vida,
me saciarás de
gozo en tu presencia,
de alegría
perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi carne
descansa serena.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 23
Que el mismo Dios
de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea
custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has presentado
ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas,
desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te
serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Salve, Reina de
los cielos
y Señora de los
ángeles;
salve raíz, salve
puerta,
que dio paso a
nuestra luz.
Alégrate, virgen
gloriosa,
entre todas la más
bella;
salve, agraciada
doncella,
ruega a Cristo por
nosotros.
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