Del Común de la
Santísima Virgen María.
NUESTRA SEÑORA
DE GUADALUPE. (FIESTA)
Según una
constante y sólida tradición, la imagen de la Virgen de Guadalupe, a raíz de su
impresión en la tilma del indio Juan Diego en 1531, en la ciudad de México,
permaneció algunos días en la capilla episcopal del obispo fray Juan de
Zumárraga, y luego en el templo mayor. El 26 de diciembre de ese mismo año fue
trasladada solemnemente a una ermita construida al pie del cerro del Tepeyac.
Su culto se propagó rápidamente e influyó mucho para la difusión de la fe entre
los indígenas. Después de habérsele construido sucesivamente otros tres templos
al pie del cerro, se construyó el actual, que fue terminado en 1709 y elevado a
la categoría de basílica por san Pio X en 1904. En 1754, Benedicto XIV confirmó
el patronato de la Virgen de Guadalupe sobre toda la Nueva España (desde Arizona
hasta Costa Rica) y concedió la primera misa y Oficio propios. Puerto Rico la
proclamó su Patrona en 1758. El 12 de octubre de 1895 tuvo lugar la coronación
pontificia de la imagen, concedida por León XIII, el cual había aprobado un año
antes un nuevo Oficio propio. En 1910, san Pio X la proclamó Patrona de la
América Latina; en 1935, Pio XI la nombró Patrona de las Islas Filipinas; y, en
1945, Pio XII le dio el título de Emperatríz de América.
La veneración a
la Virgen de Guadalupe despierta en el pueblo una grande confianza filial hacia
ella, ya que se presenta solícita para dar auxilio y defensa en las
tribulaciones; es, además, un impulso hacia la práctica de la caridad
cristiana, al mostrar la predilección de María por los humildes y necesitados, y
su disposición por remediar sus angustias.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid,
adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen María.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen María.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ERES MUJER
DE CASA Y, ADEMÁS, PEREGRINA
Eres mujer de casa
y, además, peregrina,
dedicada a lo tuyo
como madre y esposa,
pero sigues la
huella por donde Dios camina
y estás de corazón
en cada cosa.
Estás en la
montaña antes del alba,
-que el amor te
apresura-,
y en cualquier
otro Belén por esperar que nazca
de nuevo Dios, y
preparar su cuna.
Te haces de
nuestra raza,
pronuncias nuestra
lengua con dulzura
y nos pides te
hagamos una Casa,
para en ella
mostrarnos tu sin igual ternura.
Bajas, subes, que
para eso eres ave,
ayer por el
Calvario y por el cielo,
hoy por la patria
suave,
y en pos de ti
volamos en tu vuelo.
Gloria demos al
Padre que no tuvo principio,
gloria perenne a
Cristo, que es el Hijo del Padre,
y al Espíritu
Santo, Consolador divino.
¡Que todo el
universo los aclame! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tu sol ya
no se pondrá, ni menguará tu luna.
Salmo 23 - ENTRADA
SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del Señor es la
tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos
sus habitantes:
El la fundó sobre
los mares,
El la afianzó
sobre los ríos.
¿Quién puede subir
al monte del Señor?
¿Quién puede estar
en el recinto sacro?
El hombre de manos
inocentes
y puro corazón,
que no confía en
los ídolos
ni jura contra el
prójimo en falso.
Ese recibirá la
bendición del Señor,
le hará justicia
el Dios de salvación.
Este es el grupo
que busca al Señor,
que viene a tu
presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad
los dinteles,
levantaos, puertas
antiguas:
va a entrar el Rey
de la gloria.
¿Quién es ese Rey
de la gloria?
El Señor, héroe
valeroso;
el Señor, héroe de
la guerra.
¡Portones!, alzad
los dinteles,
levantaos, puertas
antiguas:
va a entrar el Rey
de la gloria.
¿Quién es ese Rey
de la gloria?
El Señor, Dios de
los ejércitos.
Él es el Rey de la
gloria.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu sol ya no
se pondrá, ni menguará tu luna.
Ant 2. Mirad que
ya viene mi hijo el más pequeño, saltando sobre los montes, brincando por las
colinas, como un ágil cervatillo.
Salmo 45 - DIOS,
REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios es nuestro
refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor
en el peligro.
Por eso no tememos
aunque tiemble la tierra
y los montes se
desplomen en el mar.
Que hiervan y
bramen sus olas,
que sacudan a los
montes con su furia:
El Señor de los
ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es
el Dios de Jacob.
El correr de las
acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo
consagra su morada.
Teniendo a Dios en
medio, no vacila;
Dios la socorre al
despuntar la aurora.
Los pueblos se
amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su
trueno y se tambalea la tierra.
El Señor de los
ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es
el Dios de Jacob.
Venid a ver las
obras del Señor,
las maravillas que
hace en la tierra:
Pone fin a la
guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos,
quiebra las lanzas,
prende fuego a los
escudos.
«Rendíos,
reconoced que yo soy Dios:
más alto que los
pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los
ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es
el Dios de Jacob.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mirad que ya
viene mi hijo el más pequeño, saltando sobre los montes, brincando por las
colinas, como un ágil cervatillo.
Ant 3. Salgamos al
campo, madruguemos para ver las viñas, para ver si las vides ya florecen y
echan flores los granados: ahí te mostraré mi amor.
Salmo 86 - HIMNO A
JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado
sobre el monte santo;
y el Señor
prefiere las puertas de Sión
a todas las
moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan
glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto
y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios
y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión:
«Uno por uno
todos han nacido
en ella;
el Altísimo en
persona la ha fundado.»
El Señor escribirá
en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido
allí.»
Y cantarán
mientras danzan:
«Todas mis fuentes
están en ti.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Salgamos al
campo, madruguemos para ver las viñas, para ver si las vides ya florecen y
echan flores los granados: ahí te mostraré mi amor.
V. Señora de los
jardines, mis compañeros te escuchan.
R. Déjanos oir tu
voz.
PRIMERA LECTURA
Del libro del
profeta Isaías 52, 7. 9-10; 54, 10a. 11b-14a. 15; 55, 3b. 12b-13
SOBRE LOS MONTES
SE ANUNCIÓ LA PAZ
¡Qué hermosos son
sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la dicha,
que anuncia la salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios»!
Prorrumpid a una
en gritos de júbilo, soledades de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su
pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a la
vista de todas las naciones y han contemplado los confines de la tierra la
salvación de nuestro Dios.
«Podrán correrse
los montes -dice el Señor-, podrán moverse las colinas, pero mi amor nunca se
apartará de ti. Yo asentaré tus piedras sobre jaspe y tus cimientos sobre
zafiro. Te pondré almenas de rubíes y puertas de esmeralda, y haré tus murallas
con piedras preciosas. Todos tus hijos serán discípulos del Señor y su dicha
será inmensa. Serás consolidada en la justicia. Si alguien te ataca, no será de
parte mía; cualquiera que te ataque, contra ti se estrellará. Pues voy a firmar
con vosotros una alianza eterna.»
Los montes y
colinas romperán a cantar ante vosotros con gritos de alegría, y aplaudirán los
árboles del campo. En lugar del espino crecerá el ciprés, en lugar de la ortiga
crecerán los mirtos.
Será esto para
gloria del Señor, para señal eterna que jamás se borrará.
RESPONSORIO
Sal 22, 4; 108, 22; Is 66, 13; Sal 120, 6
R. No se turbe tu
corazón ni te inquiete cosa alguna: aunque camines por cañadas oscuras, aunque
te sientas pobre y desdichado y lleves traspasado el corazón. * Como una madre
acaricia a su hijo, así yo os consolaré.
V. De día el sol
no te hará daño, ni la luna de noche.
R. Como una madre
acaricia a su hijo, así yo os consolaré.
SEGUNDA LECTURA
Del Mensaje del
papa Pablo sexto al pueblo mexicano
(L 'Osservatore
Romano, 18 de octubre de 1970)
EL MEJOR HOMENAJE
A MARÍA: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO
Amadísimos hijos,
deseamos unir nuestra voz a ese himno filial que el pueblo mexicano eleva hoy a
la Madre de Dios. La devoción a la Virgen Santísima de Guadalupe debe ser para
todos vosotros una constante y particular exigencia de auténtica renovación
cristiana. La corona que ella espera de todos vosotros no es tanto una corona
material, sino una preciosa corona espiritual, formada por un profundo amor a
Cristo y por un sincero amor a todos los hombres: los dos mandamientos que
resumen el mensaje evangélico. La misma Virgen Santísima, con su ejemplo, nos
guía en estos dos caminos.
En primer lugar,
nos pide que hagamos de Cristo el centro y la cumbre de toda nuestra vida cristiana.
Ella misma se oculta, con suprema humildad, para que la figura de su Hijo
aparezca a los hombres con todo su incomparable fulgor. Por eso, la misma
devoción mariana alcanza su plenitud y su expresión más exacta cuando es un
camino hacia el Señor y dirige todo el amor hacia él, como ella supo hacerlo,
al entrelazar en un mismo impulso la ternura de madre y la piedad de creatura.
Pero además, y
precisamente porque amaba tan entrañablemente a Cristo, nuestra Madre cumplió
cabalmente ese segundo mandamiento que debe ser la norma de todas las
relaciones humanas: el amor al prójimo. ¡Qué bella y delicada intervención de
María en las bodas de Caná, cuando mueve a su Hijo a realizar el primer milagro
de convertir el agua en vino, sólo para ayudar a aquellos jóvenes esposos! Es
todo un signo del constante amor de la Virgen Santísima por la humanidad
necesitada y debe ser un ejemplo para todos los que quieren considerarse
verdaderamente hijos suyos.
Un cristiano no
puede menos que demostrar su solidaridad para solucionar la situación de
aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de
un trabajo honorable y justamente remunerado; no puede quedar insensible
mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus
legítimas aspiraciones, y mientras una parte de la humanidad siga estando
marginada a las ventajas de la civilización y del progreso. Por ese motivo, en
esta fiesta tan señalada os exhortamos de corazón a dar a vuestra vida
cristiana un marcado sentido social -como pide el Concilio-, que os haga estar
siempre en primera línea en todos los esfuerzos para el progreso y en todas las
iniciativas para mejorar la situación de los que sufren necesidad. Ved en cada
hombre un hermano, y en cada hermano, a Cristo, de manera que el amor a Dios y
el amor al prójimo se unan en un mismo amor, vivo y operante, que es lo único
que puede redimir las miserias del mundo, renovándolo en su raíz más honda: el
corazón del hombre.
El que tiene mucho
que sea consciente de su obligación de servir y de contribuir con generosidad
para el bien de todos. El que tiene poco o no tiene nada que, mediante la ayuda
de una sociedad justa, se esfuerce en superarse y en elevarse a sí mismo y aun
en cooperar al progreso de los que sufren su misma situación. Y, todos, sentid
el deber de uniros fraternalmente para ayudar a forjar ese mundo nuevo que
anhela la humanidad.
Esto es lo que hoy
os pide la Virgen de Guadalupe, ésta la fidelidad al Evangelio, de la que ella
supo ser el ejemplo eminente.
Sobre vosotros,
muy queridos hijos, imploramos confiado la maternal benevolencia de la Madre de
Dios y Madre de la Iglesia, para que siga protegiendo a vuestra nación y la
dirija e impulse cada vez más por los caminos del progreso, del amor fraterno y
de la pacífica convivencia.
RESPONSORIO
Mt 22, 37-38; 1Jn 4, 20; cf. Mt 25, 40
R. Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente: éste es el
principal y el primero de los mandamientos. Pero * si alguno dice: «Yo amo a
Dios», y no ama a su hermano, está mintiendo.
V. Todo lo que
hacéis a uno de estos mis humildes hermanos, a mí me lo hacéis.
R. Si alguno dice:
«Yo amo a Dios», y no ama a su hermano, está mintiendo.
Himno: SEÑOR, DIOS
ETERNO
Señor, Dios eterno,
alegres te cantamos,
a ti nuestra
alabanza,
a ti, Padre del
cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti,
los ángeles te adoran
y cantan sin
cesar:
Santo, santo,
santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el
cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te
alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los
profetas te enaltece,
y el ejército
glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia
santa,
por todos los
confines extendida,
con júbilo te
adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo eterno,
unigénito de Dios,
santo Espíritu de
amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres
el Rey de la gloria,
tú el Hijo y
Palabra del Padre,
tú el Rey de toda
la creación.
Tú, para salvar al
hombre,
tomaste la
condición de esclavo
en el seno de una
virgen.
Tú destruiste la
muerte
y abriste a los
creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y
glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún
día,
como juez
universal.
Muéstrate, pues,
amigo y defensor
de los hombres que
salvaste.
Y recíbelos por
siempre allá en tu reino,
con tus santos y
elegidos.
La parte que sigue
puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo,
Señor,
y bendice a tu
heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por
siempre.
Día tras día te
bendeciremos
y alabaremos tu
nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de
pecado en este día.
Ten piedad de
nosotros, Señor,
ten piedad de
nosotros.
Que tu misericordia,
Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos
de ti.
A ti, Señor, me
acojo,
no quede yo nunca
defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre
Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer
siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen María.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen María.
Himno: AYER, ALBA
EN EL ALBA, SUBISTE PRESUROSA.
Ayer, alba en el
alba, subiste presurosa
por servir a tu
prima, cual sierva ante los siervos.
Hoy a México
bajas, cual Rosa misteriosa,
para anuciar al
indio que en sus ratos acervos
jamás estará solo;
porque jamás, oh Madre,
has sido en
nuestra historia cobarde subterfugio;
porque tú eres la
escala ante el Hijo del Padre:
¡tú el regazo y el
puente; tú, defensa y refugio!
Eres cifra y
compendio de nuestra patria suave;
eres signo y
substancia de nuestra nueva raza;
eres lámpara y
cuna, eres báculo y ave,
eres vínculo y
nudo, eres tilma, eres casa.
Por tus manos en
hueco, patena de ternura,
consagramos al
Padre de todos los consuelos,
por el Hijo, en la
Llama quemaste la amargura
del sudor hecho
lágrimas y el júbilo hecho anhelos.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Quién es
esa que surge como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol,
imponente como escuadrón a banderas desplegadas?
SALMO 62, 2-9 - EL
ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres
mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está
sedienta de ti;
mi carne tiene
ansia de ti,
como tierra
reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te
contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y
tu gloria!
Tu gracia vale más
que la vida,
te alabarán mis
labios.
Toda mi vida te
bendeciré
y alzaré las manos
invocándote.
Me saciaré de
manjares exquisitos,
y mis labios te
alabarán jubilosos.
En el lecho me
acuerdo de ti
y velando medito
en ti,
porque fuiste mi
auxilio,
y a la sombra de
tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida
a ti,
y tu diestra me
sostiene.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Quién es esa
que surge como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, imponente
como escuadrón a banderas desplegadas?
Ant 2. Yo soy la
siempre Virgen santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive.
Cántico: TODA LA
CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas
del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Ángeles del Señor,
bendecid al Señor;
cielos, bendecid
al Señor.
Aguas del espacio,
bendecid al Señor;
ejércitos del
Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor;
astros del cielo,
bendecid al Señor.
Lluvia y rocío,
bendecid al Señor;
vientos todos,
bendecid al Señor.
Fuego y calor,
bendecid al Señor;
fríos y heladas,
bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas,
bendecid al Señor;
témpanos y hielos,
bendecid al Señor.
Escarchas y
nieves, bendecid al Señor;
noche y día,
bendecid al Señor.
Luz y tinieblas,
bendecid al Señor;
rayos y nubes,
bendecid al Señor.
Bendiga la tierra
al Señor,
ensálcelo con
himnos por los siglos.
Montes y cumbres,
bendecid al Señor;
cuanto germina en
la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares y ríos,
bendecid al Señor.
Cetáceos y peces,
bendecid al Señor;
aves del cielo,
bendecid al Señor.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al
Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor,
bendecid al Señor.
Almas y espíritus
justos, bendecid al Señor;
santos y humildes
de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y
Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con
himnos por los siglos.
Bendito el Señor
en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso
y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria
al Padre.
Ant. Yo soy la
siempre Virgen santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive.
Ant 3. Como el
águila incita a volar a sus polluelos y revolotea sobre el nido, así extendió
ella sus alas y los llevó sobre su plumaje.
Salmo 149 -
ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
resuene su
alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre
Israel por su Creador,
los hijos de Sión
por su Rey.
Alabad su nombre
con danzas,
cantadle con
tambores y cítaras;
porque el Señor
ama a su pueblo
y adorna con la
victoria a los humildes.
Que los fieles
festejen su gloria
y canten jubilosos
en filas:
con vítores a Dios
en la boca
y espadas de dos
filos en las manos:
para tomar venganza
de los pueblos
y aplicar el
castigo a las naciones,
sujetando a los
reyes con argollas,
a los nobles con
esposas de hierro.
Ejecutar la
sentencia dictada
es un honor para
todos sus fieles.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Como el
águila incita a volar a sus polluelos y revolotea sobre el nido, así extendió
ella sus alas y los llevó sobre su plumaje.
LECTURA BREVE
Cf. Sir 50, 5-10
¡Qué majestuosa
cuando salía detrás del velo! Como estrella matutina en medio de las nubes,
como la luna en los días de plenilunio, como el sol cuando brilla sobre el
templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria, como
flor de rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como vaso de oro
macizo adornado con piedras preciosas.
RESPONSORIO BREVE
V. Levanto mis
ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
R. Levanto mis
ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
V. Señor, por ti
madrugo, dame una señal propicia.
R. ¿De dónde me
vendrá el auxilio?
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Levanto mis
ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sube a un
alto monte, alegre mensajero de Jerusalén, di a las ciudades de Judá: «¡Aquí
está vuestro Dios! Como un pastor pastorea a su pueblo.»
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sube a un
alto monte, alegre mensajero de Jerusalén, di a las ciudades de Judá: «¡Aquí
está vuestro Dios! Como un pastor pastorea a su pueblo.»
PRECES
Alabemos a Dios
Padre todopoderoso, el Creador por quien se vive, y digámosle:
Señor, por quien
vivimos, escucha nuestras plegarias.
Bendito seas,
Señor del universo, que en tu inmensa piedad nos enviaste a la Madre de tu
Hijo,
para llamarnos a
la fe y hacernos ingresar a tu pueblo santo.
Te bendecimos,
Señor, porque ocultaste tu mensaje a los sabios y prudentes según el
mundo
y lo revelaste a
los pequeños, a los que son tenidos por insignificantes y despreciables.
Concédenos ser,
como Juan Diego, embajadores tuyos muy dignos de confianza,
que llevemos a
todos los hombres y a todas las naciones tu mensaje de amor y de paz.
Tú que, con la
presencia de María, haces brillar los riscos como perlas y las espinas como el
oro,
haz que el amor de
la Santísima Virgen María nos transforme en otros Cristos.
Haz que , como
Juan Diego, seamos siempre fieles al culto divino y a tus mandatos,
para que
merezcamos, también nosotros, que la Virgen María nos salga al paso en el
camino de nuestra vida.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Con la confianza
que nos da la predilección mostrada por la santa Madre de Dios hacia nosotros,
digámosle al Padre de los Cielos, con profundo amor filial:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios
nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre
Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer
siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Brotan
flores en los campos, y el arrullo de la tórtola se ha escuchado en nuestra
tierra.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 128 -
ESPERANZA DE UN PUEBLO OPRIMIDO
¡Cuánta guerra me
han hecho desde mi juventud
-que lo diga
Israel-,
cuánta guerra me
han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron
conmigo!
Sobre mis espaldas
metieron el arado
y alargaron los
surcos.
Pero el Señor, que
es justo,
rompió las
coyundas de los malvados.
Retrocedan,
avergonzados,
los que odian a
Sión;
sean como la
hierba del tejado,
que se seca y
nadie la siega;
que no llena la
mano del segador
ni la brazada del
que agavilla;
ni le dicen los
que pasan:
«Que el Señor te
bendiga.»
Os bendecimos en
el nombre del Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Brotan flores
en los campos, y el arrullo de la tórtola se ha escuchado en nuestra tierra.
LECTURA BREVE
Os 11, 4
Era yo para ellos
como quien levanta a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia ellos para
darles de comer.
V. No ha hecho
cosa semejante con ninguna otra nación.
R. Nos ha robado
el corazón con una sola de sus miradas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre
Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer
siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH SEÑOR,
DIOS ETERNO Y BONDADOSO
Oh Señor, Dios
eterno y bondadoso,
tú diriges los
tiempos y la vida;
son por ti
luminosas las mañanas,
con tu sol das el
fuego al mediodía.
Que tu paz se
derrame en nuestras almas
y que apague el
ardor de la discordia;
que descansen los
cuerpos fatigados,
anhelando el
reposo de tu gloria.
Tu amistad danos,
Padre omnipotente,
sea Cristo la
senda que sigamos,
ilumine el Espíritu
el desierto
en que todos a ti
peregrinamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ella es más
bella que el sol, supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale
ella vencedora.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían tragado
vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ella es más
bella que el sol, supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale
ella vencedora.
LECTURA BREVE
Sir 24, 18. 23
He surgido como
una palmera de Engadí, como rosal de Jericó, como gallardo olivo en la llanura:
mis flores y mis frutos son bellos y abundantes.
V. Un panal que
destila son tus labios.
R. Tu nombre es
como un bálsamo fragante.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre
Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre
firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH DIOS,
TENAZ VIGOR DE TODA COSA
Oh Dios, tenaz
vigor de toda cosa,
que inmóvil en ti
mismo permaneces,
y que el orden del
tiempo determinas
por medio de la
luz que nace y muere.
Dígnate
concedernos, en la tarde,
Luz con que
nuestra vida nunca cese,
y haz que el bien
infinito de la gloria
siga a la gracia
de una santa muerte.
Glorificado seas,
Jesucristo,
nacido del más
puro y santo vientre,
y que sean también
glorificados
el Padre y el
Espíritu por siempre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Pondré en
ellos mi morada, y enjugaré toda lágrima de sus ojos.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 130 - COMO
UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón
no es ambicioso,
ni mis ojos
altaneros;
no pretendo
grandezas
que superan mi
capacidad;
sino que acallo y
modero mis deseos,
como un niño en
brazos de su madre.
Espere Israel en
el Señor
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pondré en
ellos mi morada, y enjugaré toda lágrima de sus ojos.
LECTURA BREVE
Is 9, 2
Acrecentaste su
gozo, hiciste inmensa su alegría: se han regocijado al verte como se alegran en
la siega, como se gozan los que reparten el botín.
V. El pueblo que
caminaba en tinieblas vio una grande luz.
R. Sobre los que
vivían en tierra de sombras brilló un intenso resplandor.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre
Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer
siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por
Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: MORENEZ DE
MORENA HERMOSURA.
Morenez de morena
hermosura,
no nevado candor
de jazmín;
sí amalgama,
crisol que madura
nuestra sed del
Amor, mar sin fin.
Ella es reina,
nosotros vasallos;
ella es río,
nosotros la sed;
ella estrella,
nosotros los rayos;
ella nave,
nosotros la red.
Sobre el surco del
llanto, sus ojos,
sobre el hambre de
Madre, su amor;
sus dos manos, un
viento de rezos,
en la noche de
América, sol.
Cuando el valle se
viste de sombras
y el silencio es
la voz del hogar,
te loamos, Señor,
que te nombras
el Amor no agotado
de amar. Amén.
SALMODIA
Ant 1. He elegido
y santificado este lugar, para que en él permanezca mi nombre para siempre y
estén fijos en él mis ojos y mi corazón.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. He elegido y
santificado este lugar, para que en él permanezca mi nombre para siempre y
estén fijos en él mis ojos y mi corazón.
Ant 2. Reconozcan,
Señor, que aquí está tu mano, que eres tú quien lo ha hecho.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reconozcan,
Señor, que aquí está tu mano, que eres tú quien lo ha hecho.
Ant 3. El gorrión
ha encontrado una casa, y la tórtola ha hallado un nido para colocar a sus
polluelos.
Cántico: EL PLAN
DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro
Señor Jesucristo,
que nos ha
bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de
bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en
la persona de Cristo,
antes de crear el
mundo,
para que fuésemos
consagrados
e irreprochables
ante él por el amor.
Él nos ha
destinado en la persona de Cristo,
por pura
iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria
de su gracia,
que tan
generosamente nos ha concedido
en su querido
Hijo,
redunde en
alabanza suya.
Por este Hijo, por
su sangre,
hemos recibido la
redención,
el perdón de los
pecados.
El tesoro de su
gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un
derroche para con nosotros,
dándonos a conocer
el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había
proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el
momento culminante:
hacer que todas
las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y
las de la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El gorrión ha
encontrado una casa, y la tórtola ha hallado un nido para colocar a sus
polluelos.
LECTURA BREVE
Ap 21, 2-3
Vi la ciudad
santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada
como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que
decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres, y acampará
entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos.»
RESPONSORIO BREVE
V. Se levantaron
sus hijos, y la proclamaron bienaventurada.
R. Se levantaron
sus hijos, y la proclamaron bienaventurada.
V. Ella abrió sus
labios con sabiduría y su lengua pronunció palabras de amor.
R. Y la
proclamaron bienaventurada.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Se levantaron
sus hijos, y la proclamaron bienaventurada.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Las aguas
torrenciales no han podido apagar el amor, ni los ríos extinguirlo.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham
y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Las aguas
torrenciales no han podido apagar el amor, ni los ríos extinguirlo.
PRECES
Elevemos nuestras
súplicas a Dios, que quiso enviarnos a la Santísima Virgen María para darnos
consuelo en nuestras penas y llevarnos hacia él; pidámosle confiadamente:
Concédenos su
amor, auxilio y defensa.
Tú que has hecho
surgir a la Santísima Virgen María como el sol sobre los montes para iluminar a
tu Iglesia, haz que, bajo el influjo de su belleza y de su amor, reine la
justicia y la paz en todo el mundo.
Señor, Dios
nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo imprimiera su figura en el ayate
del indio Juan Diego y tomara nuestros rasgos, haz que copiemos en nosotros sus
virtudes y su amor hacia los pobres y desamparados.
Tú que, por medio
de María, convertiste la aridez del Tepeyac en jardín florido y perfumado,
trasforma a nuestro pueblo, por medio de ella, en un plantío fecundo de
verdaderos cristianos.
Haz que aprendamos
de Juan Diego la sencillez y la humildad, la constancia en el sufrimiento y la
fidelidad a tu santísima Madre.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú que has
constituido a la Virgen María como protectora de todos los que la invoquen y en
ella confíen,
haz llegar la luz
de su consuelo hasta los miembros de tu pueblo santo que ya han salido de este
mundo.
Unidos fraternalmente
bajo la protección maternal de María, digamos a Dios con profunda confianza
filial:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios
nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre
Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer
siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO
ACABAMOS EL DÍA
Cuando acabamos el
día
te suplicamos,
Señor,
nos hagas de
centinela
y otorgues tu
protección.
Que te sintamos:
contigo
sueñe nuestro
corazón
para cantar tus
loores
de nuevo al salir
el sol.
Danos vida
saludable,
alienta nuestro
calor,
tu claridad
ilumine
la oscuridad que
llegó.
Dánoslo, Padre
piadoso,
por Jesucristo, el
Señor,
que reina con el
Espíritu
Santo vivificador.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú, Señor,
eres clemente y rico en misericordia.
Salmo 85 - ORACIÓN
DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído,
Señor; escúchame,
que soy un pobre
desamparado;
protege mi vida,
que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo,
que confía en ti.
Tú eres mi Dios,
piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy
llamando todo el día;
alegra el alma de
tu siervo,
pues levanto mi
alma hacia ti;
porque tú, Señor,
eres bueno y clemente,
rico en
misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi
oración,
atiende a la voz
de mi súplica.
En el día del
peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual
entre los dioses, Señor,
ni hay obras como
las tuyas.
Todos los pueblos
vendrán
a postrarse en tu
presencia, Señor;
bendecirán tu
nombre:
«Grande eres tú, y
haces maravillas;
tú eres el único
Dios.»
Enséñame, Señor,
tu camino,
para que siga tu
verdad;
mantén mi corazón
entero
en el temor de tu
nombre.
Te alabaré de todo
corazón, Dios mío;
daré gloria a tu
nombre por siempre,
por tu grande
piedad para conmigo,
porque me salvaste
del abismo profundo.
Dios mío, unos
soberbios se levantan contra mí,
una banda de
insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en
cuenta a ti.
Pero tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera,
rico en piedad y leal,
mírame, ten
compasión de mí.
Da fuerza a tu
siervo,
salva al hijo de
tu esclava;
dame una señal
propicia,
que la vean mis
adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor,
me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor,
eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto
para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros,
para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede, Señor, a
nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del
reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la
cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo tu amparo nos
acogemos,
santa Madre de
Dios,
no desprecies las
oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa
y bendita.
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