Del Común de santos
varones para los santos religiosos. Salterio III
SAN MARTIN DE
PORRES, religioso.(MEMORIA)
Nació en Lima
(Perú) de padre español y madre mulata, el año 1579. De jovencito aprendió el
oficio de barbero-cirujano, que luego, al ingresar en la Orden de Predicadores,
ejerció ampliamentre en favor de los pobres. Llevó una vida de mortificación,
de humildad y de gran devoción a la eucarstìa. Murió el año 1639.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Aclamemos al
Señor, en esta fiesta de san Martín de Porres.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al
Señor, en esta fiesta de san Martín de Porres.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DICHOSOS
LOS QUE, OYENDO LA LLAMADA
Dichosos los que,
oyendo la llamada
de la fe y del
amor en vuestra vida,
creísteis que la
vida os era dada
para darla en amor
y con fe viva.
Dichosos, si
abrazasteis la pobreza
para llenar de
Dios vuestras alforjas,
para servirle a él
con fortaleza,
con gozo y con
amor a todas horas.
Dichosos
mensajeros de verdades,
que fuisteis por
caminos de la tierra,
predicando bondad
contra maldades,
pregonando la paz
contra las guerras.
Dichosos, del amor
dispensadores,
dichosos, de los
tristes el consuelo,
dichosos, de los
hombres servidores,
dichosos,
herederos de los cielos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mira,
Señor, y contempla nuestro oprobio.
Salmo 88,39-53 -
IV: LAMENTACIÓN POR LA CAÍDA DE LA CASA DE DAVID
Tú, encolerizado
con tu Ungido,
lo has rechazado y
desechado;
has roto la
alianza con tu siervo
y has profanado
hasta el suelo su corona;
has derribado sus
murallas
y derrocado sus
fortalezas;
todo viandante lo
saquea,
y es la burla de
sus vecinos;
has sostenido la
diestra de sus enemigos
y has dado el
triunfo a sus adversarios;
pero a él le has
embotado la espada
y no lo has
confortado en la pelea;
has quebrado su
cetro glorioso
y has derribado su
trono;
has acortado los
días de su juventud
y lo has cubierto
de ignominia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mira, Señor,
y contempla nuestro oprobio.
Ant 2. Yo soy el
renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Salmo 88,39-53 - V
¿Hasta cuándo,
Señor, estarás escondido
y arderá como un
fuego tu cólera?
Recuerda, Señor,
lo corta que es mi vida
y lo caducos que
has creado a los humanos.
¿Quién vivirá sin
ver la muerte?
¿Quién sustraerá
su vida a la garra del abismo?
¿Dónde está,
Señor, tu antigua misericordia
que por tu
fidelidad juraste a David?
Acuérdate, Señor,
de la afrenta de tus siervos:
lo que tengo que
aguantar de las naciones,
de cómo afrentan,
Señor, tus enemigos,
de cómo afrentan
las huellas de tu Ungido.
Bendito el Señor
por siempre. Amén, amén.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el
renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Ant 3. Nuestros
años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde siempre y por
siempre.
Salmo 89 - BAJE A
NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR
Señor, tú has sido
nuestro refugio
de generación en
generación.
Antes que naciesen
los montes
o fuera engendrado
el orbe de la tierra,
desde siempre y
por siempre tú eres Dios.
Tú reduces el
hombre a polvo,
diciendo:
«Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu
presencia
son un ayer, que
pasó;
una vigilia
nocturna.
Los siembras año
por año,
como hierba que se
renueva:
que florece y se
renueva por la mañana,
y por la tarde la
siegan y se seca.
¡Cómo nos ha
consumido tu cólera
y nos ha
trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras
culpas ante ti,
nuestros secretos
ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros
días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se
acabaron como un suspiro.
Aunque uno viva
setenta años,
y el más robusto
hasta ochenta,
la mayor parte son
fatiga inútil,
porque pasan
aprisa y vuelan.
¿Quién conoce la
vehemencia de tu ira,
quién ha sentido
el peso de tu cólera?
Enséñanos a
calcular nuestros años,
para que
adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor,
¿hasta cuándo?
Ten compasión de
tus siervos;
por la mañana
sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra
vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por
los días en que nos afligiste,
por los años en
que sufrimos desdichas.
Que tus siervos
vean tu acción,
y sus hijos tu
gloria.
Baje a nosotros la
bondad del Señor
y haga prósperas
las obras de nuestras manos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestros años
se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde siempre y por
siempre.
V. En ti, Señor,
está la fuente viva.
R. Y tu luz nos
hace ver la luz.
PRIMERA LECTURA
Del libro de la
Sabiduría 13, 1-10; 14, 15-21; 15, 1-6
EL HOMBRE SABIO
RECHAZA A LOS ÍDOLOS
Eran naturalmente
vanos todos los hombres que ignoraban a Dios, y fueron incapaces de conocer al
que es partiendo de las cosas buenas que están a la vista, y no reconocieron al
artífice fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al
viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a las
lumbreras celestes, regidoras del mundo. Si, fascinados por su hermosura, los
creyeron dioses, sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los creó el autor de
la belleza; y si los asombró su poder y actividad, calculen cuánto más poderoso
es quien los hizo; pues, por la magnitud y belleza de las creaturas, se
descubre por analogía al que les dio el ser.
Con todo, a éstos
poco se les puede echar en cara, pues tal vez andan extraviados buscando a Dios
y queriéndolo encontrar; en efecto, dan vueltas a sus obras, las exploran, y su
apariencia los subyuga, porque es bello lo que ven. Pero ni siquiera éstos son
perdonables, porque si lograron saber tanto que fueron capaces de averiguar el
principio del cosmos, ¿cómo no encontraron antes a su Dueño? Son unos
desgraciados, ponen su esperanza en seres inertes, los que llamaron dioses a
las obras de sus manos humanas, al oro y la plata labrados con arte y a figuras
de animales, o a una piedra inservible, obra de mano antigua.
Un padre,
desconsolado por un luto prematuro, hace una imagen del hijo malogrado, y, al
que antes era un hombre muerto, ahora lo venera como un dios e instituye
misterios e iniciaciones para sus subordinados; luego arraiga con el tiempo
esta impía costumbre y se observa como ley. También por decreto de los soberanos
se daba culto a las estatuas; como los hombres, viviendo lejos, no podían
venerarlos en persona, representaron a la persona remota haciendo una imagen
visible del rey venerado, para así, mediante esta diligencia, adular presente
al ausente.
La ambición del
artista, atrayendo aun a los que no lo conocían, promovió este culto; en
efecto, queriendo tal vez halagar al potentado, lo favorecía, forzando
hábilmente el parecido, y la gente, atraída por el encanto de la obra, juzga
ahora digno de adoración al que poco antes veneraba como hombre. Este hecho
resultó una trampa para el mundo: que los hombres, bajo el yugo de la desgracia
y del poder, impusieran el nombre incomunicable a la piedra y al leño.
Pero tú, Dios
nuestro, eres bueno, leal y paciente, y con misericordia gobiernas todas las
cosas. Aunque pequemos, somos tuyos, acatamos tu poder; pero no pecaremos,
sabiendo que te pertenecemos. La perfecta justicia consiste en conocerte a ti,
y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad. No nos extraviaron las
malas artes inventadas por los hombres, ni el trabajo estéril de los pintores
-figuras realizadas con manchas polícromas-; su contemplación apasiona a los
necios, que se entusiasman con la imagen sin aliento de un ídolo muerto. Están
enamorados del mal y son dignos de tales esperanzas tanto los autores como los
entusiastas y los adoradores.
RESPONSORIO
Rm 1, 20; Sb 13, 5. 1
R. Después de la
creación del mundo, conocemos los atributos invisibles de Dios, aprehendidos
mediante las creaturas. * Pues, por la magnitud y belleza de las creaturas, se
descubre por analogía al que les dio el ser.
V. Eran
naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios.
R. Pues, por la
magnitud y belleza de las creaturas, se descubre por analogía al que les dio el
ser.
SEGUNDA LECTURA
De la homilía
pronunciada por el papa Juan XXIII en la canonización de san Martín de Porres
(Día 6 de mayo de
1962: AAS 54 [1962], 306-309)
«MARTÍN DE LA
CARIDAD»
Martín nos demuestra
con el ejemplo de su vida que podemos llegar a la salvación y a la santidad por
el camino que nos enseñó Cristo Jesús: a saber, si, en primer lugar, amamos a
Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente;
y si, en segundo lugar, amamos al prójimo como a nosotros mismos.
Él sabía que
Cristo Jesús padeció por nosotros y, cargado con nuestros pecados, subió al
leño, y por esto tuvo un amor especial a Jesús crucificado, de tal modo que, al
contemplar sus atroces sufrimientos, no podía evitar el derramar abundantes
lágrimas. Tuvo también una singular devoción al santísimo sacramento de la
eucaristía, al que dedicaba con frecuencia largas horas de oculta adoración
ante el sagrario, deseando nutrirse de él con la máxima frecuencia que le era
posible.
Además, san
Martín, obedeciendo el mandato del divino Maestro, se ejercitaba intensamente
en la caridad para con sus hermanos, caridad que era fruto de su fe íntegra y
de su humildad. Amaba a sus prójimos, porque los consideraba verdaderos hijos
de Dios y hermanos suyos; y los amaba aún más que a sí mismo, ya que, por su
humildad, los tenía a todos por más justos y perfectos que él.
Disculpaba los
errores de los demás; perdonaba las más graves injurias, pues estaba convencido
que era mucho más lo que merecía por sus pecados; ponía todo su empeño en
retornar al buen camino a los pecadores; socorría con amor a los enfermos;
procuraba comida, vestido y medicinas a los pobres; en la medida que le era
posible, ayudaba a los agricultores y a los negros y mulatos, que, por aquel
tiempo, eran tratados como esclavos de la más baja condición, lo que le valió,
por parte del pueblo, el apelativo de «Martín de la caridad».
Este santo varón,
que con sus palabras, ejemplos y virtudes impulsó a sus prójimos a una vida de
piedad, también ahora goza de un poder admirable para elevar nuestras mentes a
las cosas celestiales. No todos, por desgracia, son capaces de comprender estos
bienes sobrenaturales, no todos los aprecian como es debido, al contrario, son
muchos los que, enredados en sus vicios, los menosprecian, los desdeñan o los
olvidan completamente. Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos la
dulzura y felicidad que se encuentra en el seguimiento de Jesucristo y en la
sumisión a sus divinos mandatos.
RESPONSORIO
Sir 31, 8. 11. 9
R. Dichoso el
hombre que se conserva íntegro y no se pervierte por la riqueza. * Su dicha
será consolidada por el Señor.
V. ¿Quién es éste,
y lo felicitaremos? Pues ha hecho algo admirable en su pueblo.
R. Su dicha será
consolidada por el Señor.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, que llevaste a san Martín de Porres a la gloria celestial, por medio
de una vida escondida y humilde, concédenos seguir de tal manera sus ejemplos,
que merezcamos, como él, ser llevados al cielo. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Aclamemos al
Señor, en esta fiesta de san Martín de Porres.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al
Señor, en esta fiesta de san Martín de Porres.
Himno: VOSOTROS
SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros sois luz
del mundo
y ardiente sal de
la tierra,
ciudad esbelta en
el monte,
fermento en la
masa nueva.
Vosotros sois los
sarmientos,
y yo la Vid
verdadera;
si el Padre poda
las ramas,
más fruto llevan
las cepas.
Vosotros sois la
abundancia
del reino que ya
está cerca,
los doce mil
señalados
que no caerán en
la siega.
Dichosos, porque
sois limpios
y ricos en la
pobreza,
y es vuestro el
reino que sólo
se gana con la
violencia. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¡Qué pregón
tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Salmo 86 - HIMNO A
JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado
sobre el monte santo;
y el Señor
prefiere las puertas de Sión
a todas las
moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan
glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto
y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios
y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión:
«Uno por uno
todos han nacido
en ella;
el Altísimo en
persona la ha fundado.»
El Señor escribirá
en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido
allí.»
Y cantarán
mientras danzan:
«Todas mis fuentes
están en ti.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué pregón
tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Ant 2. El Señor
llega con poder, y su recompensa lo precede.
Cántico: EL BUEN
PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y SAPIENTÍSIMO - Is 40, 10-17
Mirad, el Señor
Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con
él su salario
y su recompensa lo
precede.
Como un pastor que
apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los
corderos
y hace recostar a
las madres.
¿Quién ha medido a
puñados el mar
o mensurado a
palmos el cielo,
o a cuartillos el
polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado
en la balanza los montes
y en la báscula
las colinas?
¿Quién ha medido
el aliento del Señor?
¿Quién le ha
sugerido su proyecto?
¿Con quién se
aconsejó para entenderlo,
para que le
enseñara el camino exacto,
para que le
enseñara el saber
y le sugiriese el
método inteligente?
Mirad, las
naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el
polvillo de balanza.
Mirad, las islas
pesan lo que un grano,
el Líbano no basta
para leña,
sus fieras no
bastan para el holocausto.
En su presencia,
las naciones todas,
como si no
existieran,
son ante él como
nada y vacío.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
llega con poder, y su recompensa lo precede.
Ant 3. Ensalzad al
Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.
Salmo 98 - SANTO
ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El Señor reina,
tiemblen las naciones;
sentado sobre
querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande
en Sión,
encumbrado sobre
todos los pueblos.
Reconozcan tu
nombre, grande y terrible:
Él es santo.
Reinas con poder y
amas la justicia,
tú has establecido
la rectitud;
tú administras la
justicia y el derecho,
tú actúas en
Jacob.
Ensalzad al Señor,
Dios nuestro;
postraos ante el
estrado de sus pies:
Él es santo.
Moisés y Aarón con
sus sacerdotes,
Samuel con los que
invocan su nombre,
invocaban al
Señor, y él respondía.
Dios les hablaba
desde la columna de nube;
oyeron sus
mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios
nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos
un Dios de perdón
y un Dios vengador
de sus maldades.
Ensalzad al Señor,
Dios nuestro;
postraos ante su
monte santo:
Santo es el Señor,
nuestro Dios.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ensalzad al
Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.
LECTURA BREVE
Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la
misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa,
agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este
mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis
discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
V. Y sus pasos no
vacilan.
R. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Bendito sea
el Señor, porque ha redimido a todos los pueblos, y a todos los ha llamado de
las tinieblas a su luz admirable.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito sea
el Señor, porque ha redimido a todos los pueblos, y a todos los ha llamado de
las tinieblas a su luz admirable.
PRECES
Adoremos,
hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con
santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:
Tú solo eres
santo, Señor.
Señor Jesús,
probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete de
nuestras debilidades.
Señor Jesús, que a
todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar
por caminos de santidad.
Señor Jesús, que
nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina nuestras
vidas con tu propia luz.
Señor Jesús, que
viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz que sepamos
servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor Jesús,
reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que un día
podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Oremos ahora al
Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios
nuestro, que llevaste a san Martín de Porres a la gloria celestial, por medio
de una vida escondida y humilde, concédenos seguir de tal manera sus ejemplos,
que merezcamos, como él, ser llevados al cielo. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Sostenme,
Señor, con tu promesa y viviré.
Salmo 118, 113-120
Detesto a los
inconstantes
y amo tu voluntad;
tú eres mi refugio
y mi escudo,
yo espero en tu palabra;
apartaos de mí los
perversos,
y cumpliré tus
mandatos, Dios mío.
Sosténme con tu
promesa y viviré,
que no quede
frustrada mi esperanza;
dame apoyo y
estaré a salvo,
me fijaré en tus
leyes sin cesar;
desprecias a los
que se desvían de tus decretos,
sus proyectos son
engaño.
Tienes por escoria
a los malvados,
por eso amo tus
preceptos;
mi carne se
estremece con tu temor,
y respeto tus
mandamientos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sostenme,
Señor, con tu promesa y viviré.
Ant 2. Socórrenos,
Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.
Salmo 78, 1-5.
8-11. 13 - LAMENTACIÓN ANTE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN
Dios mío, los
gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu
santo templo,
han reducido
Jerusalén a ruinas.
Echaron los
cadáveres de tus siervos
en pasto a las
aves del cielo,
y la carne de tus
fieles
a las fieras de la
tierra,
Derramaron su
sangre como agua
en torno a
Jerusalén,
y nadie la
enterraba.
Fuimos el escarnio
de nuestros vecinos,
la irrisión y la
burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo,
Señor?
¿Vas a estar
siempre enojado?
¿Va a arder como
fuego tu cólera?
No recuerdes
contra nosotros
las culpas de
nuestros padres;
que tu compasión
nos alcance pronto,
pues estamos
agotados.
Socórrenos, Dios
salvador nuestro,
por el honor de tu
nombre;
líbranos y perdona
nuestros pecados
a causa de tu
nombre.
¿Por qué han de
decir los gentiles:
«Dónde está su
Dios»?
Que a nuestra
vista conozcan los gentiles la venganza
de la sangre de
tus siervos derramada.
Llegue a tu
presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo
poderoso, salva a los condenados a muerte.
Mientras,
nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu
rebaño,
te daremos gracias
siempre,
cantaremos tus
alabanzas
de generación en
generación.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Socórrenos,
Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.
Ant 3. Dios de los
ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.
Salmo 79 - VEN A
VISITAR TU VIÑA
Pastor de Israel,
escucha,
tú que guías a
José como a un rebaño;
tú que te sientas
sobre querubines, resplandece
ante Efraím,
Benjamín y Manasés;
despierta tu poder
y ven a salvarnos.
¡Oh Dios!,
restáuranos,
que brille tu
rostro y nos salve.
Señor Dios de los
ejércitos,
¿hasta cuándo
estarás airado
mientras tu pueblo
te suplica?
Le diste a comer
llanto,
a beber lágrimas a
tragos;
nos entregaste a
las disputas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos
se burlan de nosotros.
Dios de los ejércitos,
restáuranos,
que brille tu
rostro y nos salve.
Sacaste una vid de
Egipto,
expulsaste a los
gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el
terreno y echó raíces
hasta llenar el
país;
su sombra cubría
las montañas,
y sus pámpanos,
los cedros altísimos;
extendió sus
sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta
el Gran Río.
¿Por qué has
derribado su cerca
para que la
saqueen los viandantes,
la pisoteen los
jabalíes
y se la coman las
alimañas?
Dios de los
ejércitos, vuélvete:
mira desde el
cielo, fíjate,
ven a visitar tu
viña,
la cepa que tu
diestra plantó,
y que tú hiciste
vigorosa.
La han talado y le
han prendido fuego:
con un bramido
hazlos perecer.
Que tu mano
proteja a tu escogido,
al hombre que tú
fortaleciste.
No nos alejaremos
de ti:
danos vida, para
que invoquemos tu nombre.
Señor Dios de los
ejércitos, restáuranos,
que brille tu
rostro y nos salve.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios de los
ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.
LECTURA BREVE
Sb 19, 20b
En verdad, Señor,
que en todo engrandeciste a tu pueblo y lo glorificaste, y no te desdeñaste de
asistirlo en todo tiempo y en todo lugar.
V. Tú, oh Dios,
haciendo maravillas.
R. Mostraste tu
poder a los pueblos.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que a
la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en
oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo
Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL PAN DE
CADA DÍA
El pan de cada día
dánoslo hoy,
Señor, a manos llenas;
convierte en
alegría
nuestras labores
buenas
y acaricia el
dolor de nuestras penas.
¡Horas de tedio
largas
sin la presencia
buena de tus manos!
¡Ay, las horas
amargas
nos vuelven
inhumanos,
si no abrimos el
alma a los hermanos!
Santifica el
momento
de este ruido
tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el
aliento
de tu presencia
amiga
que acreciente el
esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE
Dt 4, 7
¿Cuál de las
naciones grandes tiene unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios,
siempre que lo invocamos?
V. Cerca está el
Señor de los que lo invocan.
R. Y escucha sus
gritos.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso
y eterno, ante ti no existe ni la oscuridad ni las tinieblas, haz, pues,
brillar sobre nosotros la claridad de tu luz, para que, guardando tus
preceptos, caminemos siempre por tus sendas con el corazón jubiloso. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO
DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo
lo que existe,
de tu pueblo
elegido eterna roca,
de los tiempos
Señor, que prometiste
dar tu vigor al
que con fe te invoca.
Mira al hombre que
es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu
paz háganlo fuerte
para amarte y
servirte en esta vida
y gozarte después
de santa muerte.
Jesús, Hijo del
Padre, ven aprisa
en este atardecer
que se avecina,
serena claridad y
dulce brisa
será tu amor que
todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor
nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos
construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el
que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el
que teme al Señor.
LECTURA BREVE
Est 10, 9
Mi pueblo es
Israel, que clamó a Dios y fue salvado. Salvó el Señor a su pueblo y nos liberó
de todos estos males; obró Dios grandes señales y prodigios como nunca los hubo
en los demás pueblos.
V. Te doy gracias,
Señor, porque me escuchaste.
R. Y fuiste mi
salvación.
ORACIÓN
OREMOS,
Contempla, Señor,
a tu familia en oración, y haz que imitando los ejemplos de paciencia de tu
Hijo no decaiga nunca ante la adversidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FELIZ QUIEN
HA ESCUCHADO LA LLAMADA
Feliz quien ha
escuchado la llamada
al pleno
seguimiento del Maestro,
feliz porque él,
con su mirada,
lo eligió como
amigo y compañero.
Feliz el que ha
abrazado la pobreza
para llenar de
Dios su vida toda,
para servirlo a él
con fortaleza,
con gozo y con
amor a todas horas.
Feliz el mensajero
de verdades
que marcha por
caminos de la tierra,
predicando bondad
contra maldades,
pregonando la paz
contra las guerras. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Que tus
fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.
Salmo 131 I - PROMESAS
A LA CASA DE DAVID.
Señor, tenle en
cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al
Fuerte de Jacob:
«No entraré bajo
el techo de mi casa,
no subiré al lecho
de mi descanso,
no daré sueño a
mis ojos,
ni reposo a mis
párpados,
hasta que
encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el
Fuerte de Jacob.»
Oímos que estaba
en Efrata,
la encontramos en
el Soto de Jaar:
entremos en su
morada,
postrémonos ante
el estrado de sus pies.
Levántate, Señor,
ven a tu mansión,
ven con el arca de
tu poder:
que tus sacerdotes
se vistan de gala,
que tus fieles te
aclamen.
Por amor a tu
siervo David,
no niegues
audiencia a tu Ungido.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que tus
fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.
Ant 2. El Señor ha
elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
Salmo 131 II.
El Señor ha jurado
a David
una promesa que no
retractará:
«A uno de tu
linaje
pondré sobre tu
trono.
Si tus hijos
guardan mi alianza
y los mandatos que
les enseño,
también sus hijos,
por siempre,
se sentarán sobre
tu trono.»
Porque el Señor ha
elegido a Sión,
ha deseado vivir
en ella:
«Ésta es mi
mansión por siempre,
aquí viviré,
porque la deseo.
Bendeciré sus
provisiones,
a sus pobres los
saciaré de pan;
vestiré a sus
sacerdotes de gala,
y sus fieles
aclamarán con vítores.
Haré germinar el
vigor de David,
enciendo una
lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los
vestiré de ignominia,
sobre él brillará
mi diadema.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
Ant 3. El Señor le
dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
Cántico: EL JUICIO
DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos,
Señor Dios omnipotente,
el que eres y el
que eras,
porque has asumido
el gran poder
y comenzaste a
reinar.
Se encolerizaron
las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que
sean juzgados los muertos,
y de dar el
galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a
los que temen tu nombre,
y a los pequeños y
a los grandes,
y de arruinar a
los que arruinaron la tierra.
Ahora se
estableció la salud y el poderío,
y el reinado de
nuestro Dios,
y la potestad de
su Cristo;
porque fue
precipitado
el acusador de
nuestros hermanos,
el que los acusaba
ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron
en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra
del testimonio que dieron,
y no amaron tanto
su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad
alegres, cielos,
y los que moráis
en sus tiendas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor le
dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
LECTURA BREVE
Rm 8, 28-30
Sabemos que a los
que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su
designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su
Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que
predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los
glorificó.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es
justo y ama la justicia.
R. El Señor es
justo y ama la justicia.
V. Los buenos
verán su rostro.
R. El Señor es
justo y ama la justicia.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es
justo y ama la justicia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Alabemos al
Señor, que ha glorificado a su humilde siervo Martín con dones celestiales.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabemos al
Señor, que ha glorificado a su humilde siervo Martín con dones celestiales.
PRECES
Pidamos a Dios
Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de los
santos nos ayude, y digamos:
Haz que seamos
santos, porque tú, Señor, eres santo.
Padre santo, que
has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
haz que la Iglesia
santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.
Padre santo, que
deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito,
ayúdanos a dar
fruto de buenas obras.
Padre santo, que
nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
guárdanos en tu
nombre para que todos seamos uno.
Padre santo, que
nos convocas al banquete de tu reino,
haz que comiendo
el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Padre santo,
perdona a los pecadores sus delitos
y admite a los
difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.
Porque nos
llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios
nuestro, que llevaste a san Martín de Porres a la gloria celestial, por medio
de una vida escondida y humilde, concédenos seguir de tal manera sus ejemplos,
que merezcamos, como él, ser llevados al cielo. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA
LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del
sol es ya poniente,
gracias, Señor, es
nuestra melodía;
recibe, como
ofrenda, amablemente,
nuestro dolor,
trabajo y alegría.
Si poco fue el
amor en nuestro empeño
de darle vida al
día que fenece,
convierta en
realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que
todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor,
redime nuestra suerte
de pecadora en
justa, e ilumina
la senda de la
vida y de la muerte
del hombre que en
la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del
Padre, cuando avanza
la noche oscura
sobre nuestro día,
concédenos la paz
y la esperanza
de esperar cada
noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi carne
descansa serena.
Salmo 15 - CRISTO
Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios
mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor:
«Tú eres mi bien.»
Los dioses y
señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las
estatuas
de dioses
extraños;
no derramaré sus
libaciones con mis manos,
ni tomaré sus
nombres en mis labios.
El Señor es mi
heredad y mi copa;
mi suerte está en
tu mano:
me ha tocado un
lote hermoso,
me encanta mi
heredad.
Bendeciré al
Señor, que me aconseja,
hasta de noche me
instruye internamente.
Tengo siempre
presente al Señor,
con él a mi
derecha no vacilaré.
Por eso se me
alegra el corazón,
se gozan mis
entrañas,
y mi carne
descansa serena.
Porque no me
entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu
fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el
sendero de la vida,
me saciarás de
gozo en tu presencia,
de alegría perpetua
a tu derecha.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi carne
descansa serena.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 23
Que el mismo Dios
de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea
custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas
ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos
siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y
esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los
desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos ,
gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora,
abogada nuestra,
vuelve a nosotros
tus ojos misericordiosos,
y después de este
destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de
tu vientre.
¡Oh clemente, oh
piadosa,
oh dulce Virgen
María!
No hay comentarios:
Publicar un comentario