De la Feria.
Salterio III
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid,
aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: PRIMICIAS
SON DEL SOL DE SU PALABRA
Primicias son del
sol de su Palabra
las luces
fulgurantes de este día;
despierte el
corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es
la que ilumina.
Jesús es el que
viene y el que pasa
en Pascua permanente
entre los hombres,
resuena en cada
hermano su palabra,
revive en cada
vida sus amores.
Abrid el corazón,
es él quien llama
con voces
apremiantes de ternura;
venid: habla,
Señor, que tu palabra
es vida y
salvación de quien la escucha.
El día del Señor,
eterna Pascua,
que nuestro
corazón inquieto espera,
en ágape de amor
ya nos alcanza,
solemne memorial
en toda fiesta.
Honor y gloria al
Padre que nos ama,
y al Hijo que
preside esta asamblea,
cenáculo de amor
le sea el alma,
su Espíritu por
siempre sea en ella. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Día tras
día te bendeciré, Señor. Aleluya.
Salmo 144 I -
HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS
Te ensalzaré, Dios
mío, mi rey;
bendeciré tu
nombre por siempre jamás.
Día tras día te
bendeciré
y alabaré tu nombre
por siempre jamás.
Grande es el
Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su
grandeza;
una generación
pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus
hazañas.
Alaban ellos la
gloria de tu majestad,
y yo repito tus
maravillas;
encarecen ellos
tus temibles proezas,
y yo narro tus
grandes acciones;
difunden la
memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus
victorias.
El Señor es
clemente y misericordioso,
lento a la cólera
y rico en piedad;
el Señor es bueno
con todos,
es cariñoso con
todas sus creaturas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Día tras día
te bendeciré, Señor. Aleluya.
Ant 2. Tu reinado,
Señor, es un reinado perpetuo. Aleluya.
Salmo 144 II
Que todas tus
creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan
tus fieles;
que proclamen la
gloria de tu reinado,
que hablen de tus
hazañas;
explicando tus
proezas a los hombres,
la gloria y
majestad de tu reinado.
Tu reinado es un
reinado perpetuo,
tu gobierno va de
edad en edad.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu reinado,
Señor, es un reinado perpetuo. Aleluya.
Ant 3. El Señor es
fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.
Salmo 144 III
El Señor es fiel a
sus palabras,
bondadoso en todas
sus acciones.
El Señor sostiene
a los que van a caer,
endereza a los que
ya se doblan.
Los ojos de todos
te están aguardando,
tú les das la
comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de
favores a todo viviente.
El Señor es justo
en todos sus caminos,
es bondadoso en
todas sus acciones;
cerca está el
Señor de los que lo invocan,
de los que lo
invocan sinceramente.
Satisface los
deseos de sus fieles,
escucha sus
gritos, y los salva.
El Señor guarda a
los que lo aman,
pero destruye a
los malvados.
Pronuncie mi boca
la alabanza del Señor,
todo viviente
bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.
V. Hijo mío, haz
caso a mis palabras.
R. presta oído a
mis consejos.
PRIMERA LECTURA
Del libro de la
Sabiduría 8, 1-21
LA SABIDURÍA DEBE
PEDIRSE A DIOS
La sabiduría se
despliega vigorosamente de un confín al otro del mundo y gobierna de excelente
manera todo el universo.
Yo la amé y la
pretendí desde mi juventud; me es forcé por hacerla esposa mía y me constituí
en el amante de su belleza. Realza su nobleza con su intimidad con Dios, pues
el Señor del universo la amó. Está iniciada en la ciencia de Dios y lo guía en
la elección de sus obras. Si en la vida la riqueza es un bien deseable, ¿qué
cosa más rica que la sabiduría que todo lo hace? Si la inteligencia es
creadora, ¿quién sino la sabiduría es el artífice del universo? ¿Amas la
justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña la
templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza: lo más provechoso para el
hombre en la vida. ¿Deseas además gran experiencia? Ella sabe el pasado y
conjetura el porvenir, interpreta las máximas y descifra los enigmas, conoce el
alcance de señales y prodigios, así como la sucesión de épocas y tiempos.
Decidí, pues,
tomarla por compañera de mi vida, sabiendo que sería mi consejera en los días
felices y mi aliento en las preocupaciones y penas. «Gracias a ella -me decía-
alcanzaré prestigio entre la muchedumbre, y, aunque joven, honor ante los
ancianos. En el tribunal me mostraré agudo y los poderosos, al verme, quedarán
admirados. Si callo, esperarán; si hablo, prestarán atención; si prolongo mi
discurso, pondrán la mano en la boca. Por ella conseguiré la inmortalidad y
dejaré recuerdo a los que me sucedan. Gobernaré los los pueblos y las naciones
me estarán sujetas. Con sólo oír mi nombre soberanos terribles temerán. Me
mostraré bueno con mi pueblo y valiente en la guerra. Vuelto a casa, junto a
ella descansaré, pues no causa amargura su compañía ni tristeza la convivencia
con ella, sino placer y alegría.»
Revolviendo estos
pensamientos en mi mente y considerando en mi corazón que la inmortalidad se
encuentra en la unión con la sabiduría, en su amistad un placer puro, en los
trabajos de sus manos inagotables riquezas, prudencia en cultivar su trato y
prestigio en conversar con ella, buscaba por todos los medios la manera de
hacérmela mía.
Era yo un muchacho
de buen natural, me cupo en suerte un alma buena, o más bien, siendo bueno,
vine a un cuerpo incontaminado; pero comprendí que no podría poseer la
sabiduría si Dios no me la daba, y ya era un frutos de la prudencia saber de
quién procedía esta gracia; me dirigí al Señor y se la pedí con todo mi
corazón.
RESPONSORIO
Sb 7, 7-8a; St 1, 5
R. Supliqué y se
me concedió la prudencia. * Invoqué y vino a mí un espíritu de sabiduría. La
preferí a los cetros y a los tronos.
V. Si alguno de
vosotros está a falta de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos
generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará.
R. Invoqué y vino
a mí un espíritu de sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución
pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio
Vaticano segundo
(Núm. 78)
NATURALEZA DE LA
PAZ
La paz no consiste
en una mera ausencia de guerra ni se reduce a asegurar el equilibrio de las
distintas fuerzas contrarias ni nace del dominio despótico, sino que, con
razón, se define como obra de la justicia. Ella es como el fruto de aquél orden
que el Creador quiso establecer en la sociedad humana y que debe irse
perfeccionando sin cesar por medio del esfuerzo de aquellos hombres que aspiran
a implantar en el mundo una justicia cada vez más plena. En efecto, aunque
fundamentalmente el bien común del género humano depende de la ley eterna, en
sus exigencias concretas está, con todo, sometido a las continuas
transformaciones ocasionadas por la evolución de los tiempos; la paz no es
nunca algo adquirido de una vez para siempre, sino que es preciso irla
construyendo y edificando cada día. Como además la voluntad humana es frágil y
está herida por el pecado, el mantenimiento de la paz requiere que cada uno se
esfuerce constantemente por dominar sus pasiones, y exige de la autoridad
legítima una constante vigilancia.
Y todo esto es aún
insuficiente. La paz de la que hablamos no puede obtenerse en este mundo si no
se garantiza el bien de cada una de las personas y si los hombres no saben
comunicarse entre sí espontáneamente y con confianza las riquezas de su
espíritu y de su talento. La firme voluntad de respetar la dignidad de los
otros hombres y pueblos y el solícito ejercicio de la fraternidad son algo
absolutamente imprescindible para construir la verdadera paz. Por ello puede
decirse que la paz es también fruto del amor, que supera los límites de lo que
exige la simple justicia. La paz terrestre nace del amor al prójimo, y es como
la imagen y el efecto de aquella paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En
efecto, el mismo Hijo encarnado, príncipe de la paz, ha reconciliado por su
cruz a todos los hombres con Dios, reconstruyendo la unidad de todos en un solo
pueblo y en un solo cuerpo. Así ha dado muerte en su propia carne al odio y,
después del triunfo de su resurrección, ha derramado su Espíritu de amor en el
corazón de los hombres.
Por esta razón
todos los cristianos quedan vivamente invitados a que, realizando la verdad en
el amor, se unan a aquellos hombres que, como auténticos constructores de la
paz, se esfuerzan por instaurarla y rehacerla. Movidos por este mismo espíritu,
no podemos menos de alabar a quienes, renunciando a toda intervención violenta
en la defensa de sus derechos, recurren a aquellos medios de defensa que están
incluso al alcance de los más débiles, con tal de que esto pueda hacerse sin
lesionar los derechos y los deberes de otras personas o de la misma comunidad.
RESPONSORIO
Cf. 1Cro 29, 11. 12; 2M 1, 24
R. ¡Tuyo es el
reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Señor! Tú estás por encima de
todas las naciones. * Danos la paz, Señor, en nuestros días.
V. Dios nuestro,
creador de todas las cosas, temible y fuerte, justo y misericordioso.
R. Danos la paz,
Señor, en nuestros días.
Himno: SEÑOR, DIOS
ETERNO
Señor, Dios
eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra
alabanza,
a ti, Padre del
cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti,
los ángeles te adoran
y cantan sin
cesar:
Santo, santo,
santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el
cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te
alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los
profetas te enaltece,
y el ejército
glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia
santa,
por todos los
confines extendida,
con júbilo te
adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo eterno,
unigénito de Dios,
santo Espíritu de
amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres
el Rey de la gloria,
tú el Hijo y
Palabra del Padre,
tú el Rey de toda
la creación.
Tú, para salvar al
hombre,
tomaste la
condición de esclavo
en el seno de una
virgen.
Tú destruiste la
muerte
y abriste a los
creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y
glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún
día,
como juez
universal.
Muéstrate, pues,
amigo y defensor
de los hombres que
salvaste.
Y recíbelos por
siempre allá en tu reino,
con tus santos y
elegidos.
La parte que sigue
puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo,
Señor,
y bendice a tu
heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por
siempre.
Día tras día te
bendeciremos
y alabaremos tu
nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de
pecado en este día.
Ten piedad de
nosotros, Señor,
ten piedad de
nosotros.
Que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos
de ti.
A ti, Señor, me
acojo,
no quede yo nunca
defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor de poder y
de misericordia, cuyo favor hace digno y agradable el servicio de tus fieles,
concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el esquema
del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Himno: LAS SOMBRAS
OSCURAS HUYEN.
Las sombras
oscuras huyen,
ya va pasando la
noche;
y el sol, con su
luz de fuego,
nos disipa los
temores.
Ya se apagan las
estrellas
y se han encendido
soles;
el rocío cae de
los cielos
en el cáliz de las
flores.
Las criaturas van
vistiendo
sus galas y sus
colores,
porque al nacer
nuevo día
hacen nuevas las
canciones.
¡Lucero, Cristo,
del alba,
que paces entre
esplendores,
apacienta nuestras
vidas
ya sin sombras y
sin noches!
¡Hermoso Cristo,
el Cordero,
entre collados y
montes! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es
admirable en el cielo. Aleluya.
Salmo 92 - GLORIA
DEL DIOS CREADOR
El Señor reina
vestido de majestad,
el Señor, vestido
y ceñido de poder:
así está firme el
orbe y no vacila.
Tu trono está
firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos,
Señor,
levantan los ríos
su voz,
levantan los ríos
su fragor;
pero más que la
voz de aguas caudalosas,
más potente que el
oleaje del mar,
más potente en el
cielo es el Señor.
Tus mandatos son
fieles y seguros;
la santidad es el
adorno de tu casa,
Señor, por días
sin término.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
admirable en el cielo. Aleluya.
Ant 2. Tú, Señor,
eres alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.
Cántico: TODA LA
CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas
del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Ángeles del Señor,
bendecid al Señor;
cielos, bendecid
al Señor.
Aguas del espacio,
bendecid al Señor;
ejércitos del
Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor;
astros del cielo,
bendecid al Señor.
Lluvia y rocío,
bendecid al Señor;
vientos todos,
bendecid al Señor.
Fuego y calor,
bendecid al Señor;
fríos y heladas,
bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas,
bendecid al Señor;
témpanos y hielos,
bendecid al Señor.
Escarchas y
nieves, bendecid al Señor;
noche y día,
bendecid al Señor.
Luz y tinieblas,
bendecid al Señor;
rayos y nubes,
bendecid al Señor.
Bendiga la tierra
al Señor,
ensálcelo con
himnos por los siglos.
Montes y cumbres,
bendecid al Señor;
cuanto germina en
la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares y ríos,
bendecid al Señor.
Cetáceos y peces,
bendecid al Señor;
aves del cielo,
bendecid al Señor.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al
Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor,
bendecid al Señor.
Almas y espíritus
justos, bendecid al Señor;
santos y humildes
de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y
Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con
himnos por los siglos.
Bendito el Señor
en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso
y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria
al Padre.
Ant. Tú, Señor,
eres alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.
Ant 3. Alabad al
Señor en el cielo. Aleluya.
Salmo 148 -
ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Alabad al Señor en
el cielo,
alabad al Señor en
lo alto.
Alabadlo todos sus
ángeles,
alabadlo todos sus
ejércitos.
Alabadlo, sol y
luna;
alabadlo,
estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios
celestes,
y aguas que
cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre
del Señor,
porque él lo
mandó, y existieron.
Les dio
consistencia perpetua
y una ley que no
pasará.
Alabad al Señor en
la tierra,
cetáceos y abismos
del mar.
Rayos, granizo,
nieve y bruma,
viento huracanado
que cumple sus órdenes.
Montes y todas las
sierras,
árboles frutales y
cedros.
Fieras y animales
domésticos,
reptiles y pájaros
que vuelan.
Reyes y pueblos
del orbe,
príncipes y jefes
del mundo.
Los jóvenes y
también las doncellas,
los viejos junto
con los niños.
Alaben el nombre
del Señor,
el único nombre
sublime.
Su majestad sobre
el cielo y la tierra;
él acrece el vigor
de su pueblo.
Alabanza de todos
sus fieles,
de Israel, su
pueblo escogido.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al
Señor en el cielo. Aleluya.
LECTURA BREVE
Ez 37, 12b-14
Así dice el Señor.
«Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros,
pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y cuando abra vuestros sepulcros
y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que yo soy el Señor: os
infundiré mi espíritu y viviréis, os colocaré en vuestra tierra y sabréis que
yo el Señor lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás
sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de
nosotros.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Zaqueo, muy
contento, recibió a Jesús en su casa. A esta casa hoy ha llegado la salvación.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Zaqueo, muy
contento, recibió a Jesús en su casa. A esta casa hoy ha llegado la salvación.
PRECES
Invoquemos a Dios
Padre que envió al Espíritu Santo, para que con su luz santísima penetrara las
almas de sus fieles, y digámosle:
Ilumina, Señor, a
tu pueblo.
Te bendecimos,
Señor, luz nuestra,
porque a gloria de
tu nombre nos has hecho llegar a este nuevo día.
Tú que por la resurrección
de tu Hijo quisiste iluminar el mundo,
haz que tu Iglesia
difunda entre todos los hombres la alegría pascual.
Tú que por el
Espíritu de la verdad adoctrinaste a los discípulos de tu Hijo,
envía este mismo
Espíritu a tu Iglesia para que permanezca siempre fiel a ti.
Tú que eres luz
para todos los hombres, acuérdate de los que viven aún en las tinieblas
y abre los ojos de
su mente para que te reconozcan a ti, único Dios verdadero.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Por Jesús hemos
sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor de poder y
de misericordia, cuyo favor hace digno y agradable el servicio de tus fieles,
concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN DEL
SENO DE DIOS, OH SANTO ESPÍRITU
Ven del seno de
Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las
mentes de tus fieles;
y haz que los
corazones que creaste
se llenen con tus
dádivas celestes.
Ilumine tu luz
nuestros sentidos,
encienda el fuego
de tu amor los pechos;
Espíritu de
Cristo, fortalece
este barro mortal
de nuestros corazones.
Danos, Amor, tu
amor y la alegría
de conocer al
Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti
que eres de entrambos
eternamente el
inefable Espíritu. Amén
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él
me respondió.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él
me respondió.
Ant 2. El Señor
guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
guarda tus entradas y salidas.
Ant 3. Me he
alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he
alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE
Rm 8, 15-16
No habéis recibido
espíritu de esclavitud, para recaer otra vez en el temor, sino que habéis
recibido espíritu de adopción filial, por el que clamamos: «¡Padre!». Este
mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios.
V. En ti, Señor,
está la fuente viva.
R. Y tu luz nos
hace ver la luz.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor de poder y
de misericordia, cuyo favor hace digno y agradable el servicio de tus fieles,
concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO
DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del
hombre, en que él se afana
tras la felicidad
que tanto ansía,
tú lo vistes,
Señor, de luz temprana
y de radiante sol
al mediodía.
Así el poder de tu
presencia encierra
el secreto más
hondo de esta vida;
un nuevo cielo y
una nueva tierra
colmarán nuestro
anhelo sin medida.
Poderoso Señor de
nuestra historia,
no tardes en venir
gloriosamente;
tu luz resplandeciente
y tu victoria
inunden nuestra
vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE
Rm 8, 22-23
La creación
entera, como bien lo sabemos, va suspirando y gimiendo toda ella, hasta el
momento presente, como con dolores de parto. Y no es ella sola, también
nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, suspiramos en nuestro
interior, anhelando la redención de nuestro cuerpo.
V. Bendice, alma
mía, al Señor.
R. El rescata tu
vida de la fosa.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor de poder y
de misericordia, cuyo favor hace digno y agradable el servicio de tus fieles,
concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DANOS,
SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos, Señor, la
firme voluntad,
compañera y sostén
de la virtud,
que sabe en la
fatiga hallar quietud
y en medio de las
sombras claridad:
La que trueca en
tesón la veleidad,
y el ocio en
perennal solicitud,
y las ásperas
fiebres en salud
y los torpes
engaños en verdad.
Y así conseguirá
mi corazón
que los favores
que a tu amor debí
le ofrezcan algún
fruto en galardón.
Y aún tú, Señor,
conseguirás así
que no llegue a
romper mi confusión
la imagen tuya que
pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant 1. En el
peligro grité al Señor, y me escuchó. Aleluya.
Salmo 117 I -
HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna
su misericordia.
Diga la casa de
Israel:
eterna es su
misericordia.
Diga la casa de
Aarón:
eterna es su
misericordia.
Digan los fieles
del Señor:
eterna es su
misericordia.
En el peligro grité
al Señor,
y me escuchó,
poniéndome a salvo.
El Señor está
conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme
el hombre?
El Señor está
conmigo y me auxilia,
veré la derrota de
mis adversarios.
Mejor es
refugiarse en el Señor
que fiarse de los
hombres,
mejor es refugiarse
en el Señor
que confiar en los
magnates.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En el peligro
grité al Señor, y me escuchó. Aleluya.
Ant 2. La diestra
del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. Aleluya.
Salmo 117 II
Todos los pueblos
me rodeaban,
en el nombre del
Señor los rechacé;
me rodeaban
cerrando el cerco,
en el nombre del
Señor los rechacé;
me rodeaban como
avispas,
ardiendo como
fuego en las zarzas,
en el nombre del
Señor los rechacé.
Empujaban y
empujaban para derribarme,
pero el Señor me
ayudó;
el Señor es mi
fuerza y mi energía,
él es mi
salvación.
Escuchad: hay
cantos de victoria
en las tiendas de
los justos:
«La diestra del
Señor es poderosa,
la diestra del
Señor es excelsa,
la diestra del
Señor es poderosa.»
No he de morir,
viviré
para contar las
hazañas del Señor.
Me castigó, me
castigó el Señor,
pero no me entregó
a la muerte.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La diestra
del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. Aleluya.
Ant 3. El Señor es
Dios, él nos ilumina. Aleluya.
Salmo 117 III
Abridme las
puertas del triunfo,
y entraré para dar
gracias al Señor.
Esta es la puerta
del Señor:
los vencedores
entrarán por ella.
Te doy gracias
porque me escuchaste
y fuiste mi
salvación.
La piedra que
desecharon los arquitectos
es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien
lo ha hecho,
ha sido un milagro
patente.
Éste es el día en
que actuó el Señor:
sea nuestra
alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la
salvación;
Señor, danos
prosperidad.
Bendito el que
viene en nombre del Señor,
os bendecimos
desde la casa del Señor;
el Señor es Dios:
él nos ilumina.
Ordenad una
procesión con ramos
hasta los ángulos
del altar.
Tú eres mi Dios,
te doy gracias;
Dios mío, yo te
ensalzo.
Dad gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna
su misericordia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
Dios, él nos ilumina. Aleluya.
LECTURA BREVE
2Tm 1, 9
Dios nos ha
salvado y nos ha llamado con santa llamada, no según nuestras obras, sino según
su propio propósito y su gracia, que nos dio con Cristo Jesús antes de los
tiempos eternos.
V. El Señor los
condujo seguros, sin alarmas.
R. Los hizo entrar
por las santas fronteras.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor de poder y
de misericordia, cuyo favor hace digno y agradable el servicio de tus fieles,
concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
II
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SANTA
UNIDAD Y TRINIDAD BEATA.
Santa unidad y
Trinidad beata:
con los destellos
de tu brillo eterno,
infunde amor en
nuestros corazones,
mientras se va
alejando el sol de fuego.
Por la mañana te
cantamos loas
y por la tarde te
elevamos ruegos,
pidiéndote que
estemos algún día
entre los que te
alaban en el cielo.
Glorificado sean
por los siglos
de los siglos el
Padre y su Unigénito,
y que glorificado
con entrambos
sea por tiempo
igual el Paracleto. Amén
SALMODIA
Ant 1. Oráculo del
Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha.» Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7
- EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor
a mi Señor:
«Siéntate a mi
derecha,
y haré de tus
enemigos
estrado de tus
pies.»
Desde Sión
extenderá el Señor
el poder de tu
cetro:
somete en la
batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe
desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores
sagrados;
yo mismo te
engendré, como rocío,
antes de la
aurora.»
El Señor lo ha
jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote
eterno
según el rito de
Melquisedec.»
El Señor a tu
derecha, el día de su ira,
quebrantará a los
reyes.
En su camino
beberá del torrente,
por eso levantará
la cabeza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oráculo del
Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha.» Aleluya.
Ant 2. El Señor
piadoso ha hecho maravillas memorables. Aleluya.
Salmo 110 -
GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR
Doy gracias al
Señor de todo corazón,
en compañía de los
rectos, en la asamblea.
Grandes son las
obras del Señor,
dignas de estudio
para los que las aman.
Esplendor y
belleza son su obra,
su generosidad
dura por siempre;
ha hecho maravillas
memorables,
el Señor es
piadoso y clemente.
Él da alimento a
sus fieles,
recordando siempre
su alianza;
mostró a su pueblo
la fuerza de su poder,
dándoles la
heredad de los gentiles.
Justicia y verdad
son las obras de sus manos,
todos sus preceptos
merecen confianza:
son estables para
siempre jamás,
se han de cumplir
con verdad y rectitud.
Envió la redención
a su pueblo,
ratificó para
siempre su alianza,
su nombre es
sagrado y temible.
Primicia de la
sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio
los que lo practican;
la alabanza del
Señor dura por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
piadoso ha hecho maravillas memorables. Aleluya.
Ant 3. Reina el
Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS
DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico
siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es
cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo
al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la
gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios
son verdaderos y justos.
R. Aleluya,
(aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor
sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis,
pequeños y grandes.
R. Aleluya,
(aleluya).
Aleluya.
Porque reina el
Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y
gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya,
(aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del
cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha
embellecido.
R. Aleluya,
(aleluya).
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reina el
Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
LECTURA BREVE
1Pe 1, 3-5
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo
para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera,
que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para
la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendito eres,
Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres,
Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria
y alabanza por los siglos.
R. En la bóveda
del cielo.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito eres,
Señor, en la bóveda del cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Hijo del
hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Hijo del
hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
PRECES
Invoquemos a Dios,
nuestro Padre, que maravillosamente creó el mundo, lo redimió de forma más
admirable aún y no cesa de conservarlo con amor, y digámosle:
Renueva, Señor, las
maravillas de tu amor.
Señor, tú que en
el universo, obra de tus manos, nos revelas tu poder,
haz que sepamos
ver tu providencia en los acontecimientos del mundo.
Tú que por la
victoria de tu Hijo en la cruz anunciaste la paz al mundo,
líbranos de todo
desaliento y de todo temor.
A todos los que
aman la justicia y trabajan por conseguirla,
concédeles que
cooperen con sinceridad y concordia en la edificación de un mundo mejor.
Ayuda a los
oprimidos, consuela a los afligidos, libra a los cautivos, da pan a los
hambrientos
y fortalece a los
débiles, para que en todos se manifieste el triunfo de la cruz.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú que al tercer
día resucitaste a tu Hijo gloriosamente del sepulcro,
haz que nuestros
hermanos difuntos lleguen también a la plenitud de la vida.
Concluyamos
nuestra súplica con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor de poder y
de misericordia, cuyo favor hace digno y agradable el servicio de tus fieles,
concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CRISTO,
SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo, Señor de
la noche,
que disipas las
tinieblas:
mientras los
cuerpos reposan,
se tú nuestro
centinela.
Después de tanta
fatiga,
después de tanta
dureza,
acógenos en tus
brazos
y danos noche
serena.
Si nuestros ojos
se duermen,
que el alma esté
siempre en vela;
en paz cierra
nuestros párpados
para que cesen las
penas.
Y que al despuntar
el alba,
otra vez con
fuerzas nuevas,
te demos gracias,
oh Cristo,
por la vida que
comienza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Al amparo
del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA
SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al
amparo del Altísimo,
que vives a la
sombra del Omnipotente,
di al Señor:
«Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío
en ti.»
Él te librará de
la red del cazador,
de la peste
funesta.
Te cubrirá con sus
plumas,
bajo sus alas te
refugiarás:
su brazo es escudo
y armadura.
No temerás el
espanto nocturno,
ni la flecha que
vuela de día,
ni la peste que se
desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que
devasta a mediodía.
Caerán a tu
izquierda mil,
diez mil a tu
derecha;
a ti no te
alcanzará.
Tan sólo abre tus
ojos
y verás la paga de
los malvados,
porque hiciste del
Señor tu refugio,
tomaste al
Altísimo por defensa.
No se te acercará
la desgracia,
ni la plaga
llegará hasta tu tienda,
porque a sus
ángeles ha dado órdenes
para que te
guarden en tus caminos;
te llevarán en sus
palmas,
para que tu pie no
tropiece en la piedra;
caminarás sobre
áspides y víboras,
pisotearás leones
y dragones.
«Se puso junto a
mí: lo libraré;
lo protegeré
porque conoce mi nombre,
me invocará y lo
escucharé.
Con él estaré en
la tribulación,
lo defenderé, lo
glorificaré;
lo saciaré de
largos días,
y le haré ver mi
salvación.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al amparo del
Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE
Ap 22, 4-5
Verán el rostro
del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán
luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y
reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te
pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la
resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos
levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA
SANTISIMA VIRGEN
Salve, Reina de
los cielos
y Señora de los
ángeles;
salve raíz, salve
puerta,
que dio paso a
nuestra luz.
Alégrate, virgen
gloriosa,
entre todas la más
bella;
salve, agraciada
doncella,
ruega a Cristo por
nosotros.
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