Del Común de santos
varones: para los santos que se distinguieron por el ejercicio de las obras de
misericordia. Salterio II
SAN VICENTE DE
PAÚL, presbítero. (MEMORIA)
Nació en
Aquitania el año 1581. Cursados los correspondientes estudios, fue ordenado sacerdote
y ejerció de párroco en París. Fundó la Congregación de la Misión, destinada a
la formación del clero y al servicio de los pobres, y también, con la ayuda de
santa Luisa de Marillac, la Congregación de Hijas de la Caridad. Murió en París
el año 1660.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Aclamemos al
Señor, en esta fiesta de san Vicente de Paúl.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al
Señor, en esta fiesta de san Vicente de Paúl.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DICHOSOS
LOS QUE, OYENDO LA LLAMADA
Dichosos los que,
oyendo la llamada
de la fe y del
amor en vuestra vida,
creísteis que la
vida os era dada
para darla en amor
y con fe viva.
Dichosos, si
abrazasteis la pobreza
para llenar de
Dios vuestras alforjas,
para servirle a él
con fortaleza,
con gozo y con
amor a todas horas.
Dichosos
mensajeros de verdades,
que fuisteis por
caminos de la tierra,
predicando bondad
contra maldades,
pregonando la paz
contra las guerras.
Dichosos, del amor
dispensadores,
dichosos, de los
tristes el consuelo,
dichosos, de los
hombres servidores,
dichosos,
herederos de los cielos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Encomienda
tu camino al Señor, y él actuará.
Salmo 36 I - LA
VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD
No te exasperes
por los malvados,
no envidies a los
que obran el mal:
se secarán pronto,
como la hierba,
como el césped
verde se agostarán.
Confía en el Señor
y haz el bien,
habita tu tierra y
practica la lealtad;
sea el Señor tu
delicia,
y él te dará lo
que pide tu corazón.
Encomienda tu
camino al Señor,
confía en él, y él
actuará:
hará brillar tu
justicia como el amanecer;
tu derecho, como
el mediodía.
Descansa en el
Señor y espera en él,
no te exasperes
por el hombre que triunfa
empleando la
intriga:
cohíbe la ira,
reprime el coraje,
no te exasperes,
no sea que obres mal;
porque los que
obran mal son excluidos,
pero los que
esperan en el Señor poseerán la tierra.
Aguarda un
momento: desapareció el malvado,
fíjate en su
sitio: ya no está;
en cambio, los
sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz
abundante.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Encomienda tu
camino al Señor, y él actuará.
Ant 2. Apártate
del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.
Salmo 36 II
El malvado intriga
contra el justo,
rechina sus
dientes contra él;
pero el Señor se
ríe de él,
porque ve que le
llega su hora.
Los malvados
desenvainan la espada,
asestan el arco,
para abatir a
pobres y humildes,
para asesinar a
los honrados;
pero su espada les
atravesará el corazón,
sus arcos se
romperán.
Mejor es ser
honrado con poco
que ser malvado en
la opulencia;
pues al malvado se
le romperán los brazos,
pero al honrado lo
sostiene el Señor.
El Señor vela por los
días de los buenos,
y su herencia
durará siempre;
no se agostarán en
tiempo de sequía,
en tiempo de
hambre se saciarán;
pero los malvados
perecerán,
los enemigos del
Señor
se marchitarán
como la belleza de un prado,
en humo se
disiparán.
El malvado pide
prestado y no devuelve,
el justo se
compadece y perdona.
Los que el Señor
bendice poseen la tierra,
los que él maldice
son excluidos.
El Señor asegura
los pasos del hombre,
se complace en sus
caminos;
si tropieza, no
caerá,
porque el Señor lo
tiene de la mano.
Fui joven, ya soy
viejo:
nunca he visto a
un justo abandonado,
ni a su linaje
mendigando el pan.
A diario se
compadece y da prestado;
bendita será su
descendencia.
Apártate del mal y
haz el bien,
y siempre tendrás
una casa;
porque el Señor
ama la justicia
y no abandona a
sus fieles.
Los inicuos son
exterminados,
la estirpe de los
malvados se extinguirá;
pero los justos
poseen la tierra,
la habitarán por
siempre jamás.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Apártate del
mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.
Ant 3. Confía en
el Señor y sigue su camino.
Salmo 36 III
La boca del justo
expone la sabiduría,
su lengua explica
el derecho;
porque lleva en el
corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no
vacilan.
El malvado espía
al justo
e intenta darle
muerte;
pero el Señor no
lo entrega en sus manos,
no deja que lo
condenen en el juicio.
Confía en el
Señor, sigue su camino;
él te levantará a
poseer la tierra,
y verás la
expulsión de los malvados.
Vi a un malvado
que se jactaba,
que prosperaba
como un cedro frondoso;
volví a pasar, y
ya no estaba;
lo busqué, y no lo
encontré.
Observa al
honrado, fíjate en el bueno:
su porvenir es la
paz;
los impíos serán
totalmente aniquilados,
el porvenir de los
malvados quedará truncado.
El Señor es quien
salva a los justos,
él es su alcázar
en el peligro;
el Señor los
protege y los libra,
los libra de los
malvados y los salva,
porque se acogen a
él.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confía en el
Señor y sigue su camino.
V. Enséñame Señor,
a gustar y a comprender.
R. Porque me fío
de tus mandatos.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Judit
6, 1-7. 10; 7, 1. 4-5
AJIOR ES ENTREGADO
A LOS ISRAELITAS
En aquellos días,
cuando se calmó el alboroto de los que rodeaban el consejo, Holofernes,
generalísimo del ejército asirio, dijo a Ajior en presencia de toda la tropa
extranjera y todos los moabitas:
«Y ¿quién eres tú,
Ajior, y los mercenarios de Efraím, para ponerte a profetizar así, diciendo que
no luchemos contra los israelitas porque su Dios les protegerá? ¿Qué dios hay
fuera de Nabucodonosor? Él va a enviar su poder y los exterminará de la faz de
la tierra, sin que su Dios pueda librarlos. Nosotros, sus siervos, los
aplastaremos como a un solo hombre. No podrán resistir el empuje de nuestra
caballería. Los barreremos. Sus montes se emborracharán con su sangre, sus
llanuras rebosarán de cadáveres. No podrán aguantar a pie firme ante nosotros,
sino que perecerán totalmente, dice el rey Nabucodonosor, dueño de toda la
tierra. Porque ha hablado, y no pronuncia palabras vacías.
Y en cuanto a ti,
Ajior, mercenario amonita, que has dicho esas frases en un momento de sinrazón,
no volverás a verme hasta que castigue a esa gente escapada de Egipto.
Entonces, cuando yo vuelva, la espada de mis soldados y la lanza de mis
oficiales te traspasarán el costado, y caerás entre sus heridos. Mis esclavos
te van a llevar a la montaña y te dejarán en alguna ciudad de los desfiladeros;
no perecerás hasta que seas exterminado con ellos. Y, si por dentro confías en
que no nos apoderaremos de ellos, no estés cabizbajo. Lo he dicho; no quedará
una palabra sin cumplirse.»
Después, ordenó a
los esclavos que estaban en la tienda que echasen mano a Ajior y lo llevasen a
Betulia para entregarlo a los israelitas. Los israelitas bajaron de la ciudad,
se acercaron a Ajior, lo desataron, lo llevaron a Betulia y se lo presentaron a
los jefes de la ciudad, que eran, en aquel entonces, Ozías, de Miqueas, de la
tribu de Simeón; Cabris, de Gotoniel, y Carmis, hijo de Melquiel. Convocaron a
todos los ancianos de la ciudad, y también los jóvenes y las mujeres fueron
corriendo a la asamblea. Pusieron a Ajior en medio de la gente, y Ozías le
preguntó qué había pasado.
Al día siguiente,
Holofernes ordenó a su ejército y a las tropas aliadas que levantaran el
campamento y avanzaran hacia Betulia, ocuparan los puertos de la sierra y
atacaran a los israelitas. Cuando los israelitas vieron aquella multitud
comentaron aterrorizados:
«Estos van a
barrer la faz de la tierra; ni los montes más altos, ni las colinas, ni los
barrancos aguantarán tanto peso.»
Cada cual empuñó
sus armas, encendieron hogueras en las torres y estuvieron en guardia toda la
noche.
RESPONSORIO
Jdt 6, 15; Sal 79, 3
R. Señor, Dios del
cielo, mira desde lo alto su soberbia * y apiádate de la humillación de nuestro
pueblo; mira hoy benévolo a tus consagrados.
V. Despierta tu
poder y ven a salvarnos.
R. Y apiádate de
la humillación de nuestro pueblo; mira hoy benévolo a tus consagrados.
SEGUNDA LECTURA
De los Escritos de
san Vicente de Paúl, presbítero.
(Carta 2.546:
«Correspondance, entretiens, documents», París 1922-1925, 7)
EL SERVICIO A LOS
POBRES HA DE SER PREFERIDO A TODO
Nosotros no debemos
estimar a los pobres por su apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco
por sus cualidades personales, ya que con frecuencia son rudos e incultos. Por
el contrario, si consideráis a los pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta
de que representan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso también ser
pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió casi la apariencia humana,
haciéndose necio para los gentiles y escándalo para los judíos, sin embargo, se
presentó a éstos como evangelizador de los pobres: Me envió a evangelizar a los
pobres. También nosotros debemos estar imbuidos de estos sentimientos e imitar
lo que Cristo hizo, cuidando de los pobres, consolándolos, ayudándolos y
apoyándolos.
Cristo, en efecto,
quiso nacer pobre, llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo
servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que dijo que
consideraría como hecho a él mismo todo el bien o el mal que se hiciera a los
pobres. Porque Dios ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que
aman a los pobres, ya que, cuando alguien tiene un afecto especial a una
persona, extiende este afecto a los que dan a aquella persona muestras de
amistad o de servicio. Por esto nosotros tenemos la esperanza de que Dios nos
ame, en atención a los pobres. Por esto, al visitarlos, esforcémonos en cuidar
del pobre y desvalido, compartiendo sus sentimientos, de manera que podamos
decir como el Apóstol: Me he hecho todo para todos. Por lo cual todo nuestro
esfuerzo ha de tender a que, conmovidos por las inquietudes y miserias del
prójimo, roguemos a Dios que infunda en nosotros sentimientos de misericordia y
compasión, de manera que nuestros corazones estén siempre llenos de estos
sentimientos.
El servicio a los
pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si
en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un
auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que
convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. Y no tengáis
ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio
a los pobres, habéis dejado la oración; salir de la presencia de Dios por
alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él
por quien lo hacemos.
Así pues, si
dejáis la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recordad
que aquel servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es la
máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que
cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los
pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos
nos han sido dados para que los sirvamos como a señores.
RESPONSORIO
1Co 9, 19. 22; Jb 29, 15-16
R. Siendo libre en
todo, me he hecho esclavo de todos. Me he hecho débil con los débiles. * Me he
hecho todo para todos, para salvarlos a todos.
V. Yo era ojos
para el ciego y pies para el cojo; yo era padre de los pobres.
R. Me he hecho
todo para todos, para salvarlos a todos.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, tú que
adornaste a san Vicente de Paúl con las cualidades de un verdadero apóstol,
para que se entregara al servicio de los pobres y a la formación de los
ministros de tu Iglesia, concédenos a nosotros que, animados por un celo
semejante al suyo, amemos lo que él amó y practiquemos lo que él enseñó. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Aclamemos al
Señor, en esta fiesta de san Vicente de Paúl.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al
Señor, en esta fiesta de san Vicente de Paúl.
Himno: VOSOTROS
SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros sois luz
del mundo
y ardiente sal de
la tierra,
ciudad esbelta en
el monte,
fermento en la
masa nueva.
Vosotros sois los
sarmientos,
y yo la Vid
verdadera;
si el Padre poda
las ramas,
más fruto llevan
las cepas.
Vosotros sois la
abundancia
del reino que ya
está cerca,
los doce mil
señalados
que no caerán en
la siega.
Dichosos, porque
sois limpios
y ricos en la
pobreza,
y es vuestro el
reino que sólo
se gana con la
violencia. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Envíame,
Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 - DESEO
DEL TEMPLO
Hazme justicia,
¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin
piedad,
sálvame del hombre
traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y
protector,
¿por qué me
rechazas?
¿Por qué voy
andando sombrío,
hostigado por mi
enemigo?
Envía tu luz y tu
verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan
hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque
al altar de Dios,
al Dios de mi
alegría;
que te dé gracias
al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te
acongojas, alma mía,
por qué te me
turbas?
Espera en Dios,
que volverás a alabarlo:
«Salud de mi
rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Envíame,
Señor, tu luz y tu verdad.
Ant 2. Protégenos,
Señor, todos los días de nuestra vida.
Cántico: ANGUSTIA
DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20
Yo pensé: «En
medio de mis días
tengo que marchar
hacia las puertas del abismo;
me privan del
resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no
veré más al Señor
en la tierra de
los vivos,
ya no miraré a los
hombres
entre los
habitantes del mundo.
Levantan y
enrollan mi vida
como una tienda de
pastores.
Como un tejedor
devanaba yo mi vida,
y me cortan la
trama.»
Día y noche me
estás acabando,
sollozo hasta el
amanecer.
Me quiebras los
huesos como un león,
día y noche me
estas acabando.
Estoy piando como
una golondrina,
gimo como una
paloma.
Mis ojos mirando
al cielo se consumen:
¡Señor, que me
oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me
has hecho revivir,
la amargura se me
volvió paz
cuando detuviste
mi alma ante la tumba vacía
y volviste la
espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da
gracias,
ni la muerte te
alaba,
ni esperan en tu
fidelidad
los que bajan a la
fosa.
Los vivos, los
vivos son quienes te alaban:
como yo
ahora.
El Padre enseña a
sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y
tocaremos nuestras arpas
todos nuestros
días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Protégenos,
Señor, todos los días de nuestra vida.
Ant 3. ¡Oh Dios!,
tu mereces un himno en Sión.
Salmo 64 - SOLEMNE
ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú
mereces un himno en Sión,
y a ti se te
cumplen los votos,
porque tú escuchas
las súplicas.
A ti acude todo
mortal
a causa de sus
culpas;
nuestros delitos
nos abruman,
pero tú los
perdonas.
Dichoso el que tú
eliges y acercas
para que viva en
tus atrios:
que nos saciemos
de los bienes de tu casa,
de los dones
sagrados de tu templo.
Con portentos de
justicia nos respondes,
Dios, salvador
nuestro;
tú, esperanza del
confín de la tierra
y del océano
remoto;
Tú que afianzas
los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el
estruendo del mar,
el estruendo de
las olas
y el tumulto de
los pueblos.
Los habitantes del
extremo del orbe
se sobrecogen ante
tus signos,
y a las puertas de
la aurora y del ocaso
las llenas de
júbilo.
Tú cuidas de la
tierra, la riegas
y la enriqueces
sin medida;
la acequia de Dios
va llena de agua,
preparas los
trigales;
riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los
deja mullidos,
bendices sus
brotes;
coronas el año con
tus bienes,
las rodadas de tu
carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos
del páramo,
y las colinas se
orlan de alegría;
las praderas se
cubren de rebaños,
y los valles se
visten de mieses,
que aclaman y
cantan.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Dios!, tu
mereces un himno en Sión.
LECTURA BREVE
Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la
misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa,
agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este
mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis
discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
V. Y sus pasos no
vacilan.
R. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Fue san
Vicente consuelo de los que sufrían, defensor de los huérfanos y apoyo de las
viudas.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fue san
Vicente consuelo de los que sufrían, defensor de los huérfanos y apoyo de las
viudas.
PRECES
Adoremos,
hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con
santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:
Tú solo eres
santo, Señor.
Señor Jesús,
probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete de
nuestras debilidades.
Señor Jesús, que a
todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar
por caminos de santidad.
Señor Jesús, que
nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina nuestras
vidas con tu propia luz.
Señor Jesús, que
viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz que sepamos
servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor Jesús,
reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que un día
podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Oremos ahora al
Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que
adornaste a san Vicente de Paúl con las cualidades de un verdadero apóstol,
para que se entregara al servicio de los pobres y a la formación de los
ministros de tu Iglesia, concédenos a nosotros que, animados por un celo
semejante al suyo, amemos lo que él amó y practiquemos lo que él enseñó. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. En tierra
extranjera guardé tus decretos.
Salmo 118, 49-56
Recuerda la
palabra que diste a tu siervo,
de la que hiciste
mi esperanza;
éste es mi
consuelo en la aflicción:
que tu promesa me
da vida;
los insolentes me
insultan sin parar,
pero yo no me
aparto de tus mandatos.
Recordando tus
antiguos mandamientos,
Señor, quedé
consolado;
sentí indignación
ante los malvados,
que abandonan tu
voluntad;
tus leyes eran mi
canción
en tierra
extranjera.
De noche pronuncio
tu nombre,
Señor, y velando,
tus preceptos;
esto es lo que a
mí me toca:
guardar tus
decretos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En tierra
extranjera guardé tus decretos.
Ant 2. El Señor
cambiará la suerte de su pueblo y gozará Israel.
Salmo 52 - NECEDAD
DE LOS PECADORES
Dice el necio para
sí:
«No hay Dios.»
Se han corrompido
cometiendo abominaciones,
no hay quien obre
bien.
Dios observa desde
el cielo
a los hijos de
Adán,
para ver si hay
alguno sensato
que busque a Dios.
Todos se extravían
igualmente
obstinados,
no hay uno que
obre bien,
ni uno solo.
Pero ¿no
aprenderán los malhechores
que devoran a mi
pueblo como pan
y no invocan al
Señor?
Pues temblarán de
espanto,
porque Dios
esparce los huesos del agresor,
y serán
derrotados,
porque Dios los
rechaza.
¡Ojalá venga desde
Sión
la salvación de
Israel!
Cuando el Señor
cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob
y gozará Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
cambiará la suerte de su pueblo y gozará Israel.
Ant 3. Dios es mi
auxilio, el Señor sostiene mi vida.
Salmo 53, 3-6. 8-9
- PETICIÓN DE AUXILIO
¡Oh Dios!, sálvame
por tu nombre,
sal por mí con tu
poder.
¡Oh Dios!, escucha
mi súplica,
atiende a mis
palabras:
porque unos
insolentes se alzan contra mí,
y hombres
violentos me persiguen a muerte
sin tener presente
a Dios.
Pero Dios es mi
auxilio,
el Señor sostiene
mi vida.
Te ofreceré un
sacrificio voluntario
dando gracias a tu
nombre, que es bueno;
porque me libraste
del peligro
y he visto la
derrota de mis enemigos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios es mi
auxilio, el Señor sostiene mi vida.
LECTURA BREVE
1Co 12, 4-6
Hay diversidad de
dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor;
y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
V. La salvación
está cerca de los fieles.
R. Y la gloria
habitará en nuestra tierra.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso
y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a los
apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que demos
siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es el distintivo de
los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL PAN DE
CADA DÍA
El pan de cada día
dánoslo hoy,
Señor, a manos llenas;
convierte en
alegría
nuestras labores
buenas
y acaricia el
dolor de nuestras penas.
¡Horas de tedio
largas
sin la presencia
buena de tus manos!
¡Ay, las horas
amargas
nos vuelven
inhumanos,
si no abrimos el
alma a los hermanos!
Santifica el
momento
de este ruido
tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el
aliento
de tu presencia
amiga
que acreciente el
esfuerzo y nos bendiga. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE
1Co 12, 12-13
Lo mismo que el
cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar
de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros,
judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo
Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
V. Padre santo,
guárdanos en tu nombre.
R. Para que seamos
perfectamente uno.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia para
que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio
de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO
DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo
lo que existe,
de tu pueblo
elegido eterna roca,
de los tiempos
Señor, que prometiste
dar tu vigor al
que con fe te invoca.
Mira al hombre que
es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu
paz háganlo fuerte
para amarte y
servirte en esta vida
y gozarte después
de santa muerte.
Jesús, Hijo del
Padre, ven aprisa
en este atardecer
que se avecina,
serena claridad y
dulce brisa
será tu amor que
todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor
nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos
construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el
que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el
que teme al Señor.
LECTURA BREVE
1Co 12, 24b. 25-26
Dios quiso que no
hubiera divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se
preocupan unos de otros. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando
un miembro es honrado, todos le felicitan.
V. Señor Dios
nuestro, reúnenos de entre los gentiles.
R. Daremos gracias
a tu santo nombre.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que
enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la
salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de
los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a la
Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO,
SEÑOR, EL DÍA YA DECLINA
Cuando, Señor, el
día ya declina,
quedaos con el
hombre, que, en la noche
del tiempo y de la
lucha en que camina,
turba su corazón
con su reproche.
Disipad nuestras
dudas, hombres santos,
que en el alto
glorioso del camino
ya dejasteis atrás
temores tantos
de perder vuestra
fe en el Don divino.
Perdonad nuestros
miedos, seguidores
del camino en la
fe que os fue ofrecido,
hacednos con
vosotros confesores
de la fe y del
amor que habéis vivido.
Que tu amor, Padre
santo, haga fuerte
nuestro amor,
nuestra fe en tu Hijo amado;
que la hora
suprema de la muerte
sea encuentro en
la luz, don consumado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No podéis
servir a Dios y al dinero.
Salmo 48 I -
VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
Oíd esto, todas
las naciones,
escuchadlo,
habitantes del orbe:
plebeyos y nobles,
ricos y pobres;
mi boca hablará
sabiamente,
y serán muy sensatas
mis reflexiones;
prestaré oído al
proverbio
y propondré mi
problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de
temer los días aciagos,
cuando me cerquen
y me acechen los malvados,
que confían en su
opulencia
y se jactan de sus
inmensas riquezas,
si nadie puede
salvarse
ni dar a Dios un
rescate?
Es tan caro el
rescate de la vida,
que nunca les
bastará
para vivir
perpetuamente
sin bajar a la
fosa.
Mirad: los sabios
mueren,
lo mismo que
perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas
a extraños.
El sepulcro es su
morada perpetua
y su casa de edad
en edad,
aunque hayan dado
nombre a países.
El hombre no
perdura en la opulencia,
sino que perece
como los animales.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No podéis
servir a Dios y al dinero.
Ant 2. «Atesorad
tesoros en el cielo», dice el Señor.
Salmo 48 II
Éste es el camino
de los confiados,
el destino de los
hombres satisfechos:
son un rebaño para
el abismo,
la muerte es su
pastor,
y bajan derechos a
la tumba;
se desvanece su
figura
y el abismo es su
casa.
Pero a mí, Dios me
salva,
me saca de las
garras del abismo
y me lleva
consigo.
No te preocupes si
se enriquece un hombre
y aumenta el fasto
de su casa:
cuando muera, no
se llevará nada,
su fasto no bajará
con él.
Aunque en vida se
felicitaba:
«Ponderan lo bien
que lo pasas»,
irá a reunirse con
sus antepasados,
que no verán nunca
la luz.
El hombre rico e
inconsciente
es como un animal
que perece.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Atesorad
tesoros en el cielo», dice el Señor.
Ant 3. Digno es el
Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico: HIMNO A
DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor
Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el
poder,
porque tú has
creado el universo;
porque por tu
voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de
tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste
degollado
y por tu sangre
compraste para Dios
hombres de toda
raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de
ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la
tierra.
Digno es el
Cordero degollado
de recibir el
poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el
honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Digno es el
Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
LECTURA BREVE
Rm 8, 28-30
Sabemos que a los
que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su
designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su
Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que
predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los
glorificó.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es
justo y ama la justicia.
R. El Señor es
justo y ama la justicia.
V. Los buenos
verán su rostro.
R. El Señor es
justo y ama la justicia.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es
justo y ama la justicia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Lo que
hicísteis con uno de mis humildes hermanos, conmigo lo hicísteis», dice el
Señor.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Lo que
hicísteis con uno de mis humildes hermanos, conmigo lo hicísteis», dice el
Señor.
PRECES
Pidamos a Dios
Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de los
santos nos ayude, y digamos:
Haz que seamos
santos, porque tú, Señor, eres santo.
Padre santo, que
has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
haz que la Iglesia
santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.
Padre santo, que
deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito,
ayúdanos a dar
fruto de buenas obras.
Padre santo, que
nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
guárdanos en tu
nombre para que todos seamos uno.
Padre santo, que
nos convocas al banquete de tu reino,
haz que comiendo
el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Padre santo,
perdona a los pecadores sus delitos
y admite a los
difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.
Porque nos
llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que
adornaste a san Vicente de Paúl con las cualidades de un verdadero apóstol,
para que se entregara al servicio de los pobres y a la formación de los ministros
de tu Iglesia, concédenos a nosotros que, animados por un celo semejante al
suyo, amemos lo que él amó y practiquemos lo que él enseñó. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA
LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del
sol es ya poniente,
gracias, Señor, es
nuestra melodía;
recibe, como
ofrenda, amablemente,
nuestro dolor,
trabajo y alegría.
Si poco fue el
amor en nuestro empeño
de darle vida al
día que fenece,
convierta en
realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que
todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor,
redime nuestra suerte
de pecadora en
justa, e ilumina
la senda de la
vida y de la muerte
del hombre que en
la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del
Padre, cuando avanza
la noche oscura
sobre nuestro día,
concédenos la paz
y la esperanza
de esperar cada
noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No me
escondas tu rostro, ya que confío en ti.
Salmo 142, 1-11 -
LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi
oración;
tú que eres fiel,
atiende a mi súplica;
tú que eres justo,
escúchame.
No llames a juicio
a tu siervo,
pues ningún hombre
vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me
persigue a muerte,
empuja mi vida al
sepulcro,
me confina a las
tinieblas
como a los muertos
ya olvidados.
mi aliento
desfallece,
mi corazón dentro
de mí está yerto.
Recuerdo los
tiempos antiguos,
medito todas tus
acciones,
considero las
obras de tus manos
y extiendo mis
brazos hacia ti:
tengo sed de ti
como tierra reseca.
Escúchame en
seguida, Señor,
que me falta el
aliento.
No me escondas tu
rostro,
igual que a los
que bajan a la fosa.
En la mañana hazme
escuchar tu gracia,
ya que confío en
ti;
indícame el camino
que he de seguir,
pues levanto mi
alma a ti.
Líbrame del
enemigo, Señor,
que me refugio en
ti.
Enséñame a cumplir
tu voluntad,
ya que tú eres mi
Dios.
Tu espíritu, que
es bueno,
me guíe por tierra
llana.
Por tu nombre,
Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia,
sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No me
escondas tu rostro, ya que confío en ti.
LECTURA BREVE
1Pe 5, 8-9
Sed sobrios, estad
despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a
quien devorar; resistidle, firmes en la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Ilumina, Señor,
nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en
tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por
Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y
esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los
desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos ,
gimiendo y llorando
en este valle de
lágrimas.
Ea, pues, Señora,
abogada nuestra,
vuelve a nosotros
tus ojos misericordiosos,
y después de este
destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de
tu vientre.
¡Oh clemente, oh
piadosa,
oh dulce Virgen
María!
No hay comentarios:
Publicar un comentario