Del Común de los
santos varones: para los santos religiosos. Salterio III
SANTO DOMINGO,
presbítero. (MEMORIA).
Nació en
Caleruega (España), alrededor del año 1170. Estudió teología en Palencia y fue nombrado
canónigo de la Iglesia de Osma. Con su predicación y con su vida ejemplar,
combatió con éxito la herejía albigense. Con los compañeros que se le
adhirieron en esta empresa, fundó la Orden de Predicadores. Murió en Bolonia el
día 6 de agosto del año 1221.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid,
adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DICHOSOS
LOS QUE, OYENDO LA LLAMADA
Dichosos los que,
oyendo la llamada
de la fe y del
amor en vuestra vida,
creísteis que la
vida os era dada
para darla en amor
y con fe viva.
Dichosos, si
abrazasteis la pobreza
para llenar de
Dios vuestras alforjas,
para servirle a él
con fortaleza,
con gozo y con
amor a todas horas.
Dichosos mensajeros
de verdades,
que fuisteis por
caminos de la tierra,
predicando bondad
contra maldades,
pregonando la paz
contra las guerras.
Dichosos, del amor
dispensadores,
dichosos, de los
tristes el consuelo,
dichosos, de los
hombres servidores,
dichosos,
herederos de los cielos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Vendrá el
Señor y no callará.
Salmo 49 I - LA
VERDADERA RELIGIOSIDAD
El Dios de los
dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra
de oriente a occidente.
Desde Sión, la
hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro
Dios, y no callará.
Lo precede fuego
voraz,
lo rodea tempestad
violenta.
Desde lo alto
convoca cielo y tierra,
para juzgar a su
pueblo:
«Congregadme a mis
fieles,
que sellaron mi
pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo
su justicia;
Dios en persona va
a juzgar.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrá el
Señor y no callará.
Ant 2. Ofrece a
Dios un sacrificio de alabanza.
Salmo 49 II
«Escucha, pueblo
mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar
testimonio contra ti;
-yo, el Señor, tu
Dios-.
No te reprocho tus
sacrificios,
pues siempre están
tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré
un becerro de tu casa,
ni un cabrito de
tus rebaños;
pues las fieras de
la selva son mías,
y hay miles de
bestias en mis montes;
conozco todos los
pájaros del cielo,
tengo a mano
cuanto se agita en los campos.
Si tuviera hambre,
no te lo diría;
pues el orbe y
cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne
de toros,
beberé sangre de
cabritos?
Ofrece a Dios un
sacrificio de alabanza,
cumple tus votos
al Altísimo
e invócame el día
del peligro:
yo te libraré, y
tú me darás gloria.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ofrece a Dios
un sacrificio de alabanza.
Ant 3. Quiero
misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
Salmo 49 III
Dios dice al
pecador:
«¿Por qué recitas
mis preceptos
y tienes siempre
en la boca mi alianza,
tú que detestas mi
enseñanza
y te echas a la
espalda mis mandatos?
Cuando ves un
ladrón, corres con él;
te mezclas con los
adúlteros;
sueltas tu lengua
para el mal,
tu boca urde el
engaño;
te sientas a
hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo
de tu madre;
esto haces, ¿y me
voy a callar?
¿Crees que soy
como tú?
Te acusaré, te lo
echaré en cara.»
Atención los que
olvidáis a Dios,
no sea que os
destroce sin remedio.
El que me ofrece
acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen
camino
le haré ver la
salvación de Dios.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Quiero
misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
V. Escucha, pueblo
mío, que voy a hablarte.
R. Yo, el Señor,
tu Dios.
PRIMERA LECTURA
Del libro del
profeta Jonás 3, 1-4, 11
CONVERSIÓN DE LOS
NINIVITAS, Y QUEJAS DE JONAS ANTE DIOS
En aquellos días,
el Señor dirigió otra vez la palabra a Jonás:
«Levántate y vete
a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y
fue a Nínive, como le mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días
hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó
durante un día proclamando:
«¡Dentro de
cuarenta días, Nínive será destruida!»
Creyeron a Dios
los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Cuando el mensaje llegó al rey de Nínive, se levantó del trono, dejó el manto,
se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su
nombre a Nínive:
«Hombres y
animales, vacas y ovejas no prueben bocado, no pasten ni beban; vístanse de
saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios; que cada cual se
convierta de su mala vida y de la violencia de sus manos. A ver si Dios se
arrepiente, cesa el incendio de su ira, y no perecemos.»
Vio Dios sus
obras, su conversión de la mala vida; y se arrepintió Dios de la catástrofe con
que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.
Jonás sintió un
disgusto enorme, y estaba irritado. Oró al Señor en estos términos:
«Señor, ¿no es
esto lo que me temía yo en mi tierra?
Por eso me
adelanté a huir a Tarsis, porque sé que eres compasivo y misericordioso, lento
a la cólera y rico en piedad, que te arrepientes de las amenazas. Ahora, Señor,
quítame la vida; más vale morir que vivir.»
Respóndióle el
Señor:
«¿Y tienes tú
derecho a irritarte?»
Jonás había salido
de la ciudad, y estaba sentado al oriente. Allí se había hecho una choza y se
sentaba a la sombra, esperando el destino de la ciudad. Entonces el Señor hizo
crecer un ricino, alzándose por encima de Jonás, para darle sombra y
resguardarle del ardor del sol. Jonás se alegró mucho de aquel ricino. Pero el
Señor envió un gusano, cuando el sol salía al día siguiente, el cual dañó al
ricino, que se secó. Y, cuando el sol apretaba, envió el Señor un viento solano
bochornoso; el sol hería la cabeza de Jonás y lo hacía desfallecer. Jonás se
deseó la muerte y dijo:
«Más me vale morir
que vivir.»
Respondió Dios a
Jonás:
«¿Crees que tienes
derecho a irritarte por el ricino?» Contestó él:
«Con razón siento
un disgusto mortal.» El Señor le replicó:
«Tú te lamentas
por el ricino, que no cultivaste con tu trabajo, y que brota una noche y perece
la otra. Y yo, ¿no voy a sentir la suerte de Nínive, la gran ciudad, que
habitan más de ciento veinte mil hombres, que no distinguen la derecha de la
izquierda, y gran cantidad de ganado?»
RESPONSORIO
Mt 12, 41; cf. Jon 3, 5. 10
R. Los habitantes
de Nínive resucitarán junto con esta generación en el día del juicio y la
condenarán, * pues ellos, por la sola predicación de Jonás, se arrepintieron.
V. Creyeron a
Dios, se vistieron de saco y se convirtieron de su mala vida.
R. Pues ellos, por
la sola predicación de Jonás, se arrepintieron.
SEGUNDA LECTURA
De varios escritos
de la Historia de la Orden de los Predicadores
(Libellus de
principiis Ordinis Praedicatorum; Acta canonizationis sancti Dominici:
Monumenta Ordinis Praedicatorum historica 16, Roma 1935, pp. 30ss. 146-147)
HABLABA CON DIOS O
DE DIOS
La vida de Domingo
era tan virtuosa y el fervor de su espíritu tan grande, que todos veían en él
un instrumento elegido de la gracia divina. Estaba dotado de una firme
ecuanimidad de espíritu, ecuanimidad que sólo lograban perturbar los
sentimientos de compasión o de misericordia; y, como es norma constante que un
corazón alegre se refleja en la faz, su porte exterior, siempre gozoso y
afable, revelaba la placidez y armonía de su espíritu. En todas partes, se
mostraba, de palabra y de obra, como hombre evangélico. De día, con sus
hermanos y compañeros, nadie más comunicativo y alegre que él. De noche, nadie
más constante que él en vigilias y oraciones de todo género. Raramente hablaba,
a no ser con Dios, en la oración, o de Dios, y esto mismo aconsejaba a sus
hermanos.
Con frecuencia
pedía a Dios una cosa: que le concediera una auténtica caridad, que le hiciera
preocuparse de un modo efectivo en la salvación de los hombres, consciente de
que la primera condición para ser verdaderamente miembro de Cristo era darse totalmente
y con todas sus energías a ganar almas para Cristo, del mismo modo que el Señor
Jesús, salvador de todos, ofreció toda su persona por nuestra salvación. Con
este fin instituyó la Orden de Predicadores, realizando así un proyecto sobre
el que había reflexionado profundamente desde hacia ya tiempo.
Con frecuencia
exhortaba, de palabra o por carta, a los hermanos de la mencionada Orden, a que
estudiaran constantemente el nuevo y el antiguo Testamento. Llevaba siempre
consigo el evangelio de san Mateo y las cartas de san Pablo, y las estudiaba
intensamente, de tal modo que casi las sabía de memoria.
Dos o tres veces
fue elegido obispo, pero siempre rehusó, prefiriendo vivir en la pobreza, junto
con sus hermanos, que poseer un obispado. Hasta el fin de su vida conservó
intacta la gloria de la virginidad. Deseaba ser flagelado, despedazado y morir
por la fe cristiana. De él afirmó el papa Gregorio noveno: «Conocí a un hombre
tan fiel seguidor de las normas apostólicas, que no dudo que en el cielo ha sido
asociado a la gloria de los mismos apóstoles.»
RESPONSORIO
Cf. Sir 48, 1; Ml 2, 6
R. Surgió como un
fuego un nuevo heraldo de la salvación, * y sus palabras eran como un horno
encendido.
V. Una doctrina
auténtica llevaba en su boca, y en sus labios no se hallaba maldad.
R. Y sus palabras
eran como un horno encendido.
ORACIÓN.
OREMOS,
Que tu Iglesia,
Señor, encuentre siempre luz en las enseñanzas de santo Domingo y protección en
sus méritos: que él, que durante su vida fue predicador insigne de la verdad,
sea ahora para nosotros un eficaz intercesor ante ti. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos
al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
Himno: VOSOTROS
SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros sois luz
del mundo
y ardiente sal de
la tierra,
ciudad esbelta en
el monte,
fermento en la
masa nueva.
Vosotros sois los
sarmientos,
y yo la Vid
verdadera;
si el Padre poda
las ramas,
más fruto llevan
las cepas.
Vosotros sois la
abundancia
del reino que ya
está cerca,
los doce mil
señalados
que no caerán en
la siega.
Dichosos, porque
sois limpios
y ricos en la
pobreza,
y es vuestro el
reino que sólo
se gana con la
violencia. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dichosos
los que viven en tu casa, Señor.
Salmo 83 -
AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué deseables son
tus moradas,
Señor de los
ejércitos!
Mi alma se consume
y anhela
los atrios del
Señor,
mi corazón y mi
carne
se alegran por el
Dios vivo.
Hasta el gorrión
ha encontrado una casa;
la golondrina, un
nido
donde colocar sus
polluelos:
tus altares, Señor
de los ejércitos,
Rey mío y Dios
mío.
Dichosos los que
viven en tu casa
alabándote
siempre.
Dichosos los que
encuentran en ti su fuerza
al preparar su
peregrinación:
cuando atraviesan
áridos valles,
los convierten en
oasis,
como si la lluvia
temprana
los cubriera de
bendiciones;
caminan de altura
en altura
hasta ver a Dios
en Sión.
Señor de los
ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de
Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!,
en nuestro Escudo,
mira el rostro de
tu Ungido.
Un solo día en tu
casa
vale más que otros
mil,
y prefiero el
umbral de la casa de Dios
a vivir con los
malvados.
Porque el Señor es
sol y escudo,
él da la gracia y
la gloria,
el Señor no niega
sus bienes
a los de conducta
intachable.
¡Señor de los
ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichosos los
que viven en tu casa, Señor.
Ant 2. Venid,
subamos al monte del Señor.
Cántico: EL MONTE
DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES Is 2, 2-5
Al final de los
días estará firme
el monte de la
casa del Señor,
en la cima de los
montes,
encumbrado sobre
las montañas.
Hacia él
confluirán los gentiles,
caminarán pueblos
numerosos.
Dirán : «Venid,
subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios
de Jacob:
Él nos instruirá
en sus caminos,
y marcharemos por
sus sendas;
porque de Sión
saldrá la Ley,
de Jerusalén la
palabra del Señor.»
Será el árbitro de
las naciones,
el juez de pueblos
numerosos.
De las espadas
forjarán arados,
de las lanzas,
podaderas.
No alzará la
espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán
para la guerra.
Casa de Jacob,
ven;
caminemos a la luz
del Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
subamos al monte del Señor.
Ant 3. Cantad al
Señor, bendecid su nombre.
Salmo 95 - EL
SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
cantad al Señor,
toda la tierra;
cantad al Señor,
bendecid su nombre,
proclamad día tras
día su victoria.
Contad a los
pueblos su gloria,
sus maravillas a
todas las naciones;
porque es grande
el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que
todos los dioses.
Pues los dioses de
los gentiles son apariencia,
mientras que el
Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad
lo preceden,
fuerza y esplendor
están en su templo.
Familias de los
pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria
y el poder del Señor,
aclamad la gloria
del nombre del Señor,
entrad en sus
atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el
Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su
presencia la tierra toda;
decid a los
pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el
orbe, y no se moverá;
él gobierna a los
pueblos rectamente.»
Alégrese el cielo,
goce la tierra,
retumbe el mar y
cuanto lo llena;
vitoreen los
campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los
árboles del bosque,
delante del Señor,
que ya llega,
ya llega a regir
la tierra:
regirá el orbe con
justicia
y los pueblos con
fidelidad.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantad al
Señor, bendecid su nombre.
LECTURA BREVE
Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la
misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa,
agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este
mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis
discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
V. Y sus pasos no
vacilan.
R. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el
corazón la ley de su Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Mi porción es
el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi porción es
el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.
PRECES
Adoremos,
hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con
santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:
Tú solo eres
santo, Señor.
Señor Jesús,
probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete de
nuestras debilidades.
Señor Jesús, que a
todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar
por caminos de santidad.
Señor Jesús, que
nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina nuestras
vidas con tu propia luz.
Señor Jesús, que
viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz que sepamos
servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor Jesús,
reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que un día
podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Oremos ahora al
Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre nuestro...
ORACION
Que tu Iglesia,
Señor, encuentre siempre luz en las enseñanzas de santo Domingo y protección en
sus méritos: que él, que durante su vida fue predicador insigne de la verdad,
sea ahora para nosotros un eficaz intercesor ante ti. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Llamé, y él
me respondió.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él
me respondió.
Ant 2. El Señor
guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
guarda tus entradas y salidas.
Ant 3. Me he
alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he
alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE
2Co 13, 11
Hermanos,
alegraos, trabajad por vuestra perfección, alentaos unos a otros, tened un
mismo sentir y vivid en paz; y el Dios del amor y de la paz estará con
vosotros.
V. Los ojos del
Señor miran a los justos.
R. Sus oídos
escuchan sus gritos.
ORACIÓN
OREMOS,
Padre óptimo, Dios
nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando
unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a
vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y
hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO
DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del
hombre, en que él se afana
tras la felicidad
que tanto ansía,
tú lo vistes,
Señor, de luz temprana
y de radiante sol
al mediodía.
Así el poder de tu
presencia encierra
el secreto más
hondo de esta vida;
un nuevo cielo y
una nueva tierra
colmarán nuestro
anhelo sin medida.
Poderoso Señor de
nuestra historia,
no tardes en venir
gloriosamente;
tu luz
resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra
vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Yo
consulto, Señor, tus leyes, porque con ellas me diste vida.
Salmo 118, 89-96 -
CONTEMPLACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN LA LEY.
Tu palabra, Señor,
es eterna,
más estable que el
cielo;
tu fidelidad de
generación en generación,
igual que fundaste
la tierra y permanece;
por tu mandamiento
subsisten hasta hoy,
porque todo está a
tu servicio.
Si tu voluntad no
fuera mi delicia,
ya habría perecido
en mi desgracia;
jamás olvidaré tus
decretos,
pues con ellos me
diste vida;
soy tuyo, sálvame,
que yo consulto
tus leyes.
Los malvados me
esperaban para perderme,
pero yo meditaba
tus preceptos;
he visto el límite
de todo lo perfecto:
tu mandato se
dilata sin término.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo consulto,
Señor, tus leyes, porque con ellas me diste vida.
Ant 2. Tú, Señor,
fuiste mi esperanza desde mi juventud.
Salmo 70 I - TÚ,
SEÑOR, FUISTE MI ESPERANZA DESDE MI JUVENTUD
A ti, Señor, me
acojo:
no quede yo
derrotado para siempre;
tú que eres justo,
líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu
oído, y sálvame.
Sé tú mi roca de
refugio,
el alcázar donde
me salve,
porque mi peña y
mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame
de la mano perversa,
del puño criminal
y violento;
porque tú, Dios
mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza,
Señor, desde mi juventud.
En el vientre
materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me
sostenías,
siempre he
confiado en ti.
Muchos me miraban
como a un milagro,
porque tú eras mi
fuerte refugio.
Llena estaba mi
boca de tu alabanza
y de tu gloria,
todo el día.
No me rechaces
ahora en la vejez,
me van faltando
las fuerzas, no me abandones;
porque mis
enemigos hablan de mí,
los que acechan mi
vida celebran consejo;
dicen: «Dios lo ha
abandonado;
perseguidlo,
agarradlo, que nadie lo defiende.»
Dios mío, no te
quedes a distancia;
Dios mío, ven
aprisa a socorrerme.
Que fracasen y se
pierdan
los que atentan
contra mi vida,
queden cubiertos
de oprobio y vergüenza
los que buscan mi
daño.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor,
fuiste mi esperanza desde mi juventud.
Ant 3. En la vejez
y en las canas, no me abandones, Dios mío.
Salmo 70 II
Yo, en cambio,
seguiré esperando,
redoblaré tus
alabanzas;
mi boca contará tu
auxilio,
y todo el día tu
salvación.
Proclamaré tus
proezas, Señor mío,
narraré tu
victoria, tuya entera.
Dios mío, me
instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato
tus maravillas;
ahora, en la vejez
y las canas,
no me abandones,
Dios mío,
hasta que describa
tu brazo
a la nueva
generación,
tus proezas y tus
victorias excelsas,
las hazañas que
realizaste:
Dios mío, ¿quién
como tú?
Me hiciste pasar
por peligros
muchos y graves:
de nuevo me darás
la vida,
me harás subir de
lo hondo de la tierra;
acrecerás mi
dignidad,
de nuevo me
consolarás;
y yo te daré
gracias, Dios mío,
con el arpa, por
tu lealtad;
tocaré para ti la
cítara,
Santo de Israel;
te aclamarán mis
labios, Señor,
mi alma, que tú
redimiste;
y mi lengua todo
el día
recitará tu
auxilio,
porque quedaron
derrotados y afrentados
los que buscaban
mi daño.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En la vejez y
en las canas, no me abandones, Dios mío.
LECTURA BREVE
Rm 6, 22
Ahora, libertados
del dominio del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis como fruto la santidad,
y como desenlace la vida eterna.
V. Tú, Señor, vas
a devolvernos la vida.
R. Para que tu
pueblo se alegre contigo.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, tú eres el
dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y
distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso
del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo,
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DANOS,
SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos, Señor, la
firme voluntad,
compañera y sostén
de la virtud,
que sabe en la
fatiga hallar quietud
y en medio de las
sombras claridad:
La que trueca en
tesón la veleidad,
y el ocio en
perennal solicitud,
y las ásperas
fiebres en salud
y los torpes
engaños en verdad.
Y así conseguirá
mi corazón
que los favores
que a tu amor debí
le ofrezcan algún
fruto en galardón.
Y aún tú, Señor,
conseguirás así
que no llegue a
romper mi confusión
la imagen tuya que
pusiste en mí. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor
nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará derrotado
cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos
construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el
que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el
que teme al Señor.
LECTURA BREVE
Col 1, 21-22
A vosotros, que
antes estabais enajenados y enemigos en vuestra mente por las obras malas,
ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne mediante la muerte,
presentándoos ante él como santos sin mancha y sin falta.
V. Tañed para el
Señor, fieles suyos.
R. Dad gracias a
su nombre santo.
ORACIÓN
OREMOS,
Tú nos has
convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles
subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las súplicas que
ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos
lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FELIZ QUIEN
HA ESCUCHADO LA LLAMADA
Feliz quien ha
escuchado la llamada
al pleno
seguimiento del Maestro,
feliz porque él,
con su mirada,
lo eligió como
amigo y compañero.
Feliz el que ha
abrazado la pobreza
para llenar de
Dios su vida toda,
para servirlo a él
con fortaleza,
con gozo y con
amor a todas horas.
Feliz el mensajero
de verdades
que marcha por
caminos de la tierra,
predicando bondad
contra maldades,
pregonando la paz
contra las guerras. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Nuestros
ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestros ojos
están fijos en el Señor, esperando su misericordia.
Ant 2. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ant 3. Dios nos ha
destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
Cántico: EL PLAN
DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro
Señor Jesucristo,
que nos ha
bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de
bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en
la persona de Cristo,
antes de crear el
mundo,
para que fuésemos
consagrados
e irreprochables
ante él por el amor.
Él nos ha
destinado en la persona de Cristo,
por pura
iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria
de su gracia,
que tan
generosamente nos ha concedido
en su querido
Hijo,
redunde en alabanza
suya.
Por este Hijo, por
su sangre,
hemos recibido la
redención,
el perdón de los
pecados.
El tesoro de su
gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un
derroche para con nosotros,
dándonos a conocer
el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había
proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el
momento culminante:
hacer que todas
las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y
las de la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios nos ha
destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
LECTURA BREVE
Rm 8, 28-30
Sabemos que a los
que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su
designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su
Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que
predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los
glorificó.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es
justo y ama la justicia.
R. El Señor es
justo y ama la justicia.
V. Los buenos
verán su rostro.
R. El Señor es
justo y ama la justicia.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es
justo y ama la justicia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Vosotros, los
que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más y
heredaréis la vida eterna.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vosotros, los
que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más y
heredaréis la vida eterna.
PRECES
Pidamos a Dios
Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de los
santos nos ayude, y digamos:
Haz que seamos
santos, porque tú, Señor, eres santo.
Padre santo, que
has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
haz que la Iglesia
santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.
Padre santo, que
deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito,
ayúdanos a dar
fruto de buenas obras.
Padre santo, que
nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
guárdanos en tu
nombre para que todos seamos uno.
Padre santo, que
nos convocas al banquete de tu reino,
haz que comiendo
el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Padre santo,
perdona a los pecadores sus delitos
y admite a los
difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.
Porque nos
llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Que tu Iglesia,
Señor, encuentre siempre luz en las enseñanzas de santo Domingo y protección en
sus méritos: que él, que durante su vida fue predicador insigne de la verdad,
sea ahora para nosotros un eficaz intercesor ante ti. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CRISTO,
SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo, Señor de
la noche,
que disipas las
tinieblas:
mientras los
cuerpos reposan,
se tú nuestro
centinela.
Después de tanta
fatiga,
después de tanta
dureza,
acógenos en tus
brazos
y danos noche
serena.
Si nuestros ojos
se duermen,
que el alma esté
siempre en vela;
en paz cierra
nuestros párpados
para que cesen las
penas.
Y que al despuntar
el alba,
otra vez con
fuerzas nuevas,
te demos gracias,
oh Cristo,
por la vida que
comienza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú, Señor,
eres clemente y rico en misericordia.
Salmo 85 - ORACIÓN
DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído,
Señor; escúchame,
que soy un pobre
desamparado;
protege mi vida,
que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo,
que confía en ti.
Tú eres mi Dios,
piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy
llamando todo el día;
alegra el alma de
tu siervo,
pues levanto mi
alma hacia ti;
porque tú, Señor,
eres bueno y clemente,
rico en
misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi
oración,
atiende a la voz
de mi súplica.
En el día del
peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual
entre los dioses, Señor,
ni hay obras como
las tuyas.
Todos los pueblos
vendrán
a postrarse en tu
presencia, Señor;
bendecirán tu
nombre:
«Grande eres tú, y
haces maravillas;
tú eres el único
Dios.»
Enséñame, Señor,
tu camino,
para que siga tu
verdad;
mantén mi corazón
entero
en el temor de tu
nombre.
Te alabaré de todo
corazón, Dios mío;
daré gloria a tu
nombre por siempre,
por tu grande
piedad para conmigo,
porque me salvaste
del abismo profundo.
Dios mío, unos
soberbios se levantan contra mí,
una banda de
insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en
cuenta a ti.
Pero tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera,
rico en piedad y leal,
mírame, ten
compasión de mí.
Da fuerza a tu
siervo,
salva al hijo de
tu esclava;
dame una señal
propicia,
que la vean mis
adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor,
me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor,
eres clemente y rico en misericordia.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto
para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros,
para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede, Señor, a
nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del
reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la
cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo tu amparo nos
acogemos,
santa Madre de
Dios,
no desprecies las
oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa
y bendita.
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