De la solemnidad.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Aleluya. A
Cristo, el Señor, que asciende al cielo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. A
Cristo, el Señor, que asciende al cielo, venid, adorémosle. Aleluya.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ¿Y DEJAS,
PASTOR SANTO?
¿Y dejas, Pastor
santo,
tu grey en este
valle hondo, oscuro,
en soledad y
llanto;
y tú, rompiendo el
puro
aire, te vas al
inmortal seguro?
Los antes
bienhadados
y los ahora
tristes y afligidos,
a tus pechos
criados,
de ti desposeídos,
¿a dónde volverán
ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los
ojos
que vieron de tu
rostro la hermosura
que no les sea
enojos?
Quien gustó tu
dulzura
¿qué no tendrá por
llanto y amargura?
Y a este mar
turbado
¿quién le pondrá
ya freno? ¿Quién concierto
al fiero viento,
airado,
Estando tú
encubierto?
¿Qué norte guiará
la nave al puerto?
Ay, nube envidiosa
aun de este breve
gozo, ¿qué te quejas?
¿Dónde vas
presurosa?
¡Cuán rica tú te
alejas!
¡Cuán pobres y
cuán ciegos, ay, nos dejas! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cantad a
Dios, tocad en su honor, alfombrad el camino del que asciende sobre las nubes.
Aleluya.
Salmo 67 I -
ENTRADA TRIUNFAL DEL SEÑOR
Se levanta Dios y
se dispersan sus enemigos,
huyen de su
presencia los que lo odian;
como el humo se
disipa, se disipan ellos;
como se derrite la
cera ante el fuego,
así perecen los
impíos ante Dios.
En cambio, los
justos se alegran,
gozan en la
presencia de Dios,
rebosando de
alegría.
Cantad a Dios,
tocad en su honor,
alfombrad el
camino del que avanza por el desierto;
su nombre es el
Señor:
alegraos en su
presencia.
Padre de
huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su
santa morada.
Dios prepara casa
a los desvalidos,
libera a los
cautivos y los enriquece;
sólo los rebeldes
se quedan en la
tierra abrasada.
¡Oh Dios!, cuando
salías al frente de tu pueblo
y avanzabas por el
desierto,
la tierra tembló,
el cielo destiló
ante Dios, el Dios
del Sinaí;
ante Dios, el Dios
de Israel.
Derramaste en tu
heredad, ¡oh Dios!, una lluvia copiosa,
aliviaste la
tierra extenuada;
y tu rebaño habitó
en la tierra
que tu bondad, ¡oh
Dios!, preparó para los pobres.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantad a
Dios, tocad en su honor, alfombrad el camino del que asciende sobre las nubes.
Aleluya.
Ant 2. Subiendo a
la altura, llevó consigo a los cautivos liberados. Aleluya.
Salmo 67 II
El Señor pronuncia
un oráculo,
millares pregonan
la alegre noticia:
«Los reyes, los
ejércitos van huyendo, van huyendo;
las mujeres
reparten el botín.
Mientras
reposabais en los apriscos,
las alas de la
paloma se cubrieron de plata,
el oro destellaba
en su plumaje.
Mientras el
Todopoderoso dispersaba a los reyes,
la nieve bajaba
sobre el Monte Umbrío.»
Las montañas de
Basán son altísimas,
las montañas de
Basán son escarpadas;
¿por qué tenéis
envidia, montañas escarpadas,
del monte escogido
por Dios para habitar,
morada perpetua
del Señor?
Los carros de Dios
son miles y miles:
Dios marcha del
Sinaí al santuario.
Subiste a la
cumbre llevando cautivos,
te dieron tributo
de hombres:
incluso los que se
resistían
a que el Señor
Dios tuviera una morada.
Bendito el Señor
cada día,
Dios lleva
nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un
Dios que salva,
el Señor Dios nos
hace escapar de la muerte.
Dios aplasta las
cabezas de sus enemigos,
los cráneos de los
malvados contumaces.
Dice el Señor:
«Los traeré desde Basán,
los traeré desde
el fondo del mar;
teñirás tus pies
en la sangre del enemigo,
y los perros la
lamerán con sus lenguas.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Subiendo a la
altura, llevó consigo a los cautivos liberados. Aleluya.
Ant 3. Aparece tu
cortejo, ¡oh Dios!, el cortejo de mi Dios, de mi Rey, hacia el santuario.
Aleluya.
Salmo 67 III
Aparece tu
cortejo, ¡oh Dios!,
el cortejo de mi
Dios, de mi Rey,
hacia el
santuario.
Al frente marchan
los cantores;
los últimos, los
tocadores de arpa;
en medio las
muchachas van tocando panderos.
«En el bullicio de
la fiesta bendecid a Dios,
al Señor, estirpe
de Israel.»
Va delante
Benjamín, el más pequeño;
los príncipes de
Judá con sus tropeles;
los príncipes de
Zabulón,
los príncipes de
Neftalí.
¡Oh Dios!,
despliega tu poder,
tu poder, ¡oh
Dios!, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de
Jerusalén
traigan los reyes
su tributo.
Reprime a la Fiera
del Cañaveral,
al tropel de los
toros,
a los Novillos de
los pueblos.
Que se te rindan
con lingotes de plata:
dispersa las
naciones belicosas.
Lleguen los
magnates de Egipto,
Etiopía extienda
sus manos a Dios.
Reyes de la
tierra, cantad a Dios,
tocad para el
Señor,
que avanza por los
cielos,
los cielos
antiquísimos,
que lanza su voz,
su voz poderosa:
«Reconoced el
poder de Dios.»
Sobre Israel
resplandece su majestad,
y su poder sobre
las nubes.
Desde el santuario
Dios impone reverencia:
es el Dios de
Israel
quien da fuerza y
poder a su pueblo.
¡Dios sea bendito!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aparece tu
cortejo, ¡oh Dios!, el cortejo de mi Dios, de mi Rey, hacia el santuario.
Aleluya.
V. El Señor les
abrió su entendimiento. Aleluya.
R. Para que
entendiesen las Escrituras. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la carta del
apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-24
SUBIENDO A LA
ALTURA, LLEVÓ CONSIGO A LOS CAUTIVOS LIBERADOS
Hermanos: Yo, el
prisionero por Cristo, os ruego que andéis como pide la vocación a la que
habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos;
sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del
Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una
sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados.
Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo,
y lo penetra todo, y lo invade todo.
A cada uno de
nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo. Por eso
dice: «Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres.» ¿Qué
quiere decir «subió» sino que antes bajó a las regiones inferiores de la
tierra? Éste que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos,
para llenarlo todo.
Él mismo ha constituido
a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores
y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función de su
ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos
todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre
perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños
sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en
la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que,
realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que
es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través
de todo el complejo de junturas que lo nutren y actuando a la medida de cada parte,
se procura su propio crecimiento para construcción de sí mismo en el amor.
Esto, pues, es lo
que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como lo hacen los gentiles,
que andan en la vaciedad de sus criterios, sumergido su pensamiento en las
tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos,
por la dureza de su cabeza, los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se
entregaron al libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de
impurezas.
Vosotros, en
cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien
habéis oído y en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo
Jesús. Cristo os ha enseñado a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre
viejo corrompido por deseos de placer, a renovaros en la mente y en el espíritu
y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y
santidad verdaderas.
RESPONSORIO
Cf. Ef 4, 8 (Sal 67, 19); Sal 46, 6
R. Cristo,
subiendo a la altura, llevó consigo a los cautivos liberados * y dio dones a
los hombres. Aleluya.
V. Dios ascendió
entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
R. y dio dones a
los hombres. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de
san Agustín, obispo
(Sermón Mai 98,
Sobre la ascensión del Señor, 1-2: PLS 2, 494-495 )
NADIE HA SUBIDO AL
CIELO SINO AQUEL QUE HA BAJADO DEL CIELO
Hoy nuestro Señor
Jesucristo ha subido al cielo; suba también con él nuestro corazón.
Oigamos lo que nos
dice el Apóstol: Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de
arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón
en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues, del mismo modo que él
subió sin alejarse por ello de nosotros, así también nosotros estamos ya con él
allí, aunque todavía no se haya realizado en nuestro cuerpo lo que se nos
promete.
Él ha sido elevado
ya a lo más alto de los cielos; sin embargo, continúa sufriendo en la tierra a
través de las fatigas que experimentan sus miembros. Así lo atestiguó con
aquella voz bajada del cielo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y también:
Tuve hambre y me disteis de comer.
¿Por qué no
trabajamos nosotros también aquí en la tierra, de manera que, por la fe, la
esperanza y la caridad que nos unen a él, descansemos ya con él en los cielos?
Él está allí, pero continúa estando con nosotros; asimismo nosotros, estando
aquí, estamos también con él. Él está con nosotros por su divinidad, por su
poder, por su amor; nosotros, aunque no podemos realizar esto como él, por la
divinidad, lo podemos sin embargo por el amor hacia él.
Él, cuando bajó a
nosotros, no dejó el cielo; tampoco nos ha dejado a nosotros, al volver al
cielo. Él mismo asegura que no dejó el cielo mientras estaba con nosotros, pues
que afirma: Nadie ha subido al cielo sino aquel que ha bajado del cielo, el
Hijo del hombre, que está en el cielo.
Esto lo dice en
razón de la unidad que existe entre él, nuestra cabeza, y nosotros, su cuerpo.
Y nadie, excepto él, podría decirlo, ya que nosotros estamos Identificados con
él, en virtud de que él, por nuestra causa, se hizo Hijo del hombre, y
nosotros, por él, hemos sido hechos hijos de Dios.
En este sentido
dice el Apóstol: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos
los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es
también Cristo. No dice: «Así es Cristo», sino: Así es también Cristo. Por
tanto, Cristo es un solo cuerpo formado por muchos miembros.
Bajó, pues, del
cielo, por su misericordia, pero ya no subió él solo, puesto que nosotros
subimos también en él por la gracia. Así, pues, Cristo descendió él solo, pero
ya no ascendió él solo; no es que queramos confundir la dignidad de la cabeza
con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de todo el cuerpo pide que
éste no sea separado de su cabeza.
RESPONSORIO
Hch 1, 3. 9. 4
R. Cristo se les
apareció después de su pasión a lo largo de cuarenta días, y les fue
instruyendo acerca del reino de Dios; * y se elevó en presencia de ellos, y una
nube lo ocultó a su vista. Aleluya.
V. Estando una vez
comiendo con ellos a la mesa, les mandó que no saliesen de Jerusalén, sino que
esperasen ahí la promesa del Padre.
R. Y se elevó en
presencia de ellos, y una nube lo ocultó a su vista. Aleluya.
Himno: SEÑOR, DIOS
ETERNO
Señor, Dios
eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra
alabanza,
a ti, Padre del
cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti,
los ángeles te adoran
y cantan sin
cesar:
Santo, santo,
santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el
cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te
alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los
profetas te enaltece,
y el ejército
glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia
santa,
por todos los
confines extendida,
con júbilo te
adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo eterno,
unigénito de Dios,
santo Espíritu de
amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres
el Rey de la gloria,
tú el Hijo y
Palabra del Padre,
tú el Rey de toda
la creación.
Tú, para salvar al
hombre,
tomaste la
condición de esclavo
en el seno de una
virgen.
Tú destruiste la
muerte
y abriste a los
creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y
glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún
día,
como juez
universal.
Muéstrate, pues,
amigo y defensor
de los hombres que
salvaste.
Y recíbelos por
siempre allá en tu reino,
con tus santos y
elegidos.
La parte que sigue
puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo,
Señor,
y bendice a tu
heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por
siempre.
Día tras día te
bendeciremos
y alabaremos tu
nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de
pecado en este día.
Ten piedad de
nosotros, Señor,
ten piedad de
nosotros.
Que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos
de ti.
A ti, Señor, me
acojo,
no quede yo nunca
defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos, Señor,
rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo, y elevar a ti
una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra
victoria y, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos
su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde él
nos precedió. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Aleluya. A
Cristo, el Señor, que asciende al cielo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. A
Cristo, el Señor, que asciende al cielo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: CONTIGO
SUBE EL MUNDO CUANDO SUBES.
Contigo sube el
mundo cuando subes,
y al son de tu
alegría matutina
nos alzamos los
muertos de las tumbas;
salvados
respiramos vida pura,
bebiendo de tus
labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a
proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo
dice, ¡Oh Traspasado!
Tu carne santa es
luz de las estrellas,
victoria de los
hombres, fuego y brisa,
y fuente
bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor
humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu
médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh
Jesús glorificado!
En ti, Dios
fuerte, Hijo primogénito,
callando, el
corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que
existe, lo que viene,
lo que en el Padre
es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha
heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces
presente la esperanza,
tú que eres
nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu
vuelo y exaltados
contigo hasta la
diestra poderosa,
al Padre y al
Espíritu alabamos;
como espigas que
doblan la cabeza,
los hijos de la
Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Hombres de
Galilea, ¿que hacéis ahí mirando el cielo? Ese Jesús, que ha sido llevado al
cielo, vendrá de la misma manera que lo habéis visto subir allá. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL
ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres
mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está
sedienta de ti;
mi carne tiene
ansia de ti,
como tierra
reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te
contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y
tu gloria!
Tu gracia vale más
que la vida,
te alabarán mis
labios.
Toda mi vida te
bendeciré
y alzaré las manos
invocándote.
Me saciaré de
manjares exquisitos,
y mis labios te
alabarán jubilosos.
En el lecho me
acuerdo de ti
y velando medito
en ti,
porque fuiste mi
auxilio,
y a la sombra de
tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida
a ti,
y tu diestra me
sostiene.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hombres de
Galilea, ¿que hacéis ahí mirando el cielo? Ese Jesús, que ha sido llevado al
cielo, vendrá de la misma manera que lo habéis visto subir allá. Aleluya.
Ant 2. Ensalzad al
Rey de reyes, y cantad un himno a dios. Aleluya.
Cántico: TODA LA
CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas
del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Ángeles del Señor,
bendecid al Señor;
cielos, bendecid
al Señor.
Aguas del espacio,
bendecid al Señor;
ejércitos del
Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor;
astros del cielo,
bendecid al Señor.
Lluvia y rocío,
bendecid al Señor;
vientos todos,
bendecid al Señor.
Fuego y calor,
bendecid al Señor;
fríos y heladas,
bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas,
bendecid al Señor;
témpanos y hielos,
bendecid al Señor.
Escarchas y
nieves, bendecid al Señor;
noche y día,
bendecid al Señor.
Luz y tinieblas,
bendecid al Señor;
rayos y nubes,
bendecid al Señor.
Bendiga la tierra
al Señor,
ensálcelo con
himnos por los siglos.
Montes y cumbres,
bendecid al Señor;
cuanto germina en
la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares y ríos,
bendecid al Señor.
Cetáceos y peces,
bendecid al Señor;
aves del cielo,
bendecid al Señor.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al
Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor,
bendecid al Señor.
Almas y espíritus
justos, bendecid al Señor;
santos y humildes
de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y
Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con
himnos por los siglos.
Bendito el Señor
en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso
y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria
al Padre.
Ant. Ensalzad al
Rey de reyes, y cantad un himno a dios. Aleluya.
Ant 3. Se elevó en
presencia de ellos, y una nube, en el cielo, lo ocultó a su vista. Aleluya.
Salmo 149 -
ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
resuene su alabanza
en la asamblea de los fieles;
que se alegre
Israel por su Creador,
los hijos de Sión
por su Rey.
Alabad su nombre
con danzas,
cantadle con
tambores y cítaras;
porque el Señor
ama a su pueblo
y adorna con la
victoria a los humildes.
Que los fieles
festejen su gloria
y canten jubilosos
en filas:
con vítores a Dios
en la boca
y espadas de dos
filos en las manos:
para tomar
venganza de los pueblos
y aplicar el
castigo a las naciones,
sujetando a los
reyes con argollas,
a los nobles con
esposas de hierro.
Ejecutar la
sentencia dictada
es un honor para
todos sus fieles.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se elevó en
presencia de ellos, y una nube, en el cielo, lo ocultó a su vista. Aleluya.
LECTURA BREVE
Hb 10, 12-14
Cristo, habiendo
ofrecido un solo sacrificio en expiación de los pecados, está sentado para
siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que falta «hasta que sus
enemigos sean puestos por escabel de sus pies». Así, con una sola oblación, ha
llevado para siempre a la perfección en la gloria a los que ha santificado.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo,
subiendo a la altura. Aleluya, aleluya.
R. Cristo,
subiendo a la altura. Aleluya, aleluya.
V. Llevó consigo a
los cautivos liberados.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo,
subiendo a la altura. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Subo a mi
Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Subo a mi
Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Aleluya.
PRECES
Invoquemos,
alegres, al Rey de la gloria, que elevado sobre la tierra atrae a todos hacia
sí, y aclamémoslo, diciendo:
Cristo, tú eres el
rey de la gloria.
Señor Jesús, rey
de la gloria, que, después de ofrecerte como oblación por nuestros pecados,
subiste victorioso hacia tu Padre, para sentarte a su diestra,
lleva para siempre
a la perfección a los que tú mismo has santificado.
Sacerdote eterno y
ministro de la nueva alianza, que vives intercediendo continuamente por
nosotros,
salva al pueblo
que pone en ti su esperanza.
Tú que, después de
tu pasión, te manifestaste resucitado a tus discípulos y te dejaste ver de
ellos durante cuarenta días,
dígnate robustecer
la debilidad de nuestra fe.
Tú que en el día
de hoy prometiste dar a los apóstoles el Espíritu Santo, para que fueran tus
testigos hasta los confines del mundo,
fortifica, con la
fuerza de este mismo Espíritu, el testimonio que nosotros debemos dar de ti
ante el mundo.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Llenos de fe,
invoquemos juntos al Padre, repitiendo la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor,
rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo, y elevar a ti
una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra
victoria y, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos
su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde él
nos precedió. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPÍRITU DE
DIOS, LA TIERRA LLENAS
Espíritu de Dios,
la tierra llenas,
las mentes de los
hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de
Dios, divino fuego,
infunde en todo
hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz
resplandeciente en las tinieblas
de quienes el
pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la
asamblea de los hijos
los justos que te
amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud
al Cristo vivo,
confirma en el
creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos
en la Iglesia,
testigos jubilosos
de la resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Oh Dios,
ensalzaste tu majestad sobre los cielos. Aleluya.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Dios,
ensalzaste tu majestad sobre los cielos. Aleluya.
LECTURA BREVE
Cf. Ap 1, 17c-18
Ví al Hijo del
hombre y me dijo: «Yo soy el primero y el último, el que vive. Estaba muerto,
pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y
del hades.»
V. No se turbe
vuestro corazón. Aleluya.
R. Pues voy al
Padre. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Señor,
rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo, y elevar a ti
una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra
victoria y, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos
su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde él
nos precedió. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA
LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del
día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús,
luz y alegría
de quienes en la
fe y en la esperanza
celebran ya la
fiesta de la Vida
Eres resurrección,
palabra y prenda
de ser y de vivir
eternamente;
sembradas de
esperanzas nuestras vidas,
serán en ti
cosecha para siempre.
Ven ya, Señor
Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz
llena este día,
camino de alegría
y de esperanza,
cabal acontecer de
nueva vida.
Concédenos, oh
Padre omnipotente,
por tu Hijo
Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el
fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta
tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Asoma por
un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo. Aleluya.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos saciados
de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Asoma por un
extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo. Aleluya.
LECTURA BREVE
Hb 8, 1b-3a
Tenemos un sumo
sacerdote que está sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos.
Él es el ministro del santuario y de la verdadera Tienda de Reunión, que fue fabricada
por el Señor y no por hombre alguno. Todo sumo sacerdote es instituido para
ofrecer oblaciones y sacrificios.
V. El Señor puso
en el cielo su trono. Aleluya.
R. Su soberanía
gobierna el universo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Señor,
rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo, y elevar a ti
una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra
victoria y, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos
su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde él
nos precedió. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SALVADOR
DEL MUNDO
Salvador del
mundo,
Señor de los
ángeles:
por tu cruz
gloriosa
la muerte
venciste.
Oh Señor,
consérvanos
los dones amables
que, con
sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a
precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te
alaben.
Llévanos a todos,
Señor,
suplicámoste,
pues que nos
hiciste
reino de tu Padre.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Levantando
las manos, les dio su bendición y fue elevándose al cielo. Aleluya.
Salmo 8 MAJESTAD
DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño
nuestro,
¡que admirable es
tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu
majestad sobre los cielos.
De la boca de los
niños de pecho
has sacado una
alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al
adversario y al rebelde.
Cuando contemplo
el cielo, obra de tus manos;
la luna y las
estrellas que has creado,
¿qué es el hombre,
para que te acuerdes de él;
el ser humano,
para darle poder?
Lo hiciste poco
inferior a los ángeles,
lo coronaste de
gloria y dignidad,
le diste el mando
sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste
bajo sus pies:
rebaños de ovejas
y toros,
y hasta las
bestias del campo,
las aves del
cielo, los peces del mar,
que trazan sendas
por las aguas.
Señor, dueño
nuestro,
¡que admirable es
tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 18 A -
ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama
la gloria de Dios,
el firmamento
pregona la obra de sus manos:
el día al día le
pasa el mensaje,
la noche a la
noche se lo murmura.
Sin que hablen,
sin que pronuncien,
sin que resuene su
voz,
a toda la tierra
alcanza su pregón
y hasta los
límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto
su tienda al sol:
él sale como el
esposo de su alcoba,
contento como un
héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un
extremo del cielo,
y su órbita llega
al otro extremo:
nada se libra de
su calor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 18 B - HIMNO
A DIOS, AUTOR DE LA LEY
La ley del Señor
es perfecta
y es descanso del
alma;
el precepto del
Señor es fiel
e instruye al
ignorante;
los mandatos del
Señor son rectos
y alegran el
corazón;
la norma del Señor
es límpida
y da luz a los
ojos;
la voluntad del
Señor es pura
y eternamente
estable;
los mandamientos
del Señor son verdaderos
y enteramente
justos;
más preciosos que
el oro,
más que el oro
fino;
más dulces que la
miel
de un panal que
destila.
Aunque tu siervo
vigila
para guardarlos
con cuidado,
¿quién conoce sus
faltas?
Absuélveme de lo
que se me oculta.
Preserva a tu
siervo de la arrogancia,
para que no me
domine:
así quedaré libre
e inocente
del gran pecado.
Que te agraden las
palabras de mi boca,
y llegue a tu
presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía,
redentor mío.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Levantando
las manos, les dio su bendición y fue elevándose al cielo. Aleluya.
LECTURA BREVE
Col 3, 1-2
Si habéis sido
resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a
la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de
la tierra.
V. Ensalzad al Rey
de reyes. Aleluya.
R. Cantad un himno
a Dios. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Señor,
rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo, y elevar a ti
una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra
victoria y, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos
su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde él
nos precedió. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
II
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: RETORNA
VICTORIOSO.
Retorna victorioso
la cruz en mano
enhiesta como un cetro,
como la llave que
abre el paraíso;
y a su lado
retornan los cautivos
vuelto en gozo las
lágrimas y el duelo:
¡Jesús entra en el
cielo!
Vuelve el Esposo
santo;
el hijo más
hermoso de la tierra
regresa coronado
de su viaje,
y la Iglesia, la
Esposa de su sangre,
lo acompaña radiante
de belleza:
¡Jesús entra en el
cielo!
Alzad vuestra
esperanza,
porque ha quedado
el áncora clavada;
si la tormenta
agita el oleaje,
no se agite la fe
del navegante,
que en la ribera
Cristo nos amarra:
¡Jesús entra en el
cielo!
El Padre Dios se
goza
porque descansa el
Hijo en su regazo
al retorno
triunfal de la pelea;
goce la Iglesia,
goce en su Cabeza,
y alabe por los
siglos a su Amado:
¡Jesús entra en el
cielo!. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Subió al
cielo, y está sentado a la derecha del Padre. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7
- EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor
a mi Señor:
«Siéntate a mi
derecha,
y haré de tus
enemigos
estrado de tus
pies.»
Desde Sión
extenderá el Señor
el poder de tu
cetro:
somete en la
batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe
desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores
sagrados;
yo mismo te
engendré, como rocío,
antes de la
aurora.»
El Señor lo ha
jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote
eterno
según el rito de
Melquisedec.»
El Señor a tu
derecha, el día de su ira,
quebrantará a los
reyes.
En su camino
beberá del torrente,
por eso levantará
la cabeza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Subió al
cielo, y está sentado a la derecha del Padre. Aleluya.
Ant 2. Dios
asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Aleluya.
Salmo 46 -
ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL
Pueblos todos,
batid palmas,
aclamad a Dios con
gritos de júbilo;
porque el Señor es
sublime y terrible,
emperador de toda
la tierra.
El nos somete los
pueblos
y nos sojuzga las
naciones;
El nos escogió por
heredad suya:
gloria de Jacob,
su amado.
Dios asciende
entre aclamaciones;
el Señor, al son
de trompetas:
tocad para Dios,
tocad,
tocad para nuestro
Rey, tocad.
Porque Dios es el
rey del mundo:
tocad con
maestría.
Dios reina sobre
las naciones,
Dios se sienta en
su trono sagrado.
Los príncipes de
los gentiles se reúnen
con el pueblo del
Dios de Abraham;
porque de Dios son
los grandes de la tierra,
y él es excelso.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios asciende
entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Aleluya.
Ant 3. Ya ha
entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación
por él. Aleluya.
Cántico: EL JUICIO
DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos,
Señor Dios omnipotente,
el que eres y el
que eras,
porque has asumido
el gran poder
y comenzaste a
reinar.
Se encolerizaron
las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que
sean juzgados los muertos,
y de dar el
galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a
los que temen tu nombre,
y a los pequeños y
a los grandes,
y de arruinar a
los que arruinaron la tierra.
Ahora se
estableció la salud y el poderío,
y el reinado de
nuestro Dios,
y la potestad de
su Cristo;
porque fue
precipitado
el acusador de
nuestros hermanos,
el que los acusaba
ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron
en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra
del testimonio que dieron,
y no amaron tanto
su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad
alegres, cielos,
y los que moráis
en sus tiendas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ya ha entrado
el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por él.
Aleluya.
LECTURA BREVE
1Pe 3, 18. 21b-22
Cristo murió por
los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para
conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu,
fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no consiste en limpiar una
suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la
resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles
autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Subo a mi Padre
y a vuestro Padre. Aleluya, aleluya.
R. Subo a mi Padre
y a vuestro Padre. Aleluya, aleluya.
V. A mi Dios y a
vuestro Dios.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Subo a mi Padre
y a vuestro Padre. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Oh Rey de la
gloria, Señor del universo, que hoy asciendes triunfante al cielo: No nos dejes
huérfanos, envía hacia nosotros la promesa del Padre, el Espíritu de verdad.
Aleluya.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Rey de la
gloria, Señor del universo, que hoy asciendes triunfante al cielo: No nos dejes
huérfanos, envía hacia nosotros la promesa del Padre, el Espíritu de verdad.
Aleluya.
PRECES
Aclamemos,
alegres, a Jesucristo, que se ha sentado hoy a la derecha del Padre, y
digámosle:
Cristo, tú eres el
rey de la gloria.
Rey de la gloria,
que has querido glorificar por medio de tu cuerpo la fragilidad de nuestra
carne, elevándola hasta la gloria del cielo,
purifícanos de
toda mancha y devuélvenos nuestra antigua dignidad.
Tú que por amor
descendiste hasta nosotros,
haz que también
nosotros por amor subamos hasta ti.
Tú que prometiste
atraer a todos hacia ti,
no permitas que
nosotros seamos apartados de la unidad de tu cuerpo.
Tú que nos has
precedido al cielo en tu ascensión gloriosa,
haz que te sigamos
ahí con nuestro corazón y nuestra mente.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Ya que te
esperamos como Dios, juez de todos los hombres,
haz que un día
podamos contemplarte en tu gloria y majestad, junto con nuestros hermanos
difuntos.
Llenos de fe,
invoquemos juntos al Padre, repitiendo la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor,
rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo, y elevar a ti
una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra
victoria y, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos
su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde él
nos precedió. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi
culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EN TI,
SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor,
reposan nuestras vidas
en el descanso
santo de la noche;
tú nos preparas
para la alborada
y en el Espíritu
Santo nos acoges.
En apartadas y
lejanas tierras
el sol ha
despertado las ciudades;
amigo de los
hombres, ve sus penas
y ensancha de tu
amor los manantiales.
Vencedor de la
muerte y de las sombras,
Hijo eterno de
Dios, resucitado,
líbranos del
peligro de la noche
al dormirnos
confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 90 - A LA
SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al
amparo del Altísimo,
que vives a la
sombra del Omnipotente,
di al Señor:
«Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío
en ti.»
Él te librará de
la red del cazador,
de la peste
funesta.
Te cubrirá con sus
plumas,
bajo sus alas te
refugiarás:
su brazo es escudo
y armadura.
No temerás el
espanto nocturno,
ni la flecha que
vuela de día,
ni la peste que se
desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que
devasta a mediodía.
Caerán a tu
izquierda mil,
diez mil a tu
derecha;
a ti no te
alcanzará.
Tan sólo abre tus
ojos
y verás la paga de
los malvados,
porque hiciste del
Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo
por defensa.
No se te acercará
la desgracia,
ni la plaga
llegará hasta tu tienda,
porque a sus
ángeles ha dado órdenes
para que te
guarden en tus caminos;
te llevarán en sus
palmas,
para que tu pie no
tropiece en la piedra;
caminarás sobre
áspides y víboras,
pisotearás leones
y dragones.
«Se puso junto a
mí: lo libraré;
lo protegeré
porque conoce mi nombre,
me invocará y lo
escucharé.
Con él estaré en
la tribulación,
lo defenderé, lo
glorificaré;
lo saciaré de
largos días,
y le haré ver mi
salvación.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Ap 22, 4-5
Verán el rostro
del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no
necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre
ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te
pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la
resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos
levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso
nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo,
alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste
en tu seno, aleluya,
ha resucitado,
según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por
nosotros, aleluya.
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