De la Solemnidad.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Aleluya. El
Espíritu del Señor llena el universo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. El
Espíritu del Señor llena el universo, venid, adorémosle. Aleluya.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ¡OH,
BIENVENIDOS SEAS!
¡Oh, bienvenido
seas,
Paráclito eternal,
que con tus dones
nos nutres y
recreas!
Lluevan tus
bendiciones
sobre nuestros
contritos corazones.
Si alguna vez
caemos,
tú a levantarnos
ven, y tú nos guía
y alumbra si no
vemos,
y, si el pecho se
enfría,
ven y tu calor
santo en él envía.
Ven y nos
fortalece,
si alguna vez
nuestro valor flaquea,
y tu ley enderece
el pié, si se
ladea,
si tímido se para
o titubea.
El fuego
centellante,
que sobre los
apóstoles ardía,
al pecho de
diamante,
al alma seca y
fría,
ablande y dé calor
en este día.
Y unidos y
enlazados
en tus lazos, Amor
omnipotente,
de pueblo
apartados
haz una sola
gente,
un corazón, un
alma solamente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Espíritu
sopla donde quiere; tu oyes el ruido que hace, pero no sabes de dónde viene ni
a dónde va. Aleluya.
Salmo 103 I -
HIMNO AL DIOS CREADOR
Bendice, alma mía,
al Señor:
¡Dios mío, qué
grande eres!
Te vistes de
belleza y majestad,
la luz te envuelve
como un manto.
Extiendes los
cielos como una tienda,
construyes tu
morada sobre las aguas;
las nubes te
sirven de carroza,
avanzas en las
alas del viento;
los vientos te
sirven de mensajeros;
el fuego llameante,
de ministro.
Asentaste la
tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará
jamás;
la cubriste con el
manto del océano,
y las aguas se
posaron sobre las montañas;
pero a tu bramido
huyeron,
al fragor de tu
trueno se precipitaron,
mientras subían
los montes y bajaban los valles:
cada cual al
puesto asignado.
Trazaste una
frontera que no traspasarán,
y no volverán a
cubrir la tierra.
De los manantiales
sacas los ríos,
para que fluyan
entre los montes;
en ellos beben las
fieras de los campos,
el asno salvaje
apaga su sed;
junto a ellos
habitan las aves del cielo,
y entre las
frondas se oye su canto.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu
sopla donde quiere; tu oyes el ruido que hace, pero no sabes de dónde viene ni
a dónde va. Aleluya.
Ant 2. De pronto,
se oyó un estruendo que venía del cielo, como de un viento impetuoso. Aleluya.
Salmo 103 II
Desde tu morada
riegas los montes,
y la tierra se
sacia de tu acción fecunda;
haces brotar
hierba para los ganados,
y forraje para los
que sirven al hombre.
Él saca pan de los
campos,
y vino que le
alegra el corazón;
y aceite que da
brillo a su rostro,
y alimento que le
da fuerzas.
Se llenan de savia
los árboles del Señor,
los cedros del
Líbano que él plantó:
allí anidan los
pájaros,
en su cima pone
casa la cigüeña.
Los riscos son
para las cabras,
las peñas son
madriguera de erizos.
Hiciste la luna
con sus fases,
el sol conoce su
ocaso.
Pones las
tinieblas y viene la noche
y rondan las
fieras de la selva;
los cachorros
rugen por la presa,
reclamando a Dios
su comida.
Cuando brilla el
sol, se retiran,
y se tumban en sus
guaridas;
el hombre sale a
sus faenas,
a su labranza
hasta el atardecer.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De pronto, se
oyó un estruendo que venía del cielo, como de un viento impetuoso. Aleluya.
Ant 3. Envías tu
Espíritu y creas los seres, y renuevas la faz de la tierra. Aleluya.
Salmo 103 III
¡Cuántas son tus
obras, Señor,
y todas las
hiciste con sabiduría!;
la tierra está
llena de tus creaturas.
Ahí está el mar:
ancho y dilatado,
en él bullen, sin
número,
animales pequeños
y grandes;
lo surcan las
naves, y el Leviatán
que modelaste para
que retoce.
Todos ellos
aguardan
a que les eches
comida a su tiempo:
se la echas, y la
atrapan;
abres tu mano, y
se sacian de bienes;
escondes tu rostro,
y se espantan;
les retiras el
aliento, y expiran
y vuelven a ser
polvo;
envías tu aliento,
y los creas,
y repueblas la faz
de la tierra.
Gloria a Dios para
siempre,
goce el Señor con
sus obras.
Cuando él mira la
tierra, ella tiembla;
cuando toca los
montes, humean.
Cantaré al Señor
mientras viva,
tocaré para mi
Dios mientras exista:
que le sea
agradable mi poema,
y yo me alegraré
con el Señor.
Que se acaben los
pecadores en la tierra,
que los malvados
no existan más.
¡Bendice, alma
mía, al Señor!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Envías tu
Espíritu y creas los seres, y renuevas la faz de la tierra. Aleluya.
V. El Espíritu del
Señor llena el universo. Aleluya.
R. Y él, que todo
lo mantiene unido, conoce todas las voces. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la carta del
apóstol san Pablo a los Romanos 8, 5-27
CUANTOS SE DEJAN
GUIAR POR EL ESPÍRITU DE DIOS SON HIJOS DE DIOS
Hermanos: Los que
llevan una vida puramente natural, según la carne, ponen su corazón en las
cosas de la carne; los que viven la vida según el espíritu lo ponen en las
cosas del espíritu. Las tendencias de la carne llevan hacia la muerte, en
cambio, las del espíritu llevan a la vida y a la paz. Porque las tendencias de
la vida según la carne son enemigas de Dios y no se someten ni pueden someterse
a la ley de Dios. Y los que llevan una vida puramente natural, según la carne
no pueden agradar a Dios.
Pero vosotros ya
no estáis en la vida según la carne, sino en la vida según el espíritu, ya que
el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo
no es de Dios. Pero si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya
muerto por causa del pecado, el espíritu tiene vida por la justificación.
Y si el Espíritu
de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo
que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros
cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
Así, pues,
hermanos, no tenemos deuda alguna con la vida según la carne, para que vivamos
según sus principios. Si vivís según ellos, moriréis; pero, si hacéis morir por
el espíritu las malas pasiones del cuerpo, viviréis.
Porque todos
cuantos se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Que no habéis
recibido espíritu de esclavitud, para recaer otra vez en el temor, sino que
habéis recibido espíritu de adopción filial, por el que clamamos: «¡padre!» Este
mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios; y, si
somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos de
Cristo, si es que padecemos juntamente con Cristo, para ser glorificados
juntamente con él.
Los padecimientos
de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en comparación con la
gloria futura que se ha de revelar en nosotros. La creación entera está en
expectación, suspirando por esa manifestación gloriosa de los hijos de Dios;
porque las creaturas todas quedaron sometidas al desorden, no porque a ello
tendiesen de suyo, sino por culpa del hombre que las sometió. Y abrigan la
esperanza de quedar ellas, a su vez, libres de la esclavitud de la corrupción,
para tomar parte en la libertad gloriosa que han de recibir los hijos de Dios.
La creación
entera, como bien lo sabemos, va suspirando y gimiendo toda ella, hasta el
momento presente, como con dolores de parto. Y no es ella sola, también
nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, suspiramos en nuestro
interior, anhelando la redención de nuestro cuerpo. Sólo en esperanza poseemos
esta salvación; ahora bien, una esperanza, cuyo objeto estuviese ya a la vista,
no sería ya esperanza. Pues, ¿cómo es posible esperar una cosa que está ya a la
vista? Pero, si estamos esperando lo que no vemos, lo esperamos con anhelo y
constancia.
De la misma
manera, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir
como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden
ser expresados en palabras. Y aquel que escudriña los corazones sabe cuáles son
los deseos del Espíritu y que su intercesión en favor de los fieles es según el
querer de Dios.
RESPONSORIO
Ga 4, 6; 3, 26; 2Tm 1, 7
R. La prueba de
que sois hijos por la fe en Jesucristo es que * Dios ha enviado a vuestros
corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Padre!» Aleluya.
V. No nos ha dado
Dios un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de amor y de señorío de
nosotros mismos.
R. Dios ha enviado
a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Padre!» Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san
Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 3, 17, 1-3:
SC 34, 302-306)
EL ENVÍO DEL
ESPÍRITU SANTO
El Señor dijo a
los discípulos: Id y sed los maestros de todas las naciones; bautizadlas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Con este mandato les daba el
poder de regenerar a los hombres en Dios.
Dios había
prometido por boca de sus profetas que en los últimos días derramaría su
Espíritu sobre sus siervos y siervas, y que éstos profetizarían; por esto
descendió el Espíritu Santo sobre el Hijo de Dios, que se había hecho Hijo del
hombre, para así, permaneciendo en él, habitar en el género humano, reposar
sobre los hombres y residir en la obra plasmada por las manos de Dios,
realizando así en el hombre la voluntad del Padre y renovándolo de la antigua
condición a la nueva, creada en Cristo.
Y Lucas nos narra
cómo este Espíritu, después de la ascensión del Señor, descendió sobre los
discípulos el día de Pentecostés, con el poder de dar a todos los hombres
entrada en la vida y para dar su plenitud a la nueva alianza; por esto, todos a
una, los discípulos alababan a Dios en todas las lenguas, al reducir el
Espíritu a la unidad los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de
todas las naciones.
Por esto el Señor
prometió que nos enviaría aquel Abogado que nos haría capaces de Dios. Pues,
del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una masa compacta y en
un solo pan, si antes no es humedecido, así también nosotros, que somos muchos,
no podíamos convertirnos en una sola cosa en Cristo Jesús, sin esta agua que
baja del cielo. Y, así como la tierra árida no da fruto, si no recibe el agua,
así también nosotros, que éramos antes como un leño árido, nunca hubiéramos
dado el fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de lo alto.
Nuestros cuerpos,
en efecto, recibieron por el baño bautismal la unidad destinada a la
incorrupción, pero nuestras almas la recibieron por el Espíritu.
El Espíritu de
Dios descendió sobre el Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia,
Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de ciencia y de temor del Señor, y
el Señor, a su vez, lo dio a la Iglesia, enviando al Abogado sobre toda la
tierra desde el cielo, que fue de donde dijo el Señor que había sido arrojado
Satanás como un rayo; por esto necesitamos de este rocío divino, para que demos
fruto y no seamos lanzados al fuego; y, ya que tenemos quién nos acusa,
tengamos también un Abogado, pues que el Señor encomienda al Espíritu Santo el
cuidado del hombre, posesión suya, que había caído en manos de ladrones, del
cual se compadeció y vendó sus heridas, entregando después los dos denarios
regios para que nosotros, recibiendo por el Espíritu la imagen y la inscripción
del Padre y del Hijo, hagamos fructificar el denario que se nos ha confiado,
retornándolo al Señor con intereses.
RESPONSORIO
Hch 2, 1-2
R. Cuando llegó el
día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar; de pronto, se oyó
un estruendo que venía del cielo, * como de un viento impetuoso que invadió
toda la casa. Aleluya.
V. Y, así, estando
congregados todos los discípulos, vino de pronto sobre ellos un estruendo desde
el cielo.
R. Como de un
viento impetuoso que invadió toda la casa. Aleluya.
Himno: SEÑOR, DIOS
ETERNO
Señor, Dios
eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra
alabanza,
a ti, Padre del
cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti,
los ángeles te adoran
y cantan sin
cesar:
Santo, santo,
santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el
cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te
alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los
profetas te enaltece,
y el ejército
glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia
santa,
por todos los
confines extendida,
con júbilo te
adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo,
Hijo eterno,
unigénito de Dios,
santo Espíritu de
amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres
el Rey de la gloria,
tú el Hijo y
Palabra del Padre,
tú el Rey de toda
la creación.
Tú, para salvar al
hombre,
tomaste la
condición de esclavo
en el seno de una
virgen.
Tú destruiste la
muerte
y abriste a los
creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y
glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún
día,
como juez
universal.
Muéstrate, pues,
amigo y defensor
de los hombres que
salvaste.
Y recíbelos por
siempre allá en tu reino,
con tus santos y
elegidos.
La parte que sigue
puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo,
Señor,
y bendice a tu
heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por
siempre.
Día tras día te
bendeciremos
y alabaremos tu
nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado
en este día.
Ten piedad de
nosotros, Señor,
ten piedad de
nosotros.
Que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos
de ti.
A ti, Señor, me
acojo,
no quede yo nunca
defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que
por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia en todo pueblo y nación,
derrama los dones del Espíritu Santo por toda la extensión de la tierra, y
aquellas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica
continúa realizándolas ahora en los corazones de tus fieles. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Aleluya. El
Espíritu del Señor llena el universo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. El
Espíritu del Señor llena el universo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: HOY
DESCIENDE EL ESPÍRITU DE FUEGO
Hoy desciende el
Espíritu de fuego
al corazón
creyente de la Iglesia,
el Señor que la
quema y atraviesa
enciende con su
llama al universo.
Ebrios del Santo
Espíritu, los Doce
rebosan de
carismas y alabanzas;
Dios baja al
Sinaí, y en llamarada
y en ímpetu de amor
retumba el monte.
Razas y pueblos
quedan convocados;
Dios se muestra en
Sión, la bella altura,
y en voz concorde
aquí a los hombres junta,
desde Babel
dispersos en pecado.
Se lanzan por el
mundo los testigos;
y sin ceñir
espadas lo conquistan,
y sin oro a los
pobres dan la vida;
el Espíritu guía y
Cristo invicto.
El Viento es brisa
y fuerza de huracanes,
y el Agua viva
mueve los océanos;
alzan los brazos y
oran bendiciendo
y el gozo
transfigura sus semblantes.
Espíritu de amor y
de verdad,
Espíritu confín de
las promesas,
oh Santo, a ti la
gloria siempre sea,
y a nosotros de ti
la santidad. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, cuán
bueno y cuán suave es tu Espíritu que habita en nosotros. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL
ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres
mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está
sedienta de ti;
mi carne tiene
ansia de ti,
como tierra
reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te
contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y
tu gloria!
Tu gracia vale más
que la vida,
te alabarán mis
labios.
Toda mi vida te
bendeciré
y alzaré las manos
invocándote.
Me saciaré de
manjares exquisitos,
y mis labios te
alabarán jubilosos.
En el lecho me
acuerdo de ti
y velando medito
en ti,
porque fuiste mi
auxilio,
y a la sombra de
tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida
a ti,
y tu diestra me
sostiene.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, cuán
bueno y cuán suave es tu Espíritu que habita en nosotros. Aleluya.
Ant 2. Manantiales
y cuanto se mueve en las aguas, cantad un himno a Dios. Aleluya.
Cántico: TODA LA
CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas
del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Ángeles del Señor,
bendecid al Señor;
cielos, bendecid
al Señor.
Aguas del espacio,
bendecid al Señor;
ejércitos del
Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor;
astros del cielo,
bendecid al Señor.
Lluvia y rocío,
bendecid al Señor;
vientos todos,
bendecid al Señor.
Fuego y calor,
bendecid al Señor;
fríos y heladas,
bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas,
bendecid al Señor;
témpanos y hielos,
bendecid al Señor.
Escarchas y
nieves, bendecid al Señor;
noche y día,
bendecid al Señor.
Luz y tinieblas,
bendecid al Señor;
rayos y nubes,
bendecid al Señor.
Bendiga la tierra
al Señor,
ensálcelo con
himnos por los siglos.
Montes y cumbres,
bendecid al Señor;
cuanto germina en
la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares y ríos,
bendecid al Señor.
Cetáceos y peces,
bendecid al Señor;
aves del cielo,
bendecid al Señor.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al
Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor,
bendecid al Señor.
Almas y espíritus
justos, bendecid al Señor;
santos y humildes
de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y
Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con
himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con
himnos por los siglos.
Bendito el Señor
en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso
y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria
al Padre.
Ant. Manantiales y
cuanto se mueve en las aguas, cantad un himno a Dios. Aleluya.
Ant 3. Los
apóstoles hablaban en otras lenguas las grandezas de Dios. Aleluya.
Salmo 149 -
ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
resuene su
alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre
Israel por su Creador,
los hijos de Sión
por su Rey.
Alabad su nombre
con danzas,
cantadle con
tambores y cítaras;
porque el Señor
ama a su pueblo
y adorna con la
victoria a los humildes.
Que los fieles
festejen su gloria
y canten jubilosos
en filas:
con vítores a Dios
en la boca
y espadas de dos
filos en las manos:
para tomar
venganza de los pueblos
y aplicar el
castigo a las naciones,
sujetando a los
reyes con argollas,
a los nobles con
esposas de hierro.
Ejecutar la
sentencia dictada
es un honor para
todos sus fieles.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los apóstoles
hablaban en otras lenguas las grandezas de Dios. Aleluya.
LECTURA BREVE
Hch 5, 30-32
El Dios de
nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un
madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a
Israel la conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros
y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
RESPONSORIO BREVE
V. Todos quedaron
llenos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. Todos quedaron
llenos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
V. Y comenzaron a
hablar.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Todos quedaron
llenos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Recibid el
Espíritu Santo; quedan perdonados los pecados a quienes los perdonéis. Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Recibid el
Espíritu Santo; quedan perdonados los pecados a quienes los perdonéis. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo,
el Señor, que ha congregado a su Iglesia por el Espíritu Santo, y digámosle con
fe:
Renueva, Señor, la
faz de la tierra.
Señor Jesús, que,
exaltado en la cruz, hiciste que brotaran torrentes de agua viva de tu
costado,
envíanos a tu
Espíritu Santo, fuente de vida.
Tú que,
glorificado a la derecha de Dios, derramaste sobre tus discípulos el Espíritu
Santo,
envía este mismo
Espíritu al mundo, para que renueve la faz de la tierra.
Tú que, por el
Espíritu Santo, diste a los apóstoles el poder de perdonar los pecados y el
poder de retenerlos,
destruye el pecado
del mundo.
Tú que prometiste
darnos el Espíritu Santo, para que nos lo enseñara todo y nos fuera recordando
lo que nos habías dicho,
envíanos este
Espíritu, para que ilumine nuestra fe.
Tú que prometiste
enviarnos el Espíritu de verdad, para que diéramos testimonio de ti,
envíanos este
Espíritu, para que nos haga tus testigos fieles.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Dirijámonos ahora
al Padre con las palabras que el Señor resucitado pone en nuestros labios:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que
por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia en todo pueblo y nación,
derrama los dones del Espíritu Santo por toda la extensión de la tierra, y
aquellas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica
continúa realizándolas ahora en los corazones de tus fieles. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUEGO DE
DIOS A NUESTRAS FRENTES BAJE
Fuego de Dios a
nuestras frentes baje,
intelecto de amor
en ellas prenda,
y con lumbres de
gozo y de martirio
nuestras almas
encienda.
Como el viento,
impetuoso; como el fuego,
candente, nuestro
celo se propague,
¡y juzguen
ebriedad de los sentidos
la divina
embriaguez que nos embriague!
Todos
transverberados, desechemos
nuestro albergue
precario,
y escuche todo
oído en toda lengua
el subversor
mensaje del Calvario.
Nuevo diluvio de
aguas cenagosas
trae en cruda
zozobra nuestra barca.
¡Vuelve, Amor, con
el ramo del olivo!
¡Vuelve, Paloma, a
serenar el arca! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Espíritu
Santo, viniendo del cielo, llenó invisiblemente el corazón de los apóstoles.
Aleluya.
Salmo 117 I -
HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna
su misericordia.
Diga la casa de
Israel:
eterna es su
misericordia.
Diga la casa de
Aarón:
eterna es su
misericordia.
Digan los fieles
del Señor:
eterna es su
misericordia.
En el peligro
grité al Señor,
y me escuchó,
poniéndome a salvo.
El Señor está
conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme
el hombre?
El Señor está
conmigo y me auxilia,
veré la derrota de
mis adversarios.
Mejor es
refugiarse en el Señor
que fiarse de los
hombres,
mejor es
refugiarse en el Señor
que confiar en los
magnates.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 II
Todos los pueblos
me rodeaban,
en el nombre del
Señor los rechacé;
me rodeaban
cerrando el cerco,
en el nombre del
Señor los rechacé;
me rodeaban como
avispas,
ardiendo como
fuego en las zarzas,
en el nombre del
Señor los rechacé.
Empujaban y
empujaban para derribarme,
pero el Señor me
ayudó;
el Señor es mi
fuerza y mi energía,
él es mi
salvación.
Escuchad: hay
cantos de victoria
en las tiendas de
los justos:
«La diestra del
Señor es poderosa,
la diestra del
Señor es excelsa,
la diestra del
Señor es poderosa.»
No he de morir,
viviré
para contar las
hazañas del Señor.
Me castigó, me
castigó el Señor,
pero no me entregó
a la muerte.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 III
Abridme las
puertas del triunfo,
y entraré para dar
gracias al Señor.
Esta es la puerta
del Señor:
los vencedores
entrarán por ella.
Te doy gracias
porque me escuchaste
y fuiste mi
salvación.
La piedra que
desecharon los arquitectos
es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien
lo ha hecho,
ha sido un milagro
patente.
Éste es el día en
que actuó el Señor:
sea nuestra
alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la
salvación;
Señor, danos
prosperidad.
Bendito el que
viene en nombre del Señor,
os bendecimos
desde la casa del Señor;
el Señor es Dios:
él nos ilumina.
Ordenad una
procesión con ramos
hasta los ángulos
del altar.
Tú eres mi Dios,
te doy gracias;
Dios mío, yo te
ensalzo.
Dad gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna
su misericordia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu
Santo, viniendo del cielo, llenó invisiblemente el corazón de los apóstoles.
Aleluya.
LECTURA BREVE
1Co 12, 13
Todos nosotros,
judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo
Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
V. El Espíritu
Santo. Aleluya.
R. Os lo enseñará
todo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso,
haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu gloria, para que la claridad de
tu luz fortalezca con la gracia del Espíritu Santo a los que, por tu bondad,
hemos recibido en el bautismo una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VERBO DE
DIOS, EL SOL DE MEDIODÍA
Verbo de Dios, el
sol de mediodía,
amable mensajero
de tu rostro,
fecunda nuestra
tierra y la hermosea
como fuente de
luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu
cuerpo, que es pleroma
del infinito amor
jamás gastado;
y de ese mar sin
fondo ni ribera
la Iglesia es tu
pleroma continuado.
Verbo de Dios, que
reinas sin fatiga,
que emerges
victorioso del trabajo,
reina dichoso tú
que nos esperas
mientras nosotros
vamos caminando. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Acrecienta,
Señor, nuestra fe y, con el fuego de tu Espíritu, inflama nuestros corazones.
Aleluya.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían arrollado
las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acrecienta,
Señor, nuestra fe y, con el fuego de tu Espíritu, inflama nuestros corazones.
Aleluya.
LECTURA BREVE
Tt 3, 5b-7
Dios nos trajo la
salud mediante el baño bautismal de regeneración y renovación que obra el
Espíritu Santo. Él derramó con toda profusión sobre nosotros este Espíritu por
Cristo Jesús, nuestro Salvador. Así, justificados por la gracia de Cristo,
hemos obtenido la esperanza de poseer en herencia la vida eterna.
V. El Espíritu
Santo os enseñará. Aleluya.
R. Todo lo que os
he dicho. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso,
haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu gloria, para que la claridad de
tu luz fortalezca con la gracia del Espíritu Santo a los que, por tu bondad,
hemos recibido en el bautismo una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REINA EL
SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO
Reina el Señor
allí donde ninguno
ciñe corona que
haya dado el mundo;
reina el Señor
allí donde la vida
sin lágrimas es
río de delicias.
Reina el Señor, el
compasivo siervo,
que en sus hombros
cargó nuestro madero;
vive el muerto en
la cruz, el sepultado
y con hierro
sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro
valle de la muerte
hasta bajar a
tumba de rebeldes;
fingía que era
suya nuestra pena,
y en silencio
escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el
Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan
los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor
Jesús resucitado,
nuestra esperanza
y triunfo deseado! Amén.
SALMODIA
Ant 1. No seréis
vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Aleluya.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no guarda
la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No seréis
vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Aleluya.
LECTURA BREVE
2Co 1, 21-22
Dios es quien nos
confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha
sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
V. Los apóstoles
hablaban en otras lenguas. Aleluya.
R. Las grandezas
de Dios. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso,
haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu gloria, para que la claridad de
tu luz fortalezca con la gracia del Espíritu Santo a los que, por tu bondad,
hemos recibido en el bautismo una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
II
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN,
CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO
Ven, Creador,
Espíritu amoroso,
ven y visita el
alma que a ti clama
y con tu soberana
gracia inflama
los pechos que
criaste poderoso.
Tú que abogado
fiel eres llamado,
del Altísimo don,
perenne fuente
de vida eterna,
caridad ferviente,
espiritual unción,
fuego sagrado.
Tú te infundes al
alma en siete dones,
fiel promesa del
Padre soberano;
tú eres el dedo de
su diestra mano,
tú nos dictas
palabras y razones.
Ilustra con tu luz
nuestros sentidos,
del corazón
ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la
corporal flaqueza,
con tu eterna
virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro
enemigo desterrado,
gocemos de paz
santa duradera,
y, siendo nuestro
guía en la carrera,
todo daño evitemos
y pecado.
Por ti al eterno
Padre conozcamos,
y al Hijo,
soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu,
de ambos procedente,
con viva fe y amor
siempre creamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Espíritu
del Señor llena el universo. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7
- EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor
a mi Señor:
«Siéntate a mi
derecha,
y haré de tus
enemigos
estrado de tus
pies.»
Desde Sión
extenderá el Señor
el poder de tu
cetro:
somete en la
batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe
desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores
sagrados;
yo mismo te
engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha
jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote
eterno
según el rito de
Melquisedec.»
El Señor a tu
derecha, el día de su ira,
quebrantará a los
reyes.
En su camino
beberá del torrente,
por eso levantará
la cabeza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu
del Señor llena el universo. Aleluya.
Ant 2. Confirma,
oh Dios, lo que has realizado en nosotros, desde tu santo templo de Jerusalén.
Aleluya.
Salmo 113 A -
ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel
salió de Egipto,
los hijos de Jacob
de un pueblo balbuciente,
Judá fue su
santuario,
Israel fue su
dominio.
El mar, al verlos,
huyó,
el Jordán se echó
atrás;
los montes
saltaron como carneros;
las colinas, como
corderos.
¿Qué te pasa, mar,
que huyes,
y a ti, Jordán,
que te echas atrás?
¿Y a vosotros,
montes, que saltáis como carneros;
colinas, que
saltáis como corderos?
En presencia del
Señor se estremece la tierra,
en presencia del
Dios de Jacob;
que transforma las
peñas en estanques,
el pedernal en
manantiales de agua.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confirma, oh
Dios, lo que has realizado en nosotros, desde tu santo templo de Jerusalén.
Aleluya.
Ant 3. Todos
quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS
DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico
siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es
cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo
al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la
gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios
son verdaderos y justos.
R. Aleluya,
(aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor
sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis,
pequeños y grandes.
R. Aleluya,
(aleluya).
Aleluya.
Porque reina el
Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y
gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya,
(aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del
cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha
embellecido.
R. Aleluya,
(aleluya).
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todos
quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar. Aleluya.
LECTURA BREVE
Ef 4,3-6
Esforzaos por
mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un
solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que
habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo,
que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu del
Señor llena el universo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu del
Señor llena el universo. Aleluya, aleluya.
V. Y él, que todo
lo mantiene unido, conoce todas las voces.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. El Espíritu del
Señor llena el universo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hoy han
llegado a su término los días de Pentecostés, aleluya; hoy el Espíritu Santo se
apareció a los discípulos en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus
dones, enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que
crea y se bautice se salvará. Aleluya.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy han
llegado a su término los días de Pentecostés, aleluya; hoy el Espíritu Santo se
apareció a los discípulos en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus
dones, enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que
crea y se bautice se salvará. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios
Padre, que por medio de Cristo ha congregado a la Iglesia, y digamos
suplicantes:
Envía, Señor, a la
Iglesia tu Espíritu Santo.
Tú que quieres que
todos los que nos llamamos cristianos, unidos por un solo bautismo en el mismo
Espíritu, formemos una única Iglesia,
haz que cuantos
creen en ti sean un solo corazón y una sola alma.
Tú que con tu
Espíritu llenaste el universo,
haz que los
hombres construyan un mundo nuevo en justicia y paz.
Señor, padre de
todos los hombres, que quieres reunir en la confesión de la única fe a tus
hijos dispersos,
ilumina a todos
los hombres con la gracia del Espíritu Santo.
Tú que por tu Espíritu
lo renuevas todo,
concede la salud a
los enfermos, el consuelo a los que viven tristes y la salvación a todos los
hombres.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú que por tu
Espíritu resucitaste a tu Hijo de entre los muertos,
infunde nueva vida
a los que han muerto.
Dirijámonos ahora
al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestros
labios:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que
por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia en todo pueblo y nación,
derrama los dones del Espíritu Santo por toda la extensión de la tierra, y
aquellas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica
continúa realizándolas ahora en los corazones de tus fieles. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EL CORAZÓN
SE DILATA
El corazón se
dilata
sin noche en tu
santo cuerpo,
oh morada
iluminada,
mansión de todo
consuelo.
Por tu muerte sin
pecado,
por tu descanso y
tu premio,
en ti, Jesús,
confiamos,
y te miramos sin
miedo.
Como vigilia de
amor
te ofrecemos
nuestro sueño;
tú que eres el
paraíso,
danos un puesto en
tu reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 90 - A LA
SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al
amparo del Altísimo,
que vives a la
sombra del Omnipotente,
di al Señor:
«Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío
en ti.»
Él te librará de
la red del cazador,
de la peste
funesta.
Te cubrirá con sus
plumas,
bajo sus alas te
refugiarás:
su brazo es escudo
y armadura.
No temerás el
espanto nocturno,
ni la flecha que
vuela de día,
ni la peste que se
desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que
devasta a mediodía.
Caerán a tu
izquierda mil,
diez mil a tu
derecha;
a ti no te
alcanzará.
Tan sólo abre tus
ojos
y verás la paga de
los malvados,
porque hiciste del
Señor tu refugio,
tomaste al
Altísimo por defensa.
No se te acercará
la desgracia,
ni la plaga
llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles
ha dado órdenes
para que te
guarden en tus caminos;
te llevarán en sus
palmas,
para que tu pie no
tropiece en la piedra;
caminarás sobre
áspides y víboras,
pisotearás leones
y dragones.
«Se puso junto a
mí: lo libraré;
lo protegeré
porque conoce mi nombre,
me invocará y lo
escucharé.
Con él estaré en
la tribulación,
lo defenderé, lo
glorificaré;
lo saciaré de
largos días,
y le haré ver mi
salvación.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Ap 22, 4-5
Verán el rostro
del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no
necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre
ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te
pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la
resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos
levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo,
alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste
en tu seno, aleluya,
ha resucitado,
según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por
nosotros, aleluya.
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