Del Común de un
mártir - Salterio I
SAN JUSTINO,
mártir. (MEMORIA)
Justino,
filósofo y mártir, nació a principios del siglo II en Flavia Neápolis (Nablus),
la antigua Siquem, en Samaria, de familia pagana. Una vez convertido a la fe,
escribió profusamente en defensa de la religión, aunque sólo se conservan de él
dos «Apologías» y el «Diálogo con Trifón». Abrió una escuela en Roma, en la que
sostuvo públicas disputas. Sufrió el martirio, junto con sus compañeros, en
tiempos de Marco Aurelio, hacia el año 165.
OFICIO
DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la
primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Si antes se ha
rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TESTIGOS DE
AMOR
Testigos de amor
de Cristo Señor,
mártires santos.
Rosales en flor
de Cristo el olor,
mártires santos.
Palabras en luz
de Cristo Jesús,
mártires santos.
Corona inmortal
del Cristo total,
mártires santos.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Yo te amo,
Señor; tú eres mi fortaleza.
Salmo 17, 2-30 I-
ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA
Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi
alcázar, mi libertador.
Dios mío, mi
escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza
salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de
mi alabanza
y quedo libre de
mis enemigos.
Me cercaban olas
mortales,
torrentes
destructores me aterraban,
me envolvían las
redes del abismo,
me alcanzaban los
lazos de la muerte.
En el peligro
invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él
escuchó mi voz
y mi grito llegó a
sus oídos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo te amo,
Señor; tú eres mi fortaleza.
Ant 2. El Señor me
libró porque me amaba.
Salmo 17 II
Entonces tembló y
retembló la tierra,
vacilaron los
cimientos de los montes,
sacudidos por su
cólera;
de su rostro se
alzaba una humareda,
de su boca un
fuego voraz,
y lanzaba carbones
ardiendo.
Inclinó el cielo y
bajó
con nubarrones
debajo de sus pies;
volaba sobre un
querubín
cerniéndose sobre
las alas del viento,
envuelto en un
manto de oscuridad:
como un toldo, lo
rodeaban
oscuro aguacero y
nubes espesas;
al fulgor de su
presencia, las nubes
se deshicieron en
granizo y centellas;
y el Señor tronaba
desde el cielo,
el Altísimo hacía
oír su voz:
disparando sus
saetas, los dispersaba,
y sus continuos
relámpagos los enloquecían.
El fondo del mar
apareció,
y se vieron los
cimientos del orbe,
cuando tú, Señor,
lanzaste el fragor de tu voz,
al soplo de tu
ira.
Desde el cielo
alargó la mano y me sostuvo,
me sacó de las
aguas caudalosas,
me libró de un
enemigo poderoso,
de adversarios más
fuertes que yo.
Me acosaban el día
funesto,
pero el Señor fue
mi apoyo:
me sacó a un lugar
espacioso,
me libró porque me
amaba.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me
libró porque me amaba.
Ant 3. Señor, tú
eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
Salmo 17 III
El Señor retribuyó
mi justicia,
retribuyó la
pureza de mis manos,
porque seguí los
caminos del Señor
y no me rebelé
contra mi Dios;
porque tuve
presentes sus mandamientos
y no me aparté de
sus preceptos;
Le fui enteramente
fiel,
guardándome de
toda culpa;
el Señor retribuyó
mi justicia,
la pureza de mis
manos en su presencia.
Con el fiel, tú
eres fiel;
con el íntegro, tú
eres íntegro;
con el sincero, tú
eres sincero;
con el astuto, tú
eres sagaz.
Tú salvas al
pueblo afligido
y humillas los
ojos soberbios.
Señor, tú eres mi
lámpara;
Dios mío, tú
alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti, me
meto en la refriega;
fiado en mi Dios,
asalto la muralla.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tú
eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
V. Todos quedaban
maravillados.
R. De las palabras
que salían de la boca de Dios.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los
Gálatas 3, 15-4, 7
EL OFICIO DE LA
LEY
Hermanos, voy a
proponeros un ejemplo tomado de la vida humana: nadie anula ni modifica un
testamento que esté en regla, a pesar de ser una cosa puramente humana. A
Abraham y a su descendencia se hicieron las promesas de parte de Dios. No dice la
Escritura «a los descendientes», como si se tratase de muchos, sino, en
singular, «a tu descendencia». Y ésta es Cristo.
Y, ahora, a lo que
iba: El testamento, formalizado ya con anterioridad por Dios, no puede ser
anulado, hasta invalidar la promesa, por una ley que vino cuatrocientos treinta
años más tarde. Si la herencia divina hubiese dependido de la ley, ya no
dependería de la promesa. Ahora bien, Dios la concedió a Abraham como un don
gratuito, mediante una promesa.
Entonces, ¿cuál
fue el fin de la ley mosaica? Fue puesta por Dios junto a las promesas por
razón de las transgresiones, hasta que viniese la descendencia a quien se
habían hecho las promesas; fue promulgada por ministerio de ángeles y por
intervención de un mediador. Pero, cuando solamente hay una persona, no hay
lugar para mediador alguno; y, en el caso de la promesa, sólo hubo uno: Dios.
Así, pues, ¿va la ley contra las promesas de Dios? De ningún nodo. Si se
hubiese promulgado una ley capaz de darnos la vida, realmente la justificación
habría provenido de la ley.
Pero la Escritura
ha declarado que todos los hombres son culpables de pecado, para que así la
promesa se concediese a los creyentes, por su fe en Jesucristo.
Antes de venir la
economía de la fe, estábamos encerrados bajo la custodia de la ley, en espera
de la fe que había de revelarse. De este modo la ley fue nuestro ayo para
llevarnos a Cristo, a fin de ser justificados por la fe. Pero, una vez llegada
la era de la fe, no estamos más bajo la potestad del ayo, pues ya sois todos
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
En efecto, todos
los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no
hay distinción entre judío y gentil, ni entre libre y esclavo, ni entre hombre
y mujer: todos sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo sois por lo mismo
descendencia de Abraham, herederos según la promesa.
Pongo también otra
comparación: El heredero, mientras es menor de edad, con ser dueño de todo, no
se distingue en nada del esclavo: está bajo tutores y administradores hasta el
tiempo prefijado por su padre. De igual modo: Nosotros, cuando éramos menores
de edad, vivíamos esclavizados por los «elementos del mundo».
Pero, cuando se
cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la
ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser
hijos por adopción. Y la prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a
vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Padre!» Por
consiguiente, ya no eres esclavo, sino hijo; y, si eres hijo, también eres
heredero por voluntad de Dios.
RESPONSORIO
Ga 3, 27. 28; cf. Ef 4, 24
R. Todos los que
habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay
distinción entre judío y gentil: * todos sois uno en Cristo Jesús.
V. Vestíos de la
nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad
verdaderas.
R. Todos sois uno
en Cristo Jesús.
SEGUNDA LECTURA
De las Actas del
martirio de los santos Justino y compañeros
(Cap. 1-5: cf. PG 6,
1566-1571)
HE ABRAZADO LAS
VERDADERAS ENSEÑANZAS DE LOS CRISTIANOS
Aquellos santos
varones, una vez apresados, fueron conducidos al prefecto de Roma, que se
llamaba Rústico. Cuando estuvieron ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a
Justino:
«Antes que nada,
profesa tu fe en los dioses y obedece a los emperadores.»
Justino respondió:
«No es motivo de
acusación ni de detención el hecho de obedecer a los mandamientos de nuestro
Salvador Jesucristo.»
Rústico dijo:
«¿Cuáles son las
enseñanzas que profesas?»
Respondió Justino:
«Yo me he
esforzado en conocer toda clase de enseñanzas, pero he abrazado las verdaderas
enseñanzas de los cristianos, aunque no sean aprobadas por los que viven en el
error.»
El prefecto
Rústico dijo:
«¿Y tú las
apruebas, miserable?»
Respondió Justino:
«Así es, ya que
las sigo según sus rectos principios.»
Dijo el prefecto
Rústico:
«¿Y cuáles son
estos principios?»
Justino respondió:
«Que damos culto
al Dios de los cristianos, al que consideramos como el único creador desde el
principio y artífice de toda la creación, de todo lo visible y lo invisible, y
al Señor Jesucristo, de quien anunciaron los profetas que vendría como
mensajero de salvación al género humano y maestro de insignes discípulos. Y yo,
que no soy más que un mero hombre, sé que mis palabras están muy por debajo de
su divinidad infinita, pero admito el valor de las profecías que atestiguan que
éste, al que acabo de referirme, es el Hijo de Dios. Porque sé que los profetas
hablaban por inspiración divina al vaticinar su venida a los hombres.»
Rústico dijo:
«Luego, ¿eres
cristiano?»
Justino respondió:
«Así es, soy
cristiano.»
El prefecto dijo a
Justino:
«Escucha, tú que
eres tenido por sabio y crees estar en posesión de la verdad: si eres flagelado
y decapitado ¿estás persuadido de que subirás al cielo?»
Justino respondió:
«Espero vivir en
la casa del Señor, si sufro tales cosas, pues sé que, a todos los que hayan
vivido rectamente, les está reservado el don de Dios para el fin del mundo.»
El prefecto
Rústico dijo:
«Tú, pues, supones
que has de subir al cielo, para recibir un cierto premio merecido.»
Justino respondió:
«No lo supongo, lo
sé con certeza.»
El prefecto
Rústico dijo:
«Dejemos esto y
vayamos a la cuestión que ahora interesa y urge. Poneos de acuerdo y sacrificad
a los dioses.»
Justino dijo:
«Nadie que piense
rectamente abandonará la piedad para caer en la impiedad.»
El prefecto
Rústico dijo:
«Si no hacéis lo
que se os manda, seréis atormentados sin piedad.»
Justino respondió:
«Nuestro deseo es
llegar a la salvación a través de los tormentos sufridos por causa de nuestro
Señor Jesucristo, ya que ello será para nosotros motivo de salvación y de
confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y
más temible que éste.»
Los otros mártires
dijeron asimismo:
«Haz lo que
quieras; somos cristianos y no sacrificamos a los ídolos.»
El prefecto
Rústico pronunció la sentencia, diciendo:
«Por haberse
negado a sacrificar a los dioses y a obedecer las órdenes del emperador, serán
flagelados y decapitados en castigo de su delito y a tenor de lo establecido
por la ley.»
Los santos
mártires salieron, glorificando a Dios, hacia el lugar acostumbrado y allí
fueron decapitados, coronando así el testimonio de su fe en el Salvador.
RESPONSORIO
Cf. Hch 20, 20. 21. 24; Rm 1, 16
R. No he ahorrado
medio alguno al insistiros a creer en nuestro Señor Jesús; * a mí no me importa
la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me
dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios.
V. No me
avergüenzo del Evangelio; es, en verdad, poder de Dios para salvación de todo
el que crea, primero de los judíos y luego de los gentiles.
R. A mí no me
importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el
encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia
de Dios.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que
enseñaste a san Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable
sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de éste mártir, la
gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos siempre firmes en
la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es
la primera oración del día
se sigue el
esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Himno: PALABRA DEL
SEÑOR YA RUBRICADA
Palabra del Señor
ya rubricada
es la vida del
mártir ofrecida
como prueba fiel
de que la espada
no puede ya
truncar la fe vivida.
Fuente de fe y de
luz es su memoria,
coraje para el
justo en la batalla
del bien, de la
verdad, siempre victoria
que, en vida y
muerte, el justo en Cristo halla.
Martirio es el
dolor de cada día,
si en Cristo y con
amor es aceptado,
fuego lento de
amor que, en la alegría
de servir al
Señor, es consumado.
Concédenos, oh
Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús
crucificado,
el fuego del
Espíritu de vida
para vivir el don
que nos has dado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tu luz,
Señor, nos hace ver la luz.
Salmo 35 -
DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS
El malvado escucha
en su interior
un oráculo del
pecado:
«No tengo miedo a
Dios,
ni en su
presencia.»
Porque se hace la
ilusión de que su culpa
no será
descubierta ni aborrecida.
Las palabras de su
boca son maldad y traición,
renuncia a ser
sensato y a obrar bien;
acostado medita el
crimen,
se obstina en el
mal camino,
no rechaza la
maldad.
Señor, tu
misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta
las nubes,
tu justicia hasta
las altas cordilleras;
tus sentencias son
como el océano inmenso.
Tú socorres a
hombres y animales;
¡qué inapreciable
es tu misericordia, oh Dios!;
los humanos se
acogen a la sombra de tus alas;
se nutren de lo
sabroso de tu casa,
les das a beber
del torrente de tus delicias,
porque en ti está
la fuente viva
y tu luz nos hace
ver la luz.
Prolonga tu
misericordia con los que te reconocen,
tu justicia con
los rectos de corazón;
que no me pisotee
el pie del soberbio,
que no me eche
fuera la mano del malvado.
Han fracasado los
malhechores;
derribados, no se
pueden levantar.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu luz,
Señor, nos hace ver la luz.
Ant 2. Señor, tú
eres grande, tu fuerza es invencible.
Cántico: HIMNO A
DIOS CREADOR DEL MUNDO Y PROTECTOR DE SU PUEBLO Jdt 16, 2-3. 15-19
¡Alabad a mi Dios
con tambores,
elevad cantos al
Señor con cítaras,
ofrecedle los
acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad e invocad
su nombre!
porque el Señor es
un Dios quebrantador de guerras,
su nombre es el
Señor.
Cantaré a mi Dios
un cántico nuevo:
Señor, tú eres
grande y glorioso,
admirable en tu
fuerza, invencible.
Que te sirva toda
la creación,
porque tú lo
mandaste y existió;
enviaste tu
aliento y la construiste,
nada puede
resistir a tu voz.
Sacudirán las olas
los cimientos de los montes,
las peñas en tu
presencia se derretirán como cera,
pero tú serás
propicio a tus fieles.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tú
eres grande, tu fuerza es invencible.
Ant 3. Aclamad a
Dios con gritos de júbilo.
Salmo 46 -
ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL
Pueblos todos,
batid palmas,
aclamad a Dios con
gritos de júbilo;
porque el Señor es
sublime y terrible,
emperador de toda
la tierra.
El nos somete los
pueblos
y nos sojuzga las
naciones;
El nos escogió por
heredad suya:
gloria de Jacob,
su amado.
Dios asciende
entre aclamaciones;
el Señor, al son
de trompetas:
tocad para Dios,
tocad,
tocad para nuestro
Rey, tocad.
Porque Dios es el
rey del mundo:
tocad con
maestría.
Dios reina sobre
las naciones,
Dios se sienta en
su trono sagrado.
Los príncipes de
los gentiles se reúnen
con el pueblo del
Dios de Abraham;
porque de Dios son
los grandes de la tierra,
y él es excelso.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad a
Dios con gritos de júbilo.
LECTURA BREVE
2Co 1, 3-5
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo
consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros
consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que
nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de
Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi
fuerza y mi energía.
R. El Señor es mi
fuerza y mi energía.
V. Él es mi
salvación.
R. Y mi energía.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi
fuerza y mi energía.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Al ofrecer
nuestro sacrificio, alabamos al Creador de todo, por medio de su Hijo
Jesucristo y del Espíritu Santo.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al ofrecer
nuestro sacrificio, alabamos al Creador de todo, por medio de su Hijo
Jesucristo y del Espíritu Santo.
PRECES
Celebremos, amados
hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires
sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:
Nos has comprado,
Señor, con tu sangre.
Por la intercesión
de los santos mártires que entregaron libremente su vida como testimonio de la
fe,
concédenos, Señor,
la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión
de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,
concédenos, Señor,
la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión
de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos,
concédenos, Señor,
soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión
de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del Cordero,
concédenos, Señor,
vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Dirijamos ahora
nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que
enseñaste a san Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable
sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de éste mártir, la
gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos siempre firmes en
la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Bendito
eres, Señor, enséñame tus leyes.
Salmo 118, 9-16
¿Cómo podrá un
joven andar honestamente?
Cumpliendo tus
palabras.
Te busco de todo
corazón,
no consientas que
me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón
escondo tus consignas,
así no pecaré
contra ti.
Bendito eres,
Señor,
enséñame tus
leyes.
Mis labios van
enumerando
los mandamientos
de tu boca;
mi alegría es el
camino de tus preceptos,
más que todas las
riquezas.
Medito tus
decretos,
y me fijo en tus
sendas;
tu voluntad es mi
delicia,
no olvidaré tus
palabras.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito eres,
Señor, enséñame tus leyes.
Ant 2. Mis pies
estuvieron firmes en tus caminos, Señor.
Salmo 16 I - DIOS,
ESPERANZA DEL INOCENTE PERSEGUIDO
Señor, escucha mi
apelación,
atiende a mis
clamores,
presta oído a mi
súplica,
que en mis labios
no hay engaño:
emane de ti la
sentencia,
miren tus ojos la
rectitud.
Aunque sondees mi
corazón,
visitándolo de
noche,
aunque me pruebes
al fuego,
no encontrarás
malicia en mí.
Mi boca no ha
faltado
como suelen los
hombres;
según tus mandatos
yo me he mantenido
en la senda
establecida.
Mis pies
estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis
pasos.
Yo te invoco
porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y
escucha mis palabras.
Muestra las
maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de
los adversarios
a quien se refugia
a tu derecha.
Guárdame como a
las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus
alas escóndeme
de los malvados
que me asaltan,
del enemigo mortal
que me cerca.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mis pies
estuvieron firmes en tus caminos, Señor.
Ant 3. Levántate,
Señor, y líbrame.
Salmo 16 II
Han cerrado sus
entrañas
y hablan con boca
arrogante;
ya me rodean sus
pasos,
se hacen guiños
para derribarme,
como un león ávido
de presa,
como un cachorro
agazapado en su escondrijo.
Levántate, Señor,
hazle frente, doblégalo,
que tu espada me
libre del malvado,
y tu mano, Señor,
de los mortales;
mortales de este
mundo: sea su lote esta vida;
de tu despensa les
llenarás el vientre,
se saciarán sus
hijos
y dejarán a sus
pequeños lo que sobra.
Pero yo con mi
apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me
saciaré de tu semblante.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Levántate,
Señor, y líbrame.
LECTURA BREVE
1Pe 1, 13-14
Con ánimo
dispuesto y vigilante poned toda vuestra esperanza en la gracia que os llegará
cuando Jesucristo se manifieste. Como hijos obedientes no os amoldéis a las
pasiones que teníais cuando estabais en vuestra ignorancia.
V. Enséñame,
Señor, tus caminos.
R. Instrúyeme en
tus sendas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Padre
santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que
congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en
medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TE ESTÁ
CANTANDO EL MARTILLO
Te está cantando
el martillo
y rueda en tu honor
la rueda.
Puede que la luz
no pueda
librar del humo su
brillo.
¡Qué sudoroso y
sencillo
te pones a
mediodía,
Dios de esta dura
porfía
de estar sin pausa
creando,
y verte
necesitando
del hombre más
cada día!
Quien diga que
Dios ha muerto
que salga a la luz
y vea
si el mundo es o
no tarea
de un Dios que
sigue despierto.
Ya no es su sitio
el desierto
ni en la montaña
se esconde;
decid, si
preguntan dónde,
que Dios está -sin
mortaja-
en donde un hombre
trabaja
y un corazón le
responde. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los ojos
de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE
1Pe 1, 15-16
Como es santo el
que os llamó, sed también santos en toda vuestra conducta, porque está escrito:
«Sed santos, porque yo soy santo.»
V. Que tus
sacerdotes se vistan de justicia.
R. Que tus fieles
te aclamen con júbilo.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso
y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a
nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras
deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO
DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo
lo que existe,
de tu pueblo
elegido eterna roca,
de los tiempos
Señor, que prometiste
dar tu vigor al
que con fe te invoca.
Mira al hombre que
es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu
paz háganlo fuerte
para amarte y
servirte en esta vida
y gozarte después
de santa muerte.
Jesús, Hijo del
Padre, ven aprisa
en este atardecer
que se avecina,
serena claridad y
dulce brisa
será tu amor que
todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor
nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos
construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el
que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad
de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el
que teme al Señor.
LECTURA BREVE
St 4, 7-8a. 10
Vivid sometidos a
Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará
a vosotros. Humillaos en la presencia del Señor y él os ensalzará.
V. Los ojos del
Señor están puestos en sus fieles.
R. En los que
esperan en su misericordia.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Jesucristo,
que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que
todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu
redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH DIOS,
QUE ERES EL PREMIO
Oh Dios, que eres
el premio, la corona
y la suerte de todos
tus soldados,
líbranos de los
lazos de las culpas
por este mártir a
quien hoy cantamos.
El conoció la hiel
que está escondida
en la miel de los
goces de este suelo,
y, por no haber
cedido a sus encantos,
está gozando los
del cielo eterno.
Él afrontó con
ánimo seguro
lo que sufrió con
varonil coraje,
y consiguió los
celestiales dones
al derramar por ti
su noble sangre.
Oh piadosísimo
Señor de todo,
te suplicamos con
humilde ruego
que, en el día del
triunfo de este mártir,
perdones los pecados
de tus siervos.
Gloria eterna al
divino Jesucristo,
que nació de una
Virgen impecable,
y gloria eterna al
Santo Paracleto,
y gloria eterna al
sempiterno Padre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es
mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Salmo 26 I -
CONFIANZA ANTE EL PELIGRO
El Señor es mi luz
y mi salvación,
¿a quién
temeré?
El Señor es la
defensa de mi vida,
¿quién me hará
temblar?
Cuando me asaltan
los malvados
para devorar mi
carne,
ellos, enemigos y
adversarios,
tropiezan y caen.
Si un ejército
acampa contra mí,
mi corazón no
tiembla;
si me declaran la
guerra,
me siento
tranquilo.
Una cosa pido al
Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa
del Señor
por los días de mi
vida;
gozar de la
dulzura del Señor
contemplando su
templo.
Él me protegerá en
su tienda
el día del
peligro;
me esconderá en lo
escondido de su morada,
me alzará sobre la
roca;
y así levantaré la
cabeza
sobre el enemigo
que me cerca;
en su tienda
sacrificaré
sacrificios de
aclamación:
cantaré y tocaré
para el Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Ant 2. Tu rostro
buscaré Señor, no me escondas tu rostro.
Salmo 26 II
Escúchame, Señor,
que te llamo;
ten piedad,
respóndeme.
Oigo en mi
corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré,
Señor,
no me escondas tu
rostro.
No rechaces con
ira a tu siervo,
que tú eres mi
auxilio;
no me deseches, no
me abandones,
Dios de mi
salvación.
Si mi padre y mi
madre me abandonan,
el Señor me
recogerá.
Señor, enséñame tu
camino,
guíame por la
senda llana,
porque tengo
enemigos.
No me entregues a
la saña de mi adversario,
porque se levantan
contra mí testigos falsos,
que respiran
violencia.
Espero gozar de la
dicha del Señor
en el país de la
vida.
Espera en el
Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera
en el Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu rostro
buscaré Señor, no me escondas tu rostro.
Ant 3. Él es el
primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
Cántico: HIMNO A
CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS.
Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a
Dios Padre,
que nos ha hecho
capaces de compartir
la herencia del
pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado
del dominio de las tinieblas,
y nos ha
trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre
hemos recibido la redención,
el perdón de los
pecados.
Él es imagen de
Dios invisible,
primogénito de
toda creatura;
pues por medio de
él fueron creadas todas las cosas:
celestes y
terrestres, visibles e invisibles,
Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado
por él y para él.
Él es anterior a
todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la
cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el
principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el
primero en todo.
Porque en él quiso
Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso
reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz
por la sangre de su cruz
con todos los
seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Él es el
primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
LECTURA BREVE
1Pe 4, 13-14
Queridos hermanos:
Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se
manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo,
dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa
sobre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. Oh Dios, nos
pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
R. Oh Dios, nos
pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
V. Nos refinaste
como refinan la plata.
R. Pero nos has
dado respiro.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oh Dios, nos
pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Un fuego
ardiente se apoderó de mi espíritu y el intenso amor de los profetas y de
aquellos hombres que son amigos de Cristo invadió mi alma.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la
grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Un fuego
ardiente se apoderó de mi espíritu y el intenso amor de los profetas y de
aquellos hombres que son amigos de Cristo invadió mi alma.
PRECES
En esta hora en la
que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó al Padre su propia vida que
luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires, diciendo:
Te glorificamos,
Señor.
Te damos gracias,
Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires,
porque nos amaste
hasta el extremo.
Te damos gracias,
Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos
y les das parte en
los premios de tu reino.
Te damos gracias,
Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el perdón de los
pecados,
la sangre de la
alianza nueva y eterna.
Te damos gracias,
Señor,
porque con tu
gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que ahora termina.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Te damos gracias,
Señor,
porque has
asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.
Dirijamos ahora
nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que
enseñaste a san Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable
sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de éste mártir, la
gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos siempre firmes en
la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA
LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del
sol es ya poniente,
gracias, Señor, es
nuestra melodía;
recibe, como
ofrenda, amablemente,
nuestro dolor,
trabajo y alegría.
Si poco fue el
amor en nuestro empeño
de darle vida al
día que fenece,
convierta en
realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que
todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor,
redime nuestra suerte
de pecadora en
justa, e ilumina
la senda de la
vida y de la muerte
del hombre que en
la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del
Padre, cuando avanza
la noche oscura
sobre nuestro día,
concédenos la paz
y la esperanza
de esperar cada
noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Sé tú,
Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Salmo 30, 2-6 - SÚPLICA
CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.
A ti, Señor, me
acojo:
no quede yo nunca
defraudado;
tú, que eres
justo, ponme a salvo,
inclina tu oído
hacia mí;
ven aprisa a
librarme,
sé la roca de mi
refugio,
un baluarte donde
me salve,
tú que eres mi
roca y mi baluarte;
por tu nombre
dirígeme y guíame:
sácame de la red
que me han tendido,
porque tú eres mi
amparo.
En tus manos
encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal,
me librarás.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sé tú, Señor,
la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Ant 2. Desde lo
hondo a ti grito, Señor.
Salmo 129 - DESDE
LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a
ti grito, Señor;
Señor, escucha mi
voz;
estén tus oídos
atentos
a la voz de mi
súplica.
Si llevas cuenta
de los delitos, Señor,
¿quién podrá
resistir?
Pero de ti procede
el perdón,
y así infundes
respeto.
Mi alma espera en
el Señor,
espera en su
palabra;
mi alma aguarda al
Señor,
más que el
centinela la aurora.
Aguarde Israel al
Señor,
como el centinela
la aurora;
porque del Señor
viene la misericordia,
la redención
copiosa;
y él redimirá a
Israel
de todos sus
delitos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde lo
hondo a ti grito, Señor.
LECTURA BREVE
Ef 4, 26-27
No lleguéis a
pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar
al diablo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor Jesucristo,
tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo
llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones
del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que
así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu
servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA
SANTISIMA VIRGEN
Madre del
Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo
siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al
pueblo que tropieza
y se quiere
levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu
santo Creador,
y permaneces
siempre virgen.
Recibe el saludo
del ángel Gabriel,
y ten piedad de
nosotros, pecadores.
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