Propio del Tiempo.
Salterio IV
OFICIO
DE LECTURA
Si el Oficio de
Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Si antes del Oficio
de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH REY
PERPETUO DE LOS ELEGIDOS
Oh Rey perpetuo de
los elegidos,
oh Creador que
todo lo creaste,
oh Dios en quien
el Hijo sempiterno
es desde antes del
tiempo igual al Padre.
Oh tú que, sobre
el mundo que nacía,
imprimiste en Adán
tu eterna imagen,
confundiendo en su
ser el noble espíritu
y el miserable
lodo de la carne.
Oh tú que ayer
naciste de la Virgen,
y hoy del fondo de
la tumba naces;
oh tú que,
resurgiendo de los muertos,
de entre los
muertos resurgir nos haces.
Oh Jesucristo,
libra de la muerte
a cuantos hoy
reviven y renacen,
para que seas el
perenne gozo
pascual de
nuestras mentes inmortales.
Gloria al Padre
celeste y gloria al Hijo,
que de la muerte
resurgió triunfante,
y gloria con
entrambos al divino Paracleto,
por siglos
incesantes. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No fue su
brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro.
Aleluya.
Salmo 43 I ORACIÓN
DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS
¡Oh Dios!,
nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres
nos lo han contado:
la obra que
realizaste en sus días,
en los años
remotos.
Tú mismo, con tu
mano, desposeíste a los gentiles,
y los plantaste a
ellos;
trituraste a las
naciones,
y los hiciste
crecer a ellos.
Porque no fue su
espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que
les dio la victoria;
sino tu diestra y
tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los
amabas.
Mi rey y mi Dios
eres tú,
que das la
victoria a Jacob:
con tu auxilio
embestimos al enemigo,
en tu nombre
pisoteamos al agresor.
Pues yo no confío
en mi arco,
ni mi espada me da
la victoria;
tú nos das la
victoria sobre el enemigo
y derrotas a
nuestros adversarios.
Dios ha sido
siempre nuestro orgullo,
y siempre damos
gracias a tu nombre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No fue su
brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro.
Aleluya.
Ant 2. No apartará
el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él. Aleluya.
Salmo 43 II
Ahora, en cambio,
nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales,
Señor, con nuestras tropas:
nos haces
retroceder ante el enemigo,
y nuestro
adversario nos saquea.
Nos entregas como
ovejas a la matanza
y nos has
dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo
por nada,
no lo tasas muy
alto.
Nos haces el
escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla
de los que nos rodean;
nos has hecho el
refrán de los gentiles,
nos hacen muecas
las naciones.
Tengo siempre
delante mi deshonra,
y la vergüenza me
cubre la cara
al oír insultos e
injurias,
al ver a mi rival
y a mi enemigo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No apartará
el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él. Aleluya.
Ant 3. Levántate,
Señor, no nos rechaces más.
Salmo 43 III
Todo esto nos
viene encima,
sin haberte
olvidado
ni haber violado
tu alianza,
sin que se
volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de
tu camino nuestros pasos;
y tú nos arrojaste
a un lugar de chacales
y nos cubriste de
tinieblas.
Si hubiéramos
olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las
manos a un dios extraño,
el Señor lo habría
averiguado,
pues él penetra
los secretos del corazón.
Por tu causa nos
degüellan cada día,
nos tratan como a
ovejas de matanza.
Despierta, Señor,
¿por qué duermes?
Levántate, no nos
rechaces más.
¿Por qué nos
escondes tu rostro
y olvidas nuestra
desgracia y opresión?
Nuestro aliento se
hunde en el polvo,
nuestro vientre
está pegado al suelo.
Levántate a
socorrernos,
redímenos por tu
misericordia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Levántate,
Señor, no nos rechaces más.
V. Dios resucitó
al Señor. Aleluya.
R. Y nos resucitará
también a nosotros por su poder. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de
los apóstoles 14, 7-15, 4
PABLO EN LISTRA
En aquellos días,
había en Listra un hombre imposibilitado de los pies, que solía estar sentado
sin poderse mover. Era paralítico de nacimiento y nunca había podido andar.
Escuchaba un día la predicación de Pablo, y éste, fijándose en él y viendo que
esperaba conseguir su curación, le gritó con fuerte voz:
«Levántate, ponte
en pie.»
Dio él un salto y
echó a andar. La gente, al ver el milagro que había hecho Pablo, empezó a
gritar en lengua licaonia:
«Los dioses han
bajado en forma humana hasta nosotros.»
Y llamaban Júpiter
a Bernabé, y Mercurio a Pablo, porque Pablo era quien dirigía la palabra. El
sacerdote de Júpiter, cuyo templo se hallaba a la entrada de la ciudad, llevó
allá unos toros adornados con guirnaldas, y, acompañado de la muchedumbre,
quería ofrecerles un sacrificio. Cuando los apóstoles Pablo y Bernabé se dieron
cuenta de ello, rasgaron sus vestiduras y se lanzaron entre la muchedumbre,
diciendo a grandes voces:
«Amigos, ¿qué es
lo que hacéis? Nosotros somos también hombres, de la misma condición que
vosotros. Y venimos a traeros este mensaje: que de estos dioses que no son nada
os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo cuanto
en ellos se contiene. En las pasadas generaciones, él permitió que todos los
pueblos siguiesen sus propios caminos, si bien no dejó de revelarse a sí mismo;
pues os dispensó toda clase de beneficios, os dio desde el cielo lluvias y
estaciones fecundas en frutos, os dio alimento y colmó de felicidad vuestros
corazones.»
Con estas
palabras, a duras penas pudieron conseguir que la gente no les ofreciese el
sacrificio. Luego vinieron judíos de Antioquía a Iconio, y sedujeron a la gente
de tal manera que terminaron por apedrear a Pablo, y lo arrastraron fuera de la
ciudad, dejándolo por muerto. Pero él, rodeado de los discípulos, se levantó y
entró en la ciudad. Al día siguiente, marchó con Bernabé a Derbe.
Evangelizada esta
ciudad de Derbe, donde hicieron muchos discípulos, se volvieron a Listra,
Iconio y Antioquía. Confortaron los ánimos de los discípulos, exhortándolos a
permanecer en la fe y diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el
reino de Dios. Y, después de haber constituido presbíteros en cada Iglesia, con
oraciones y ayunos los encomendaron al Señor, en quien habían creído.
Atravesando Pisidia, llegaron a Panfilia; y, después de predicar el Evangelio en
Perge, bajaron a Atalía. De allí navegaron hasta Antioquía, de donde habían
salido, encomendados a la gracia de Dios, para el ministerio que acababan de
cumplir. A su llegada, reunieron a la comunidad y les refirieron las grandes e
infinitas cosas que Dios había hecho con ellos, y cómo había abierto para los
gentiles la puerta de la fe. Y continuaron mucho tiempo en compañía de los
discípulos.
Entretanto,
algunos hermanos que habían bajado de Judea empezaron a enseñar a los demás
esta doctrina:
«Si no os hacéis
circuncidar conforme a la ley de Moisés, no os podéis salvar.»
Con esto se
produjo un gran revuelo y una viva polémica de Pablo y Bernabé contra ellos.
Por fin se tomó el acuerdo de que Pablo y Bernabé y algunos de los otros
subieran a Jerusalén a los apóstoles y presbíteros para resolver la cuestión.
Provistos de lo necesario por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaría,
narrando en todas partes la conversión de los gentiles, y causando gran gozo a
todos los hermanos. A su llegada a Jerusalén, fueron recibidos por la Iglesia y
por los apóstoles y presbíteros, y les contaron todo cuanto Dios había hecho
con ellos.
RESPONSORIO
1 Ts 1, 9-10
R. Os
convertisteis de los ídolos a Dios * para consagraros al Dios vivo y verdadero.
Aleluya.
V. Y esperar así a
su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos, al cual resucitó de entre los
muertos; él nos ha salvado de la ira venidera.
R. Para
consagraros al Dios vivo y verdadero. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de
san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Tratado 65, 1-3:
CCL 36, 490-492)
EL MANDATO NUEVO
El Señor Jesús
declara que da a sus discípulos un mandato nuevo por el que les prescribe que
se amen mutuamente unos a otros: Os doy -dice- el mandato nuevo: que os améis
mutuamente.
¿Es que no existía
ya este mandato en la ley antigua, en la que hallamos escrito: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo? ¿Por qué, pues, llama nuevo el Señor a lo que nos consta
que es tan antiguo? ¿Quizá la novedad de este mandato consista en el hecho de
que nos despoja del hombre viejo y nos reviste del nuevo? Porque renueva en
verdad al que lo oye, mejor dicho, al que lo cumple, teniendo en cuenta que no
se trata de un amor cualquiera, sino de aquel amor acerca del cual el Señor,
para distinguirlo del amor carnal, añade: Como yo os he amado.
Éste es el amor
que nos renueva, que nos hace hombres nuevos, herederos del Testamento nuevo,
capaces de cantar el cántico nuevo. Este amor, hermanos muy amados, es el mismo
que renovó antiguamente a los justos, a los patriarcas y profetas, como también
después a los apóstoles, y el mismo que renueva ahora a todas las gentes, y el
que hace que el género humano, esparcido por toda la tierra, se reúna en un
nuevo pueblo, en el cuerpo de la nueva esposa del Hijo único de Dios, de la
cual se dice en el Cantar de los cantares: ¿Quién es ésa que sube toda ella
resplandeciente de blancura? Resplandeciente, en verdad, porque está renovada, y
renovada por el mandato nuevo.
Por eso, en ella,
todos los miembros tienen entre sí una mutua solicitud: si sufre uno de los
miembros, todos los demás sufren con él, y, si es honrado uno de los miembros,
se alegran con él todos los demás. Es porque escuchan y guardan estas palabras:
Os doy el mandato nuevo: que os améis mutuamente, no con un amor que degrada,
ni con el amor con que se aman los seres humanos por ser humanos, sino con el
amor con que se aman porque están deificados y son hijos del Altísimo, de
manera que son hermanos de su Hijo único y se aman entre si con el mismo amor
con que Cristo los ha amado, para conducirnos hasta aquella meta final en la
que encuentran su plenitud y la saciedad de todos los bienes que desean.
Entonces, en efecto, todo deseo se verá colmado, cuando Dios lo será todo en
todas las cosas.
Este amor es don
del mismo que afirma: Como yo os he amado, para que vosotros os améis
mutuamente. Por esto nos amó, para que nos amemos unos a otros; con su amor nos
ha otorgado el que estemos unidos por el amor mutuo y, unidos los miembros con
tan dulce vínculo, seamos el cuerpo de tan excelsa cabeza.
RESPONSORIO
1Jn 4, 21; Mt 22, 40
R. Hemos recibido
de Dios este mandamiento: * Quien ama a Dios ame también a su hermano. Aleluya.
V. Estos dos
mandamientos son el fundamento de toda la ley y los profetas:
R. Quien ama a
Dios ame también a su hermano. Aleluya.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios
nuestro, que al restaurar la naturaleza humana le otorgaste una dignidad mayor
que la que tuvo en sus orígenes, mantén siempre tus inefables designios de amor
hacia nosotros, y conserva en quienes hemos renacido por el bautismo los dones
que de tu bondad hemos recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: EL AGUA
PURA, DON DE LA MAÑANA
El agua pura, don
de la mañana,
da a los ojos el
brillo de la vida,
y el alma se
despierta cuando escucha
que el ángel dice:
«¡Cristo resucita!»
¡Cómo quieren las
venas de mi cuerpo
ser música, ser
cuerdas de la lira,
y cantar,
salmodiar como los pájaros,
en esta Pascua
santa la alegría!
Mirad cuál surge
Cristo transparente:
en medio de los
hombres se perfila
su cuerpo humano,
cuerpo del amigo
deseado, serena
compañía.
El que quiera
palparlo, aquí se acerque,
entre con su fe en
el Hombre que humaniza,
derrame su dolor y
su quebranto,
dé riendas al
amor, su gozo diga.
A ti, Jesús ungido,
te ensalzamos,
a ti, nuestro
Señor, que depositas
tu santo y bello
cuerpo en este mundo,
como en el campo
se echa la semilla. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por tu
nombre, Señor, consérvame vivo. Aleluya.
Salmo 142, 1-11 -
LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi
oración;
tú que eres fiel,
atiende a mi súplica;
tú que eres justo,
escúchame.
No llames a juicio
a tu siervo,
pues ningún hombre
vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me
persigue a muerte,
empuja mi vida al
sepulcro,
me confina a las
tinieblas
como a los muertos
ya olvidados.
mi aliento
desfallece,
mi corazón dentro
de mí está yerto.
Recuerdo los
tiempos antiguos,
medito todas tus
acciones,
considero las
obras de tus manos
y extiendo mis
brazos hacia ti:
tengo sed de ti
como tierra reseca.
Escúchame en
seguida, Señor,
que me falta el
aliento.
No me escondas tu
rostro,
igual que a los
que bajan a la fosa.
En la mañana hazme
escuchar tu gracia,
ya que confío en
ti;
indícame el camino
que he de seguir,
pues levanto mi
alma a ti.
Líbrame del
enemigo, Señor,
que me refugio en
ti.
Enséñame a cumplir
tu voluntad,
ya que tú eres mi
Dios.
Tu espíritu, que
es bueno,
me guíe por tierra
llana.
Por tu nombre,
Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia,
sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por tu
nombre, Señor, consérvame vivo. Aleluya.
Ant 2. Pronto
volveré a veros y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
Cántico: CONSUELO
Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a
Festejad a
Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la
amáis,
alegraos de su
alegría,
los que por ella
llevasteis luto;
a su pecho seréis
alimentados
y os saciaréis de
sus consuelos
y apuraréis las
delicias
de sus pechos
abundantes.
Porque así dice el
Señor:
«Yo haré derivar
hacia ella
como un río la
paz,
como un torrente
en crecida,
las riquezas de
las naciones.
Llevarán en brazos
a sus criaturas
y sobre las
rodillas las acariciarán;
como a un niño a
quien su madre consuela,
así os consolaré
yo
y en Jerusalén
seréis consolados.
Al verlo se
alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos
florecerán como un prado.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pronto
volveré a veros y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
Ant 3. El Señor
reconstruye Jerusalén y sana los corazones destrozados. Aleluya.
Salmo 146 - PODER
Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor,
que la música es buena;
nuestro Dios
merece una alabanza armoniosa.
El Señor
reconstruye Jerusalén,
reúne a los
deportados de Israel;
él sana los
corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número
de las estrellas,
a cada una la
llama por su nombre.
Nuestro Señor es
grande y poderoso,
su sabiduría no
tiene medida.
El Señor sostiene
a los humildes,
humilla hasta el
polvo a los malvados.
Entonad la acción
de gracias al Señor,
tocad la cítara
para nuestro Dios,
que cubre el cielo
de nubes,
preparando la
lluvia para la tierra;
que hace brotar
hierba en los montes,
para los que
sirven al hombre;
que da su alimento
al ganado,
y a las crías de
cuervo que graznan.
No aprecia el
vigor de los caballos,
no estima los
músculos del hombre:
el Señor aprecia a
sus fieles,
que confían en su
misericordia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
reconstruye Jerusalén y sana los corazones destrozados. Aleluya.
LECTURA BREVE
Rm 8, 10-11
Si Cristo está en
vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa del pecado, el espíritu
tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús
de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús
de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de
su Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por nosotros
colgó del madero.
R. Aleluya.
Aleluya.
V. Gloria al
Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha
resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. No es el
discípulo más que el maestro; le basta al discípulo estar al mismo nivel de su
maestro. Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No es el
discípulo más que el maestro; le basta al discípulo estar al mismo nivel de su
maestro. Aleluya.
PRECES
Oremos confiados a
Dios Padre, que quiso que Cristo fuera la primicia de la resurrección de los
hombres, y aclamémoslo, diciendo:
Que el Señor Jesús
sea nuestra vida.
Tú que por la
columna de fuego iluminaste a tu pueblo en el desierto,
ilumina hoy con la
resurrección de Cristo el día que empezamos.
Tú que por la voz
de Moisés adoctrinaste a tu pueblo en el Sinaí,
haz que Cristo,
por su resurrección, sea hoy palabra de vida para nosotros.
Tú que con el maná
alimentaste a tu pueblo peregrino en el desierto,
haz que Cristo,
por su resurrección, sea durante este día nuestro pan de vida.
Tú que por el agua
de la roca diste de beber a tu pueblo en el desierto,
por la
resurrección de tu Hijo danos hoy parte en tu Espíritu de vida.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Por Jesús hemos
sido hechos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios nuestro,
que al restaurar la naturaleza humana le otorgaste una dignidad mayor que la
que tuvo en sus orígenes, mantén siempre tus inefables designios de amor hacia
nosotros, y conserva en quienes hemos renacido por el bautismo los dones que de
tu bondad hemos recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: AL SEÑOR
CONFESAMOS, ¡ALELUYA!
Al Señor
confesamos, ¡aleluya!
En la hora de
tercia a la mañana
se llenaron los
suyos de esperanza,
y lejos de la
noche y de la duda
salieron con la
llama y la palabra.
Al Señor adoramos,
¡aleluya!
Han marcado sus
pies nuestros caminos,
marcó su nombre el
nombre de los siglos,
y en la tierra su
voz cual voz ninguna
convoca seguidores
y testigos.
Al Señor
esperamos, ¡aleluya!
Y ahora celebramos
al Viviente,
a Jesús victorioso
de la muerte;
acéptanos, oh
Cristo, cual liturgia
de gloria que
ganaste y a ti vuelve. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni
reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
1Co 12, 13
Todos nosotros,
judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo
Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
V. Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha
aparecido a Simón. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios
nuestro, que al restaurar la naturaleza humana le otorgaste una dignidad mayor
que la que tuvo en sus orígenes, mantén siempre tus inefables designios de amor
hacia nosotros, y conserva en quienes hemos renacido por el bautismo los dones
que de tu bondad hemos recibido. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VERBO DE
DIOS, EL SOL DE MEDIODÍA
Verbo de Dios, el
sol de mediodía,
amable mensajero
de tu rostro,
fecunda nuestra
tierra y la hermosea
como fuente de
luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu
cuerpo, que es pleroma
del infinito amor
jamás gastado;
y de ese mar sin
fondo ni ribera
la Iglesia es tu
pleroma continuado.
Verbo de Dios, que
reinas sin fatiga,
que emerges
victorioso del trabajo,
reina dichoso tú
que nos esperas
mientras nosotros
vamos caminando. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban
los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Tt 3, 5b-7
Dios nos trajo la
salud mediante el baño bautismal de regeneración y renovación que obra el
Espíritu Santo. Él derramó con toda profusión sobre nosotros este Espíritu por
Cristo Jesús, nuestro salvador. Así, justificados por la gracia de Cristo,
hemos obtenido la esperanza de poseer en herencia la vida eterna.
V. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al
Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios nuestro,
que al restaurar la naturaleza humana le otorgaste una dignidad mayor que la
que tuvo en sus orígenes, mantén siempre tus inefables designios de amor hacia
nosotros, y conserva en quienes hemos renacido por el bautismo los dones que de
tu bondad hemos recibido. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REINA EL
SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO
Reina el Señor
allí donde ninguno
ciñe corona que
haya dado el mundo;
reina el Señor
allí donde la vida
sin lágrimas es
río de delicias.
Reina el Señor, el
compasivo siervo,
que en sus hombros
cargó nuestro madero;
vive el muerto en
la cruz, el sepultado
y con hierro
sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro
valle de la muerte
hasta bajar a
tumba de rebeldes;
fingía que era
suya nuestra pena,
y en silencio
escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el
Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan
los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor
Jesús resucitado,
nuestra esperanza
y triunfo deseado! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 118, 153-160
Mira mi
abatimiento y líbrame,
porque no olvido
tu voluntad;
defiende mi causa
y rescátame,
con tu promesa
dame vida;
la justicia está
lejos de los malvados
que no buscan tus
leyes.
Grande es tu
ternura, Señor,
con tus mandamientos
dame vida;
muchos son los
enemigos que me persiguen,
pero yo no me
aparto de tus preceptos;
viendo a los
renegados sentía indignación,
porque no guardan
tus mandatos.
Mira cómo amo tus
decretos,
Señor, por tu
misericordia dame vida;
el compendio de tu
palabra es la verdad,
y tus justos
juicios son eternos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 128 -
ESPERANZA DE UN PUEBLO OPRIMIDO
¡Cuánta guerra me
han hecho desde mi juventud
-que lo diga
Israel-,
cuánta guerra me
han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron
conmigo!
Sobre mis espaldas
metieron el arado
y alargaron los
surcos.
Pero el Señor, que
es justo,
rompió las
coyundas de los malvados.
Retrocedan,
avergonzados,
los que odian a
Sión;
sean como la
hierba del tejado,
que se seca y
nadie la siega;
que no llena la
mano del segador
ni la brazada del
que agavilla;
ni le dicen los
que pasan:
«Que el Señor te
bendiga.»
Os bendecimos en
el nombre del Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Cf. Col 1, 12-14
Damos gracias a
Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo
en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado
al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el
perdón de los pecados.
V. Quédate con
nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es
tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios
nuestro, que al restaurar la naturaleza humana le otorgaste una dignidad mayor
que la que tuvo en sus orígenes, mantén siempre tus inefables designios de amor
hacia nosotros, y conserva en quienes hemos renacido por el bautismo los dones
que de tu bondad hemos recibido. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ES LA
PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.
Es la Pascua real,
no ya la sombra,
la verdadera
pascua del Señor;
la sangre del
pasado es solo un signo,
la mera imagen de
la gran unción.
En verdad, tú,
Jesús, nos protegiste
con tus
sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus
alas nuestras almas,
la verdadera
alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo,
llevaste a nuestra carne
reconciliada con
tu Padre eterno;
y, desde arriba,
vienes a llevarnos
a la danza festiva
de tu cielo.
Oh gozo universal,
Dios se hizo hombre
para unir a los
hombres con su Dios;
se rompen las
cadenas del infierno,
y en los labios
renace la canción.
Cristo, Rey
eterno, te pedimos
que guardes con
tus manos a tu Iglesia,
que protejas y
ayudes a tu pueblo
y que venzas con
él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es
mi refugio y mi libertador. Aleluya.
Salmo 143 I -
ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor,
mi Roca,
que adiestra mis
manos para el combate,
mis dedos para la
pelea;
mi bienhechor, mi
alcázar,
baluarte donde me
pongo a salvo,
mi escudo y mi
refugio,
que me somete los
pueblos.
Señor, ¿qué es el
hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de
Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual
que un soplo;
sus días, una
sombra que pasa.
Señor, inclina tu
cielo y desciende,
toca los montes, y
echarán humo,
fulmina el rayo y
dispérsalos,
dispara tus saetas
y desbarátalos.
Extiende la mano
desde arriba:
defiéndeme,
líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los
extranjeros,
cuya boca dice
falsedades,
cuya diestra jura
en falso.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
mi refugio y mi libertador. Aleluya.
Ant 2. Gracias
sean dadas a Dios que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.
Salmo 143 II
Dios mío, te
cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el
arpa de diez cuerdas:
para ti que das la
victoria a los reyes,
y salvas a David,
tu siervo.
Defiéndeme de la
espada cruel,
sálvame de las
manos de extranjeros,
cuya boca dice
falsedades,
cuya diestra jura
en falso.
Sean nuestros
hijos un plantío,
crecidos desde su
adolescencia;
nuestras hijas
sean columnas talladas,
estructura de un
templo.
Que nuestros silos
estén repletos
de frutos de toda
especie;
que nuestros
rebaños a millares
se multipliquen en
las praderas,
y nuestros bueyes
vengan cargados;
que no haya
brechas ni aberturas,
ni alarma en
nuestras plazas.
Dichoso el pueblo
que esto tiene,
dichoso el pueblo
cuyo Dios es el Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Gracias sean
dadas a Dios que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.
Ant 3. Ayer como
hoy, Jesucristo es el mismo y lo será siempre. Aleluya.
Cántico: EL JUICIO
DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos,
Señor Dios omnipotente,
el que eres y el
que eras,
porque has asumido
el gran poder
y comenzaste a
reinar.
Se encolerizaron
las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que
sean juzgados los muertos,
y de dar el
galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a
los que temen tu nombre,
y a los pequeños y
a los grandes,
y de arruinar a
los que arruinaron la tierra.
Ahora se
estableció la salud y el poderío,
y el reinado de
nuestro Dios,
y la potestad de
su Cristo;
porque fue
precipitado
el acusador de
nuestros hermanos,
el que los acusaba
ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron
en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra
del testimonio que dieron,
y no amaron tanto
su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad
alegres, cielos,
y los que moráis
en sus tiendas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ayer como
hoy, Jesucristo es el mismo y lo será siempre. Aleluya.
LECTURA BREVE
1Pe 3, 18. 21b-22
Cristo murió por
los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros
a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue
devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no consiste en limpiar una
suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la
resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles
autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya.
Aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos
se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Yo soy el
Pastor de las ovejas; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Aleluya.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el
Pastor de las ovejas; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en
abundancia. Aleluya.
PRECES
Alabemos y
glorifiquemos a Cristo, a quien Dios Padre constituyó fundamento de nuestra
esperanza y primicia de la humanidad resucitada, y aclamémoslo, suplicantes:
Rey de la gloria,
escúchanos.
Señor Jesús, tú
que, por tu propia sangre y por tu resurrección, penetraste en el santuario de
Dios,
llévanos contigo
al reino del Padre.
Tú que, por tu
resurrección, robusteciste la fe de tus discípulos y los enviaste a anunciar el
Evangelio al mundo,
haz que los
obispos y presbíteros sean fieles heraldos de tu Evangelio.
Tú que, por tu
resurrección, eres nuestra reconciliación y nuestra paz,
haz que todos los
bautizados vivan en la unidad de una sola fe y de un solo amor.
Tú que, por tu
resurrección, diste la salud, al tullido del templo,
mira con bondad a
los enfermos y manifiesta en ellos tu gloria.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú que, por tu
resurrección, fuiste constituido primogénito de los muertos que
resucitan,
haz que los difuntos
que en ti creyeron y esperaron participen de tu gloria.
Terminemos nuestra
oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios
nuestro, que al restaurar la naturaleza humana le otorgaste una dignidad mayor que
la que tuvo en sus orígenes, mantén siempre tus inefables designios de amor
hacia nosotros, y conserva en quienes hemos renacido por el bautismo los dones
que de tu bondad hemos recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EL CORAZÓN
SE DILATA
El corazón se
dilata
sin noche en tu
santo cuerpo,
oh morada
iluminada,
mansión de todo
consuelo.
Por tu muerte sin
pecado,
por tu descanso y
tu premio,
en ti, Jesús,
confiamos,
y te miramos sin
miedo.
Como vigilia de
amor
te ofrecemos
nuestro sueño;
tú que eres el
paraíso,
danos un puesto en
tu reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya,
aleluya, aleluya.
Salmo 15 - CRISTO
Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío,
que me refugio en ti;
yo digo al Señor:
«Tú eres mi bien.»
Los dioses y
señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las
estatuas
de dioses
extraños;
no derramaré sus
libaciones con mis manos,
ni tomaré sus
nombres en mis labios.
El Señor es mi
heredad y mi copa;
mi suerte está en
tu mano:
me ha tocado un
lote hermoso,
me encanta mi
heredad.
Bendeciré al
Señor, que me aconseja,
hasta de noche me
instruye internamente.
Tengo siempre
presente al Señor,
con él a mi
derecha no vacilaré.
Por eso se me
alegra el corazón,
se gozan mis
entrañas,
y mi carne
descansa serena.
Porque no me
entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu
fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el
sendero de la vida,
me saciarás de
gozo en tu presencia,
de alegría perpetua
a tu derecha.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya,
aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 23
Que el mismo Dios
de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea
custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas
ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos
siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo,
alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste
en tu seno, aleluya,
ha resucitado,
según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por
nosotros, aleluya.
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