Propio del Tiempo.
Salterio III
OFICIO
DE LECTURA
Si el Oficio de
Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Ant. Ojalá
escuchéis h
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
oy la voz del
Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Si antes del Oficio
de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ¡OH
REDENTOR, OH CRISTO!
¡Oh Redentor, oh Cristo,
Señor del
universo,
víctima y
sacerdote,
sacerdote y
cordero!
Para pagar la
deuda
que nos cerraba el
cielo,
tomaste entre tus
manos
la hostia de tu
cuerpo
y ofreciste tu
sangre
en el cáliz del
pecho:
altar blando, tu
carne;
altar duro, un
madero.
¡Oh Cristo
Sacerdote,
hostia a la vez y
templo!
Nunca estuvo la
vida
de la muerte tan
dentro,
nunca abrió tan
terribles
el amor sus
veneros.
El pecado del
hombre,
tan huérfano del
cielo,
se hizo perdón de
sangre
y gracia de tu
cuerpo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Estoy
agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.
Salmo 68, 2-22.
30-37 I - LAMENTACIÓN Y PLEGARIA DE UN FIEL DESOLADO
Dios mío, sálvame,
que me llega el
agua al cuello:
me estoy hundiendo
en un cieno profundo
y no puedo hacer
pie;
he entrado en la
hondura del agua,
me arrastra la
corriente.
Estoy agotado de
gritar,
tengo ronca la
garganta;
se me nublan los
ojos
de tanto aguardar
a mi Dios.
Más que los
cabellos de mi cabeza
son los que me
odian sin razón;
más duros que mis
huesos,
los que me atacan
injustamente.
¿Es que voy a
devolver
lo que no he
robado?
Dios mío, tú
conoces mi ignorancia,
no se te ocultan
mis delitos.
Que por mi causa
no queden defraudados
los que esperan en
ti, Señor de los ejércitos.
Que por mi causa
no se avergüencen
los que te buscan,
Dios de Israel.
Por ti he
aguantado afrentas,
la vergüenza
cubrió mi rostro.
Soy un extraño
para mis hermanos,
un extranjero para
los hijos de mi madre;
porque me devora
el celo de tu templo,
y las afrentas con
que te afrentan caen sobre mí.
Cuando me aflijo
con ayunos, se burlan de mí;
cuando me visto de
saco, se ríen de mí;
sentados a la
puerta murmuran,
mientras beben
vino me cantan burlas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Estoy agotado
de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.
Ant 2. En mi
comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.
Salmo 68, 2-22.
30-37 II
Pero mi oración se
dirige a ti,
Dios mío, el día
de tu favor;
que me escuche tu
gran bondad,
que tu fidelidad
me ayude:
arráncame del
cieno, que no me hunda;
líbrame de los que
me aborrecen,
y de las aguas sin
fondo.
Que no me arrastre
la corriente,
que no me trague
el torbellino,
que no se cierre la
poza sobre mí.
Respóndeme, Señor,
con la bondad de tu gracia,
por tu gran
compasión vuélvete hacia mí;
no escondas tu
rostro a tu siervo:
estoy en peligro,
respóndeme en seguida.
Acércate a mí,
rescátame,
líbrame de mis
enemigos:
estás viendo mi
afrenta,
mi vergüenza y mi
deshonra;
a tu vista están
los que me acosan.
La afrenta me
destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión,
y no la hay;
consoladores, y no
los encuentro.
En mi comida me
echaron hiel,
para mi sed me
dieron vinagre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En mi comida
me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.
Ant 3. Buscad al
Señor, y revivirá vuestro corazón.
Salmo 68, 2-22.
30-37 III
Yo soy un pobre
malherido;
Dios mío, tu
salvación me levante.
Alabaré el nombre
de Dios con cantos,
proclamaré su
grandeza con acción de gracias;
le agradará a Dios
más que un toro,
más que un novillo
con cuernos y pezuñas.
Miradlo los humildes,
y alegraos,
buscad al Señor, y
revivirá vuestro corazón.
Que el Señor
escucha a sus pobres,
no desprecia a sus
cautivos.
Alábenlo el cielo
y la tierra,
las aguas y cuanto
bulle en ellas.
El Señor salvará a
Sión,
reconstruirá las
ciudades de Judá,
y las habitarán en
posesión.
La estirpe de sus
siervos la heredará,
los que aman su
nombre vivirán en ella.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Buscad al
Señor, y revivirá vuestro corazón.
V. Convertíos al
Señor, vuestro Dios.
R. Porque es
compasivo y misericordioso.
PRIMERA LECTURA
Del libro del
Éxodo 35, 30-36, 1; 37, 1-9
CONSTRUCCIÓN DEL
SANTUARIO Y DEL ARCA
En aquellos días,
dijo Moisés a los hijos de Israel:
«El Señor ha
escogido a Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá, y lo ha
llenado de un espíritu de sabiduría, de prudencia y de habilidad para toda
clase de trabajos, para concebir y realizar proyectos labrando el oro, la plata
y el bronce, para tallar piedras y engastarlas, para labrar madera y realizar
cualquier otra labor de artesanía. También le ha dado talento para enseñar a
otros, lo mismo que a Ohliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan. Los ha
llenado de habilidad para llevar a cabo toda clase de labores en recamado de
púrpura violeta, escarlata o carmesí y en trabajos de lino. Son capaces de
idear toda clase de proyectos y de ejecutar toda clase de trabajos.»
Besalel, Ohliab y
todos los artesanos, a quienes el Señor había dotado de habilidad y destreza
para ejecutar las diversas obras del santuario, realizaron lo que el Señor
había ordenado.
Besalel hizo el
arca de madera de acacia, de dos codos y medio de largo por uno y medio de
ancho y uno y medio de alto. La revistió de oro puro por dentro y por fuera, y
le aplicó alrededor una moldura de oro. Fundió oro para hacer cuatro anillas
que colocó en los cuatro ángulos. Hizo luego unas barras de madera de acacia y
las revistió de oro, y pasó las barras a través de las anillas laterales del
arca, para poder transportada.
Hizo también una
placa de oro puro de dos codos y medio de largo por uno y medio de ancho. En
sus dos extremos hizo dos querubines cincelados en oro, cada uno a un extremo
de la placa; la cubrían con sus alas extendidas hacia arriba y estaban uno
frente al otro, mirando al centro de la placa.
RESPONSORIO
Sal 83, 2-3; 45, 5b-6a
R. ¡Qué deseables
son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios
del Señor, * mi corazón y mi carne se alegran por el Dios vivo.
V. El Altísimo
consagra su morada; teniendo a Dios en medio de él, su pueblo no vacila.
R. Mi corazón y mi
carne se alegran por el Dios vivo.
SEGUNDA LECTURA
De los libros de
las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job
(Libro 13, 21-23:
PL 75, 1028.1029)
EL MISTERIO DE
NUESTRA VIVIFICACIÓN
El venerable Job,
figura de la Iglesia, unas veces habla en nombre del cuerpo, otras en nombre de
la cabeza; y, así, a veces está hablando de los miembros y, súbitamente, toma
las palabras de la cabeza. Por esto dice: Todo esto lo he sufrido aunque en mis
manos no hay violencia y es sincera mi oración.
Sin que hubiera
violencia en sus manos, en efecto, sufrió aquel que no cometió pecado, ni se
halló engaño en su boca, y sin embargo padeció por nuestra redención los
dolores de la cruz. Él fue el único que dirigió a Dios una oración sincera, ya
que en medio de los sufrimientos de su pasión oró al Padre, diciendo: Padre,
perdónalos; porque no saben lo que hacen.
¿Se puede, en
efecto, pronunciar o pensar una oración más sincera que ésta, por la cual
intercede por los mismos que lo atormentan? De ahí deriva el hecho de
que la sangre de
nuestro Redentor, derramada por la furia de sus perseguidores, se convirtiera
luego en fuente de vida para los creyentes, los cuales lo proclamarían Hijo de
Dios.
Con respecto a
esta sangre, añade con razón el libro santo: ¡Tierra, no cubras mi sangre, no
encierres mi demanda de justicia! Al hombre pecador se le había dicho: Eres
tierra y a la tierra volverás.
Pero esta tierra
no sorbió la sangre de nuestro Redentor, pues cualquier pecador, al beber el
precio de su redención, lo confiesa y proclama, y así se hace patente a todos
su valor.
La tierra no
sorbió su sangre, pues la santa Iglesia ha predicado ya en todas partes el
misterio de su redención. Es digno de notarse también lo que sigue: No
encierres mi demanda de justicia. La misma sangre redentora que bebemos, en
efecto, es la demanda de justicia de nuestro Redentor. Por eso dice Pablo: Os
habéis acercado a la aspersión de una sangre que habla mejor que la de Abel. De
la sangre de Abel se había dicho: La sangre de tu hermano está clamando a mí
desde la tierra.
Pero la sangre de
Jesús habla mejor que la de Abel, pues la sangre de Abel pedía la muerte del
hermano fratricida, mientras que la sangre del Señor impetró la vida para sus
perseguidores.
Por tanto, para
que dé su fruto en nosotros el sacramento de la pasión del Señor, debemos
imitar aquello que bebemos, y anunciar a los demás aquello que veneramos.
Pues su demanda de
justicia quedaría oculta en nosotros, si nuestra lengua callara lo que cree
nuestra mente. Para que su demanda de justicia no quede oculta en nosotros,
sólo falta que cada uno de nosotros, a medida de sus posibilidades, dé a
conocer a los demás el misterio de su vivificación.
RESPONSORIO
Cf. Gn 4, 10. 11; cf. Hb 12, 24
R. La sangre de tu
Hijo, nuestro hermano, está clamando a ti desde la tierra, Señor. * Bendita sea
esta tierra que abrió su boca para recibir la sangre del Redentor.
V. Ésta es la
aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
R. Bendita sea
esta tierra que abrió su boca para recibir la sangre del Redentor.
ORACIÓN.
OREMOS,
Infunde, Señor, tu
gracia en nuestros corazones, para que sepamos refrenar nuestros excesos
mundanos y seguir fielmente las inspiraciones que nos vienen de ti. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: DELANTE DE
LA CRUZ LOS OJOS MÍOS
Delante de la cruz
los ojos míos
quédenseme, Señor,
así mirando,
y sin ellos
quererlo estén llorando,
porque pecaron
mucho y están fríos.
Y estos labios que
dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor,
así cantando,
y sin ellos
quererlo estén rezando,
porque pecaron
mucho y son impíos.
Y así con la
mirada en vos prendida,
y así con la
palabra prisionera,
como la carne a
vuestra cruz asida,
quédeseme, Señor,
el alma entera;
y así clavada en
vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando
queráis me muera. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Contra ti,
contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Salmo 50 -
CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios
mío, por tu bondad;
por tu inmensa
compasión borra mi culpa;
lava del todo mi
delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco
mi culpa,
tengo siempre
presente mi pecado:
contra ti, contra
ti solo pequé,
cometí la maldad
que aborreces.
En la sentencia
tendrás razón,
en el juicio
brillará tu rectitud.
Mira, que en la
culpa nací,
pecador me
concibió mi madre.
Te gusta un
corazón sincero,
y en mi interior
me inculcas sabiduría.
Rocíame con el
hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré
más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo
y la alegría,
que se alegren los
huesos quebrantados.
Aparta de mi
pecado tu vista,
borra en mí toda
culpa.
¡Oh Dios!, crea en
mí un corazón puro,
renuévame por
dentro con espíritu firme;
no me arrojes
lejos de tu rostro,
no me quites tu
santo espíritu.
Devuélveme la
alegría de tu salvación,
afiánzame con
espíritu generoso:
enseñaré a los
malvados tus caminos,
los pecadores
volverán a ti.
Líbrame de la
sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador
mío!,
y cantará mi
lengua tu justicia.
Señor, me abrirás
los labios,
y mi boca
proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no
te satisfacen;
si te ofreciera un
holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es
un espíritu quebrantado:
un corazón
quebrantado y humillado
tú no lo
desprecias.
Señor, por tu
bondad, favorece a Sión,
reconstruye las
murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás
los sacrificios rituales,
ofrendas y
holocaustos,
sobre tu altar se
inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contra ti,
contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Ant 2.
Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Cántico:
LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr 14,17-21
Mis ojos se
deshacen en lágrimas,
día y noche no
cesan:
por la terrible
desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de
fuertes dolores.
Salgo al campo:
muertos a espada;
entro en la
ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta
como el sacerdote
vagan sin sentido
por el país.
¿Por qué has
rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu
garganta de Sión?
¿Por que nos has
herido sin remedio?
Se espera la paz,
y no hay bienestar,
al tiempo de la
cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos
nuestra impiedad,
la culpa de
nuestros padres,
porque pecamos
contra ti.
No nos rechaces,
por tu nombre,
no desprestigies
tu trono glorioso;
recuerda y no
rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reconocemos,
Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Ant 3. El Señor es
Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Salmo 99 - ALEGRÍA
DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor,
tierra entera,
servid al Señor
con alegría,
entrad en su
presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor
es Dios:
que él nos hizo y
somos suyos,
su pueblo y ovejas
de su rebaño.
Entrad por sus
puertas con acción de gracias,
por sus atrios con
himnos,
dándole gracias y
bendiciendo su nombre:
«El Señor es
bueno,
su misericordia es
eterna,
su fidelidad por
todas las edades.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
LECTURA BREVE
Is 53, 11b-12
Mi siervo
justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos. Le daré una
multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre, porque se entregó a
sí mismo a la muerte y fue contado entre los malhechores; él tomó sobre sí el
pecado de las multitudes e intercedió por los pecadores.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará
de la red del cazador.
R. Él me librará
de la red del cazador.
V. Me cubrirá con
su plumaje.
R. Él me librará
de la red del cazador.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará
de la red del cazador.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Uno de los
escribas se acercó a Jesús para preguntarle cuál era el primero de todos los
mandamientos. Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón.»
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Uno de los
escribas se acercó a Jesús para preguntarle cuál era el primero de todos los
mandamientos. Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón.»
PRECES
Demos gracias a
Cristo, el Señor, que al morir en la cruz nos dio la vida, y digámosle con fe:
Tú que por
nosotros moriste, escúchanos, Señor.
Maestro y Salvador
nuestro, tú que nos revelaste con tu palabra el designio de Dios y nos
renovaste con tu gloriosa pasión,
no permitas que
nuestros días transcurran entre vicios y pecados.
Que sepamos,
Señor, mortificarnos hoy al tomar los manjares del cuerpo,
para ayudar con
nuestra abstinencia a los hambrientos y necesitados.
Que vivamos
santamente este día de penitencia cuaresmal
y lo consagremos a
tu servicio mediante obras de misericordia.
Sana, Señor,
nuestras voluntades rebeldes
y llénanos de tu
gracia y de tus dones.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Que el Espíritu
que habita en nosotros y nos une en su amor nos ayude a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Infunde, Señor, tu
gracia en nuestros corazones, para que sepamos refrenar nuestros excesos
mundanos y seguir fielmente las inspiraciones que nos vienen de ti. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: COMO EL
FUEGO CALCINA
Como el fuego
calcina
la madera reseca,
cuando el pecado
nos domina,
Espíritu de Dios,
purifícanos.
Como el río
derrama
por la tierra sus
aguas
y hay flor y fruto
en la rama,
Espíritu de Dios,
vivifícanos.
Como tu fuerte
viento
hizo en el mar
camino,
cuando haya duda y
desaliento,
Espíritu de Dios,
ayúdanos.
Luz, Amor, Viento,
Fuego,
los caminos de
éxodo
enseña al hombre
pobre y ciego.
Espíritu de Dios,
condúcenos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Han llegado
los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
Salmo 119 - DESEO
DE LA PAZ
En mi aflicción
llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de
los labios mentirosos,
de la lengua
traidora.
¿Qué te va a dar o
a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de
arquero, afiladas
con ascuas de
retama.
¡Ay de mí,
desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo
viviendo
con los que odian
la paz;
cuando yo digo:
«Paz»,
ellos dicen:
«Guerra».
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL
GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a
los montes:
¿de dónde me
vendrá el auxilio?
El auxilio me
viene del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
No permitirá que
resbale tu pie,
tu guardián no
duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de
Israel.
El Señor te guarda
a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no
te hará daño,
ni la luna de
noche.
El Señor te guarda
de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda
tus entradas y salidas,
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA
CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa
del Señor»!
Ya están pisando
nuestros pies
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén está
fundada
como ciudad bien
compacta.
Allá suben las
tribus,
las tribus del
Señor,
según la costumbre
de Israel,
a celebrar el
nombre del Señor;
en ella están los
tribunales de justicia
en el palacio de
David.
Desead la paz a
Jerusalén:
«Vivan seguros los
que te aman,
haya paz dentro de
tus muros,
seguridad en tus
palacios.»
Por mis hermanos y
compañeros,
voy a decir: «La
paz contigo.»
Por la casa del
Señor, nuestro Dios,
te deseo todo
bien.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Han llegado
los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
LECTURA BREVE
Is 55, 3
Inclinad el oído,
venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la
promesa que aseguré a David.
V. Señor, crea en
mí un corazón puro.
R. Renuévame por
dentro con espíritu firme.
ORACIÓN
OREMOS,
Infunde, Señor, tu
gracia en nuestros corazones, para que sepamos refrenar nuestros excesos
mundanos y seguir fielmente las inspiraciones que nos vienen de ti. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: POR EL
PECADO PRIMERO
Por el pecado
primero
entró la muerte a
la vida,
y la muerte fue
vencida
por la vida del
Cordero.
El Padre lo hizo
pecado
para salvar al
caído;
el que nunca había
sufrido
se quiso
crucificado.
La humanidad
pecadora
está bien
representada,
mas la culpa fue
lavada
por la sangre
redentora. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «Por mi
vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que
cambie de conducta y viva.»
Salmo 21 I - EL
SIERVO DE DIOS SUFRIENTE ORA Y DIOS LE RESPONDE
Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?;
a pesar de mis
gritos, mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día
te grito, y no respondes;
de noche, y no me
haces caso;
aunque tú habitas
en el santuario,
esperanza de
Israel.
En ti confiaban
nuestros padres;
confiaban, y los
ponías a salvo;
a ti gritaban, y
quedaban libres,
en ti confiaban, y
no los defraudaste.
Pero yo soy un
gusano, no un hombre,
vergüenza de la
gente, desprecio del pueblo;
al verme se burlan
de mí,
hacen visajes,
menean la cabeza:
«Acudió al Señor,
que lo ponga a salvo;
que lo libre si
tanto lo quiere.»
Tú eres quien me
sacó del vientre,
me tenías confiado
en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé
a tus manos,
desde el vientre
materno tú eres mi Dios.
No te quedes
lejos, que el peligro está cerca
y nadie me
socorre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 21 II
Me acorrala un
tropel de novillos,
me cercan toros de
Basán;
abren contra mí
las fauces
leones que
descuartizan y rugen.
Estoy como agua
derramada,
tengo los huesos
descoyuntados;
mi corazón, como
cera,
se derrite en mis
entrañas;
mi garganta está
seca como una teja,
la lengua se me
pega al paladar;
me aprietas contra
el polvo de la muerte.
Me acorrala una
jauría de mastines,
me cerca una banda
de malhechores;
me taladran las
manos y los pies,
puedo contar mis
huesos.
Ellos me miran
triunfantes,
se reparten mi
ropa,
echan a suerte mi
túnica.
Pero tú, Señor, no
te quedes lejos;
fuerza mía, ven
corriendo a ayudarme.
Líbrame a mí de la
espada,
y a mi única vida,
de la garra del mastín;
sálvame de las
fauces del león;
a este pobre, de
los cuernos del búfalo.
Contaré tu fama a
mis hermanos,
en medio de la
asamblea te alabaré.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 21 III
Fieles del Señor,
alabadlo;
linaje de Jacob,
glorificadlo;
temedlo, linaje de
Israel.
Porque no ha
sentido desprecio ni repugnancia
hacia el pobre
desgraciado;
no le ha escondido
su rostro:
cuando pidió
auxilio, lo escuchó.
Él es mi alabanza
en la gran asamblea,
cumpliré mis votos
delante de sus fieles.
Los desvalidos
comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor
los que lo buscan:
viva su corazón
por siempre.
Lo recordarán y
volverán al Señor
hasta de los
confines del orbe;
en su presencia se
postrarán
las familias de
los pueblos.
Porque del Señor
es el reino,
él gobierna a los
pueblos.
Ante él se
postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se
inclinarán los que bajan al polvo.
Me hará vivir para
él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor
a la generación futura,
contarán su
justicia al pueblo que ha de nacer;
todo lo que hizo
el Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Por mi vida
-dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie
de conducta y viva.»
LECTURA BREVE
Cf. Jr 3, 12b. 14a
«Volveos -oráculo
del Señor-. No os pondré mala cara, porque soy compasivo y no me irrito para
siempre. Volved, hijos rebeldes», oráculo del Señor.
V. Aparta de mi
pecado tu vista.
R. Borra en mí
toda culpa.
ORACIÓN
OREMOS,
Infunde, Señor, tu
gracia en nuestros corazones, para que sepamos refrenar nuestros excesos
mundanos y seguir fielmente las inspiraciones que nos vienen de ti. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en
mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CADA TARDE
SE NOS VAN LOS DÍAS
Cada tarde se nos
van los días,
y cada tarde el
tiempo pasa;
se acaba nuestra
vida cada tarde
y miramos la
muerte más cercana.
Déjame todavía
gozar el milagro
de tu luz, de tu
sol, de tus albas;
déjame gozar el
milagro de sentirme vivo
y de nacer para ti
cada mañana.
Déjame, Señor,
gozar de tu milagro
al llegar una vez
más la tarde mansa,
porque tú eres el
Dios de nuestras horas,
el Dios oculto de
nuestra esperanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1.
Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por
nuestra sed de ser justos.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acreditémonos
ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser
justos.
LECTURA BREVE
St 1, 27
La religión pura y
sin mancha ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: en visitar a los
huérfanos y a las viudas en su aflicción, y en conservarse limpio de toda
mancha en este mundo.
V. Mi sacrificio
es un espíritu contrito.
R. Un corazón
quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
ORACIÓN
OREMOS,
Infunde, Señor, tu
gracia en nuestros corazones, para que sepamos refrenar nuestros excesos
mundanos y seguir fielmente las inspiraciones que nos vienen de ti. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: MUERE LA
VIDA Y VIVO YO SIN VIDA.
Muere la vida y
vivo yo sin vida
ofendiendo la vida
de mi muerte;
sangre divina de
las venas vierte
y mi diamante su
dureza olvida.
Está la majestad
de Dios tendida
en una dura cruz,
y yo de suerte
que soy de sus
dolores el más fuerte
y de su cuerpo la
mayor herida.
¡Oh duro corazón
de mármol frío!
¿Tiene tu Dios
abierto el lado izquierdo
y no te vuelves un
copioso río?
Morir por él será
divino acuerdo,
mas eres tú mi
vida, Cristo mío,
y, como no la
tengo, no la pierdo. Ámén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es
grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Salmo 134 I -
HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre
del Señor,
alabadlo, siervos
del Señor,
que estáis en la
casa del Señor,
en los atrios de
la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor
porque es bueno,
tañed para su
nombre, que es amable.
Porque él se
escogió a Jacob,
a Israel en
posesión suya.
Yo sé que el Señor
es grande,
nuestro dueño más
que todos los dioses.
El Señor todo lo
que quiere lo hace:
en el cielo y en
la tierra,
en los mares y en
los océanos.
Hace subir las
nubes desde el horizonte,
con los relámpagos
desata la lluvia,
suelta a los
vientos de sus silos.
Él hirió a los
primogénitos de Egipto,
desde los hombres
hasta los animales.
Envió signos y
prodigios
-en medio de ti,
Egipto-
contra el Faraón y
sus ministros.
Hirió de muerte a
pueblos numerosos,
mató a reyes
poderosos:
a Sijón, rey de
los amorreos;
a Hog, rey de
Basán,
y a todos los
reyes de Canaán.
Y dio su tierra en
heredad,
en heredad a
Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Ant 2. Casa de
Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es amable.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre
es eterno;
Señor, tu recuerdo
de edad en edad.
Porque el Señor
gobierna a su pueblo
y se compadece de
sus siervos.
Los ídolos de los
gentiles son oro y plata,
hechura de manos
humanas:
tienen boca y no
hablan,
tienen ojos y no
ven,
tienen orejas y no
oyen,
no hay aliento en
sus bocas.
Sean lo mismo los
que los hacen,
cuantos confían en
ellos.
Casa de Israel,
bendice al Señor;
casa de Aarón,
bendice al Señor;
casa de Leví,
bendice al Señor;
fieles del Señor,
bendecid al Señor.
Bendito en Sión el
Señor,
que habita en
Jerusalén.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Casa de
Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es amable.
Ant 3. Vendrán
todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
Cántico: CANTO DE
LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios
omnipotente,
justos y
verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los
siglos!
¿Quién no temerá,
Señor,
y glorificará tu
nombre?
Porque tú solo
eres santo,
porque vendrán
todas las naciones
y se postrarán en
tu acatamiento,
porque tus juicios
se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán todas
las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
LECTURA BREVE
St 5, 16. 19-20
Confesaos
mutuamente vuestros pecados y rogad unos por otros, para alcanzar vuestra
curación, pues la oración ferviente del justo tiene gran eficacia. Hermanos, si
alguno de entre vosotros se desvía de la verdad y otro logra convertirlo, sepa
que quien convierte a un pecador de su camino equivocado salvará su alma de la
muerte y cubrirá la multitud de sus pecados.
RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije:
«Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije:
«Señor, ten misericordia.»
V. Sáname, porque
he pecado contra ti.
R. Señor, ten
misericordia.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije:
«Señor, ten misericordia.»
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Amar al
prójimo como a sí mismo vale más que todos los sacrificios.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham
y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Amar al
prójimo como a sí mismo vale más que todos los sacrificios.
PRECES
Oremos a Jesús, el
Señor, que santificó por su propia sangre al pueblo, y digámosle:
Compadécete,
Señor, de tu pueblo.
Redentor nuestro,
por tu pasión, concede a tus fieles la fuerza necesaria para mortificar sus
cuerpos, ayúdalos en su lucha contra el mal y fortalece su esperanza,
para que se
dispongan a celebrar santamente tu resurrección.
Haz que los
cristianos cumplan con su misión profética anunciando al mundo Tu Evangelio
y dando testimonio
de él por su fe, esperanza y caridad.
Conforta, Señor, a
los que están tristes,
y otórganos a
nosotros el poder consolar a nuestros hermanos.
Haz que tus fieles
aprendan a participar en tu pasión con sus propios sufrimientos,
para que sus vidas
manifiesten tu salvación a los hombres.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú que eres autor
de la vida, acuérdate de los difuntos
y dales parte en
tu gloriosa resurrección.
Con el gozo de
sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Infunde, Señor, tu
gracia en nuestros corazones, para que sepamos refrenar nuestros excesos
mundanos y seguir fielmente las inspiraciones que nos vienen de ti. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente
nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: TÚ, A QUIEN
HE BUSCADO, SEÑOR
Tú, a quien he
buscado, Señor,
en este día,
a quien he
escuchado,
dame el reposo de
esta noche.
Tú, a quien he
cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de
esta noche.
Tú, a quien yo he
negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de
esta noche. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios
mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
Salmo 87 - ORACIÓN
DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO
Señor, Dios mío,
de día te pido auxilio,
de noche grito en
tu presencia;
llegue hasta ti mi
súplica,
inclina tu oído a
mi clamor.
Porque mi alma
está colmada de desdichas,
y mi vida está al
borde del abismo;
ya me cuentan con
los que bajan a la fosa,
soy como un
inválido.
Tengo mi cama
entre los muertos,
como los caídos que
yacen en el sepulcro,
de los cuales ya
no guardas memoria,
porque fueron
arrancados de tu mano.
Me has colocado en
lo hondo de la fosa,
en las tinieblas
del fondo;
tu cólera pesa
sobre mí,
me echas encima
todas tus olas.
Has alejado de mí
a mis conocidos,
me has hecho
repugnante para ellos:
encerrado, no
puedo salir,
y los ojos se me
nublan de pesar.
Todo el día te
estoy invocando,
tendiendo las
manos hacia ti.
¿Harás tú
maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las
sombras para darte gracias?
¿Se anuncia en el
sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en
el reino de la muerte?
¿Se conocen tus
maravillas en la tiniebla
o tu justicia en
el país del olvido?
Pero yo te pido
auxilio,
por la mañana irá
a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor,
me rechazas
y me escondes tu
rostro?
Desde niño fui
desgraciado y enfermo,
me doblo bajo el
peso de tus terrores,
pasó sobre mí tu
incendio,
tus espantos me
han consumido:
me rodean como las
aguas todo el día,
me envuelven todos
a una;
alejaste de mí
amigos y compañeros:
mi compañía son
las tinieblas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, Dios
mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
LECTURA BREVE
Jr 14, 9
Tú estás en medio
de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos
abandones, Señor Dios nuestro.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios
todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó
en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también
resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Bajo tu amparo nos
acogemos,
santa Madre de
Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa
y bendita.
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