Del Propio -
Salterio II
OFICIO
DE LECTURA
Si el Oficio de
Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo, que
por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Si antes del Oficio
de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: NACISTE DEL
PADRE, SIN PRINCIPIO
Naciste del Padre,
sin principio,
antes que la luz
resplandeciera;
del seno sin
mancha de María
surges como luz en
las tinieblas.
Los pobres acuden
a adorarte,
solos, ellos velan
en la noche,
sintiendo
admirados en tu llanto
la voz del pastor
de los pastores.
El mundo se alegra
en este día,
gozan los
patriarcas, los profetas;
la flor ha nacido
de la rama,
flor que ha
perfumado nuestra Iglesia.
Los ángeles cantan
hoy tu gloria,
Padre, que
enviaste a Jesucristo;
unimos con ellos
nuestras voces,
oye, bondadoso,
nuestros himnos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Encomienda
tu camino al Señor, y él actuará.
Salmo 36 I - LA
VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD
No te exasperes
por los malvados,
no envidies a los
que obran el mal:
se secarán pronto,
como la hierba,
como el césped
verde se agostarán.
Confía en el Señor
y haz el bien,
habita tu tierra y
practica la lealtad;
sea el Señor tu
delicia,
y él te dará lo
que pide tu corazón.
Encomienda tu
camino al Señor,
confía en él, y él
actuará:
hará brillar tu
justicia como el amanecer;
tu derecho, como
el mediodía.
Descansa en el
Señor y espera en él,
no te exasperes
por el hombre que triunfa
empleando la
intriga:
cohíbe la ira,
reprime el coraje,
no te exasperes,
no sea que obres mal;
porque los que
obran mal son excluidos,
pero los que
esperan en el Señor poseerán la tierra.
Aguarda un
momento: desapareció el malvado,
fíjate en su
sitio: ya no está;
en cambio, los
sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz
abundante.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Encomienda tu
camino al Señor, y él actuará.
Ant 2. Apártate
del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.
Salmo 36 II
El malvado intriga
contra el justo,
rechina sus
dientes contra él;
pero el Señor se
ríe de él,
porque ve que le
llega su hora.
Los malvados
desenvainan la espada,
asestan el arco,
para abatir a
pobres y humildes,
para asesinar a
los honrados;
pero su espada les
atravesará el corazón,
sus arcos se
romperán.
Mejor es ser
honrado con poco
que ser malvado en
la opulencia;
pues al malvado se
le romperán los brazos,
pero al honrado lo
sostiene el Señor.
El Señor vela por
los días de los buenos,
y su herencia
durará siempre;
no se agostarán en
tiempo de sequía,
en tiempo de
hambre se saciarán;
pero los malvados
perecerán,
los enemigos del
Señor
se marchitarán
como la belleza de un prado,
en humo se
disiparán.
El malvado pide
prestado y no devuelve,
el justo se
compadece y perdona.
Los que el Señor
bendice poseen la tierra,
los que él maldice
son excluidos.
El Señor asegura
los pasos del hombre,
se complace en sus
caminos;
si tropieza, no
caerá,
porque el Señor lo
tiene de la mano.
Fui joven, ya soy
viejo:
nunca he visto a
un justo abandonado,
ni a su linaje
mendigando el pan.
A diario se
compadece y da prestado;
bendita será su
descendencia.
Apártate del mal y
haz el bien,
y siempre tendrás
una casa;
porque el Señor
ama la justicia
y no abandona a
sus fieles.
Los inicuos son
exterminados,
la estirpe de los
malvados se extinguirá;
pero los justos
poseen la tierra,
la habitarán por
siempre jamás.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Apártate del
mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.
Ant 3. Confía en
el Señor y sigue su camino.
Salmo 36 III
La boca del justo
expone la sabiduría,
su lengua explica
el derecho;
porque lleva en el
corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no
vacilan.
El malvado espía
al justo
e intenta darle
muerte;
pero el Señor no
lo entrega en sus manos,
no deja que lo
condenen en el juicio.
Confía en el
Señor, sigue su camino;
él te levantará a
poseer la tierra,
y verás la
expulsión de los malvados.
Vi a un malvado
que se jactaba,
que prosperaba
como un cedro frondoso;
volví a pasar, y
ya no estaba;
lo busqué, y no lo
encontré.
Observa al
honrado, fíjate en el bueno:
su porvenir es la
paz;
los impíos serán
totalmente aniquilados,
el porvenir de los
malvados quedará truncado.
El Señor es quien
salva a los justos,
él es su alcázar
en el peligro;
el Señor los
protege y los libra,
los libra de los
malvados y los salva,
porque se acogen a
él.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confía en el
Señor y sigue su camino.
V. La Palabra era
la luz verdadera.
R. Que ilumina a
todos los hombres
PRIMERA LECTURA
Del libro del
Cantar de los cantares 7, 9--8, 7
>ÚLTIMAS
PALABRAS DE LA ESPOSA Y ALABANZA DEL AMOR
Tu boca es un vino
generoso que fluye acariciando y me moja los labios y los dientes.
Yo soy de mi
amado, y él me busca con pasión. Amado mío, ven, vamos al campo, al abrigo de
enebros pasaremos la noche, madrugaremos para ver las viñas, para ver si las
vides ya florecen, si ya se abren las yemas, y si echan flores los granados: y
allí te daré mi amor... Perfuman las mandrágoras, y a la puerta hay mil frutas
deleitosas, frutas secas y frescas, que he guardado, mi amado, para ti.
¡Oh si fueras mi
hermano y criado a los pechos de mi madre! Al verte por la calle, te besaría
sin temor a burlas, te introduciría en casa de mi madre, en la alcoba de la que
me crió, te daría a beber vino aromado, licor de mis granados. Pone la mano
izquierda bajo mi cabeza, y me abraza con la derecha.
¡Muchachas de
Jerusalén, os conjuro que no vayáis a molestar, que no despertéis al amor,
hasta que él quiera!
¿Quién es ésa que
sube del desierto, apoyada en su amado?
Bajo el manzano te
desperté, allí donde tu madre te dio a luz, con dolores de parto. Ponme como un
sello sobre tu brazo, como un sello sobre tu corazón, porque
El amor es fuerte
como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego,
llamarada divina. Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo
los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su
casa, se haría despreciable.
RESPONSORIO
Ct 8, 6-7; cf. Ef 2, 4
R. El amor es
fuerte como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego,
llamarada divina: * las aguas torrenciales no podrían apagar el amor.
V. Dios, por el
gran amor con que nos amó, envió a la tierra a su Hijo.
R. Las aguas
torrenciales no podrían apagar el amor.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de
san Agustín, obispo
(Sermón 194, 3-4:
PL 38, 1016-1017)
NOS SACIAREMOS CON
LA VISIÓN DEL VERBO
¿Quién puede
conocer los tesoros de sabiduría y ciencia ocultos en Cristo y escondidos en la
pobreza de su carne? Él, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, para que nos
enriqueciéramos con su pobreza. Al asumir nuestra condición mortal, destruyendo
así la muerte, se mostró en pobreza; pero con ello nos garantizó las riquezas
futuras, sin perder las que había dejado.
¡Cuán grande es la
bondad que ha reservado para sus fieles, y que comunica a los que esperan en
él!
Ahora nuestro
conocimiento es parcial, hasta que llegue lo perfecto. Para hacernos capaces de
esta perfección futura, él, igual al Padre por su condición de Dios, se hizo
semejante a nosotros, tomando la condición de esclavo, para restituirnos
nuestra semejanza con Dios; él, Hijo único de Dios, se hizo Hijo del hombre,
para convertir en hijos de Dios a todos los hijos de los hombres; tomando la
condición visible de esclavo, abolió nuestra condición de esclavos, haciéndonos
libres y capaces de contemplar la naturaleza de Dios.
Ahora somos hijos
de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se
manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Aquellos
tesoros de sabiduría y ciencia, aquellas riquezas divinas, son llamados así
porque ellos nos bastarán. Y aquella gran bondad es llamada así porque nos
saciará. Muéstranos, pues, al Padre, y eso nos bastará.
Y, en uno de los
salmos, uno de nosotros, en nosotros y por nosotros, le dice al Señor: Me
saciaré cuando aparezca tu gloria. Él y el Padre son una misma cosa, y el que
lo ve a él ve también al Padre. Por tanto, el Señor, Dios de los ejércitos, es
el Rey de la gloria. Cuando se vuelva a nosotros, nos mostrará su rostro; y
seremos salvados y quedaremos saciados, y eso nos bastará.
Hasta que llegue
este momento, hasta que nos muestre aquello que ha de bastarnos, hasta que
podamos beber y saciarnos de aquella fuente de vida que es él mismo, mientras
caminamos por la vía de la fe y vivimos en el destierro, lejos de él, mientras
tenemos hambre y sed de perfección y santidad y deseamos con ardor inefable
contemplar la belleza de Dios, celebremos con humilde devoción su nacimiento en
condición de esclavo.
No podemos aún
contemplar cómo es engendrado por el Padre antes de la aurora; festejemos su
nacimiento de la Virgen en plena noche. Aún no percibimos cómo su nombre es
eterno y su fama dura como el sol; reconozcamos que su tienda ha sido puesta en
el sol.
Aún no vemos al
Unigénito que permanece en el Padre; recordemos al Esposo que sale de su
alcoba. Aún no ha llegado el momento de sentarnos a la mesa de nuestro Padre;
veneremos el pesebre de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO
1Jn 1, 2; 5, 20
R. La vida se ha
manifestado, y nosotros hemos visto y os anunciamos esta vida eterna, * que
estaba con el Padre y se nos ha manifestado.
V. Sabemos que el
Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios
verdadero y para que estemos en él, su verdadero Hijo, el cual es Dios
verdadero y es vida eterna.
R. Que estaba con
el Padre y se nos ha manifestado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, que
iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de tu Hijo,
fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas, podamos
alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, que
por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: VER A DIOS
EN LA CRIATURA
Ver a Dios en la
criatura,
ver a Dios hecho
mortal,
ver en humano
portal
la celestial
hermosura.
¡Gran merced y
gran ventura
a quien verlo
mereció!
¡Quién lo viera y
fuera yo!
Ver llorar a la
alegría,
ver tan pobre a la
riqueza,
ver tan baja a la
grandeza
y ver que Dios lo
quería.
¡Gran merced fue
en aquel día
la que el hombre
recibió!
¡Quién lo viera y
fuera yo!
Poner paz en tanta
guerra,
calor donde hay
tanto frío,
ser de todos lo
que es mío,
plantar un cielo
en la tierra.
¡Qué misión de
escalofrío
la que Dios nos
confió!
¡Quién lo hiciera
y fuera yo! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Envíame,
Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 - DESEO
DEL TEMPLO
Hazme justicia,
¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin
piedad,
sálvame del hombre
traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y
protector,
¿por qué me
rechazas?
¿Por qué voy
andando sombrío,
hostigado por mi
enemigo?
Envía tu luz y tu
verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan
hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque
al altar de Dios,
al Dios de mi
alegría;
que te dé gracias
al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te
acongojas, alma mía,
por qué te me
turbas?
Espera en Dios,
que volverás a alabarlo:
«Salud de mi
rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Envíame,
Señor, tu luz y tu verdad.
Ant 2. Protégenos,
Señor, todos los días de nuestra vida.
Cántico: ANGUSTIA
DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20
Yo pensé: «En
medio de mis días
tengo que marchar
hacia las puertas del abismo;
me privan del
resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no
veré más al Señor
en la tierra de
los vivos,
ya no miraré a los
hombres
entre los
habitantes del mundo.
Levantan y
enrollan mi vida
como una tienda de
pastores.
Como un tejedor
devanaba yo mi vida,
y me cortan la
trama.»
Día y noche me
estás acabando,
sollozo hasta el
amanecer.
Me quiebras los
huesos como un león,
día y noche me
estas acabando.
Estoy piando como
una golondrina,
gimo como una
paloma.
Mis ojos mirando
al cielo se consumen:
¡Señor, que me
oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me
has hecho revivir,
la amargura se me
volvió paz
cuando detuviste
mi alma ante la tumba vacía
y volviste la
espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da
gracias,
ni la muerte te
alaba,
ni esperan en tu
fidelidad
los que bajan a la
fosa.
Los vivos, los
vivos son quienes te alaban:
como yo
ahora.
El Padre enseña a
sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y
tocaremos nuestras arpas
todos nuestros
días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Protégenos,
Señor, todos los días de nuestra vida.
Ant 3. ¡Oh Dios!,
tu mereces un himno en Sión.
Salmo 64 - SOLEMNE
ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú
mereces un himno en Sión,
y a ti se te
cumplen los votos,
porque tú escuchas
las súplicas.
A ti acude todo
mortal
a causa de sus
culpas;
nuestros delitos
nos abruman,
pero tú los
perdonas.
Dichoso el que tú
eliges y acercas
para que viva en
tus atrios:
que nos saciemos
de los bienes de tu casa,
de los dones
sagrados de tu templo.
Con portentos de
justicia nos respondes,
Dios, salvador
nuestro;
tú, esperanza del
confín de la tierra
y del océano
remoto;
Tú que afianzas
los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el
estruendo del mar,
el estruendo de
las olas
y el tumulto de
los pueblos.
Los habitantes del
extremo del orbe
se sobrecogen ante
tus signos,
y a las puertas de
la aurora y del ocaso
las llenas de
júbilo.
Tú cuidas de la
tierra, la riegas
y la enriqueces
sin medida;
la acequia de Dios
va llena de agua,
preparas los
trigales;
riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los
deja mullidos,
bendices sus
brotes;
coronas el año con
tus bienes,
las rodadas de tu
carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos
del páramo,
y las colinas se
orlan de alegría;
las praderas se
cubren de rebaños,
y los valles se
visten de mieses,
que aclaman y
cantan.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Dios!, tu
mereces un himno en Sión.
LECTURA BREVE
Sb 7, 26-27
La Sabiduría es un
reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una
imagen de su bondad. Aun siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma,
todo lo renueva; en todas las edades entra en las almas santas y forma en ellas
amigos de Dios y profetas.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela
su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela
su salvación. Aleluya, aleluya.
V. Los confines de
la tierra la han contemplado.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela
su salvación. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor ha
visitado y redimido a su pueblo.
Cántico de Zacarías.
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
visitado y redimido a su pueblo.
PRECES
Alabemos a Cristo,
que se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención, y
supliquémosle confiados, diciendo:
Que tu nacimiento,
Señor, nos salve.
Rey del universo,
a quien los pastores encontraron envuelto en pañales,
ayúdanos a imitar
siempre tu pobreza y tu sencillez.
Señor del cielo,
que desde tu solio real bajaste a lo más humilde de la tierra,
enséñanos a honrar
siempre a nuestros hermanos de condición más humilde.
Oh Cristo, luz
eterna, que al asumir nuestra carne no fuiste contaminado por nuestro pecado,
haz que tus
fieles, al usar de los bienes de este mundo, no se vean manchados por ellos.
Esposo divino de
la Iglesia, que eres para ella torre de fortaleza,
haz que todos tus
fieles perseveren unidos a ella y en ella encuentren la salvación.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Ya que somos la
familia de Dios, digamos con grande confianza a nuestro Padre del cielo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que
iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de tu Hijo,
fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas, podamos
alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. José y
María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.
Salmo 118, 49-56
Recuerda la
palabra que diste a tu siervo,
de la que hiciste
mi esperanza;
éste es mi
consuelo en la aflicción:
que tu promesa me
da vida;
los insolentes me
insultan sin parar,
pero yo no me
aparto de tus mandatos.
Recordando tus
antiguos mandamientos,
Señor, quedé
consolado;
sentí indignación
ante los malvados,
que abandonan tu
voluntad;
tus leyes eran mi
canción
en tierra
extranjera.
De noche pronuncio
tu nombre,
Señor, y velando,
tus preceptos;
esto es lo que a
mí me toca:
guardar tus
decretos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 52 - NECEDAD
DE LOS PECADORES
Dice el necio para
sí:
«No hay Dios.»
Se han corrompido
cometiendo abominaciones,
no hay quien obre
bien.
Dios observa desde
el cielo
a los hijos de
Adán,
para ver si hay
alguno sensato
que busque a Dios.
Todos se extravían
igualmente
obstinados,
no hay uno que
obre bien,
ni uno solo.
Pero ¿no
aprenderán los malhechores
que devoran a mi
pueblo como pan
y no invocan al
Señor?
Pues temblarán de
espanto,
porque Dios
esparce los huesos del agresor,
y serán
derrotados,
porque Dios los
rechaza.
¡Ojalá venga desde
Sión
la salvación de
Israel!
Cuando el Señor
cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob
y gozará Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 53, 3-6. 8-9
- PETICIÓN DE AUXILIO
¡Oh Dios!, sálvame
por tu nombre,
sal por mí con tu
poder.
¡Oh Dios!, escucha
mi súplica,
atiende a mis
palabras:
porque unos
insolentes se alzan contra mí,
y hombres
violentos me persiguen a muerte
sin tener presente
a Dios.
Pero Dios es mi
auxilio,
el Señor sostiene
mi vida.
Te ofreceré un sacrificio
voluntario
dando gracias a tu
nombre, que es bueno;
porque me libraste
del peligro
y he visto la
derrota de mis enemigos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. José y María,
la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.
LECTURA BREVE
Ez 20, 41-42a
Como aroma que
calma os aceptaré, cuando os saque de los países y os reúna de entre las
naciones en las que estáis dispersos, y muestre en vosotros mi santidad a la
vista de los gentiles. Y sabréis que yo soy el Señor.
V. Se acordó el
Señor de su misericordia. Aleluya.
R. Y de su
fidelidad en favor de la casa de Israel. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que
iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de tu Hijo,
fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas, podamos
alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO
DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del
hombre, en que él se afana
tras la felicidad
que tanto ansía,
tú lo vistes,
Señor, de luz temprana
y de radiante sol
al mediodía.
Así el poder de tu
presencia encierra
el secreto más
hondo de esta vida;
un nuevo cielo y
una nueva tierra
colmarán nuestro
anhelo sin medida.
Poderoso Señor de
nuestra historia,
no tardes en venir
gloriosamente;
tu luz
resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra
vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. María
conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían
tragado vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está
asentado para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. María
conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
LECTURA BREVE
Ez 34, 11-12
Yo mismo en
persona buscaré mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro
de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis
ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se dispersaron.
V. Los confines de
la tierra han contemplado. Aleluya.
R. La salvación de
nuestro Dios. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que
iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de tu Hijo,
fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas, podamos
alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO
DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo
lo que existe,
de tu pueblo
elegido eterna roca,
de los tiempos
Señor, que prometiste
dar tu vigor al que
con fe te invoca.
Mira al hombre que
es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu
paz háganlo fuerte
para amarte y
servirte en esta vida
y gozarte después
de santa muerte.
Jesús, Hijo del
Padre, ven aprisa
en este atardecer
que se avecina,
serena claridad y
dulce brisa
será tu amor que
todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mis ojos
han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la
semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mis ojos han
visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.
LECTURA BREVE
Mi 2, 12
Yo te he de
reunir, Jacob; congregaré tus supervivientes, Israel. Los juntaré como ovejas
en un redil, como un rebaño en el aprisco.
V. La misericordia
y la fidelidad se encuentran. Aleluya.
R. La justicia y
la paz se besan. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que
iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de tu Hijo,
fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas, podamos
alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
I
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REYES QUE
VENÍS POR ELLAS
Reyes que venís
por ellas,
no busquéis
estrellas ya,
porque donde el
sol está
no tienen luz las
estrellas.
Mirando sus luces
bellas,
no sigáis la
vuestra ya,
porque donde el
sol está
no tienen luz las
estrellas.
Aquí parad, que
aquí está
quien luz a los
cielos da:
Dios es el puerto
más cierto,
y si habéis
hallado puerto
no busquéis
estrellas ya.
No busquéis la
estrella ahora:
que su luz ha
oscurecido
este Sol recién
nacido
en esta Virgen
Aurora.
Ya no hallaréis
luz en ellas,
el Niño os alumbra
ya,
porque donde el
sol está
no tienen luz las
estrellas.
Aunque eclipsarse
pretende,
no reparéis en su
llanto,
porque nunca
llueve tanto
como cuando el sol
se enciende.
Aquellas lágrimas
bellas
la estrella
oscurecen ya,
porque donde el
sol está
no tienen luz las
estrellas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Engendrado
antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se ha
manifestado al mundo.
Salmo 134 I -
HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre
del Señor,
alabadlo, siervos
del Señor,
que estáis en la
casa del Señor,
en los atrios de
la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor
porque es bueno,
tañed para su
nombre, que es amable.
Porque él se
escogió a Jacob,
a Israel en
posesión suya.
Yo sé que el Señor
es grande,
nuestro dueño más
que todos los dioses.
El Señor todo lo
que quiere lo hace:
en el cielo y en
la tierra,
en los mares y en
los océanos.
Hace subir las
nubes desde el horizonte,
con los relámpagos
desata la lluvia,
suelta a los
vientos de sus silos.
Él hirió a los
primogénitos de Egipto,
desde los hombres
hasta los animales.
Envió signos y
prodigios
-en medio de ti,
Egipto-
contra el Faraón y
sus ministros.
Hirió de muerte a
pueblos numerosos,
mató a reyes
poderosos:
a Sijón, rey de
los amorreos;
a Hog, rey de
Basán,
y a todos los
reyes de Canaán.
Y dio su tierra en
heredad,
en heredad a
Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Engendrado
antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se ha
manifestado al mundo.
Ant 2. El Señor,
nuestro Dios, es grande, más que todos los dioses.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre
es eterno;
Señor, tu recuerdo
de edad en edad.
Porque el Señor
gobierna a su pueblo
y se compadece de
sus siervos.
Los ídolos de los
gentiles son oro y plata,
hechura de manos
humanas:
tienen boca y no
hablan,
tienen ojos y no
ven,
tienen orejas y no
oyen,
no hay aliento en
sus bocas.
Sean lo mismo los
que los hacen,
cuantos confían en
ellos.
Casa de Israel,
bendice al Señor;
casa de Aarón,
bendice al Señor;
casa de Leví,
bendice al Señor;
fieles del Señor,
bendecid al Señor.
Bendito en Sión el
Señor,
que habita en
Jerusalén.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor,
nuestro Dios, es grande, más que todos los dioses.
Ant 3. Esta
estrella resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos
la contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.
C'antico: ALABAD
AL SEÑOR, TODAS LAS NACIONES - Cf. 1Tm 3,16
R. Alabad al
Señor, todas las naciones.
Cristo,
manifestado en fragilidad humana,
santificado por el
Espíritu.
R. Alabad al
Señor, todas las naciones.
Cristo, mostrado a
los ángeles,
proclamado a los
gentiles.
R. Alabad al
Señor, todas las naciones.
Cristo, objeto de
fe para el mundo,
elevado a la
gloria.
R. Alabad al
Señor, todas las naciones.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Esta estrella
resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos la
contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.
LECTURA BREVE
2Tm 1, 9-10
Dios nos ha
salvado y nos ha llamado con santa llamada, no según nuestras obras, sino según
su propio propósito y su gracia, que nos dio con Cristo Jesús antes de los
tiempos eternos. Esta gracia se nos otorgó en Cristo Jesús antes de la creación
de los siglos y se ha manifestado ahora con la aparición de nuestro salvador,
Cristo Jesús. Él ha aniquilado la muerte, y ha hecho brillar la vida y la
inmortalidad por el Evangelio.
RESPONSORIO BREVE
V. Será la
bendición de todos los pueblos.
R. Será la
bendición de todos los pueblos.
V. Lo proclamarán
dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los
pueblos.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Será la
bendición de todos los pueblos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Los magos, al
ver la estrella, se dijeron: «Éste es el signo del gran Rey; vayamos a buscarlo
y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra.» Aleluya.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham
y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los magos, al
ver la estrella, se dijeron: «Éste es el signo del gran Rey; vayamos a buscarlo
y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra.» Aleluya.
PRECES
Veneremos a
nuestro Salvador, adorado hoy por los magos, y digámosle suplicantes:
Salva, Señor, la
vida de los pobres.
Rey de los
pueblos, tú que llamaste a los magos, primicia de los pueblos gentiles, para
que te adoraran,
concédenos también
a nosotros el espíritu de adoración.
Rey de la gloria,
que riges a tu pueblo con justicia,
concede a los
hombres paz abundante.
Rey eterno, que
subsistes por los siglos, envíanos tu palabra
y haz que penetre
en nosotros como la llovizna que empapa la tierra.
Rey de justicia,
que has venido a librar al pobre que no tiene protector,
ten piedad de los
indigentes y afligidos.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Señor Jesús, cuyo
nombre es eterno,
da parte a
nuestros hermanos difuntos en el reino que preparas a tus elegidos.
Gracias a
Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que
manifestaste a tu Hijo en este día a todas las naciones por medio de una
estrella, concédenos, a los que ya te conocemos por la fe, llegar a contemplar,
cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA
LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del
sol es ya poniente,
gracias, Señor, es
nuestra melodía;
recibe, como
ofrenda, amablemente,
nuestro dolor,
trabajo y alegría.
Si poco fue el
amor en nuestro empeño
de darle vida al
día que fenece,
convierta en
realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que
todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor,
redime nuestra suerte
de pecadora en
justa, e ilumina
la senda de la
vida y de la muerte
del hombre que en
la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del
Padre, cuando avanza
la noche oscura
sobre nuestro día,
concédenos la paz
y la esperanza
de esperar cada
noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ten piedad
de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 4 - ACCIÓN
DE GRACIAS.
Escúchame cuando
te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el
aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y
escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta
cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la
falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor
hizo milagros en mi favor,
y el Señor me
escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no
pequéis, reflexionad
en el silencio de
vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y confiad en el
Señor.
Hay muchos que
dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu
rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor,
has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en
trigo y en vino.
En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú sólo,
Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ten piedad de
mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant 2. Durante la
noche, bendecid al Señor.
Salmo 133 -
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid
al Señor,
los siervos del
Señor,
los que pasáis la
noche
en la casa del
Señor:
Levantad las manos
hacia el santuario,
y bendecid al
Señor.
El Señor te
bendiga desde Sión:
el que hizo cielo
y tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Durante la
noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE
Dt 6, 4-7
Escucha, Israel:
El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el
corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo
quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Visita, Señor,
esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles
habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con
nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Madre del
Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo
siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al
pueblo que tropieza
y se quiere
levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu
santo Creador,
y permaneces
siempre virgen.
Recibe el saludo
del ángel Gabriel,
y ten piedad de
nosotros, pecadores.
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