De la Feria.
Salterio I
OFICIO
DE LECTURA
Si el Oficio de
Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo
del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Del Señor es
la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN
A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Si antes del Oficio
de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SEÑOR, TÚ
QUE LLAMASTE
Señor, tú que
llamaste
del fondo del no
ser todos los seres,
prodigios del
cincel de tu palabra,
imágenes de ti
resplandecientes;
Señor, tú que
creaste
la bella nave azul
en que navegan
los hijos de los
hombres, entre espacios
repletos de
misterio y luz de estrellas;
Señor, tú que nos
diste
la inmensa
dignidad de ser tus hijos,
no dejes que el
pecado y que la muerte
destruyan en el
hombre el ser divino.
Señor, tú que
salvaste
al hombre de caer
en el vacío,
recréanos de nuevo
en tu Palabra
y llámanos de
nuevo al paraíso.
Oh Padre, tú que
enviaste
al mundo de los
hombres a tu Hijo,
no dejes que se
apague en nuestras almas
la luz esplendorosa
de tu Espíritu. Amén
SALMODIA
Ant 1. Quien se
haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Salmo 130 - COMO
UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS.
Señor, mi corazón
no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo
grandezas
que superan mi
capacidad;
sino que acallo y
modero mis deseos,
como un niño en
brazos de su madre.
Espere Israel en
el Señor
ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Quien se haga
pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Ant 2. Dios mío,
con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Salmo 131 I -
PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor, tenle en
cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al
Fuerte de Jacob:
«No entraré bajo
el techo de mi casa,
no subiré al lecho
de mi descanso,
no daré sueño a
mis ojos,
ni reposo a mis
párpados,
hasta que encuentre
un lugar para el Señor,
una morada para el
Fuerte de Jacob.»
Oímos que estaba
en Efrata,
la encontramos en
el Soto de Jaar:
entremos en su
morada,
postrémonos ante
el estrado de sus pies.
Levántate, Señor,
ven a tu mansión,
ven con el arca de
tu poder:
que tus sacerdotes
se vistan de gala,
que tus fieles te
aclamen.
Por amor a tu
siervo David,
no niegues
audiencia a tu Ungido.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios mío, con
alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Ant 3. El Señor ha
jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
Salmo 131 II.
El Señor ha jurado
a David
una promesa que no
retractará:
«A uno de tu
linaje
pondré sobre tu
trono.
Si tus hijos
guardan mi alianza
y los mandatos que
les enseño,
también sus hijos,
por siempre,
se sentarán sobre
tu trono.»
Porque el Señor ha
elegido a Sión,
ha deseado vivir
en ella:
«Ésta es mi
mansión por siempre,
aquí viviré,
porque la deseo.
Bendeciré sus
provisiones,
a sus pobres los
saciaré de pan;
vestiré a sus
sacerdotes de gala,
y sus fieles
aclamarán con vítores.
Haré germinar el
vigor de David,
enciendo una
lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los
vestiré de ignominia,
sobre él brillará
mi diadema.»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
V. Venid a ver las
obras del Señor.
R. Las maravillas
que hace en la tierra.
PRIMERA LECTURA
De la carta del
apóstol Santiago 5, 12-20
RECOMENDACIONES
DIVERSAS
Sobre todo, hermanos,
no juréis ni por el cielo ni por la tierra, ni con algún otro juramento.
Vuestro «sí» sea «sí» y vuestro «no» sea «no», para no incurrir en condenación.
¿Sufre alguno de
vosotros? Que rece. ¿Está uno de buen humor? Que cante. ¿Hay alguno enfermo?
Llame a los responsables de la comunidad, que recen por él y lo unjan con
aceite, invocando al Señor. La oración hecha con fe dará la salud al enfermo y
el Señor hará que se levante; si, además, tiene pecados, se le perdonarán.
Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y rogad unos por otros, para
alcanzar vuestra curación, pues la oración ferviente del justo tiene gran
eficacia.
Elías, que era un
hombre de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no
lloviese; y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Y oró de
nuevo, y el cielo envió la lluvia y la tierra produjo sus frutos.
Hermanos, si
alguno de entre vosotros se desvía de la verdad y otro logra convertirlo, sepa
que quien convierte a un pecador de su camino equivocado salvará su alma de la
muerte y cubrirá la multitud de sus pecados.
RESPONSORIO
1Pe 4, 8; St 5, 20
R. Ante todo
teneos una constante caridad unos con otros, * porque la caridad cubre la
multitud de los pecados.
V. Quien convierte
a un pecador de su camino equivocado, salvará su alma de la muerte y cubrirá la
multitud de sus pecados.
R. Porque la
caridad cubre la multitud de los pecados.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de
san Bernardo, abad, Sobre las excelencias de la Virgen Madre
(Homilía 2, 1-2.
4: Opera omnia, edición cisterciense, 4, [1966], 21-23)
PREPARADA POR EL
ALTÍSIMO, DESIGNADA ANTICIPADAMENTE POR LOS PADRES ANTIGUOS
El único
nacimiento digno de Dios era el procedente de la Virgen; asimismo, la dignidad
de la Virgen demandaba que quien naciere de ella no fuere otro que el mismo
Dios. Por esto el Hacedor del hombre, al hacerse hombre, naciendo de la raza
humana, tuvo que elegir, mejor dicho, que formar para sí, entre todas, una
madre tal cual él sabía que había de serle conveniente y agradable.
Quiso, pues, nacer
de una virgen inmaculada, él, el inmaculado, que venía a limpiar las máculas de
todos.
Quiso que su madre
fuese humilde, ya que él, manso y humilde de corazón, había de dar a todos el
ejemplo necesario y saludable de estas virtudes. Y el mismo que ya antes había
inspirado a la Virgen el propósito de la virginidad y la había enriquecido con
el don de la humildad le otorgó también el don de la maternidad divina.
De otro modo,
¿cómo el ángel hubiese podido saludarla después como llena de gracia, si
hubiera habido en ella algo, por poco que fuese, que no poseyera por gracia?
Así pues, la que había de concebir y dar a luz al Santo de los santos recibió
el don de la virginidad para que fuese santa en el cuerpo, el don de la
humildad para que fuese santa en el espíritu.
Así engalanada con
las joyas de estas virtudes, resplandeciente con la doble hermosura de su alma
y de su cuerpo, conocida en los cielos por su belleza y atractivo, la Virgen
regia atrajo sobre sí las miradas de los que allí habitan, hasta el punto de
enamorar al mismo Rey y de hacer venir al mensajero celestial.
Fue enviado el
ángel, dice el Evangelio, a la Virgen. Virgen en su cuerpo, virgen en su alma,
virgen por su decisión, virgen, finalmente, tal cual la describe el Apóstol,
santa en el cuerpo y en el alma; no hallada recientemente y por casualidad,
sino elegida desde la eternidad, predestinada y preparada por el Altísimo para
él mismo, guardada por los ángeles, designada anticipadamente por los padres
antiguos, prometida por los profetas.
RESPONSORIO
Lc 1, 35; Sal 44, 11. 12
R. El Espíritu
Santo descenderá sobre ti, María, y el poder del Altísimo te envolverá como una
nube. * Por eso el hijo, en ti engendrado, será santo, será Hijo de Dios.
V. Escucha, hija,
mira: inclina el oído, prendado está el rey de tu belleza.
R. Por eso el
hijo, en ti engendrado, será santo, será Hijo de Dios.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, cuya
providencia no se equivoca en sus designios, te pedimos humildemente que
apartes de nosotros todo lo que pueda causarnos algún daño, y nos concedas lo
que pueda sernos de provecho. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
LAUDES
(Oración de la
mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Del Señor es
la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su
presencia dándole gracias,
aclamándolo con
cantos.
Porque el Señor es
un Dios grande,
soberano de todos
los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas las
cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos
por tierra,
bendiciendo al
Señor, creador nuestro.
Porque él es
nuestro Dios,
y nosotros su
pueblo,
el rebaño que él
guía.
Ojalá escuchéis
hoy su voz:
«No endurezcáis el
corazón como en Meribá,
como el día de
Masá en el desierto;
cuando vuestros
padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta
años
aquella generación
me repugnó, y dije:
Es un pueblo de
corazón extraviado,
que no reconoce mi
camino;
por eso he jurado
en mi cólera
que no entrarán en
mi descanso»
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: EN EL
NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU.
En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la
noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo
de la luz que nos llega
resucitada y
resucitadora.
Tu mano acerca el
fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las
cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba
igual que una palabra,
tu pronuncias el
mar como sentencia.
Regresa, desde el
sueño, el hombre a su memoria,
acude a su
trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la
tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y
amarga de sudores.
Y tú te regocijas,
oh Dios, y tu prolongas
en sus pequeñas
manos tus manos poderosas,
y estáis de cuerpo
entero los dos así creando,
los dos así
velando por las cosas.
¡Bendita la mañana
que trae la noticia
de tu presencia
joven, en gloria y poderío,
la serena certeza
con que el día proclama
que el sepulcro de
Cristo está vacío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto
a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152
TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo
corazón;
respóndeme, Señor,
y guardaré tus leyes;
a ti grito:
sálvame,
y cumpliré tus
decretos;
me adelanto a la
aurora pidiendo auxilio,
esperando tus
palabras.
Mis ojos se
adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu
promesa;
escucha mi voz por
tu misericordia,
con tus
mandamientos dame vida;
ya se acercan mis
inicuos perseguidores,
están lejos de tu
voluntad.
Tú, Señor, estás
cerca,
y todos tus
mandatos son estables;
hace tiempo
comprendí que tus preceptos
los fundaste para
siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a
la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y
mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A
DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor,
sublime es su victoria,
caballos y carros
ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi
poder es el Señor,
él fue mi
salvación.
Él es mi Dios: yo
lo alabaré;
el Dios de mis
padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un
guerrero,
su nombre es «El
Señor».
Los carros del
faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar
rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira
se amontonaron las aguas,
las corrientes se
alzaron como un dique,
las olas se
cuajaron en el mar.
Decía el enemigo:
«Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el
botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la
espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu
aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como
plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú,
Señor, entre los dioses?
¿Quién como tu,
terrible entre los santos,
temibles por tus
proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu
diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con
misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con
tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo
plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que
hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor,
que fundaron tus manos.
El Señor reina por
siempre jamás.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y
mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al
Señor, todas las naciones.
Salmo 116 -
INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor,
todas las naciones,
aclamadlo, todos
los pueblos:
Firme es su
misericordia con nosotros,
su fidelidad dura
por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al
Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE
2Pe 1,10-11
Hermanos, poned
más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección. Si hacéis así,
nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá generosamente la entrada
en el reino eterno de nuestro Señor y salvador Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito,
Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito,
Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en
el país de la vida.
R. Tú eres mi
refugio.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito,
Señor, tú eres mi refugio.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ilumina,
Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado
y redimido a su pueblo.
suscitándonos una
fuerza de salvación
en la casa de
David, su siervo,
según lo había
predicho desde antiguo
por boca de sus
santos profetas:
Es la salvación
que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian;
ha realizado así
la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que
juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la
mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia,
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su
pueblo la salvación,
el perdón de sus
pecados.
Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el
sol que nace de lo alto,
para iluminar a
los que viven en tiniebla
y en sombra de
muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de
la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina,
Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Bendigamos a
Cristo que para ser ante Dios el pontífice misericordioso y fiel de los hombres
se hizo en todo semejante a nosotros, y supliquémosle diciendo:
Muéstranos, Señor,
los tesoros de tu amor.
Señor, sol de
justicia, que nos iluminaste en el bautismo,
te consagramos
este nuevo día.
Que sepamos
bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada
y glorifiquemos tu
nombre con cada una de nuestras acciones.
Tú que tuviste por
madre a María, siempre dócil a tu palabra,
encamina hoy
nuestros pasos para que obremos también como ella según tu voluntad.
Haz que mientras
vivimos aún en este mundo que pasa anhelemos la vida eterna
y por la fe, la
esperanza y el amor vivamos ya contigo en tu reino.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Con la misma
confianza que tienen los hijos con su padre, acudamos nosotros a nuestro Dios,
diciéndole:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor,
que la claridad de la resurrección de tu Hijo ilumine las dificultades de
nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de la muerte y podamos llegar un
día a la luz que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO,
SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señor,
de cada día
nos sea por tu
amor santificado,
convierte su dolor
en alegría
de amor, que para
dar tú nos has dado.
Paciente y larga
es nuestra tarea
en la noche oscura
del amor que espera;
dulce huésped del
alma, al que flaquea
dale tu luz, tu
fuerza que aligera.
En el alto gozoso
del camino,
demos gracias a
Dios, que nos concede
la esperanza sin
fin del don divino;
todo lo puede en
él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Guíame,
Señor, por la senda de tus mandatos.
Salmo 118, 33-40
Muéstrame, Señor,
el camino de tus leyes,
y lo seguiré
puntualmente;
enséñame a cumplir
tu voluntad
y a guardarla de
todo corazón;
guíame por la
senda de tus mandatos,
porque ella es mi
gozo.
Inclina mi corazón
a tus preceptos,
y no al interés;
aparta mis ojos de
las vanidades,
dame vida con tu
palabra;
cumple a tu siervo
la promesa
que hiciste a tus
fieles.
Aparta de mí la
afrenta que temo,
porque tus
mandamientos son amables;
mira cómo ansío
tus decretos:
dame vida con tu
justicia.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Guíame,
Señor, por la senda de tus mandatos.
Ant 2. Los que
buscan al Señor no carecen de nada.
Salmo 33 I - EL
SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Bendigo al Señor
en todo momento,
su alabanza está
siempre en mi boca;
mi alma se gloría
en el Señor:
que los humildes
lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo
la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos
su nombre.
Yo consulté al
Señor, y me respondió,
me libró de todas
mis ansias.
Contempladlo y
quedaréis radiantes,
vuestro rostro no
se avergonzará.
Si el afligido
invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus
angustias.
El ángel del Señor
acampa
en torno a sus
fieles y los protege.
Gustad y ved qué
bueno es el Señor,
dichoso el que se
acoge a él.
Todos sus santos,
temed al Señor,
porque nada les
falta a los que lo temen;
los ricos
empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al
Señor no carecen de nada.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los que
buscan al Señor no carecen de nada.
Ant 3. Busca la
paz y corre tras ella.
Salmo 33 II
Venid, hijos,
escuchadme:
os instruiré en el
temor del Señor;
¿hay alguien que
ame la vida
y desee días de
prosperidad?
Guarda tu lengua
del mal,
tus labios de la
falsedad;
apártate del mal,
obra el bien,
busca la paz y
corre tras ella.
Los ojos del Señor
miran a los justos,
sus oídos escuchan
sus gritos;
pero el Señor se
enfrenta con los malhechores,
para borrar de la
tierra su memoria.
Cuando uno grita,
el Señor lo escucha
y lo libra de sus
angustias;
el Señor está
cerca de los atribulados,
salva a los
abatidos.
Aunque el justo
sufra muchos males,
de todos lo libra
el Señor;
él cuida de todos
sus huesos,
y ni uno solo se
quebrará.
La maldad da
muerte al malvado,
y los que odian al
justo serán castigados.
El Señor redime a
sus siervos,
no será castigado
quien se acoge a él.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Busca la paz
y corre tras ella.
LECTURA BREVE
1R 8, 60-61
Sepan todos los
pueblos de la tierra que el Señor es Dios y no hay otro. Que vuestro corazón
sea todo para el Señor, nuestro Dios, como lo es hoy, para seguir sus leyes y
guardar sus mandamientos.
V. Señor, enséñame
tus caminos.
R. Instrúyeme en
tus sendas.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, Padre
todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo para que, libres de toda
adversidad, podamos alegrarnos siempre en tu alabanza. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO
DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del
hombre, en que él se afana
tras la felicidad
que tanto ansía,
tú lo vistes,
Señor, de luz temprana
y de radiante sol
al mediodía.
Así el poder de tu
presencia encierra
el secreto más
hondo de esta vida;
un nuevo cielo y
una nueva tierra
colmarán nuestro
anhelo sin medida.
Poderoso Señor de
nuestra historia,
no tardes en venir
gloriosamente;
tu luz
resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra
vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL
SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis
ojos,
a ti que habitas
en el cielo.
Como están los
ojos de los esclavos
fijos en las manos
de sus señores,
como están los
ojos de la esclava
fijos en las manos
de su señora,
así están nuestros
ojos
en el Señor, Dios
nuestro,
esperando su
misericordia.
Misericordia,
Señor, misericordia,
que estamos
saciados de desprecios;
nuestra alma está
saciada
del sarcasmo de
los satisfechos,
del desprecio de
los orgullosos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que
habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant 2. Nuestro auxilio
es el nombre del Señor.
Salmo 123 -
NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga
Israel-,
si el Señor no
hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos
asaltaban los hombres,
nos habrían tragado
vivos:
tanto ardía su ira
contra nosotros.
Nos habrían
arrollado las aguas,
llegándonos el
torrente hasta el cuello;
nos habrían
llegado hasta el cuello
las aguas
espumantes.
Bendito el Señor,
que no nos entregó
como presa a sus
dientes;
hemos salvado la
vida como un pájaro
de la trampa del
cazador:
la trampa se
rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es
el nombre del Señor,
que hizo el cielo
y la tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro
auxilio es el nombre del Señor.
Ant 3. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL
SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en
el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado
para siempre.
Jerusalén está
rodeada de montañas,
y el Señor rodea a
su pueblo
ahora y por
siempre.
No pesará el cetro
de los malvados
sobre el lote de
los justos,
no sea que los
justos extiendan
su mano a la
maldad.
Señor, concede
bienes a los buenos,
a los sinceros de
corazón;
y a los que se
desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el
Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE
Jr 17, 9-10
Nada más falso y
enfermo que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón,
sondeo las entrañas; para dar al hombre según su conducta, según el fruto de
sus acciones.
V. Absuélveme,
Señor, de lo que se me oculta.
R. Preserva a tu
siervo de la arrogancia.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, fuego
ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te amemos a ti sobre
todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: OH JESÚS,
QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO
Oh Jesús, que en
tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu
gran misericordia,
y tu fuerza nos
das para seguirte
por el mismo
camino hacia la gloria.
Que fielmente
cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en
tu obra salvadora,
y, al llegar a la
tarde de la vida,
en gozo eterno el
Padre nos acoja.
Gracias, Padre, a
ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su
sangre nos redime,
y al Espíritu
Santo, luz y guía
de este pueblo que
al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS,
ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor
cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos
llenaba de risas,
la lengua de
cantares.
Hasta los gentiles
decían:
«El Señor ha
estado grande con ellos.»
El Señor ha estado
grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor
cambie nuestra suerte
como los torrentes
del Negueb.
Los que sembraban
con lágrimas
cosechan entre
cantares.
Al ir, iban
llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven
cantando,
trayendo sus
gavillas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha
estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor
nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL
ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no
construye la casa,
en vano se cansan
los albañiles;
si el Señor no
guarda la ciudad,
en vano vigilan
los centinelas.
Es inútil que
madruguéis,
que veléis hasta
muy tarde,
los que coméis el
pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus
amigos mientras duermen!
La herencia que da
el Señor son los hijos;
una recompensa es
el fruto de las entrañas:
son saetas en mano
de un guerrero
los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre
que llena
con ellas su
aljaba:
no quedará
derrotado cuando litigue
con su adversario
en la plaza.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos
construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el
que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ
DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que
teme al Señor
y sigue sus
caminos!
Comerás del fruto
de tu trabajo,
serás dichoso, te
irá bien;
tu mujer, como una
vid fecunda,
en medio de tu
casa;
tus hijos, como
renuevos de olivo,
alrededor de tu
mesa:
ésta es la
bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te
bendiga desde Sión,
que veas la
prosperidad de Jerusalén
todos los días de
tu vida;
que veas a los
hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el
que teme al Señor.
LECTURA BREVE
Sb 7, 27a; 8, 1
La sabiduría de
Dios, aún siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, todo lo renueva.
Se despliega vigorosamente de un confín al otro del mundo y gobierna de
excelente manera todo el universo.
V. Qué magníficas
son tus obras, Señor.
R. Qué profundos
tus designios.
ORACIÓN
OREMOS,
Escucha, Señor,
nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por intercesión de
la santísima Virgen María, después de haberte servido durante toda nuestra
vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias a
Dios.
I
VÍSPERAS
(Oración de la
tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: PUBLICA,
LENGUA Y CANTA
Publica, lengua, y
canta
el misterio del
cuerpo glorioso
y de la sangre
santa
que dio por mi
reposo
el fruto de aquel
vientre generoso.
A todos nos fue
dado,
de la Virgen
purísima María
por todos
engendrado;
y mientras acá
vivía
su celestial
doctrina esparcía.
De allí en nueva
manera
dio fin
maravilloso a su jornada
la noche ya
postrera,
la noche deseada,
estando ya la cena
aparejada.
Convida a sus
hermanos,
y, cumplida la
sombra y ley primero,
con sus sagradas
manos
por el legal
cordero
les da a comer su
cuerpo verdadero.
Aquella criadora
Palabra, con
palabra, sin mudarse,
lo que era pan
agora
en carne hace
tornarse
y el vino en
propia sangre trastornarse.
Y puesto que el
grosero
sentido se
acobarda y desfallece,
el corazón insano
por eso no
enflaquece,
porque la fe le
anima y favorece.
Honremos pues,
echados
por tierra, tan
divino sacramento,
y queden
desechados,
pues vino el
cumplimiento,
los ritos del
antiguo Testamento.
Y si el sentido
queda
pasmado de tan
alta y nueva cosa,
lo que él no puede
pueda,
ose lo que él no
osa,
la fe determinada
y animosa.
¡Gloria al
Omnipotente,
y al gran
Engendrador y al Engendrado,
y al inefablemente
de entrambos
inspirado
igual loor, igual
honor sea dado! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es
clemente, él da alimento a sus fieles en memoria de sus maravillas.
Salmo 110 -
GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR
Doy gracias al
Señor de todo corazón,
en compañía de los
rectos, en la asamblea.
Grandes son las
obras del Señor,
dignas de estudio
para los que las aman.
Esplendor y
belleza son su obra,
su generosidad
dura por siempre;
ha hecho
maravillas memorables,
el Señor es
piadoso y clemente.
Él da alimento a
sus fieles,
recordando siempre
su alianza;
mostró a su pueblo
la fuerza de su poder,
dándoles la
heredad de los gentiles.
Justicia y verdad
son las obras de sus manos,
todos sus
preceptos merecen confianza:
son estables para
siempre jamás,
se han de cumplir
con verdad y rectitud.
Envió la redención
a su pueblo,
ratificó para
siempre su alianza,
su nombre es
sagrado y temible.
Primicia de la
sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio
los que lo practican;
la alabanza del
Señor dura por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es
clemente, él da alimento a sus fieles en memoria de sus maravillas.
Ant 2. El Señor da
la paz a su Iglesia, la sacia con flor de harina.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN
DE JERUSALÉN.
Glorifica al
Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios,
Sión:
que ha reforzado
los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a
tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en
tus fronteras,
te sacia con flor
de harina.
Él envía su mensaje
a la tierra,
y su palabra corre
veloz;
manda la nieve
como lana,
esparce la
escarcha como ceniza;
hace caer el hielo
como migajas
y con el frío
congela las aguas;
envía una orden, y
se derriten;
sopla su aliento,
y corren.
Anuncia su palabra
a Jacob,
sus decretos y
mandatos a Israel;
con ninguna nación
obró así,
ni les dio a
conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor da
la paz a su Iglesia, la sacia con flor de harina.
Ant 3. Yo os digo
con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el
verdadero pan del cielo. Aleluya.
Cántico: EL JUICIO
DE DIOS Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos,
Señor Dios omnipotente,
el que eres y el
que eras,
porque has asumido
el gran poder
y comenzaste a
reinar.
Se encolerizaron
las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que
sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón
a tus siervos los profetas,
y a los santos y a
los que temen tu nombre,
y a los pequeños y
a los grandes,
y de arruinar a
los que arruinaron la tierra.
Ahora se
estableció la salud y el poderío,
y el reinado de
nuestro Dios,
y la potestad de
su Cristo;
porque fue
precipitado
el acusador de
nuestros hermanos,
el que los acusaba
ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron
en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra
del testimonio que dieron,
y no amaron tanto
su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad
alegres, cielos,
y los que moráis
en sus tiendas.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo os digo
con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el
verdadero pan del cielo. Aleluya.
LECTURA BREVE
1Co 10, 16-17
El cáliz bendito
que consagramos es la comunión de la sangre de Cristo; y el pan que partimos es
la comunión del cuerpo del Señor. Y, puesto que es un solo Pan, somos todos un
solo cuerpo; ya que todos participamos de ese único pan.
RESPONSORIO BREVE
V. Les ha dado pan
del cielo. Aleluya, aleluya.
R. Les ha dado pan
del cielo. Aleluya, aleluya.
V. El hombre ha
comido pan de ángeles.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Les ha dado pan
del cielo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Señor, cuán
suave es tu Espíritu; para hacer sentir tu dulzura a tus hijos, los llenas de
bienes con un pan delicioso que les mandas del cielo; dejas, en cambio, sin
nada a los ricos insolentes.
Cántico de María.
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
El hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono
a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de su
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, cuán
suave es tu Espíritu; para hacer sentir tu dulzura a tus hijos, los llenas de
bienes con un pan delicioso que les mandas del cielo; dejas, en cambio, sin
nada a los ricos insolentes.
PRECES
Acudamos a Cristo,
que invita a todos a su Cena y en ella entrega su cuerpo y su sangre para la
vida del mundo; digámosle:
Cristo, pan bajado
del cielo, danos la vida eterna
Cristo, Hijo de
Dios vivo, que nos mandaste celebrar la eucaristía como memorial tuyo,
enriquece a tu
Iglesia con la celebración de tus misterios.
Cristo, Señor
nuestro, sacerdote único del Dios altísimo, que has querido que tus ministros
te representaran en la cena eucarística,
haz que los que
presiden nuestras asambleas imiten en su manera de vivir lo que celebran en el
sacramento.
Cristo, maná
bajado del cielo, que haces un solo cuerpo de cuantos participan de un mismo
pan,
aumenta la unidad
y la concordia entre los que creen en ti.
Cristo Jesús,
médico enviado por el Padre, que por el pan de la eucaristía nos das el remedio
de la inmortalidad y el germen de la resurrección,
da salud a los
enfermos y esperanza a los pecadores.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Cristo Señor, rey
al que esperamos, tú que nos mandaste celebrar la eucaristía para anunciar tu
muerte y pedir tu retorno,
haz participar en
tu resurrección a los que han muerto estando en tu amor.
Pidamos al Padre,
como Cristo nos enseñó, nuestro pan de cada día:
Padre nuestro...
ORACION
Señor nuestro
Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu
pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de
tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu
redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y
eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del
descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE
CONCIENCIA
Hermanos, habiendo
llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos
sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante
Dios todopoderoso
y ante vosotros,
hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento,
palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a
santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a
los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso
tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Himno: SE INCLINA
YA MI FRENTE
Se inclina ya mi
frente,
sellado está el
trabajo;
Señor, tu pecho
sea
la gracia del
descanso.
Mis ojos se retiran,
la voz deja su
canto,
pero el amor
enciende
su lámpara
velando.
Lucero que te
fuiste,
con gran amor
amado,
en tu gloria
dormimos
y en sueños te
adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ten piedad
de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 4 - ACCIÓN
DE GRACIAS.
Escúchame cuando
te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el
aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y
escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta
cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la
falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor
hizo milagros en mi favor,
y el Señor me
escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no
pequéis, reflexionad
en el silencio de
vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y confiad en el
Señor.
Hay muchos que
dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu
rostro ha huido de nosotros?»
Pero tú, Señor,
has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en
trigo y en vino.
En paz me acuesto
y en seguida me duermo,
porque tú sólo,
Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ten piedad de
mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant 2. Durante la
noche, bendecid al Señor.
Salmo 133 - ORACIÓN
VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid
al Señor,
los siervos del
Señor,
los que pasáis la
noche
en la casa del
Señor:
Levantad las manos
hacia el santuario,
y bendecid al
Señor.
El Señor te
bendiga desde Sión:
el que hizo cielo
y tierra.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Durante la
noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE
Dt 6,4-7
Escucha, Israel:
El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el
corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo
quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor,
según tu promesa,
puedes dejar a tu
siervo irse en paz,
porque mis ojos
han visto a tu Salvador,
a quien has
presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar
a las naciones
y gloria de tu
pueblo Israel.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Guárdanos, Señor,
durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración
del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y
reina por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor
todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE
LA SANTISIMA VIRGEN
Salve, Reina de
los cielos
y Señora de los
ángeles;
salve raíz, salve
puerta,
que dio paso a
nuestra luz.
Alégrate, virgen
gloriosa,
entre todas la más
bella;
salve, agraciada
doncella,
ruega a Cristo por
nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario